Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 13 de agosto de 2021

La Asunción de Maria al cielo en alma y cuerpo



(Tiziano: Imagen de Wikipedia)

 "María es, oh Señor, consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra"

 (Prefacio de la Misa de la Asunción).

En la solemnidad de la Asunción de María Santísima al cielo, la Iglesia nos hace orar así en la liturgia de la Misa.

Entre los fieles, ya desde los primeros tiempos, ha estado siempre viva la fe en la real Asunción de María al cielo en alma y cuerpo, y en todas partes, al extenderse el mensaje del Evangelio, se ha impuesto la certeza de esta verdad. El día 15 de agosto se fijó como fiesta de la "Dormición" de María con un edicto del Emperador de Oriente, Mauricio (582-602) y, en Occidente, introdujo la fiesta, junto con otras conmemoraciones Marianas, el Papa Sergio I (687-701) en la misma fecha… fue Pío XII quien, el 1 de noviembre de 1950, definió esta verdad como "dogma de fe", divinamente revelado. El Concilio Vaticano II tomó plenamente la doctrina definida cuando afirma que "la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste y fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo" (Lumen gentium59).

  "Creemos, pues, con absoluta certeza que María Santísima, Madre de Cristo y Madre espiritual nuestra, está ya en el cielo y goza con Cristo, en alma y cuerpo, de la felicidad eterna de Dios. Nosotros, que aún peregrinamos por esta tierra luchando todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente el pecado" (Lumen gentium65), ¡elevemos nuestra mirada a María Asunta, para embargarnos de su luz, para escuchar su enseñanza, para confiar en su bondad, para imitar sus virtudes, en el empeño y en la esperanza de alcanzarla un día en su gloria!...”

  (delÁngelus del Papa Juan Pablo II  en laSolemnidad de la Asunción de la Virgen Maria el 15 de agosto de 1987)

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