Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 17 de marzo de 2022

La virtud de la obediencia en el magisterio de Juan Pablo II

 


“El horizonte de obediencia del Papa Wojtyla se despliega desde el alba del pontificado. Y es el mismo quien en “Triptico Romano” explica – en lenguaje poético y sugestivo – el valor de esta obediencia a la elección de la Cátedra de Pedro” nos dice Gianfranco Grieco, OFM en Totus Tuus de nov-dic 2008. Y continua diciendo “para el obediencia era un voto hecho a Dios y a la comunidad. Juan Pablo II obedeció a la consigna del Concilio Vaticano II, que adopto como brújula de la nueva evangelización del mundo. Para el obedecer al Concilio era poner en practica todas las enseñanzas del Vaticano II: Inculcaba la virtud de la obediencia sobre todo cuando hablaba a los sacerdotes a los religiosos y a las religiosas.”

En la Encíclica Redemptoris Mater el Papa nos hablaba de la obediencia de Maria que “profesa sobre todo « la obediencia de la fe », “13. « Cuando Dios revela hay que prestarle la obediencia de la fe » (Rom 16, 26; cf. Rom 1, 5; 2 Cor 10, 5-6), por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios, como enseña el Concilio.29 Esta descripción de la fe encontró una realización perfecta en María. El momento « decisivo » fue la anunciación, y las mismas palabras de Isabel « Feliz la que ha creído » se refieren en primer lugar a este instante.30 “Es necesario que los cristianos profundicen en sí mismos y en cada una de sus comunidades aquella «obediencia de la fe », de la que María es el primer y más claro ejemplo”.

Y hablando de la obediencia de Maria en su homilía Homilía en San Juan de Puerto Rico (12 X 1984) decía “Ella con su palabra, pero sobre todo con su ejemplo de obediencia perfecta al designio de la Providencia, sigue indicando a cada hombre y sociedad el camino a seguir. Haced lo que El os diga. Como si dijera: escuchad su palabra, porque Él es el enviado del Padre (cf Mt 3, 17); seguidle con fidelidad, porque El es el camino, la verdad y la vida (cf. Jn 14, 6): sed en el mundo de hoy luz y sal de la tierra (cf. Mt 5, 13 16): sed operadores de paz, de justicia, de misericordia, de limpieza de corazón (cf. Mt 5, 1 12)

De la obediencia “perfecta al Padre” : él es el único y verdadero Siervo doliente del Señor, Sacerdote y Víctima a la vez” les recuerda Juan Pablo II a los sacerdotes en la Exhortación postsinodal Pastores Dabo vobis, y del mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes» (Mt 28, 19) y «Haced esto en conmemoración mía» (Lc 22, 19; cf. 1 Cor 11, 24), o sea, el mandato de anunciar el Evangelio y de renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y de su sangre derramada por la vida del mundo.

En la constitución apostolica “la carta magna” Vita consacrata trata la obediencia como uno de los “grandes retos de la vida consagrada”

A todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo Juan Pablo II decia el viernes santo 10 de abril de 1998 después de terminado el Via Crucis:  “dirigid la mirada hacia el crucificado. Por amor él dio su vida por nosotros. Fiel y dócil a la voluntad del Padre, es ejemplo y aliento para nosotros. Precisamente por esta obediencia filial, el Padre «lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre» (Flp 2, 9)”

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