La
Cuaresma es tiempo de recogimiento, austeridad, reflexión, oración y
purificación de nuestros pecados para disponer nuestro corazón para “la fiesta de las fiestas” La Pascua, decia un
pequeño párrafo de nuestra hojita parroquial “El
Domingo”.
“Nuestro
Señor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre” (2Cor 8,9)
También es un tiempo especial para compartir y pensar en
el prójimo, como nos hizo recordar el Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje
para la Cuaresma 2008. No todos los necesitados viven en paises lejanos, a
veces están muy cerca nuestro. En un mundo donde hay lugares todo parece
abundar hay hogares donde escasea hasta lo que otros descartan. En esta
Cuaresma esforcémonos por ver mejor.
…“En el Evangelio es clara la amonestación de
Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí
mismos. Frente a la muchedumbre que, carente de todo, sufre el hambre,
adquieren el tono de un fuerte reproche las palabras de San Juan: “Si alguno
que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus
entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17). La llamada
a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la
mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la
multitud que sufre en la indigencia y en el abandono es aún más grave. Socorrer
a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad…”.
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