Primer panel: majestad de la
creación
El primer panel del tríptico
romano del Papa Juan Pablo II refleja la experiencia de la
creación, su belleza y su vida. La idea de las colinas boscosas y la
imagen aún más vívida de las aguas que fluyen hacia el valle, la "cascada
plateada, cayendo rítmicamente desde la montaña". Al respecto, me
vinieron a la mente varias frases escritas por Karol Wojtyla en 1976 cuando predicó
el retiro para Pablo VI y la Curia. Relató el caso de un físico con el que
había mantenido un largo debate, y al final de la misma le había dicho:
"desde el punto de vista de mi ciencia y su método soy ateo ...". Sin
embargo, en una carta, el mismo hombre escribió: "Cada vez que me
encuentro ante la majestuosidad de la naturaleza, de las montañas, siento que
ÉL existe". ¡Se puede hablar de dos formas diferentes de percibir la
naturaleza! Ciertamente, el primer panel del tríptico se detiene, casi tímidamente, en el umbral. El Papa todavía no habla
directamente de Dios. Pero reza, como se reza a un Dios aún desconocido. "Permíteme
mojar mis labios en agua de manantial, sentir su frescura, reviviendo la
frescura".
Con estas palabras busca su fuente
y recibe indicaciones: "Si quieres encontrar la fuente, tienes que subir,
contracorriente". En el primer verso de su meditación, dijo: "El
bosque ondulado desciende"; bosques y aguas han mostrado un
movimiento descendente. Su búsqueda de la fuente, sin embargo, lo obliga
ahora a trepar, a moverse a contracorriente.
Próximos paneles: el fin y el
comienzo, visión de Dios
Considero que esta es la clave
para la interpretación de los dos paneles siguientes. Efectivamente, nos
guían en la subida hacia arriba "contra corriente". La
peregrinación espiritual, realizada en este texto, conduce hacia el
"Principio". Al llegar, la verdadera sorpresa es que el
"comienzo" también revela el "final".
Quien conoce el origen ve también
el "dónde" y el "por qué" de todo el movimiento del
"ser", que se está convirtiendo, y exactamente así, también
perdurable: "Todo perdura, en un continuo devenir". El nombre de
la fuente que descubre el peregrino es sobre todo la "Palabra", según
las primeras palabras de la Biblia: "Dijo Dios", que Juan retoma y
reformula de manera inigualable en su Evangelio. "En el principio era
la Palabra". Sin embargo, la verdadera palabra clave que resume la
peregrinación en el segundo panel del Tríptico no es
"Palabra", sino visión y ver. La Palabra tiene rostro. La
Palabra, la fuente, es una visión. La creación, el universo, proviene de
una visión.
Y la persona humana proviene de
una visión. Y esta palabra clave lleva al Papa, mientras medita sobre
Miguel Ángel, a los frescos de la Capilla Sixtina, que le han llegado a ser tan
queridos.
En las imágenes del mundo, Miguel
Ángel discernió la visión de Dios: vio con la mirada creadora de Dios y, a
través de esta mirada, reprodujo en la pared, mediante atrevidos frescos, la
visión original de la que deriva toda la realidad. En Miguel Ángel lo que
nos ayuda a redescubrir la visión de Dios en las imágenes del mundo parece
materializarse de manera ejemplar lo que todos estamos destinados a disfrutar. El
Papa dice de Adán y Eva, que representan al ser humano en general, hombres y
mujeres: "Entonces ellos también se hicieron partícipes de esa mirada
...". Toda persona humana está llamada a "recuperar esa
mirada". El camino a la fuente es un camino que lleva a convertirse
en videntes: aprender de Dios a ver. Entonces aparecen el principio y el
final. Entonces la persona humana se vuelve justa.
(Presentación del Cardenal Joseph Ratzinger de la obra "Triptico Romano" del Papa Juan Pablo II - 6 de marzo de 2003)
No hay comentarios:
Publicar un comentario