Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).
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viernes, 29 de octubre de 2021

Juan Pablo II en Perú – testimonio de Fernando J Zuniga y Rivero

 


Revisando las revistas TotusTuus  de la Postulación por la Causa de beatificación y Canonización de Juan Pablo II (la revista ha dejado de publicarse)  encuentro este testimonio de su visita al Peru dirigido al postulador Mons. Slawomir Oder:

 Aunque no pueda testimoniar curaciones medicas milagrosas, como fruto e oraciones hechas tras mi encuentro con el Papa Juan Pablo II, puedo dar testimonio de un encuentro extraordinario con  él a principios de 1985… Se trata de un encuentro con  ocasión de su visita al Peru, que comenzó el 8 de febrero de 1985. En aquel periodo yo trabajaba en Perú como presidente de “Petróleos del Perú”, la compañía nacional peruana de petróleo.

 En el aeropuerto fue acogido por el presidente del Perú, Fernando Belaunde Terry, acompañado de otros dirigentes políticos, del arzobispo de Lima y los representantes de instituciones católicas locales. Junto a ellos y otros muchos, fui invitado a participar en una recepción en el Palacio del Gobierno, donde tuve el privilegio de sentarme en mitad de la primera fila. Tras el discurso de bienvenida del Presidente Belaunde, el Santo Padre se dirigió a nosotros en perfecto español, lo que resultó sorprendente e impresionante para todos los presentes. Al fin me acerque a él y traté de besarle el anillo, pero él me detuvo y me dio un abrazo!

 Le dije ante todo que me había quedado impresionado de su perfecto conocimiento de la lengua española. Recuerdo perfectamente su respuesta, ya que me impresiono como una confesión extraordinaria que valoro mucho.  Juan Pablo II me dijo en español: “Claro hombre, tuve que aprender el español porque siempre me ha interesado mucho la mística. Soy un místico mi tesis doctoral en Teología se baso en las obras de Santa teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, los mayores místicos que ha tenido la Iglesia Católica”.  Me confió a mí su interés por el misticismo, el considerarse a sí mismo un místico! Me pareció algo extraordinario, y es el motivo principal por el que ofrezco este testimonio..

 Le explique el regalo que había preparado para él, una reimpresión del primer Catecismo de doctrina católica que se imprimió en Perú en 1585, y del que habíamos hecho suficientes ejemplares para ofrecer uno a cada miembro del Colegio Cardenalicio. El Papa me invito a participar en la Misa privada que oficiaría la mañana siguiente, seguida del desayuno, momento en el que estaría dispuesto a recibir el regalo del Catecismo reeditado, y conocer los detalles de esta iniciativa.  Esa mañana me levante a las cinco, y a las seis llegue a la Nunciatura Apostólica, donde estuve con Juan Pablo II en la Misa y luego en un esplendido desayuno. Le hice entrega entones de la caja con los 120 ejemplarse del Catecismo que me dijo debía enviar a nombre del Cardenal Agostino Cassaroli entonces Secretario de Estado vaticano. El Papa me regalo una bellísima medalla de plata de gran tamaño, con su retrato por un lado y por el otro una imagen de la Virgen Maria.  Quedo sorprendido de las dificultades para encontrar un ejemplar completo del catecismo del  que habíamos hecho esa reimpresión. Me pareció que Juan Pablo II y los otros miembros del Colegio Cardenalicio se dieron cuenta que desde 1585 la Iglesia Católica no había ni actualizado ni publicado un nuevo Catecismo, la ultima publicación había sido el año del  Concilio de Trento –la misma que, publicada en las tres lenguas del Perú, habíamos reimpreso para él y para los cardenales…

 (Invito leer la historia del Catecismo – una entrevista al Cardenal Karlic)

martes, 12 de octubre de 2021

La inadmisibilidad de la pena de muerte

 


Cito aquí algunos párrafos donde la Congregación para la Doctrina de la Fe en su Carta a los Obispos fechada 1 de agosto de 2018,  reitera y aclara lo establecido en el Nr 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte. La carta fue aprobada por el Papa Francisco en la Sesión Ordinaria de la Congregación el 23 de junio de 2018 y ordenada su publicación.  

