Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 18 de noviembre de 2021

Juan Pablo II en Eslovenia por 2da vez - beatificación obispo Slomšek – Recuerdos imborrables

 



 El 19 de septiembre de 1999 todos los caminos de Eslovenia y países vecinos llevaban a la explanada de Betnava en Maribor, donde el Santo Padre Juan Pablo II, beatificaría al “primer hijo de la nación eslovena en ser elevado a la gloria de los altares”. La visita fue muy breve: tan sólo un día, pero toda Eslovenia era una fiesta.

Habían pasado tres años de su primera visita en 1996. “La santidad es la única fuerza que vence al mundo” nos había dicho entonces. Ahora venía a presentarnos un modelo de santidad esloveno, el obispo Anton Martin Slomšek, “un sarmiento que dio frutos abundantes de santidad cristiana, de singular riqueza cultural y de notable amor a la patria”. “En el nuevo beato – decía Juan Pablo II en su homilía - resplandecen, ante todo, los valores de la santidad cristiana. Siguiendo las huellas de Cristo, se hizo buen samaritano del pueblo esloveno … fiel y dócil a la Iglesia,  profundamente abierto al ecumenismo,  y en Europa central fue uno de los primeros en trabajar por la unidad de los cristianos”.


Habíamos salido muy temprano de Ljubljana (alrededor de las 5 am) hacia la plaza donde nos esperaba el bus. Todavía era de noche oscura con lluvia. Aunque veníamos equipadas íbamos pensando cómo nos ubicaríamos allí (porque todos teníamos lugares predestinados) en medio del predio, la lluvia y el barro del parque. Las parroquias organizaban logística y la distribución de  agregados (una banqueta de cartón plegable, agua y  banderines). Todo el viaje en lluvia casi hasta  Maribor si bien llegando había  amainado la lluvia.  Allí  organizados,   encolumnados en un carril (el otro quedaba para los automóviles de invitados),  entre cantos y rezos,  íbamos moviéndonos lentamente,  como ondulantes ríos,  hacia nuestros respectivos lugares .

De repente sucedió algo.  Se detiene un auto,  sorprendidas escuchamos “vamos rápido suban!!”  Era un amigo (parte del gobierno en ese momento) de mi cuñado con su esposa. “Vamos suban, venimos sin  hijos”. Una de las hijas se había quedado en casa, la otra cantaba en el coro y ya estaba en el lugar,  y el hijo dedicado desde temprano como auxiliar de la  organización de los invitados. Había sucedido un pequeño milagro (que ya comente en otro post) : ya no nos harían falta las banquetas plegables y nos esperaba la tercer fila de los invitados, (en sillas por supuesto) un regalo del cielo. Hasta el dia de hoy me cuesta comprenderlo. En primer fila el presidente y su esposa, en la segunda su ministro con la esposa y detrás de ellos los asientos destinados a sus hijos que ocupamos nosotras.   Detrás nuestro el Ministro de Finanzas y una fila más atrás quien es hoy el Primer Ministro de Eslovenia!




Todo tan  cerca!! El altar, el coro, los invitados importantes y la gran pantalla donde pudimos ver la  llegada del Santo Padre; al tiempo que se abría la escotilla del avión se partían las nubes y aparecía el sol. El  maravilloso y tradicional repique de campanas, era acompañado, allí en el prado, por las voces de 2500 integrantes de coros de toda Eslovenia, que bajo la batuta del profesor Joze Trost de Ljubljana, entonaban el majestuoso “Jubilate Deo”; luego seguirían “Tu eres Pedro, la Piedra” “Este es el día que hizo el Señor” y “Maria, madre amada” dando comienzo a la solemne ceremonia con la participación de unos 200.000 fieles, entre ellos 800 sacerdotes, 55 arzobispos y obispos, 3 cardenales, 800 religiosas, 2100 monaguillos, 2000 scouts, 1500 inválidos, 800 catecúmenos, 320 auxiliares, 1600 invitados especiales.



Había llegado el tan esperado momento y el obispo de Maribor Franc Kramberger solicitaba al Santo Padre, en nombre de todo el pueblo esloveno, que proclamase beato al obispo Slomsek. Pronto se correría el velo y veríamos el  gran cuadro completo.

“Seguid las huellas de este compatriota vuestro, íntegro y generoso, que anhelaba conocer la voluntad de Dios y cumplirla a toda costa. Su firmeza interior y su optimismo evangélico estaban arraigados en una sólida fe en la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre el mal.” nos decía el Santo Padre en su homilía. “Sed constructores de paz también dentro de Europa. El proceso de unificación, en el que el continente está comprometido, no puede basarse sólo en intereses económicos; también debe encontrar inspiración en los valores cristianos, en los que se arraigan sus raíces más antiguas y auténticas. Una Europa atenta al hombre y al pleno respeto de sus derechos es la meta a la que hay que dirigir los esfuerzos. Ojalá que la vieja Europa transmita a las nuevas generaciones la antorcha de la civilización humana y cristiana, que iluminó los pasos de sus antepasados durante el milenio que está a punto de concluir”

Durante la Eucaristía no puedo olvidar el momento de la comunión. Estuve por escapar y tratar de recibirla del mismo Juan Pablo II pero me detuvieron allí mismo en mi fila diciendo que no me dejarían pasar. Que hubiera ocurrido si lo intentaba? Nunca lo sabre!

En el Ángelus el Santo Padre recordaba los tres santuarios marianos más celebres de Eslovenia : Monte Santo, Brezje y Ptujska Gora y por la tarde, en el encuentro con los sacerdotes, religiosos y laicos en la catedral de Maribor, donde descansan los restos mortales del venerado obispo y nuevo beato Antón Martin Slomsek, el Santo Padre recordaba otras “personas que en este pueblo esloveno se han distinguido por sus virtudes… por ejemplo, los obispos Friderik Baraga, Janez Gnidovec y Anton Vovk; en el padre Vendelin Vosnjak; y en el joven Lojze Grozde”.

Después de rezar en la capilla de la Catedral ante los restos del nuevo beato el Santo Padre dirigió un mensaje a los 340 delegados del Sínodo de obispos, concluyendo este viaje apostólico tan breve, pero tan intenso ese mismo día.



El Obispo de Maribor Franc Kramberger lo despedía con un sincero y sencillo saludo esloveno “Santo Padre, a Dios gracias por todo lo que hemos vivido hoy junto a Usted y con Usted”


Juan Pablo II Eslovenia nunca lo olvidará!


Y nosotras tampoco. Había sido un día  pleno, magnifico, majestuoso, único,  que quedara grabado para siempre. Un verdadero cántico del Salmo 118:24- “Este es el dia que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en  él”.


Invito ver mis entradas anteriores
Primer visita de Juan Pablo II a Eslovenia
Visita del primer ministro de Eslovenia al santo Padre Benedicto XVI


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