La segunda Audiencia de la serie, titulada “Creador de los ángeles, seres
libres” está dedicada a la libertad de los ángeles. En ella el Papa Juan Pablo
II aclara que “En la perfección de su
naturaleza espiritual, están llamados desde el principio, en virtud de su
inteligencia, a conocer la verdad y a amar el bien que conocen en la verdad de
modo mucho más pleno y perfecto que cuanto es posible al hombre. Este amor es
el acto de una voluntad libre, por lo cual también para los ángeles la libertad
significa posibilidad de hacer una elección en favor o en contra del
Bien que ellos conocen, esto es, Dios mismo.”
Y agrega que : “creando a
los seres libres, Dios quiere que en el mundo se realice aquel amor verdadero
que sólo es posible sobre la base de la libertad. (…) Creando a los
espíritus puros, como seres libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever
también la posibilidad del pecado de los ángeles”. (…)
Y diferencia: “De hecho,
como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros
aparece dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por
creación de Dios, sino en base a la propia libertad de la naturaleza espiritual
de cada uno de ellos. Se realizó mediante la elección que para
los seres puramente espirituales posee un carácter incomparablemente más
radical que la del hombre y es irreversible, dado el grado
de intuición y de penetración del bien, del que está dotada su inteligencia.” (…)
(…) “Precisamente en su condición de seres de
naturaleza espiritual, había en su inteligencia la capacidad, el deseo de esta
elevación sobrenatural a la que Dios le había llamado, para hacer de ellos,
mucho antes que del hombre, "partícipes de la naturaleza divina"
(cf. 2 Pe 1, 4), partícipes de la vida íntima de Aquel que es
Padre, Hijo y Espíritu Santo, de Aquel que, en la comunión de las tres Divinas
Personas, "es Amor" (1 Jn 4, 16).
(…)
“Los buenos han elegido a Dios como
Bien supremo y definitivo, conocido a la luz de la inteligencia iluminada por
la Revelación. Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a Él con toda
la fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en
el objetivo total y definitivo de su existencia espiritual. Los otros,
en cambio, han vuelto la espalda a Dios contra la verdad del
conocimiento que señalaba en Él el Bien total y definitivo. Han hecho
una elección contra la revelación del misterio de Dios, contra su gracia, que
los hacía partícipes de la Trinidad y de la eterna amistad con Dios, en la
comunión con Él mediante el amor. Basándose en su libertad creada, han
realizado una opción radical e irreversible, al igual que la
de los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de una
aceptación de Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un
falso sentido de autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha
convertido en rebelión.”
(…)
Finalmente presenta la pregunta: “¿Cómo comprender esta
oposición y rebelión a Dios en seres dotados de una inteligencia tan viva y
enriquecidos con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de esta radical e
irreversible opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede aparecer
como fruto de la locura? Los Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan en
hablar de "ceguera", producida por la supervaloración de la
perfección del propio ser, impulsada hasta el punto de velar la supremacía de
Dios que exigía, en cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto
parece expresado de modo conciso en las palabras "¡No te serviré!" (Jer 2,
20), que manifiestan el radical e irreversible rechazo de tomar parte en la
edificación del reino de Dios en el mundo creado. "Satanás", el
espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se yergue como el
primer "adversario" del Creador, como opositor de la Providencia,
como antagonista de la amorosa sabiduría de Dios. De la rebelión y del pecado
de Satanás, como también del pecado del hombre, debemos concluir acogiendo la
sabia experiencia de la Escritura, que afirma: "En el orgullo está la
perdición" (Tob 4, 14).”
-o-
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