 Cito aquí algunos párrafos de la carta: 

1. El Santo Padre Francisco, en el Discurso con ocasión del vigésimo quinto aniversario de la publicación de la Constitución Apostólica Fidei depositum, con la cual Juan Pablo II promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, pidió que fuera reformulada la enseñanza sobre la pena de muerte, para recoger mejor el desarrollo de la doctrina que este punto ha tenido en los últimos tiempos[1]. Este desarrollo descansa principalmente en la conciencia cada vez más clara en la Iglesia del respeto que se debe a toda vida humana. En esta línea, Juan Pablo II afirmó: «Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante».[2]

3. En este desarrollo, es de gran importancia la enseñanza de la Carta Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II. El Santo Padre enumeraba entre los signos de esperanza de una nueva civilización de la vida «la aversión cada vez más difundida en la opinión pública a la pena de muerteincluso como instrumento de “legítima defensa” social, al considerar las posibilidades con las que cuenta una sociedad moderna para reprimir eficazmente el crimen de modo que, neutralizando a quien lo ha cometido, no se le prive definitivamente de la posibilidad de redimirse»[3]. La enseñanza de Evangelium vitae fue recogida más tarde en la editio typica del Catecismo de la Iglesia Católica. En este, la pena de muerte no se presenta como una pena proporcional a la gravedad del delito, sino que se justifica solo si fuera «el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas», aunque si de hecho «los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos» (n. 2267).

4. Juan Pablo II también intervino en otras ocasiones contra la pena de muerte, apelando tanto al respeto de la dignidad de la persona como a los medios que la sociedad actual posee para defenderse del criminal. Así, en el Mensaje navideño de 1998, auguraba «en el mundo el consenso sobre medidas urgentes y adecuadas… para desterrar la pena de muerte»[4]. Un mes después, en los Estados Unidos, repitió: «Un signo de esperanza es el reconocimiento cada vez mayor de que nunca hay que negar la dignidad de la vida humana, ni siquiera a alguien que haya hecho un gran mal. La sociedad moderna posee los medios para protegerse, sin negar definitivamente a los criminales la posibilidad de enmendarse. Renuevo el llamamiento que hice recientemente, en Navidad, para que se decida abolir la pena de muerte, que es cruel e innecesaria»[5].

 7. La nueva redacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por el Papa Francisco, se sitúa en continuidad con el Magisterio precedente, llevando adelante un desarrollo coherente de la doctrina católica[12]. El nuevo texto, siguiendo los pasos de la enseñanza de Juan Pablo II en Evangelium vitae, afirma que la supresión de la vida de un criminal como castigo por un delito es inadmisible porque atenta contra la dignidad de la persona, dignidad que no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. A esta conclusión se llega también teniendo en cuenta la nueva comprensión de las sanciones penales aplicadas por el Estado moderno, que deben estar orientadas ante todo a la rehabilitación y la reinserción social del criminal. Finalmente, dado que la sociedad actual tiene sistemas de detención más eficaces, la pena de muerte es innecesaria para la protección de la vida de personas inocentes. Ciertamente, queda en pie el deber de la autoridad pública de defender la vida de los ciudadanos, como ha sido siempre enseñado por el Magisterio y como lo confirma el Catecismo de la Iglesia Católica en los números 2265 y 2266.

 

viernes, 8 de octubre de 2021

Los tres catecismos universales de la Iglesia Católica

 


1)      CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 

Después de exhaustivos debates y reuniones  el 11 de octubre de 1992, al celebrarse el trigésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II el Papa Juan Pablo II, mediante su   Constitución Apostólica Fidei Depositum  presenta el  Catecismo de la Iglesia Católica, obra que el mismo Papa  había confiado en 1986 a una Comisión de doce cardenales y obispos, presidida por el cardenal Joseph Ratzinger. El proyecto fue objeto de una amplia consulta a todos los obispos católicos, a sus Conferencias episcopales o Sínodos, a institutos de teología y de catequesis. De hecho este catecismo, tal como explicaba el Papa en el Prólogo,  “no está destinado a sustituir a los catecismos locales debidamente aprobados por las autoridades eclesiásticas, los obispos diocesanos y las Conferencias Episcopales, sobre todo cuando estos catecismos han sido aprobados por la Santa Sede.”

