“… la Navidad se llama también la
“Fiesta de la Luz”, porque Jesús es la Verdad que nace en Belén para ser la “
Luz” del mundo….”
“El mensaje de la Navidad arroja luz sobre el hecho temporal, pero también
profundamente existencial, del final del año.
La primera reflexión que suscita el paso de un año a otro es la del
correr inexorable del tiempo: Unos días empujan a otros, las semanas se
suceden con ritmo imparable, un mes sustituye a otro casi imperceptiblemente, y
nos encontramos en la mano un nuevo calendario. Nuestra vida se consume;
nuestros años se van... Y ¿dónde? ¿Dónde va a parar este tiempo, que arrastra
inexorablemente a la historia humana y la existencia personal de cada uno? Y
aquí es donde la Navidad extiende ya su primera y maravillosa luz: La
historia humana no es un laberinto absurdo y nuestra vida no va a parar a
la muerte y a la nada. Jesús, con su divina e inefable Palabra, nos dice que
Dios ha creado al hombre por amor y que espera de él, durante la existencia
terrena, una respuesta de amor, para hacerlo partícipe después, más allá del
tiempo, de su Amor eterno. Sabemos por la Sagrada Escritura que “no tenemos
aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro” (Heb
13, 14). “Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador
al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un
cuerpo glorioso como el suyo” (Flp 3, 20-21). Ciertamente, cada uno debe
dedicarse activamente a la construcción de la ciudad terrena, realizando su
trabajo y haciendo producir los propios talentos. Pero debe hacerlo recordando
siempre que “si esta tienda que es nuestra morada terrestre, se desmorona,
tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano
humana, que está en el cielo” (2 Cor 5, 1). Más aún, podemos decir que
en el bien y en el mal, en el gozo y en el dolor, todo sucede para que podamos
anhelar a Dios, nuestro Bien absoluto, y sentir la nostalgia del paraíso, para
el que fuimos exclusivamente creados.”
1 comentario:
Maravillosa reflexión como todas las de nuestro amado Juan Pablo II. Gracias por compartir este bello comentario alusivo a la navidad y al año nuevo.
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