Emilia Wojtyla, de soltera Kaczorowska, nació el 26 de marzo de 1884 en Cracovia. Era la quinta de trece hijos de Felix y Maria, de soltera Scholz. Su madre murió cuando ella tenia 13 años. Emilia contrajo matrimonio con Karol Wojtyla el 10 de febrero de 1906 en la iglesia de los Apóstoles Santos Pedro y Pablo en Cracovia.
Vivieron en Krowodrza, un distrito de
Cracovia hasta su mudanza a Wadowice.
No hay datos concretos sobre su educación pero cuenta Boniecki en Kalendarium que probablemente hubiese completado los ocho años de escuela en las Hijas de la Caridad en la calle Pedzichow en Cracovia. Emilia era una persona frágil de salud y dedico su corta vida al cuidado de su hogar, esposo e hijos. Los habitantes de Wadowice la recordaban como una persona que gustaba charlar con sus vecinos, y sentarse al lado del aljibe en el patio de su casa (la parte baja, pues ellos vivían en el primer piso), .donde Lolek también jugaba con sus amigos.
Emilia murió el 13 de abril de 1929 (miocarditis) en Wadowice y la ceremonia fue presidida por el padre Prochownik. Descansa en el cementerio Rakowicki, sector militar, de Cracovia, junto a su esposo Karol y Edmundo su hijo, padre y hermano mayor de Karol Jozef. Karol tenia entonces solo nueve años, como el mismo recuerda en “Don y Misterio” : "Perdí a mi madre antes de la Primera Comunión. a los 9 años y por eso la recuerdo menos y soy menos consciente de su contribución a mi educación religiosa, y ciertamente fue muy grande ”.
Después
de la muerte de Emilia el esposo y padre de Karol y Edmund se hizo cargo de
todo y como buen militar retirado,
llevaron una vida muy organizada.
Otoño de 1919. Emilia, junto con su esposo Karol Wojtyła y su hijo Edmund, hacia seis años que vivían en Wadowice y menos de un año en un apartamento alquilado sobre la calle Kościelna. Se sentían felices, alegría que aumento cuando Emilia finalmente pudo comprobar que habría otro bebe. Hacia mucho que esperaba ese momento. El hijo mayor Mundek (Eduardo) ya tenía trece años. La pequeña Olga, a la cual había dado a luz hacia tres años, había vivido tan solo 16 horas. Emilia sufrió mucho su muerte y estaba empezando a preocuparse si aún podría quedar embarazada. Tenia 36 años. Y deseaba tanto que Edmund tuviera hermanos. Finalmente, sus esperanzas se hicieron realidad, la familia iba a crecer y ella estaba feliz. Pero el idilio no duro mucho. El diagnostico de un médico, reconocido ginecólogo y obstetra de Wadowice era alarmante: el embarazo estaba en riesgo y no habría posibilidad de dar a luz a un niño vivo. Recomendó entonces abortar pues además estaba en riesgo la vida de la madre. No sobrevivirás a este parto, le dijo. . Palabras duras para una madre que deseaba tanto un hijo y su otro hijo tenia tan solo trece años, la misma edad que ella cuando perdió a su madre. Estaba devastada aunque era plenamente consciente de la amenaza para ella y la vida del niño. De todas maneras decidió rápidamente. Daria a luz a ese niño. Tiene derecho a vivir.