En este blog bajo el etiquetado Catecismo  ya se ha hablado de esta publicación.  Vuelvo a publicar aquí una breve historia también mencionada allí. 

Respondiendo a una inquietud surgida de la Asamblea de Obispos del 25 de enero de 1985 sobre la necesidad de un "texto de referencia" en materia de fe y de moral, en el año 1986 se encargó preparar un proyecto del catecismo a una Comisión bajo la presidencia del cardenal Joseph Ratzinger. Después de vastas consultas y estudios el Catecismo fue aprobado y promulgado el 25 de junio de 1992 y presentado como Catecismo de la Iglesia “para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe” mediante la Constitución Apostólica «Fidei Depositum» del 11 de octubre de 1992.
A 5 años de distancia de aquella presentación que acompañó la publicación del primer texto, en lengua francesa, el 15 de agosto de 1997 fue aprobada y promulgada la edición tipica latina mediante la Carta Apostólica «
Letamur Magnopere» que se transformaba asi en la edición definitiva del Catecismo.
Respondiendo luego a un pedido de los participantes al Congreso Catequistico Internacional de octubre de 2002, en el X aniversario de la publicación de la edición original del Catecismo de la Iglesia católica, Juan Pablo II decidió en febrero de 2003 la preparación de un Compendio que fué finalmente aprobado por el Santo Padre BXVI mediante el 
Motu Propio del 28 de Junio de 2005

COMPENDIO DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 

El 28 de junio de 2005 el Papa Benedicto XVI mediante un Motu Proprio  presentaba el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica,  manual elaborado por una comisión especial de cardenales presidida por él cuando era cardenal. La exigencia de un volumen de este tipo surgió durante el Congreso Catequístico Internacional (2002) que conmemoraba los diez años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Se propuso al Santo Padre Juan Pablo II la puesta a punto de un compendio que respondiese a dos objetivos: la síntesis y la esencialidad. El texto tiene 205 páginas, con 598 preguntas y respuestas, quince imágenes, un apéndice (con las oraciones principales y comunes del cristiano y algunas fórmulas de doctrina católica) y un extenso índice analítico.

 En su Introducción al Compendio el entonces todavía Cardenal Joseph Ratzinger  explicaba que el Compendio había surgido a fin de responder a la petición del Congreso Catequético Internacional de 2002 y que Juan Pablo II instituía en 2003 una Comisión, presidida por él en su calidad de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y que son  tres las características principales  del Compendio: la estrecha dependencia del Catecismo de la Iglesia Católica, el estilo dialogal y el uso de imágenes en la catequesis.

(...) 

Ante todo, el Compendio no es una obra autónoma ni pretende de ningún modo sustituir al Catecismo de la Iglesia Católica: más bien remite a él constantemente, tanto con la puntual indicación de los números de referencia como con el continuo llamamiento a su estructura, desarrollo y contenidos.

(…)

 Como el Catecismo, también el Compendio se articula en cuatro partes, correspondientes a las leyes fundamentales de la vida en Cristo: .

«La profesión de la fe»

 «La celebración del misterio cristiano»

«La vida en Cristo.

«La oración cristiana»

El anuncio de la publicación del  Compendio fue dado a conocer el Domingo de Ramos de 2005 y fue presentado por el  Cardenal Ratzinger, Presidente de la Comisión especial.)

 - Si no funciona el enlace googlear “Introducción del Cardenal Joseph Ratzinger al Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica)


YouCat

En su Prologo a este material “con vistas a la JMJMadrid 2011, el Papa Benedicto XVI comenta:  

Youcat tiene su origen, por decirlo así, en otra obra que se remonta a los años 80. Era un período difícil tanto para la Iglesia como para la sociedad mundial, durante el cual surgió la necesidad de nuevas orientaciones para encontrar un camino hacia el futuro. Después del concilio Vaticano II (1962-1965) y en el nuevo clima cultural, numerosas personas ya no sabían correctamente en qué debían creer propiamente los cristianos, qué enseñaba la Iglesia, si es que podía enseñar algo tout court, y cómo podía adaptarse todo esto al nuevo clima cultural.

