Dos mundos, un mismo continente. Dos visitas directamente
relacionadas, sutilmente ligadas. Recordamos vivamente, con cierto sabor amargo
y triste, la visita de dos pontífices
sin que hubiéramos podido vivenciar una nueva Cuba defensora de la libertad con
respeto a los derechos de todas las personas y
una reconstrucción tanto material como espiritual después de tantos años
de abandono y ostracismo social y
político para parte de sus hijos. La
visita de Juan Pablo II parecía tan
prometedora - por la atención esmerada con que fuera
recibido y ovacionado por la multitud en una visita muy emotiva – y sin embargo
todo se ha ido como arrastrando, pero sigue en camino.
Podemos
esperar un panorama más esperanzador
ahora con un Papa latinoamericano en momentos en que Cuba y Estados Unidos se
encuentran en proceso de descongelamiento de relaciones? El tiempo lo dirá. En esta visita apostólica del Papa Francisco seguimos
aprendiendo a leer entre líneas viendo más allá de cada palabra adjudicándole por
cierto su valor real pero también el implícito. Se han elevado todo tipo de voces críticas por
no haber recibido el Papa Francisco a unos u otros. Considero que el Papa Francisco
ha actuado sabiamente no arriesgando el resultado de un camino tan esperado y bien empezado aún
entendiendo que esta visita ha sido “controlada”. Sin embargo hemos visto
fotografías que valen más que mil palabras. Dios quiera
que esta vez veamos cumplidas las palabras expresadas por San Juan Pablo II
durante aquella inolvidable y emotiva visita a la Isla en 1998 “Llamada a vencer el aislamiento, ha de abrirse al mundo y elmundo debe acercarse a Cuba, a su pueblo, a sus hijos, que son sin duda sumayor riqueza.”
Ya dejando
atrás su visita a Cuba el Papa Francisco ni bien tomó la palabra en tierraestadounidense menciono a
-
los inmigrantes (“como hijo de una familia de inmigrantes”)
una palabra cargada de sentido abrazando a todos – seguramente también teniendo
presente a los cubanos exilados en tierras americanas -, pero también portadora
de esa situación tan especial que se ha ido dando entre Cuba y Estados Unidos,
-
su defensa de la
cultura del encuentro (“en estos días de encuentro y dialogo”)
-
pasando al sueño del
pueblo norteamericano
-
su inminente visita
al Congreso (“donde espero como un hermano de este país transmitir palabras de
aliento a los encargados de dirigir el futuro político de la Nación en
fidelidad a sus principios fundacionales”)
-
su apoyo a la familia (“iré a Filadelfia con ocasión del 8
Encuentro Mundial de las Familias”),
-
el compromiso de los católicos norteamericanos (“como
a muchas otras personas de buena voluntad, les preocupa también que los
esfuerzos por construir una sociedad justa y sabiamente ordenada respeten sus
más profundas inquietudes y su derecho a la libertad religiosa)
-
la libertad (“una de las riquezas más preciadas de este País”).
Se dirigió a un Presidente que lo recibiera ni bien llegara (algo
no común) y en el Congreso le hizo
conocer su complacencia por su compromiso ecológico y el “cuidado de nuestra
«casa común»” en pos de los que menos tienen y los ignorados y mencionó a
Martin Luther King a quien volvería a citar en su discurso ante el Congreso. Y hasta se refirió, allí
mismo en sus primeras palabras, a “relaciones rotas” al restablecimiento
de relaciones entre Estados Unidos y Cuba sin mencionarlo (Los esfuerzos
realizados recientemente para reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas a
la cooperación dentro de nuestra familia humana constituyen pasos positivos en
el camino de la reconciliación, la justicia y la libertad.)
El Papa terminaba su saludo de llegada pidiendo colaboración en la
protección de los más vulnerables agradeciéndole al Presidente su acogida y
asegurando que tenia “puestas grandes esperanzas en estos días en su País. ¡Que
Dios bendiga a América!”
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