(Sofonias - imagen de Wikipedia)
Este tercer domingo de
Adviento se caracteriza por la alegría: la alegría de quien espera al Señor que
"está cerca", el Dios con nosotros, anunciado por los profetas. Es la "gran alegría" de
la Navidad, que hoy gustamos anticipadamente; una alegría que
"será de todo el pueblo", porque el Salvador ha venido y vendrá de
nuevo a visitarnos desde las alturas, como sol que surge (cf. Lc 1, 78).
Es la alegría de los cristianos, peregrinos en el mundo, que aguardan con
esperanza la vuelta gloriosa de Cristo, quien, para venir a ayudarnos, se
despojó de su gloria divina. Es la alegría…, que conmemora los dos mil años transcurridos
desde que el Hijo de Dios, Luz de Luz, iluminó con el resplandor de su
presencia la historia de la humanidad.
Por tanto, desde esta perspectiva, cobran singular
elocuencia las palabras del profeta Sofonías, que hemos escuchado en la primera lectura:
"Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de
todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena; ha expulsado a tus
enemigos" (So 3, 14-15): este es el "año de gracia del
Señor", que nos sana del pecado y de sus heridas.
Resuena con gran intensidad en nuestra
asamblea este consolador anuncio profético: "El Señor tu
Dios, en medio de ti, es un poderoso salvador. Él se goza y se complace en ti,
te ama" (So 3, 17).
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