El cristianismo en cuanto tal ¿no está superado? ¿Se puede todavía hoy ser creyentes razonablemente? Estas son las preguntas que se siguen planteando muchos cristianos. El Papa Juan Pablo II tomó entonces una decisión audaz: decidió que los obispos de todo el mundo escribieran un libro para responder a estas preguntas. Me confió la tarea de coordinar el trabajo de los obispos y de velar a fin de que de las contribuciones de los obispos naciera un libro —me refiero a un verdadero libro, y no a una simple yuxtaposición de una multiplicidad de textos—. Este libro debía llevar el título tradicional de Catecismo de la Iglesia católica y, sin embargo, debía ser algo absolutamente estimulante y nuevo; debía mostrar qué cree hoy la Iglesia católica y de qué modo se puede creer de manera razonable. Me asustó esta tarea, y debo confesar que dudé de que pudiera lograrse algo semejante. ¿Cómo podía suceder que autores esparcidos por todo el mundo pudieran producir un libro legible?

Debo confesar que incluso hoy me parece un milagro que este proyecto al final haya tenido éxito. Nos reunimos tres o cuatro veces al año durante una semana y discutimos apasionadamente sobre cada una de las partes del texto que mientras tanto se habían ido desarrollando.

En primer lugar se debía definir la estructura del libro: debía ser sencilla, para que los grupos de autores pudieran recibir una tarea clara y no tuvieran que forzar sus afirmaciones en un sistema complicado. Es la misma estructura de este libro; sencillamente está tomada de una experiencia catequética larga, de siglos: qué creemos / cómo celebramos los misterios cristianos / cómo obtenemos la vida en Cristo / cómo debemos orar. No quiero explicar ahora cómo nos encontramos con gran cantidad de preguntas, hasta que el resultado llegó a ser un verdadero libro. En una obra de este tipo son muchos los puntos discutibles: todo lo que los hombres hacen es insuficiente y se puede mejorar, y a pesar de ello se trata de un gran libro, un signo de unidad en la diversidad. A partir de muchas voces se pudo formar un coro porque contábamos con la partitura común de la fe, que la Iglesia nos ha transmitido desde los Apóstoles a través de los siglos hasta hoy.

¿Por qué todo esto?

Ya entonces, durante la redacción del Catecismo de la Iglesia católica, constatamos no sólo que los continentes y las culturas de sus pueblos son diferentes, sino también que en el seno de cada sociedad existen distintos «continentes»: el obrero tiene una mentalidad distinta de la del campesino, y un físico distinta de la de un filólogo; un empresario distinta de la de un periodista, y un joven distinta de la de un anciano. Por este motivo, en el lenguaje y en el pensamiento, tuvimos que situarnos por encima de todas estas diferencias y, por decirlo así, buscar un espacio común entre los diferentes universos mentales; así, tomamos cada vez mayor conciencia de que el texto requería «traducciones» a los diferentes mundos, para poder llegar a las personas con sus diversas mentalidades y diversas problemáticas. Desde entonces, en las Jornadas mundiales de la juventud (Roma, Toronto, Colonia, Sydney) se han reunido jóvenes de todo el mundo que quieren creer, que buscan a Dios, que aman a Cristo y desean caminos comunes. En este contexto nos preguntamos si debíamos tratar de traducir el Catecismo de la Iglesia católica a la lengua de los jóvenes y hacer penetrar sus palabras en su mundo. Naturalmente también entre los jóvenes de hoy hay muchas diferencias; así, bajo la experta dirección del arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, se formó un Youcat para los jóvenes. Espero que muchos jóvenes se dejen fascinar por este este libro.


