En la catequesis anterior decía le Papa Juan Pablo II “nos hemos
detenido en el tema de la existencia de los ángeles llamados a declararse en
favor de Dios o contra Dios mediante un acto radical e irreversible de adhesión
o de rechazo de su voluntad de salvación.”
“Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en
cuanto criaturas puramente espirituales, se presentan a la reflexión de nuestra
mente como una especial realización de la "imagen de Dios",
Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la mujer samaritana con las
palabras; "Dios es espíritu" (Jn 4, 24). Los ángeles son,
desde este punto de vista, las criaturas más cercanas al modelo divino (…) "mensajeros",
"malak", usado en el Antiguo Testamento, significa más
propiamente "delegado" o "embajador"….,
tienen función de mediación y de ministerio en las relaciones entre Dios y los
hombres.”
(…)
“El Antiguo Testamento subraya sobre todo la
especial participación de los ángeles en la celebración de la gloria que
el Creador recibe como tributo de alabanza por parte del mundo creado. Los
Salmos de modo especial se hacen intérpretes de esa voz cuando proclaman, por
ejemplo: "Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles..." (Sal 148, 1-2).De modo
semejante en el Salmo 102 (103): "Bendecid a Yavé
vosotros sus ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la
voz de su palabra" (Sal 102/103, 20). Este último versículo
del Salmo 102 indica que los ángeles toman parte,
a su manera, en el gobierno de Dios sobre la creación, como "poderosos
ejecutores de sus órdenes" según el plan establecido por la Divina
Providencia. A los ángeles está confiado en particular un cuidado y solicitud
especiales para con los hombres, en favor de los cuales presentan a Dios sus
peticiones y oraciones, como nos recuerda, por ejemplo, el Libro de
Tobías (cf. especialmente Tob 3, 17 y 12, 12),
mientras el Salmo 90 proclama: "a sus ángeles ha dado órdenes... te
llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la
piedra"(cf. Sal 90, 1-12). Siguiendo el libro de Daniel,
se puede afirmar que las funciones de los ángeles como embajadores del Dios
vivo se extienden no sólo a cada uno de los hombres y a aquellos que tienen
funciones especiales, sino también a enteras naciones (Dan 10,
13-21).”
“El Nuevo Testamento puso de relieve las
tareas de los ángeles respecto a la misión de Cristo como
Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la
encarnación del Hijo de Dios, como constatamos en la narración de la
anunciación del nacimiento de Juan el Bautista (cf. Lc 1, 11),
de Cristo mismo (cf. Lc 1, 26), en las explicaciones y
disposiciones dadas a María y José (cf. Lc 1, 30-37; Mt 1,
20-21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del nacimiento del
Señor (cf. Lc 2, 9-15), en la protección del recién nacido
ante el peligro de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13).”
(…) “los Evangelios hablan de la presencia de
los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40 días
(cf. Mt 4, 11) y durante la oración en Getsemaní (cf. Lc 22,
43). Después de la resurrección de Cristo será también un ángel, que se
apareció en forma de un joven, quien dirá a las mujeres que habían acudido al
sepulcro y estaban sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: "No os
asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está
aquí... Pero id a decir a sus discípulos..." (Mc 16, 6-7).
María Magdalena, que se ve privilegiada por una aparición personal de Jesús, ve
también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cf. también Lc 24,
4). Los ángeles "se presentan" a los Apóstoles después de la
desaparición de Cristo para decirles: "Hombres de Galilea, ¿qué estáis
mirando al cielo?. Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo,
vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Act 1, 11). Son los
ángeles de la vida, de la pasión y de la gloria de Cristo. Los ángeles de Aquel
que, como escribe San Pedro, "está a la diestra de Dios, después de haber
ido al cielo, una vez sometidos a Él ángeles, potestades y poderes" (1 Pe 3,
22).”
“Si pasamos a la nueva venida de Cristo,
es decir, a la "parusía", hallamos que todos los
sinópticos hacen notar que "el Hijo del hombre... vendrá en la gloria de
su Padre con los santos ángeles" (así Mc 8, 38, Mt 16,
27 y Mt 25, 31, en la descripción del juicio final; y Lc 9,
26; cf. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).”
(…) “De igual modo
también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la Iglesia ha atribuido
a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y esta función
de ministerio mesiánico.”
(de la Audiencia del Papa Juan Pablo II - 30 de julio de 1986)
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