Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 12 de febrero de 2021

Emilia Wojtyla, madre de Karol, el Papa polaco

 




Emilia Wojtyla, de soltera Kaczorowska, nació el  26 de marzo de 1884 en Cracovia. Era la quinta de trece hijos de Felix y Maria, de soltera Scholz. Su madre murió cuando ella tenia 13 años.  Emilia contrajo matrimonio con Karol Wojtyla el 10 de febrero de 1906 en la iglesia de los Apóstoles Santos Pedro y Pablo en Cracovia. 

Vivieron en Krowodrza, un distrito de Cracovia hasta su mudanza a Wadowice.

No hay datos concretos sobre su educación pero cuenta Boniecki en Kalendarium que probablemente hubiese completado los ocho años de escuela en las Hijas de la Caridad en la calle Pedzichow en Cracovia.  Emilia era una persona frágil de salud y dedico su corta vida al cuidado de su hogar,  esposo e hijos. Los habitantes de Wadowice  la recordaban como una persona que gustaba charlar con sus vecinos, y sentarse al lado del aljibe en el patio de su casa (la parte baja, pues ellos vivían en el primer piso), .donde Lolek también jugaba con sus amigos. 

Emilia murió  el 13 de abril de 1929 (miocarditis) en Wadowice y la ceremonia fue presidida por el padre Prochownik.   Descansa en el cementerio Rakowicki, sector militar,  de Cracovia,  junto a su esposo Karol y Edmundo su hijo, padre y hermano mayor de Karol Jozef.  Karol tenia entonces solo  nueve años, como el mismo recuerda en “Don y Misterio” :  "Perdí a mi madre antes de la Primera Comunión. a los 9 años y por eso la recuerdo menos y soy menos consciente de su contribución a mi educación religiosa, y ciertamente fue muy grande ”.

Después de la muerte de Emilia el esposo y padre de Karol y Edmund se hizo cargo de todo y como buen militar retirado,  llevaron una vida muy organizada.

Otoño de 1919. Emilia, junto con su esposo Karol Wojtyła y su hijo Edmund, hacia seis años que vivían en  Wadowice y menos de un año en un apartamento alquilado sobre la calle Kościelna. Se sentían felices, alegría que aumento cuando Emilia finalmente pudo comprobar que habría otro bebe. Hacia mucho que esperaba ese momento. El hijo mayor Mundek (Eduardo) ya tenía trece años. La pequeña Olga, a la cual había dado a luz hacia tres años, había vivido tan solo 16 horas. Emilia sufrió mucho su muerte y estaba empezando a preocuparse si aún podría quedar embarazada. Tenia 36 años.  Y deseaba tanto que Edmund tuviera hermanos. Finalmente, sus esperanzas se hicieron realidad, la familia iba a crecer y ella estaba feliz. Pero el idilio no duro mucho.  El diagnostico de un médico,  reconocido ginecólogo y obstetra de Wadowice era alarmante: el embarazo estaba en riesgo y no habría posibilidad de dar a luz a un niño vivo. Recomendó entonces abortar pues además estaba en riesgo la vida de la madre.  No sobrevivirás a este parto, le dijo. .   Palabras duras para una madre que  deseaba tanto un hijo y su otro hijo tenia tan solo trece años, la misma edad que ella cuando perdió a su madre.   Estaba devastada aunque era plenamente consciente de la amenaza para ella y la vida del niño.   De todas maneras decidió  rápidamente. Daria a luz a ese niño. Tiene derecho a vivir.  

