20/8/2011: LES
COMPARTO MI EXPERIENCIA
Esa noche - la del 20
de agosto de 2011 - fue inolvidable.
Era el momento culmen
de la JMJ, el más esperado: después de haber caminado varios kilómetros para
llegar a Cuatro Vientos, comenzaba la vigilia de oración con el Papa, para
después dormir ahí bajo las estrellas, y a la mañana siguiente participar de la
Misa conclusiva. Pero por un rato pareció que todo se arruinaba: me acuerdo que
esa fue mi sensación.
Después de una tarde
de más de 45º de calor, con los bomberos que a cada rato pasaban a
refrescarnos, mientras daba inicio la vigilia se comenzaba a armar en el cielo
una terrible tormenta de verano. El viento era cada vez más fuerte -
precisamente mientras leían el Evangelio y el diácono decía "¡Permaneced
en mi amor!", hubo un fuerte vendaval que le voló el solideo a Benedicto,
que ya estaba rodeado de paraguas.
Después empezó a
llover con mucha fuerza. Estábamos sin ningún reparo - Cuatro Vientos es una
base área - y éramos dos millones de personas. Una parte del enorme escenario
se venció y los bomberos trataban de repararlo. Nos pedían paciencia y oración.
Un poquito después el audio dejó de funcionar. Bajo la tormenta, se seguían
escuchando, cantos, aclamaciones, oraciones. Cerca de nosotros algunos
empezaron a corear: “¡Juan Pablo II, que pare de llover!”. Fueron así unos 15 o
20 minutos. Parecía que se suspendía.
Después supimos que al
Papa le sugirieron retirarse; su respuesta: “si los jóvenes se quedan, yo me
quedo”. La tormenta fue aflojando y la vigilia se pudo retomar. Los ruidos de
dos millones de personas se transformaron en el silencio orante de dos millones
de personas frente al Santísimo Sacramento - ¡eso fue increíble! – y el Papa,
gran maestro de oración, nos puso a todos de rodillas, en silencio, delante de
Jesús. Las palabras que resumieron esa experiencia fueron las que dijo
Benedicto XVI al terminar:
“Queridos jóvenes…
¡hemos vivido una aventura juntos!”.
Y este anciano Papa
profesor nos dejó su gran enseñanza, sacada de esa tormenta inesperada:
“Firmes en la fe en
Cristo, han resistido la lluvia… Igual que esta noche, con Cristo siempre
podrán afrontar las pruebas de la vida… ¡No lo olviden!”.
¿Cómo olvidarse de esa noche, de esa tormenta,
de esas palabras? Muchas veces en estos diez años me pasó de sentirme
preocupado como esa noche cuando empezaba la tormenta y mirábamos al cielo sin
saber qué iba a pasar. Y todas las veces recordé – y todavía recuerdo – las
palabras del Papa, como si me las volviera a decir… “Igual que esa noche…
también vas a poder afrontar esta prueba con Cristo... No te olvides…”.
¡No me olvido! Porque
realmente, aquel 20 de agosto de 2011, “¡hemos vivido una aventura juntos!” y aprendimos
lo que significaba el lema de esa JMJ:
“ARRAIGADOS Y
EDIFICADOS EN CRISTO, FIRMES EN LA FE”.
P. Seba Zagari
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