Y
el segundo hijo de Emilia nació el 18 de mayo de 1920, alrededor de las 5 de la
tarde. Hacia mucho calor en Wadowice
dicen para esa época, la temperatura había alcanzado treinta grados. Se oía el repique de campanas seguido del canto
de la Letania de Loreto en honor a la Santísima Virgen Maria, patrona de su parroquia. Y el niño nació
escuchando ese canto a la Virgen. Dicen
que nació excepcionalmente grande, fuerte y saludable. Y lloro fuerte, como si quisiera
unir su voz al canto de las letanías en la iglesia cercana. La madre emocionada y feliz sintió que había ocurrido
un milagro. Ambos vivos! Además en lugar de un bebe flaco y débil, como se esperaba, había nacido un niño grande y fuerte. La
partera recordó ese nacimiento toda su vida. Nunca le había ocurrido algo tan
inusual: mientras se cantaba la Letanía de Loreto, dijo Michal Siwiec-Cielebon. El Santo padre conocía la historia porque una
vez hablo con esa partera y luego recordó que nació cantando la Letanía en
honor a la Madre de Dios, dijo el Cardenal Stanislaw Dziwisz. El mismo Papa lo comento una vez en una de las
parroquias italianas: "Naci entre las 17.00 y las 18.00 que es la misma hora en
la que cincuenta y ocho años después fui elegido Papa."
Después
del nacimiento. Emilia pareció revivir, rejuvenecer y recuperar fuerzas. La vecinas decían que estaba enamorada de ese
niño. Lo acariciaba constantemente en su cunita de madera, lo cargaba en una
almohada, lo mantenía en su regazo y le cantaba para dormir. No lo llamaba
Karol sino Lolus, y cuando ya era algo mayor Lolek, un poco mas formal.
Aunque la vida no era fácil. Había problemas con el acarreo del agua,
para bañar al bebe tenía que traerla al primer piso, hervirla y meterla en la
tina. En aquel entonces los pañales eran de algodón y para lavarlos bien había
que cocinarlos. No había lugar donde secar la ropa, probablemente la secara en
el pasillo. La vecina Helena Szepanska
recordaba que Emilia llevaba el cochecito a su jardín, donde había un poco de
verde y un aljibe en el medio. Ella a veces también cuidada al bebe. En junio de
1920 cuando terminó el año escolar, el hijo mayor de Emilia ya tenia un poco
mas de tiempo y le ayudaba a la madre con Lolek, cuando el esposo estaba trabajando. Edmundo también le ayubaba a subir y
bajar el cochecito por la escalera.
Fue
la señora Helena Szcepanska que le escucho a Emilia decir con total certeza. “este niño será alguien
grandioso”. Su intuición no fue defraudada! Después del nacimiento, sin
embargo, Emilia se fue debilitando. La
fe y la oración le daban fuerzas y nadie recordaba que se quejara.. Cuando Lolek fue creciendo Emilia también lo
llevaba a otra vecina Zofia Puklo, que también tenía niños pequeños y allí
jugaban juntos. Más tarde cuando Emilia se fuedebilitando la señora Puklowa también venia regularmente los domingos
para ayudar en la casa y los quehaceres. Naturalmente el esposo ayudaba, pero ademas debía ocuparse de su oficio para mantener la familia. Edmundo también requería ayuda que ya estaba
en la secundaria. Una vecina Maria
Janina Kaczorowa decia que la enfermedad le iba pasando factura. Parecía sufrir del corazón y una especie de
reumatismo. Andre Frossard comenta que
Lolek conoció a su madre ya como una persona enferma y Marta Burghardt en “Las
raíces de Wadowice en Karol Wojtyla” afirma que aprendió el sufrimiento de su
madre. Sin embargo no quedan registros
médicos de la enfermedad de Emilia. En 1927 ya se sentía tan mal que su esposo
decidió solicitar jubilación militar anticipada para cuidar de su esposa y su hijo menor.
Emilia ya no podía administrar la casa y hacer frente a las responsabilidades, había
quedado totalmente dependiente. . A
veces permanecía acostada durante semanas en una habitación y no quería que
Lolek entrara para que no la viera sufrir.
El esposo se hizo cargo de todo, preparaba las comidas, lavaba los
platos, limpiaba, lavaba la ropa y comenzó a trabajar en el oficio heredado :
la sastrería. Pero no solo se ocupaba de
la casa sino que también encontraba tiempo para presentarles a su hijo y amigos
la historia de su tierra natal, contarles los eventos de la historia de
Polonia y enseñarles alemán. Solían también
salir a pasear por las montañas y cuando Edmund (que ya estaba estudiando
medicina) volvía a casa se unía al grupo.
