Hoy nos unimos espiritualmente a los jóvenes españoles en la Plaza San Pedro donde el Santo Padre Benedicto XVI les entrega la Cruz de las Jornadas que presidirá, junto al icono de la Virgen, las próximas JMJ programadas para 2011 en Madrid, y que tendrá como tema las palabras del apóstol Pablo: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2,7) previo un camino formativo reflexionando en 2009 sobre la afirmación de san Pablo: «Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4,10), y en 2010 sobre la pregunta del joven rico a Jesús: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Mc 10,17).
No podemos olvidarnos, sin embargo, de aquel Domingo de Ramos tan especial cuando esa misma cruz que hoy entrega el Santo Padre Benedicto XVI a los jóvenes españoles, un día como hoy, el Domingo de Ramos de 1987 se despedía de nosotros, durante la celebración de la clausura de las JMJ celebradas en Buenos Aires.
“No deja de ser significativo – habia dicho previamente el Siervo de Dios Juan Pablo II en su Mensaje para las Jornadas - que, esta vez, la Jornada tenga su lugar central de celebración en tierras latinoamericanas, pobladas mayoritariamente por jóvenes, que son los animadores y futuros protagonistas del llamado “continente de la esperanza”.
Y así en 1987 Juan Pablo II celebraba la Misa del Domingo de Ramos en Buenos Aires. Era la primera vez, en la historia moderna del papado, que el Santo Padre no celebraba la fiesta de Ramos en Roma. Aquí rodeado de alrededor de 1.000.000 de personas, la mitad jóvenes y en presencia de la auténtica imagen Virgen de Luján, que el día anterior había sido traída procesionalmente por los jóvenes, celebraba la Santa Misa en la Avenida 9 de Julio. una avenida invadida a lo largo de diez cuadras y las arterias laterales de jóvenes de todas partes del país y del extranjero.
En su homilía el Santo Padre nos recordaba que “La Iglesia llama a este día Domingo de Ramos, en recuerdo de los ramos que extendieron los habitantes de Jerusalén y los peregrinos, al pasar Jesús, saludado con todo entusiasmo por la multitud y que los cantos litúrgicos de este domingo nos recuerdan que la juventud participó, de modo particular, de aquel entusiasmo: son los “pueri Hebraeorum” –los jóvenes hebreos–, que aparecen en esos cantos como protagonistas de la aclamación popular al Hijo de David”
Desde la capital de la Argentina se unia “en espíritu con la basílica de San Pedro y con Roma, centro de la Iglesia universal, donde el Señor ha querido que naciera esta fiesta de la juventud: y también nos sentimos muy unidos a los jóvenes de todos los lugares de la tierra que celebran, junto a sus Pastores, esta fiesta anual, ya sea el Domingo de Ramos, o bien cualquier otro día del año, adecuado a la situación y a las circunstancias locales”.
“ La liturgia de hoy nos recuerda –decìa - que la entrada solemne de Jesucristo en Jerusalén fue el preludio o la introducción a los sucesos de la Semana Santa. Aquellos que al ver a Jesús preguntaban: “¿Quién es éste?”, sólo hallarán una respuesta completa si siguen sus pasos durante los días decisivos de su muerte y resurrección.
También vosotros, jóvenes, alcanzaréis la comprensión plena del significado de vuestra vida, de vuestra vocación, mirando a Cristo muerto y resucitado! ...Sólo acogiendo el misterio pascual en vuestras vidas podréis “responder a cualquiera que os pida razón de la esperanza que está en vosotros” (1P 3, 15). Sólo acogiendo a Cristo, muerto y resucitado, podréis responder a los grandes y nobles anhelos de vuestro corazón”
¡Jóvenes: Cristo, la Iglesia, el mundo esperan el testimonio de vuestras vidas, fundadas en la verdad que Cristo nos ha revelado! ”
Terminada la celebración, el Papa rezó el «Angelus» ante la imagen de la Virgen de Luján recordandonos que “El misterio de la redención que la Iglesia celebra en la Semana Santa que comenzamos hoy, es un misterio de amor y de fe. Un misterio hecho realidad en nuestro mundo gracias a una joven, María, la Virgen de Nazaret, que conoció el amor de Dios y creyó en él. Por Ella nos llegó la salvación y la esperanza de un mundo nuevo”.
2 comentarios:
Gracias por recuperar estos textos que seguramente para muchos están totalmente olvidados y que, sin embargo, nos dan la clave del sentido de nuestra vida: Sólo acogiendo el misterio pascual en nuestras vidas podremos “responder a cualquiera que nos pida razón de la esperanza que está en nosotros” y sólo acogiendo a Cristo, muerto y resucitado, podremos responder a los grandes y nobles anhelos de nuestro corazón”.
Gracias Eli por tusfrecuentes visitas y tu aliento. Hay muchisimo para recuperar del magisterio de Juan Pablo II. Estoy descubriendo. Un abrazo.
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