Y el segundo hijo de Emilia nació el 18 de mayo de 1920, alrededor de las 5 de la tarde.  Hacia mucho calor en Wadowice dicen para esa época, la temperatura había alcanzado treinta grados.  Se oía el repique de campanas seguido del canto de la Letania de Loreto en honor a la Santísima Virgen Maria, patrona de su parroquia. Y el niño nació escuchando ese canto a la Virgen.  Dicen que nació excepcionalmente grande, fuerte y saludable. Y lloro fuerte, como si quisiera unir su voz al canto de las letanías en la iglesia cercana.  La madre emocionada y feliz sintió que había ocurrido un milagro. Ambos vivos!   Además en lugar de un bebe flaco y débil,  como se esperaba,  había nacido un niño grande y fuerte. La partera recordó ese nacimiento toda su vida. Nunca le había ocurrido algo tan inusual:  mientras se cantaba la Letanía de Loreto,  dijo Michal Siwiec-Cielebon.  El Santo padre conocía la historia porque una vez hablo con esa partera y luego recordó que nació cantando la Letanía en honor a la Madre de Dios,  dijo el Cardenal Stanislaw Dziwisz.  El mismo Papa lo comento una vez en una de las parroquias italianas: "Naci entre las 17.00 y las 18.00 que es la misma hora en la que cincuenta y ocho años después fui elegido Papa."  

Después del nacimiento. Emilia pareció revivir, rejuvenecer y recuperar fuerzas.  La vecinas decían que estaba enamorada de ese niño. Lo acariciaba constantemente en su cunita de madera, lo cargaba en una almohada, lo mantenía en su regazo y le cantaba para dormir. No lo llamaba Karol sino Lolus, y cuando ya era algo mayor Lolek, un poco mas  formal.  Aunque la vida no era fácil. Había problemas con el acarreo del agua, para bañar al bebe tenía que traerla al primer piso, hervirla y meterla en la tina. En aquel entonces los pañales eran de algodón y para lavarlos bien había que cocinarlos. No había lugar donde secar la ropa, probablemente la secara en el pasillo.  La vecina Helena Szepanska recordaba que Emilia llevaba el cochecito a su jardín, donde había un poco de verde y un aljibe en el medio.  Ella a veces también cuidada al bebe.   En junio de 1920 cuando terminó el año escolar,  el hijo mayor de  Emilia ya tenia un poco mas de  tiempo y le ayudaba a la madre  con Lolek,  cuando el esposo estaba trabajando.  Edmundo también le ayubaba a subir y bajar el cochecito por la escalera.

Fue la señora Helena Szcepanska que le escucho a Emilia decir  con total certeza. “este niño será alguien grandioso”.  Su intuición no fue defraudada!  Después del nacimiento, sin embargo, Emilia se fue debilitando.  La fe y la oración le daban fuerzas y nadie recordaba que se quejara..  Cuando Lolek fue creciendo Emilia también lo llevaba a otra vecina Zofia Puklo, que también tenía niños pequeños y allí jugaban juntos.   Más tarde cuando Emilia se fuedebilitando la señora Puklowa también venia regularmente los domingos para ayudar en la casa y los quehaceres. Naturalmente el esposo ayudaba, pero ademas debía ocuparse de su oficio para mantener la familia.  Edmundo también requería ayuda que ya estaba en la secundaria.     Una vecina Maria Janina Kaczorowa decia que la enfermedad le iba pasando factura.  Parecía sufrir del corazón y una especie de reumatismo.  Andre Frossard comenta que Lolek conoció a su madre ya como una persona enferma y Marta Burghardt en “Las raíces de Wadowice en Karol Wojtyla” afirma que aprendió el sufrimiento de su madre.  Sin embargo no quedan registros médicos de la enfermedad de Emilia. En 1927 ya se sentía tan mal que su esposo decidió solicitar jubilación militar anticipada  para cuidar de su esposa y su hijo menor. Emilia ya no podía administrar la casa y hacer frente a las responsabilidades, había quedado totalmente dependiente. .  A veces permanecía acostada durante semanas en una habitación y no quería que Lolek entrara para que no la viera sufrir.  El esposo se hizo cargo de todo, preparaba las comidas, lavaba los platos, limpiaba, lavaba la ropa y comenzó a trabajar en el oficio heredado : la sastrería.  Pero no solo se ocupaba de la casa sino que también encontraba tiempo para presentarles a su hijo y amigos la historia de su tierra natal,  contarles los eventos de la historia de Polonia y enseñarles alemán.  Solían también salir a pasear por las montañas y cuando Edmund (que ya estaba estudiando medicina) volvía a casa se unía al grupo.   Emilia se alegraba que los hermanos se llevaran tan bien y a pesar de la enfermedad, trataba de no molestarlos. El hijo mayor, que ya estudiaba medicina le daba consejos y consultaba a los médicos. Emilia hizo todo lo que pudo para participar en la preparación de Lolek para su Primera Comunión. Ella le había enseñado las primeras oraciones y explicado lo importante que es la fe en la vida humana.  Se alegraba del entusiasmo que mostraba su hijo en ser monaguillo y trato de apoyarlo en esa decisión. Pero no insistió, entendía que debía ser su elección. Era su propia vida.  Cuando Lolek se acercaba a la Primera Comunión, a principios de 1929, la salud de Emilia se había deteriorado tanto que no tuvo fuerzas para cuidar de su hijo ni ocuparse de lo que debía  Lamentaba tanto no poder atenderlo pero supo acatar la voluntad de Dios en cada situación.