Emilia se alegraba que los
hermanos se llevaran tan bien y a pesar de la enfermedad, trataba de no
molestarlos. El hijo mayor, que ya estudiaba medicina le daba consejos y
consultaba a los médicos. Emilia hizo todo lo que pudo para participar en la preparación
de Lolek para su Primera Comunión. Ella le había enseñado las primeras
oraciones y explicado lo importante que es la fe en la vida humana. Se alegraba del entusiasmo que mostraba su
hijo en ser monaguillo y trato de apoyarlo en esa decisión. Pero no insistió,
entendía que debía ser su elección. Era su propia vida. Cuando Lolek se acercaba a la Primera Comunión,
a principios de 1929, la salud de Emilia se había deteriorado tanto que no tuvo
fuerzas para cuidar de su hijo ni ocuparse de lo que debía Lamentaba tanto no poder atenderlo pero supo
acatar la voluntad de Dios en cada situación.
El
sábado 13 de abril de 1929 la temperatura en Wadowice no era común más de
quince grados Celsius, hacía calor comparado con las heladas en Alemania al
mismo tiempo. La primavera ya estaba en el aire. El verdor presagiaba un lento
renacimiento de la vida, pero en la casa Wojtyla no veían eso. En la sala de
estar en la cama yacía la sufrida Emilia.
El final estaba en el aire. El irremediable paso de la vida. El viaje más largo, el mas importante, al
otro lado de la existencia. Su esposo
cuidando a Emilia enferma desde la mañana, observo cómo se se debilitaba cada hora. Pero ella seguía consciente y pidió un sacerdote y la Sagrada Comunión. También
quería recibir la Unción de los Enfermos. Llego el sacerdote, rezaron el Padre
Nuestro, el sacerdote ungió sus manos y la frente de Emilia con aceite bendito
y le dio la Sagrada Comunión. Ella dolorida despertaba una leve sonrisa. Sus
ojos se iluminaron, estaba tranquila,
en silencio, en paz, consciente que el
sacramento que había recibido se une a la pasión de Cristo y estaba preparada
para la transición a la eternidad. Tenía
miedo a la muerte? Probablemente si, como todos, con una diferencia la
muerte había sido compañera inseparable de su vida. Se había acostumbrado, pero confiaba en la
misericordia y la protección de Dios hasta el final. No tenía dudas que "la vida solo cambia,
pero no termina". Había escuchado estas palabras tantas veces en los
funerales de otras personas, y ahora las aplicaba a sí misma.
Y de nuevo, como sucedió
en momentos importantes, ahora, cuando su vida terrena estaba a punto de
terminar, miró por la ventana, al reloj con la significativa inscripción:
"El tiempo se acaba, la eternidad espera" ese reloj que después
tantas veces mirara su hijo y tanta importancia le diera. El final de su vida
llego el 13 de abril de 1929. Falleció
tranquila con su eposo a su lado. ¿Por
qué esta muerte ahora mismo? ¿Por qué Dios necesitaba a Emilia
Wojtyłowa, de cuarenta y cinco años, en el cielo, cuando su hijo de nueve años
se quedó en la casa de Wadowice, que necesitaba tanto una madre?
Parecía incomprensible en
ese momento. E ilógico. Sólo desde la perspectiva de casi cien años,
cuando el niño huérfano es el santo más famoso del mundo, se puede buscar un
significado más profundo de esta muerte, sin duda prematura. Aunque sigue
siendo un misterio en términos humanos, encaja con el plan de Dios para el
futuro Papa.
(adaptado de Niedzela, donde se promociona el libro publicado en Polonia “La Madre del Papa. Una historia
conmovedora sobre Emilia Wojtyłowa ”. La publicación está bajo el patrocinio
de 'Niedziela'.
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