“Ninguno de nosotros podrá olvidar como en el último domingo de Pascua de su vida, el Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se asomó una vez más a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano y dio la bendición Urbi et Orbi por última vez. Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice.
Sí, bendíganos, Santo Padre.
Confiamos tu querida alma a la Madre de Dios, tu Madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora a la gloria eterna de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. Amén.”
(ultimas palabras de la homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en la Misa de Exequias del Siervo de Dios Juan Pablo II)
(ultimas palabras de la homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en la Misa de Exequias del Siervo de Dios Juan Pablo II)
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