Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 19 de agosto de 2021

El “exceso” de los viajes de Juan Pablo II

 


La objeción de la Curia sobre el exceso de los viajes, la debió sufrir por mucho tiempo Juan Pablo II. Ciertamente, esa fue intensa hasta el atentado (13 de mayo de 1981) y volvió sin piedad – después de una pausa de un año – a partir de 1982, en que reanudó los viajes. Ese fue un año record – pues tuvo que recuperar las citas a las que había faltado el año anterior a motivo del atentado – que llego a totalizar siete salidas de Italia: África en febrero, Portugal en mayo, Gran Bretaña en mayo-junio, Argentina y Ginebra en junio, San Marino en agosto, España en octubre! A la crítica sobre la cantidad, se añadirá entonces la de la oportunidad ya que entre mayo y junio Juan Pablo II visito Gran Bretaña y Argentina precisamente en las semanas del conflicto por las islas Falkland (Malvinas) y hubiese querido ir incluso al Líbano, envuelta también en guerra.

 Juan Pablo II responderá a las objeciones en un inolvidable discurso a la Curia, por la fiesta de San Pedro y San Pablo, el 28 de junio ese año,  definiendo ese su viajar como “aplicación a escala universal del carisma de Pedro” e indicando la “raíz teológica” del mismo en el hecho que “el servicio del Papa ha acentuado hoy sus dimensiones universales”.

 En análoga circunstancia, dos años antes – el 28 de junio da 1980 – había  reconducido los viajes a la “conciencia de la misión”: «En esta óptica, el Papa viaja para anunciar el Evangelio, para confirmar a los hermanos en la fe, para consolidar la Iglesia, para encontrarse con el hombre (…) son además ocasiones de ministerio itinerante, de anuncio evangélico para llevar el Evangelio a todas las latitudes y el magisterio apostólico se dilate a todas las esferas del planeta. Son viajes de amor, de paz, de hermandad universal (…)  En estos encuentros de almas, aun en medio de la inmensidad d la masa, se reocnoce el carisma del actual ministerio de Pedro por los caminos del mundo».

 Más interesante, en el plano humano es cuanto Juan Pablo II confía – en aquel mismo periodo de mayor contraste con el ambiente curial – al escritor francés Andre Frossard para explicar el aparente exceso de viajes:  «Si Dios lo consentirá, iré a la mayor parte de  lugares a los que me inviten (..l.) Cuanto masa difícil resulta la vida de los hombres, de las familias, de las comunidades y del mundo, mas es necesario que estos tomen conciencia de la presencia del buen pastor que da la vida por sus ovejas. (…) Me parece incluso que la vida de la Iglesia post-conciliar ha cambiado esta necesidad en un imperativo, con valor de precepto y de obligación de conciencia. […]

 El exceso de los viajes es, pues, la señal luminosa de un mayor exceso de la misión, que puede ayudar a entender muchos aspectos discutidos del Pontificado. Junto al número de los viajes, la Curia ha criticado siempre el exceso de los discursos, sucesivamente el exceso de las beatificaciones y canonizaciones, en fin el exceso de los sínodos…  Han sido incluso vistas como excesivas las intervenciones a favor de Polonia y en ocasión de las dos guerras en Iraq, a favor de la defensa de la vida, el mea culpa histórico y la cantidad de las celebraciones jubilares.

Como es fácil ver, se trata siempre de excesos reconducibles al ansia misionera,. Signo esencial del Pontificado: los discursos han sido dictados por la misma intención de llegar a todos, los sínodos sirven para movilizar a las comunidades católicas continentales en vista de la misión, las beatificaciones son destinadas a ofrecer modelos para la animación de las comunidades, los mea culpa tenían la tarea de allanar el campo de la misión a las gentes por las incomprensiones acumuladas a lo largo de los siglos.

 De Luigi Accattoli, Giovanni Paolo II, la prima biografia completa. Edizioni San Paolo, s.r.l. 2006, Cinisello Balsamo (Milano)

 (publicado en Totus Tuus, Nr 6, Nov/Dic 2009)

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