-o-

Bibliografía selecta sobre elCatecismo de la Iglesia Católica a) Fuentes - J. RATZINGER, Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica, en J. RATZINGER-C. SCHÖNBORN, Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica, Ciudad Nueva, Madrid 1994. - J. RATZINGER, Actualidad doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica, conferencia en el Congreso Catequístico Internacional de Roma 2002, en “Actualidad Catequética” 195-196 (2002) 369-383. - BENEDICTO XVI, Prefacio al Subsidio del Catecismo de la Iglesia Católica (“YouCat”) para la JMJ-Madrid 2011.

 



viernes, 27 de agosto de 2021

El cardenal Karlic habla de la “historia” del Catecismo de la Iglesia Católica

 


Hace años atrás la agencia (Zenit H. Sergio Mora) https://es.zenit.org/2012/10/23/el-catecismo-fue-un-fruto-profetico-del-concilio-vaticano-ii/

entrevisto al cardenal argentino Estanislao Esteban Karlic quien fuera miembro de la comisión redactora del Catecismo de la Iglesia Católica. El cardenal Karlic  cuenta algunos detalles de los momentos particulares de la redacción, revisión y publicación de esta obra maestra de la Iglesia,  que partió del Sínodo de Obispos de 1985, como “fruto profético del Concilio Vaticano II”.  Ya en tiempos del Concilio,  cuenta el cardenal Karlic “se había  planteado la pregunta sobre un nuevo catecismo, pero la inquietud no prosperó. Con el sínodo de 1985, en cambio la iniciativa fue considerada oportuna y el papa la asumió.” En 1986 se constituyó una comisión bajo la presidencia del entonces Cardenal Joseph Ratzinger.  Explica el cardenal Karlic que   “El texto llego a tener nueve versiones sucesivas y la versión llamada «proyecto revisado» que se considero válida para una consulta universal  se envió a todas las diócesis del mundo para su consulta y observaciones.”  Se recibieron unas 25.000 respuestas, que fueron todas analizadas una por una. “Entre las observaciones importantes fue la de dar más relieve al tratamiento de la oración” resalta el cardenal Karlic.
El cardenal Karlic que vivía en Paraná, Entre Rios, Argentina,  viajaba a Roma para las reuniones y cuenta como curiosidad que una vez hubo que copiar nueve veces un texto con el propósito de mejorar su redacción. Aunque suene extraño recordaba el cardenal Karlic que en aquella época aun no se usaban computadoras!    El documento fue entregado en la versión francesa, italiana y española en diciembre de 1991 en Roma a los representantes de toda la Iglesia  “como un nuevo signo de catolicidad, en un acto solemne presidido por el mismo Juan Pablo II”.   

 

Entrevista completa:

 

¿Cuál era el catecismo universal anterior al actual?

 

Cardenal Karlic: En la historia de la Iglesia solamente hay un catecismo semejante, es el de san Pio V, llamado Catecismo del Concilio de Trento o Catecismo de los Párrocos, publicado en el siglo XVI, poco después de la invención de la imprenta. Fue un ejemplo a seguir por su gran valor. El actual Catecismo de la Iglesia Católica sin embargo tiene novedades que lo enriquecen no solamente en el aprovechamiento del Magisterio Pontificio de los últimos tiempos, sino también en la atención de los problemas contemporáneos. EL Catecismo Tridentino y el de la Iglesia Católica son los dos únicos en la historia que fueron aprobados por un papa y destinados a toda la Iglesia.

 

¿Cómo nace esta idea y porque un nuevo catecismo?

 

Cardenal Karlic: Los obispos del sínodo que celebraba los 20 años del Concilio consideraban que era necesario elaborar un compendio de toda la doctrina católica, sobre la fe y moral, que sirviese como punto de referencia para los catecismos que se habrían de redactar en las diversas regiones del mundo, para su mayor acercamiento a las diversas culturas. Después de 500 años de haber publicado el anterior catecismo universal, pareció oportuno tener una síntesis de la doctrina apostólica que respondiera a las grandes cuestiones planteadas por la cultura contemporánea sobre Dios, el hombre y el mundo. En tiempos del concilio Vaticano II se había planteado la pregunta sobre un nu8evo catecismo, pero la inquietud no prospero. Con el sínodo de 1985, en cambio la iniciativa fue considerada oportuna y el papa la asumió.

