Puer natus est nobis, filius datus
est nobis!
¡Qué misterio inescrutable esconde la humildad de este
Niño! Quisiéramos como tocarlo; quisiéramos abrazarlo.
Tú, María, que velas sobre tu Hijo omnipotente, danos
tus ojos para contemplarlo con fe: danos tu corazón para
adorarlo con amor.
En su sencillez, el Niño de Belén nos enseña a descubrir el
sentido auténtico de nuestra existencia; nos enseña a "llevar ya desde
ahora una vida sobria, honrada y religiosa" (Tt 2,12).
¡Oh Noche Santa y tan esperada, que has unido a Dios y al
hombre para siempre! Tú enciendes de nuevo la esperanza en nosotros. Tú nos
llenas de extasiado asombro. Tú nos aseguras el triunfo del amor sobre el odio,
de la vida sobre la muerte. Por eso permanecemos absortos y rezamos.
En el silencio esplendoroso de tu Navidad, tú, Emmanuel,
sigues hablándonos. Y nosotros estamos dispuestos a escucharte. Amén.
Permanezcamos en silencio y adorémosle!
FELIZ Y SANTA NAVIDAD A TODOS!!
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