El sábado 13 de abril de 1929 la temperatura en Wadowice no era común más de quince grados Celsius, hacía calor comparado con las heladas en Alemania al mismo tiempo. La primavera ya estaba en el aire. El verdor presagiaba un lento renacimiento de la vida, pero en la casa Wojtyla no veían eso. En la sala de estar en la cama yacía la sufrida Emilia.  El final estaba en el aire. El irremediable paso de la vida.  El viaje más largo, el mas importante, al otro lado de la existencia.  Su esposo cuidando a Emilia enferma desde la mañana, observo cómo se  se debilitaba cada hora.  Pero ella seguía consciente y pidió  un sacerdote y la Sagrada Comunión. También quería recibir la Unción de los Enfermos. Llego el sacerdote, rezaron el Padre Nuestro, el sacerdote ungió sus manos y la frente de Emilia con aceite bendito y le dio la Sagrada Comunión. Ella dolorida despertaba una leve sonrisa. Sus ojos se iluminaron,  estaba tranquila, en silencio, en paz,  consciente que el sacramento que había recibido se une a la pasión de Cristo y estaba preparada para la transición a la eternidad.  Tenía miedo a la muerte? Probablemente si,  como todos,  con una diferencia  la muerte había sido compañera inseparable de su vida.  Se había acostumbrado, pero confiaba en la misericordia y la protección de Dios hasta el final. No tenía dudas que  "la vida solo cambia, pero no termina". Había escuchado estas palabras tantas veces en los funerales de otras personas, y ahora las aplicaba a sí misma.

Y de nuevo, como sucedió en momentos importantes, ahora, cuando su vida terrena estaba a punto de terminar, miró por la ventana, al reloj con la significativa inscripción: "El tiempo se acaba, la eternidad espera" ese reloj que después tantas veces mirara su hijo y tanta importancia le diera. El final de su vida llego el 13 de abril de 1929.  Falleció tranquila con su eposo a su lado.  ¿Por qué  esta muerte ahora mismo? ¿Por qué Dios necesitaba a Emilia Wojtyłowa, de cuarenta y cinco años, en el cielo, cuando su hijo de nueve años se quedó en la casa de Wadowice, que necesitaba tanto una madre?

Parecía incomprensible en ese momento. E ilógico. Sólo desde la perspectiva de casi cien años, cuando el niño huérfano es el santo más famoso del mundo, se puede buscar un significado más profundo de esta muerte, sin duda prematura. Aunque sigue siendo un misterio en términos humanos, encaja con el plan de Dios para el futuro Papa.

(adaptado de Niedzela donde se promociona el libro publicado en Polonia  “La Madre del Papa. Una historia conmovedora sobre Emilia Wojtyłowa ”. La publicación está bajo el patrocinio de 'Niedziela'.

 

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