 

¿Como fueron los primeros pasos en la elaboración del Catecismo?

 

Cardenal Karlic: El Santo Padre a principios de 1986 constituyo una comisión de doce cardenales y obispos que debían conducir toda la obra y un comité de redacción de siete miembros a quienes se unió el secretario de redacción. El presidente de ambas comisiones era el entonces cardenal Ratzinger,  quien conducía admirablemente las reuniones. Siempre se busco entre los participantes una representación de la universalidad de la Iglesia.

 

Usted fue convocado para la redacción del Catecismo?

 

Cardenal Karlic. Fue una gracia de Dios inmensa. Me incorporé al comité de redacción,  que ya estaba formado,  en un segundo momento.  Otro de los miembros que se incorporó fue el secretario de redacción, el cardenal Schonborn, entonces profesor de teología en Suiza. Cuando ingresamos ya existía un texto fundamental sobre el cual debíamos trabajar. El trabajo naturalmente era distribuido a los subgrupos para después entregarlo en las reuniones conjuntas. De esta manera se redactó el texto que llego a tener nueve versiones sucesivas.

 

Como se consulto a toda la Iglesia?

 

Cardenal Karlic: La versión llamada proyecto revisado, que se consideró válida para una consulta universal, se envió a todas las ldiócesis del mundo debidamente preparada para que las observaciones que se mandaran fueran bien aprovechadas. Las respuestas fueron unas 25.000, un número extraordinario.

 

¿Y con las respuestas como hicieron?

 

Cardenal Karlic: Para estudiar las respuestas tuvimos una larga reunión en los alrededores de Roma. Las revisamos una por una, incluso las que llegaron después del término fijado. Fue emocionante ver la manifestación de la unidad de la fe, de las diversas partes de la Iglesia, en la aceptación fundamental del  texto y de la pasión por la versad en la búsqueda de las expresiones que se juzgaban las más adecuadas para  manifestar el misterio cristiano revelado. Ese momento fue clave en el proceso de redacción. . Un trabajo tan delicado no se podía llevar adelante sin al gracia del Señor, como decía con gozo sereno y profundo uno de los obispos cercanos a nuestra tarea.

 

¿Entre las observaciones cuales recuerda?

 

Cardenal Karlic: Una observación importante que se aceptó sin demora fue la de dar más relieve al tratamiento de la oración. En el texto de la consulta se había propuesto que la oración fuera el epílogo de todo el Catecismo. Las respuestas pedían que se le otorgara más importancia y con la categoría de la cuarta parte, así como de coronar todo el trabajo, como sucedía con el catecismo tridentino.

 

Usted vivía en Roma durante los años de la redacción?

 

Cardenal Karlic: No, vivía en Paraná y alla trabajaba. Entonces no se usaban las computadoras. Recuerdo una vez que hubo que copiar nueve veces un texto con el propósito de mejorar su redacción.  También la necesidad de hacer un viaja de Paraná a Santiago de Chile para hacer llegar los escritos al cardenal Mediana con quien formábamos un subgrupo. 

 

¿En Roma como se procedía?

Cardenal Karlic: Nos reuníamos en el Vaticano. La Comisión de Obispos y el Comité eran presididos por el cardenal Ratzinger quien era el responsable ante el Santo Padre.  Era muy emocionante recibir al final de las reuniones en repetidas oportunidades al Santo Padre. En una ocasión lo visitamos en Castel Gandolfo. Durante las reuniones se creaba un clima de gravedad, de responsabilidad y de libertad. El cardenal Ratzinger después de escuchar con interés todo lo que se decía, hacia una síntesis clara y muy útil para los trabajos ulteriores.

 

En qué idioma se escribia?

