Se cumplen hoy 75 años de la ordenación sacerdotal
de Karol Wojtyla / Papa Juan Pablo II. Que mejor que recordar sus propias
palabras de aquel día tan especial en su vida y en la vida de la Iglesia polaca
y el mundo todo:
“Mi
ordenación tuvo lugar en un día insólito para este tipo de celebraciones: fue
el 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, cuando la liturgia de la
Iglesia se dedica totalmente a celebrar el misterio de la comunión de los
Santos y se prepara a conmemorar a los fieles difuntos. El Arzobispo eligió ese
día porque yo debía partir hacia Roma para proseguir los estudios. Fui ordenado
sólo, en la capilla privada de los Arzobispos de Cracovia. Mis compañeros
serían ordenados el año siguiente, en el Domingo de Ramos.
Había
sido ordenado subdiácono y diácono en octubre. Fue un lunes de intensa oración,
marcado por los Ejercicios Espirituales con los que me preparé a recibir las
Ordenes Sagradas: seis días de Ejercicios antes del subdiaconado, y después
tres y seis días antes del diaconado y del presbiterado respectivamente. Los
últimos Ejercicios los hice solo en la capilla del seminario. El día de Todos
los Santos me presenté por la mañana en la residencia de los Arzobispos de
Cracovia, en la calle Franciszkanska 3, para recibir la Ordenación sacerdotal.
Asistieron a la ceremonia un pequeño grupo de parientes y amigos.
El
lugar de mi Ordenación, como he dicho, fue la capilla privada de los Arzobispos
de Cracovia. Recuerdo que durante la ocupación iba allí con frecuencia por la
mañana para ayudar en la Santa Misa al Príncipe Metropolitano. Recuerdo también
que durante un cierto período venía conmigo otro seminarista clandestino, Jerzy
Zachuta. Un día él no se presentó. Cuando después de la Misa fui a su casa, en
Ludwinów, en Debniki, supe que durante la noche había sido detenido por la
Gestapo. Inmediatamente después, su apellido apareció en la lista de polacos
destinados a ser fusilados. Habiendo sido ordenado en aquella misma capilla que
nos había visto juntos tantas veces, recordaba a este hermano en la vocación
sacerdotal al cual Cristo había unido de otro modo al misterio de su muerte y
resurrección.
Me
veo así, en aquella capilla durante el canto del Veni,
Creator Spiritus y
de las Letanías de los Santos, mientras, extendido en forma de Cruz en el
suelo, esperaba el momento de la imposición de las manos. ¡Un momento
emocionante! Después he tenido ocasión de presidir como Obispo y como Papa este
rito. Hay algo de impresionante en la postración de los ordenandos: es el
símbolo de su total sumisión ante la majestad de Dios y a la vez de su total
disponibilidad a la acción del Espíritu Santo, que desciende sobre ellos como
artífice de su consagración. Veni, Creator Spiritus, mentes
tuorum visita, imple superna gratia quae Tu creasti pectora. Al igual que
en la Santa Misa el Espíritu Santo es el autor de la transubstanciación del pan
y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, así en el sacramento del Orden
es el artífice de la consagración sacerdotal o episcopal. El obispo, que
confiere el sacramento del Orden, es el dispensador humano del misterio divino.
La imposición de las manos es continuación del gesto ya practicado en la
Iglesia primitiva para indicar el don del Espíritu Santo en vista de una misión
determinada (cf. Hch 6, 6;
8, 17; 13, 3). Pablo lo utiliza con su discípulo Timoteo (cf. 2
Tm 1,
6; 1
Tm 4,
14.) y el gesto queda en la Iglesia (cf. 1 Tm5, 22) como signo eficaz de la
presencia operante del Espíritu Santo en el sacramento del Orden.
Quien
se dispone a recibir la sagrada Ordenación se postra totalmente y apoya la
frente sobre el suelo del templo, manifestando así su completa disponibilidad
para asumir el ministerio que le es confiado. Este rito ha marcado
profundamente mi existencia sacerdotal. Años más tarde, en la Basílica de San
Pedro -estábamos al principio del Concilio- recordando el momento de la
Ordenación sacerdotal, escribí una poesía de la cual quiero citar aquí un
fragmento.
"Eres
tú, Pedro. Quieres ser aquí el Suelo sobre el que caminan los otros... para
llegar allá donde guías sus pasos...Quieres ser Aquél que sostiene los pasos,
como la roca sostiene el caminar ruidoso de un rebaño: Roca es también el suelo
de un templo gigantesco. Y el pasto es la Cruz''
(Iglesia:
Los Pastores y las Fuentes. Basílica de San Pedro, otoño de 1962: 11.X -
8.XII, El
Suelo)
Al
escribir estas palabras pensaba tanto en Pedro como en toda la realidad del
sacerdocio ministerial, tratando de subrayar el profundo significado de esta
postración litúrgica. En ese yacer por tierra en forma de Cruz antes de la
Ordenación, acogiendo en la propia vida -como Pedro- la Cruz de Cristo y
haciéndose con el Apóstol "suelo" para los hermanos, está el sentido
más profundo de toda la espiritualidad sacerdotal.
(Fuente: Juan Pablo II: Don y Misterio)
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