Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 5 de agosto de 2021

Creer - Que es creer?

 


El miércoles 13 de marzo de 1985 el Papa Juan Pablo II dio comienzo a  una serie de diez catequesis sobre las profesiones de la fe, “simbolos de fe” , todas ellas fuertemente enraizadas en la Constitución dogmatica Dei Verbum   (Concilio Vaticano II)  los Concilios anteriores y,  naturalmente,  las Sagradas Escrituras  - “deposito inmutable de la Palabra de Dios” (Antiguo y Nuevo Testamento).  

En la primera de las “citas” explicaba  el significado de las profesiones de la fe cristiana, su antiquísimo origen y su “renovación” después del Concilio Vaticano II.  

“Los símbolos de fe son el principal punto de referencia para la presente catequesis. Pero ellos nos remiten al conjunto del "depósito de la Palabra de Dios", constituido por la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, del que son una síntesis conocida. Por esto, a través de las profesiones de fe nos proponemos remontarnos también nosotros a ese "depósito" inmutable, guiados por la interpretación que la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, ha dado de él en el curso de los siglos.”

En la segunda catequesis titulada    El hombre puede llegar con la razón al conocimiento de Dios”  el Papa, entre otros,  explicaba que  “Antes de pronunciar su "credo", el hombre posee ya algún concepto de Dios que obtiene con el esfuerzo de la propia inteligencia.

En la terceracatequesis que trataba sobre  "Dios que se revela es la fuente de la fe del cristiano",   Juan Pablo II, fiel discípulo del Concilio Vaticano II explicaba:    (…)  Nuestro punto de partida en la catequesis sobre Dios que se revela sigue el texto del Concilio Vaticano II: "Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9) : por Cristo, la palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina (cf. Ef 2, 18; 2 Pe 1, 4). En esta revelación, Dios invisible, movido por amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33, 11; Jn 15, 14-15), trata con ellos (cf. Bar 3, 38)para invitarlos y recibirlos en su compañía". (Dei Verbum, 2).

En la cuarta catequesis (Jesucristo es el cumplimiento definitivo del misterio de Dios que se revela) el Papa el Papa, citando  (Dei Verbum, 4). nos guia hacia el misterio de la Revelacion “La fe como respuesta del hombre a la palabra de la divina Revelación entró en la fase definitiva con a la venida de Cristo, cuando "al final" Dios "nos habló por medio de su Hijo" (Heb 1, 1-2)…. " Creer en sentido cristiano quiere decir acoger la definitiva auto-Revelación de Dios en Jesucristo, respondiendo a ella con un "abandono en Dios", del que Cristo mismo es fundamento, vivo ejemplo y mediador salvífico.

En la Audiencia Generalel 10 de abril de 1985  (quinta catequesis)  "Con la fe el hombre, ayudado por la gracia sobrenatural, responde de modo original a la “auto-revelación” de Dios"  … la fe es una respuesta particular del hombre a la Palabra de Dios que se revela a Sí mismo hasta la revelación definitiva en Jesucristo. .. "Abandonándose totalmente a Dios", como respuesta a su auto-revelación, el hombre participa en esta verdad. De tal participación toma origen una nueva vida sobrenatural, a la que Jesús llama "vida eterna" (Jn 17, 3) y que, con la Carta a los Hebreos, puede definirse "vida mediante la fe": "mi justo vivirá de la fe" (Heb 10, 38).

En la Audiencia General del 17 de abril de 1985  (sexta catequesis) Juan Pablo II continua explicando aquella “originalidad”, siempre respaldado por los documentos del Concilio Vaticano II :  (…) 1. Si la originalidad de la fe consiste en el carácter de conocimiento esencialmente sobrenatural, que le proviene de la gracia de Dios y de los dones del Espíritu Santo, igualmente se debe afirmar que la fe posee una originalidad auténticamente humana. En efecto, encontramos en ella todas las características de la convicción racional y razonable sobre la verdad contenida en la divina Revelación. Esta convicción —o sea, certeza— corresponde perfectamente a la dignidad de la persona como ser racional y libre. Sobre este problema es muy iluminadora, entre los documentos del Concilio Vaticano II, la Declaración sobre la libertad religiosa que comienza con las palabras: "Dignitatis humanae 

En la séptima catequesis, siempre enraizada en el Concilio Vaticano II habla de la La transmisión de la Revelación divina  del “sagrado deposito” , del que la Iglesia toma comunicándonos sus contenidos.  Como dice el Concilio Vaticano II: "Esta Sagrada Tradición con la Sagrada Escritura de ambos Testamentos, son el espejo en el que la Iglesia peregrina contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta el día en que llegue a verlo cara a cara, como El es (cf. 1 Jn 3, 2)" (Dei Verbum , 7).

En la octava catequesis "La inspiración divina de la Sagrada Escritura y su interpretación", respaldado nuevamente en la Constitucion conciliar  Dei Verbum;  nos recuerda el significado de"creer". Creer de modo cristiano significa precisamente: ser introducidos por el Espíritu Santo en la verdad plena de la divina Revelación. Quiere decir: ser una comunidad de fieles abiertos a la Palabra del Evangelio de Cristo. Una y otra cosa son posibles en cada generación, porque la viva transmisión de la divina Revelación, contenida en la tradición y la Sagrada Escritura, perdura íntegra en la Iglesia, gracias al servicio especial del Magisterio, en armonía con el sentido sobrenatural del Pueblo de Dios.

Enla novena Juan Pablo II,  nos aclara  que :    La Constitución conciliar explica así la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento: "Dios es el autor que inspira los libros de ambos Testamentos, de modo que el Antiguo encubriera el Nuevo, y el Nuevo descubriera el Antiguo" (según las palabras de San Agustín: "Novum in Vetere latet, Vetus in Novo patet."). "Pues, aunque Cristo estableció con su sangre la Nueva Alianza (cf. Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25), los libros íntegros del Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento (cf. Mt 5, 17; Lc 24, 27; Rom 16, 25-26; 2 Cor 3, 14-16) y a su vez lo iluminan y lo explican" (Dei Verbum, 16).

La decima habla del contenido del Nuevo testamento  y concluye esta serie de catequesis diciendo:  Creer de modo cristiano significa aceptar la auto-revelación de Dios en Jesucristo, que constituye el contenido esencial del Nuevo Testamento. Nos dice el Concilio: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos (cf. Gal 4, 4), la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros llena de gracia y de verdad (cf. Jn 1, 14). Cristo estableció en la tierra el reino de Dios, se manifestó a Si mismo y a su Padre con obras y palabras, llevó a cabo su obra muriendo, resucitando y enviando al Espíritu Santo. Levantado de la tierra, atrae todos hacia Sí (cf. Jn 12, 32), pues es el único que posee palabras de vida eterna" (cf. Jn 6, 68) (Dei Verbum, 17). "De esto dan testimonio divino y perenne los escritos del Nuevo Testamento" (Dei Verbum, 17). Y por lo mismo constituyen un particular apoyo para nuestra fe.

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