 

Cardenal Karlic: Se eligió el francés como idioma común para los intercambios y en los encuentros aunque sin excluir el uso de otras lenguas. Y también en la redacción del proyecto. Para la edición típica se eligió el latín que es un idioma muy apto para expresar el misterio cristiano, modelada como latín eclesiástico en la gran tradición del Magisterio, de los santos y de los teólogos. La traducción al latín duro unos cinco años, si bien la presentación del Catecismo ya terminado y aprobado por el Santo Padre se hizo antes de tener la traducción al latín.  Y fue entregado en la versión francesa, italiana y española en diciembre de 1992 en Roma a los representantes de toda la Iglesia, con un nuevo signo de catolicidad, en un acto solemne presidido por el mismo Juan Pablo II.

 

Se ha hablado de un tsunami de secularización y del Vaticano II como una brújula.

 

Cardenal Karlic: El Concilio tuvo consecuencias en la función pastoral, en los códigos de derecho para la Iglesia en oriente y occidente, en la función sacerdotal, en los libros litúrgicos y el orden profético lo tuvo en el Catecismo. Sin dudas como ya dijimos el Catecismo fue un fruto profético del Concilio Vaticano II.

 

¿Algun particular que recuerde?

 

Cardenal Karlic: Recuerdo la alegría del cardenal Ratzinger cuando se terminó de realizar el mismo. En realidad la redacción del Catecismo fue también un ejercicio de fidelidad al amor de Dios que nos amó primero.  

martes, 19 de junio de 2018

El aborto / Catecismo de la Iglesia Católica


2270 La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 1, 1).
«Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado» (Jr 1, 5).
«Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra» (Sal 139, 15).
2271 Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.
«No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido» (Didajé, 2, 2; cf. Epistula Pseudo Barnabae, 19, 5; Epistula ad Diognetum 5, 5; Tertuliano, Apologeticum, 9, 8).
«Dios [...], Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables» (GS51, 3).
2272 La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (CIC can. 1398), es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito” (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC can. 1323-1324). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.
2273 El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación:
“Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Entre esos derechos fundamentales es preciso recordar a este propósito el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae 3).
“Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho [...] El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae 3).
2274 Puesto que debe ser tratado como una persona desde la concepción, el embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano.
El diagnóstico prenatal es moralmente lícito, “si respeta la vida e integridad del embrión y del feto humano, y si se orienta hacia su protección o hacia su curación [...] Pero se opondrá gravemente a la ley moral cuando contempla la posibilidad, en dependencia de sus resultados, de provocar un aborto: un diagnóstico que atestigua la existencia de una malformación o de una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia de muerte” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae 1, 2).
2275 Se deben considerar “lícitas las intervenciones sobre el embrión humano, siempre que respeten la vida y la integridad del embrión, que no lo expongan a riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curación, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia individual” (Instr. Donum vitae 1, 3).
«Es inmoral [...] producir embriones humanos destinados a ser explotados como “material biológico” disponible» (Instr. Donum vitae 1, 5).
“Algunos intentos de intervenir en el patrimonio cromosómico y genético no son terapéuticos, sino que miran a la producción de seres humanos seleccionados en cuanto al sexo u otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su identidad” (Instr. Donum vitae 1, 6).

 

 

(Catecismo de la Iglesia Catolica – Conferencia EpiscopalArgentina, 1993 – Capitulo 2do, Art 5, El quinto mandamiento)

 

 


domingo, 11 de octubre de 2009

Fidei Depositum


El 11 de octubre de 1992, al celebrarse el trigésimo aniversario de la apertura del concilio ecuménico Vaticano II, “el «gran don de gracia» dispensada por el espíritu de Dios a la Iglesia de nuestro tiempo.[7]” el Siervo de Dios Juan Pablo II daba a conocer su Constitución Apostólica Fidei Depositum para la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Al principio del texto explica que:
“·Guardar el depósito de la fe es la misión que el Señor confió a su Iglesia y que ella realiza en todo tiempo. El concilio ecuménico Vaticano II, inaugurado solemnemente hace treinta años por nuestro predecesor Juan XXIII, de feliz memoria, tenía como intención y finalidad poner de manifiesto la misión apostólica y pastoral de la Iglesia, a fin de que el resplandor de la verdad evangélica llevara a todos los hombres a buscar y aceptar el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento (cf. Ef 3, 19).”

