Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 15 de agosto de 2023

Asunción de Maria: Bella Señora vestida de sol

 

(Imagen de Wikimedia)

Bella Señora!

¡Mujer que estás vestida de sol!...

Recibe el homenaje de nuestra peregrinación….Ayúdanos .. a penetrar en tu misterio.

— El misterio de la Virgen Madre;

— el misterio de la Reina esclava;

— el misterio de tu potencia suplicante.

Ayúdanos a descubrir cada vez más plenamente, en este misterio, a Cristo, Redentor del mundo, Redentor del hombre.

Tú que estás vestida de sol, el sol de la inescrutable Divinidad. El sol de la impenetrable Trinidad. «Llena de gracia» hasta el vértice de la Asunción al cielo.

Y al mismo tiempo..., para nosotros que vivimos en esta tierra, para nosotros, pobres hijos de Eva en el destierro, Tú estás vestida del sol de Cristo, después de Belén y Nazaret, después de Jerusalén y el Calvario. Tú estás vestida del sol de la redención del hombre y del mundo realizada mediante la cruz y resurrección de tu Hijo;

¡Haz que este sol resplandezca sin cesar para nosotros en la tierra!

¡Haz que no se oscurezca nunca en el alma de los hombres!

¡Haz que ilumine los caminos terrenos de la Iglesia, de la que Tú eres la primera figura!

¡Y que la Iglesia, fijando su mirada en Ti, Madre del Redentor, aprenda continuamente ella misma a ser madre!

¡Mira! He aquí lo que dice el libro del Apocalipsis: «El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz dispuesto de tragarse el niño en cuanto naciera» (Ap 12, 4).

¡Oh Madre, que en la Asunción al cielo has experimentado la plenitud de la victoria sobre la muerte del alma y del cuerpo, defiende a los hijos y a las hijas de esta tierra contra la muerte del alma! ¡Oh Madre de la Iglesia!

Ante esta humanidad, que parece siempre fascinada por lo temporal, y cuando «la dominación sobre el mundo» esconde la perspectiva del destino eterno del hombre en Dios, ¡sé Tú misma un testimonio de Dios!

Tú, su Madre. ¿Quién puede resistir al testimonio de una madre?

¡Tú que has nacido para las fatigas de esta tierra: concebida de forma inmaculada!

¡Tú que has nacido para la gloria del cielo: asunta al cielo!

¡Tú que estás vestida del sol de la insondable Divinidad, del sol de la impenetrable Trinidad, llena del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!

Tú, a quien la Trinidad se da como un sólo Dios, el Dios de la creación. El Dios de la alianza y de la redención. El Dios del comienzo y del fin. El Alfa y Omega. El Dios-Verdad. El Dios-Amor. El Dios-Gracia. El Dios-Santidad. El Dios que lo supera todo y lo abraza todo. El Dios que es «todo en todos».

Tú que estás vestida de sol. ¡Hermana nuestra! ¡Madre nuestra! ¡Sé el testimonio de Dios!...  ante el mundo del milenio que termina, ante nosotros, hijos de Eva en el destierro, ¡sé el testimonio de Dios! Amén.

 (de la homilía de San Juan Pablo II en su peregrinaciónapostólica a Lourdes,  15 de agosto de1983)

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