(Fotografía del musical “Credo” representado por el grupo Cenacolo – Cracovia 2011)
En el capitulo 18 de Cruzando el Umbral de la Esperanza, bajo el titulo "El reto de la nueva evangelización", Vittorio Messori le pide a Juan Pablo II que explique dos términos que aparecen con frecuencia en sus enseñanzas: “evangelización” y “nueva evangelización”.
El Papa responde extensamente explicando los términos y habla de la historia de la evangelización, las diferentes misiones y la vitalidad de la Iglesia, hasta llegar a la actualidad. Entonces comenta alentador, esperanzador:
El Papa responde extensamente explicando los términos y habla de la historia de la evangelización, las diferentes misiones y la vitalidad de la Iglesia, hasta llegar a la actualidad. Entonces comenta alentador, esperanzador:
“La Iglesia renueva cada día, contra el espíritu de este mundo, una lucha que
no es otra cosa que la lucha por el alma de este mundo. Si de hecho, por un lado, en él están presentes el Evangelio y la evangelización, por el otro hay
una poderosa antievangelización, que dispone de medios y de programas, y
se opone con gran fuerza al Evangelio y a la evangelización. La lucha por el
alma del mundo contemporáneo es enorme allí donde el espíritu de este
mundo parece más poderoso. En este sentido, la Redemptoris missio habla
de modernos areópagos, es decir, de nuevos púlpitos. Estos areópagos son
hoy el mundo de la ciencia, de la cultura, de los medios de comunicación;
son los ambientes en que se crean las elites intelectuales, los ambientes de
los escritores y de los artistas.
La evangelización renueva su encuentro con el hombre, está unida al
cambio generacional. Mientras pasan las generaciones que se han alejado
de Cristo y de la Iglesia, que han aceptado el modelo laicista de pensar y de
vivir, o a las que ese modelo les ha sido impuesto, la Iglesia mira siempre
hacia el futuro; sale, sin detenerse nunca, al encuentro de las nuevas
generaciones. Y se muestra con toda claridad que las nuevas generaciones
acogen con entusiasmo lo que sus padres parecían rechazar.
¿Qué significa esto? Significa que Cristo es siempre joven. Significa que el
Espíritu Santo obra incesantemente. ¡Qué elocuentes son las palabras de
Cristo!: «Mi Padre obra siempre y yo también obro!» (Juan 5,17). El Padre y
el Hijo obran en el Espíritu Santo, que es el Espíritu de verdad, y la verdad
no cesa de ser fascinante para el hombre, especialmente para los corazones
jóvenes. No nos podemos detener, pues, en las meras estadísticas. Para
Cristo lo importante son las obras de caridad. La Iglesia, a pesar de todas
las pérdidas que sufre, no cesa de mirar con esperanza hacia el futuro. Tal
esperanza es un signo de la fuerza de Cristo. Y la potencia del Espiritu
siempre se mide con el metro de estas palabras apostólicas: «¡Ay de mi si
no predicase el Evangelio.l» (1 Corintios 9,16).
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