Detalla luego los pasos que llevaron a la concreción del proyecto, y las razones de su importancia, expone brevemente el contenido y resalta el valor doctrinal del texto con visión amplia y abierta “Está destinado a favorecer y ayudar la redacción de los nuevos catecismos de cada nación, teniendo en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero conservando con esmero la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica”
Y reitera lo ya dicho en 1985: "Para mí, que tuve la gracia especial de participar y colaborar activamente en su desenvolvimiento, el Vaticano II ha sido siempre, y es de modo particular en estos años de mi pontificado, el punto de referencia constante de toda mi acción pastoral, con el compromiso responsable de traducir sus directrices en aplicación concreta y fiel, a nivel de cada Iglesia y de toda la Iglesia. Hay que acudir incesantemente a esa fuente" (3) 3) Juan Pablo II, Homilía del 25 de enero de 1985, cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de febrero de 1985, p. 12).

viernes, 7 de diciembre de 2007

Catecismo de la Iglesia Católica


El 7 de diciembre de 1992 se llevo a cabo la presentación oficial y solemne del Catecismo de la Iglesia Católica, que habia sido aprobado oficialmente el 25 de junio de 1992.
Juan Pablo II inició su discurso con estas palabras:
La santa Iglesia de Dios se alegra hoy porque, por singular don de la Providencia divina, puede celebrar solemnemente la promulgación del nuevo Catecismo” y agradeció a todos los que habian colaborado durante seis años “bajo la sabia dirección del señor cardenal Joseph Ratzinger.”. Mencionó que la publicación era “uno de los mayores acontecimientos de la historia reciente de la Iglesia”, “un don "verídico"”, “un don que presenta la verdad revelada por Dios en Cristo y confiada por él a su Iglesia” “un compendio de la fe y de la moral católica” y concluyó la solemne presentación con estas palabras : “La Virgen santa, cuya Inmaculada Concepción celebraremos mañana, nos ayude a acoger y apreciar este don precioso, y sea para nosotros modelo y apoyo al dar a los demás esa Palabra divina que el Catecismo de la Iglesia Católica presenta a los fieles y al mundo entero”.

La edición original en italiano es de 1992 y la version en español de 1993.

Breve historia:
Respondiendo a una inquietud surgida de la Asamblea de Obispos del 25 de enero de 1985 sobre la necesidad de un "texto de referencia" en materia de fe y de moral, en el año 1986 se encargó preparar un proyecto del catecismo a una Comisión bajo la presidencia del cardenal Joseph Ratzinger. Después de vastas consultas y estudios el Catecismo fue aprobado y promulgado el 25 de junio de 1992 y presentado como Catecismo de la Iglesia “para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe” mediante la Constitución Apostólica «Fidei Depositum» del 11 de octubre de 1992.
A 5 años de distancia de aquella presentación que acompañó la publicación del primer texto, en lengua francesa, el 15 de agosto de 1997 fue aprobada y promulgada la edición tipica latina mediante la Carta Apostólica «Letamur Magnopere» que se transformaba asi en la edición definitiva del Catecismo.
Respondiendo luego a un pedido de los participantes al Congreso Catequistico Internacional de octubre de 2002, en el X aniversario de la publicación de la edición original del Catecismo de la Iglesia católica, Juan Pablo II decidió en febrero de 2003 la preparación de un Compendio que fué finalmente aprobado por el Santo Padre BXVI mediante el Motu Propio del 28 de Junio de 2005

jueves, 15 de noviembre de 2007

Catecismo de la Iglesia Católica


La Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae (Juan Pablo II 16 de octubre de 1979) comienza diciendo “La CATEQUESIS ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado”…

Habiendose reflexionado extensamente sobre el tema en las Asambleas de Obispos y vista la necesidad de la publicación de un Catecismo de toda la doctrina católica los miembros de la Comisión Pontificia para el Catecismo de la Iglesia Universal se reunian por primera vez para dar comienzo al proyecto el 15 de noviembre de 1986 bajo la presidencia del Cardenal Ratzinger. Juan Pablo II les dirigia un discurso explicando brevemente los antecedentes, las bases y los objetivos del proyecto.