¡Oh
Dios! Escucha mi voz y concede en todo el mundo tu eterna
paz.
Y
al Creador de la naturaleza y del hombre, de la verdad y de la belleza,
suplico:
Escucha
mi voz, pues es la voz de las víctimas de todas las guerras y de la violencia
entre los individuos y las naciones.
Escucha
mi voz, pues es la voz de todos los niños que sufren y sufrirán cuando las
gentes pongan su fe en las armas y en la guerra.
Escucha
mi voz cuando te ruego que infundas en el corazón de todos los hombres la
sabiduría de la paz, la fuerza de la justicia y la alegría de la confraternidad.
Escucha
mi voz, pues hablo por las multitudes de todos los países y de todos los
períodos de la historia que no quieren la guerra y están preparados a caminar
por sendas de paz.
Escucha
mi voz y concédenos discernimiento y fortaleza para que podamos responder
siempre al odio con amor, a la injusticia con la dedicación total a la
justicia, a la necesidad compartiendo de lo propio, a la guerra con la paz.
¡Oh Dios! Escucha mi voz
y concede en todo el mundo tu eterna paz.
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