El
Papa Francisco se encuentra en Cuba y se convierte asi en el tercer pontífice
en llegar a la isla caribeña, siguiendo el camino iniciado en enero de 1998 por
San Juan Pablo II (invito
visitar posts etiquetados Cuba) de cuya visita el entonces Arzobispo Jorge Mario Bergoglio hizo una profunda
reflexión en su libro "Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro",
donde el “diálogo” marca la pauta para lograr los cambios que necesita el país.
Este
ensayo fue publicado en julio de 1998 por la Editorial de Ciencia y Cultura
(Argentina) y aunque se ha difundido la creencia de que Mons. Bergoglio
–entonces Arzobispo de Buenos Aires– formó parte de la comitiva papal en Cuba y
que la obra es fruto de ello; lo cierto es que el Prelado no estuvo en la isla,
pero estuvo atento a este hecho histórico y centró sus reflexiones en las
homilías, discursos y saludos pronunciados por el santo polaco.
Así,
este ensayo de 35 apartados permite conocer la visión del Papa Francisco sobre
las necesidades y el papel de la Iglesia en Cuba, un
país que sigue sufriendo muchos de los problemas encontrados por San Juan Pablo
II hace diecisiete.
“La
importancia y el valor del diálogo radican, precisamente, en que por su
práctica, es posible arribar a la verdad fundamentada en el Evangelio
“La evangelización a través del diálogo no es una actitud asumida en forma
improvisada, sino por el contrario, Juan Pablo II ha internalizado un esquema
racional de diálogo como plan concertado, como método en su misión pastoral….“el papel de la Iglesia, y en especial
del Vicario de Cristo, es la de liberar, dialogar y participar, para construir
la comunión entre los hombres y la Iglesia”.
JPII
ayudó a abrir “el diálogo entre el
cristianismo y el marxismo y reiteró con firmeza su pedido libertad, dignidad y
democracia para el pueblo cubano”.
Castro
y el Papa tuvieron que escuchar y escucharse. “Se puede advertir nítidamente
que no es un diálogo entre protagonistas presentes, que no es un diálogo
político, que los conceptos fueron vertidos al ritmo del movimiento de un
tablero de ajedrez, ya que prácticamente, salvo en contadas oportunidades, no
confluyeron en un mismo discurso”
En
su ensayo, Mons. Bergoglio recordó que en su visita San Juan Pablo II criticó
“tanto al modelo de Estado moderno que pretende ampararse en el ateísmo o en
motivaciones seudo-religiosas para enunciar sus ordenamientos políticos como a aquellos
otros que adoptan una forma de neoliberalismo capitalista”
“El socialismo ha cometido un error antropológico al
considerar al hombre sólo en su rol de parte en el entramado del cuerpo social… El segundo factor de crisis, ha sido
la ineficacia de la revolución en su aspecto económico. No debe entenderse esta
cuestión como meramente técnica, sino más bien como consecuencia de la
violación de los derechos humanos a la iniciativa, a la propiedad y a la
libertad en el sector de la economía”
En
su ensayo, el actual Papa destacó como “valioso el aporte brindado por la visita
de Juan Pablo II, ya que, en cierta forma, tal acontecimiento implica mantener
abiertos los canales de comunicación”. “Juan Pablo II revaloriza la necesidad
de ese pueblo a gozar de los derechos que le son propios, como el de libertad
de expresión y el de capacidad de iniciativa y propuesta dentro del ámbito
social, ya que ese ejercicio les permitirá colaborar en la búsqueda del bien
común”.
“La
defensa de la libertad de la Iglesia debe ser extendida y proyectada hacia la
defensa de la libertad de cada persona, de cadafamilia, de cada organización o asociación, en el
sentido propio de la autonomía y de la soberanía”.
“La Iglesia debe contribuir a la labor de la comunidad, en
la que el bienestar de la nación debe ser fomentado y procurado por los propios
ciudadanos. Esa tarea, esa búsqueda del bien común, puede ser alcanzada única e
insoslayablemente por medios pacíficos y graduales”.
Asimismo,
Mons. Bergoglio recordó la necesidad de la Iglesia de “contar con un amplio
margen de libertad, como también de obtener los medios necesarios para la
difusión del Evangelio de Cristo.
“El mensaje de San Juan Pablo II al pueblo cubano y a Fidel
Castro “contiene una profunda reflexión acerca de la necesidad de franquear el
camino que permita a los ciudadanos cubanos participar en la vida civil de ese
país”. “Es necesario para Cuba y para otras naciones, emprender un plan
tendiente a transformar algunas estructuras y en especial sus instituciones
políticas, para sustituir regímenes corrompidos, dictatoriales o autoritarios,
por otros democráticos y participativos. La libre participación de los
ciudadanos en la gestión pública, la seguridad del derecho, el respeto y la
promoción de los derechos humanos, se erigen como requisito imperativo, como
condición necesaria para tender al desarrollo del hombre, de todos los hombres”.
“Al
preguntarnos sobre cuáles son los derechos que la Iglesia reivindica como
naturales del hombre, nos encontramos con la completa enumeración de Pío XII en
su Mensaje de Navidad de 1942: 1º El derecho a conservar y desarrollar la vida
corporal, intelectual y moral;
2º El derecho a una formación y a una educación religiosa; 3º El derecho al
culto de Dios, privado o público, comprendido en él el ejercicio de la acción
caritativa religiosa; 4º El derecho, en principio, al matrimonio y a la
obtención de su fin; 5º El derecho a la sociedad conyugal y doméstica; 6º El
derecho al trabajo como medio indispensable para el mantenimiento de la vida
familiar; 7º El derecho a la libre elección de un estado de vida y también, por
consiguiente, del estado sacerdotal o religioso; 8º El derecho al uso de los
bienes materiales en la conciencia de los propios deberes y de los límites
sociales.
"Todos
y cada uno han sido abordados en la visita de Su Santidad a Cuba, desarrollados
en los diálogos sostenidos con los distintos sectores de la comunidad".
“Lamentablemente
llegamos a la conclusión que muchos de
ellos, por motivos varios y que no siempre responden a una lógica clara, han
sido anulados, mutilados u ocultados durante largo tiempo al pueblo cubano”. “Sin embargo mientras exista injusticia,
se alzará la voz de la Iglesia para que el reclamo de los que sufren sea oído y
reconocido. Este gran cambio en las sociedades del mundo no se dará sin antes
transformar el corazón de cada uno de nosotros. Esta transformación del corazón
será el inicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros
derechos humanos”.
(Fuente : Aciprensa de un informe completo sobre la visita del Papa Francisco)
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