(Tiziano: Imagen de Wikipedia)
"María es, oh Señor, consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra"
(Prefacio de la Misa de la Asunción).
En la solemnidad de la
Asunción de María Santísima al cielo, la Iglesia nos hace orar así en la
liturgia de la Misa.
Entre los fieles, ya desde
los primeros tiempos, ha estado siempre viva la fe en la real Asunción de María
al cielo en alma y cuerpo, y en todas partes, al extenderse el mensaje del
Evangelio, se ha impuesto la certeza de esta verdad. El día 15 de agosto se
fijó como fiesta de la "Dormición" de María con un edicto del
Emperador de Oriente, Mauricio (582-602) y, en Occidente, introdujo la fiesta,
junto con otras conmemoraciones Marianas, el Papa Sergio I (687-701) en la
misma fecha… fue Pío XII quien, el 1 de noviembre de 1950, definió esta verdad
como "dogma de fe", divinamente revelado. El Concilio Vaticano II
tomó plenamente la doctrina definida cuando afirma que "la Virgen
Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el
decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste y
fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase
de forma más plena a su Hijo" (Lumen gentium, 59).
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