Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 4 de septiembre de 2020

Como se hace un santo (2 de 3)

 


Durante el pontificado del Papa Juan PabloII el Cardenal Saravia Martins ha terminado las causas de casi la mitad de los 1345 beatos y 483 santos proclamados.

¿Quién puede ser santo? ¿Qui8en puede ser beatificado? ¿Cómo se procede para elevar a alguien a los altares? ¿El milagro es de verdad necesario?

Responde Su Eminencia el Card. Jose Saraiva Martins, Prefecto de la Congregacion de las Causas de los Santos. (Los textos seleccionados poir Domitia Caramazza están tomados del libro Come si fa un santo, Ed. Piemme, 2005 (publicado en Totus Tuus Nr 1 marzo 2006

 ¿Qué distingue a los beatos y a los santos “oficiales” de todos los demás cristianos muertos en gracia de Dios?

 Si el número de los cristianos que han vivido santamente coincidiese con el de los canonizados y proclamados beatos, estaríamos obligados a reconocer que, a lo largo de los dos milenios desde su fundación, la Iglesia habría fracasado en el cumplimiento de la misión confiada por Jesucristo. Pero no es así.

Hay una legión innumerable de personas que han vivido y muerto santamente y que están en el Paraíso, gozan de la visión beatifica y son recordadas  todas juntas en la fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre.

Se trata, podríamos decir, de los “soldados desconocidos” de la santidad, que,  están mas íntimamente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad,  ennoblecen el culto que ella ofrece a Dios aquí en la tierra y contribuyen de múltiples  maneras a su dilatada edificación. (Lumen gentium, 49)

La canonización declara la santidad de una persona sin establecer una comparación con la de quienes están en el cielo.

 ¿Quién puedc ser propuesto para una causa de canonización? Y cuando se puede iniciar el proceso?

 Cualquier católico puede ser el protagonista de una causa, con tal que haya ejercitado las virtudes cristianas en grado heroico y goce de fama de santidad después de su muerte. El grado heroico consiste en un comportamiento cristiano fuera de lo común, viviendo con prontitud de ánimo y con alegría las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y las cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y además - si es una persona consagrada -  la castidad, la pobreza y la obediencia. Lafama de santidad es la opinión generalizada que lleva a los fieles a venerarlo y a encomendarse a su intercesión. Para iniciar una causa es necesario esperar al menos cinco años desde la muerte del candidato. EL “actor” de  la causa – que puede ser una diócesis, una congregación religiosa, un grupo de fieles o incluso una persona física – para poder introducir formalmente la causa, tiene que dirigirse al obispo diocesano competente, y éste a su vez a la Congregación de las Causas de los santos para consultar si por parte de la Santa Sede hay algún obstáculo que se oponga a la causa.

¿Cuál es la diferencia practica entre la beatificación y la canonización, entre el beato y el santo?

 La beatificación es el primer paso en el camino hacia la definitiva canonización.

Con la beatificación se declara la santidad de la vida del beato y se permite el culto público en su honor en el ámbito limitado de una diócesis o de una institución eclesiástica (por ejemplo una congregación religiosa). La canonización es una declaración particularmente solemne de la santidad y prescribe el culto público de toda la Iglesia. Así pues, mientras la primera tiene una dimensión local y la segunda tiene una dimensión universal.  Tanto la beatificación como la canonización presuponen la demostración de la heroicidad de las virtudes practicadas por el beato o el santo.

 ¿Cuáles son las etapas que forman el proceso de una causa de beatificación?

 Las causas de beatificación tienen dos fases fundamentales: una diocesana y otra romana.

La primera consiste en la instrucción que el obispo competente lleva a cabo para recoger todos los escritos del siervo de Dios, los testimonios y los documentos relacionados con su vida, actividad y virtudes o martirio. A tal fin el obispo diocesano constituye un tribunal, presidido por él mismo o por un delegado suyo, y formado por un promotor de justicio y por un notario.

Los testigos llamados a declarar ocupan una importancia especial. La mayor parte de ellos s presentada por el postulador (que es, en un cierto sentido, el “abogado defensor” de la causa), pero el tribunal puede convocar otros ex officio.

Los testigos que establecen las Normae servandae, es decir las normas del proceso, tienen que ser oculares; a estos, si es necesario, se pueden añadir otros que han oído de quienes han visto, pero todos tienen que ser dignos de crédito. La sinceridad de los testigos es absolutamente necesaria y es por esto que cada uno de ellos tiene que confirmar con juramente cuanto ha declarado. Cuando un siervo de Dios pertenece a un Instituto de vida consagrada, una buena parte de los testigos - para que haya el máximo de objetividad y de perfección tiene que ser ajena  a dicho Instituto.

Con la reforma legislativa de 1983 los documentos han adquirido la debida dignidad.

La documentación relativa a la vida del siervo de Dios y a su causa de beatificación, por encargo formal del obispo diocesano, es recogida por algunos expertos en historia y archivística los cuales al final de su trabajo tienen que expresar su parecer acerca de la autenticidad y el valor de los documentos, así como su opinión sobre la personalidad del siervo de Dios, según lo que se deduce de los mismos documentos. Todos los actos del procedimiento instructorio diocesano, por último, se entregan a la Congregación de las Causas de los Santos que los examina, en varias y diferentes instancias, para comprobar la heroicidad de las virtudes, el martirio, los posibles milagros.

 

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