Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 16 de febrero de 2022

Marco Frisina: el artista, buscador del rostro de Dios.

 


No todos están llamados a ser artistas en el sentido especifico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra (Juan Pablo II, Carta a los Artistas, n2)  

El arte y la belleza son los medios que ha escogido el Señor para elevar al hombre sobre si mismo y como en magnifico vuelo impulsarlo hacia Dios. Son las alas que Dios ha querido donar a los hombres a fin de que las usen para alzarse por encima de las miserias y de las vulgaridades del mundo hacia las cosas más altas, grandes, a la medida de la imagen de Dios, que el hombre alberga n la intimidad de su corazón.  Y precisamente esa imagen de Dios, que el hombre lleva en el corazón, lo empuja a la búsqueda del rostro de Dios, al origen del cual proviene, para utilizar un término caro al papa Juan Pablo II en su poema Tríptico romano.   El artista es, por vocación, un buscador del rostro de Dios, una especie de explorador que parte hacia lugares lejanos para luego retornar y por medio de sus obras, compartir con sus amigos las bellezas descubiertas.  Juan Pablo II siempre pregonó, sin reservas, su coproiso con esta vocación. No solamente como poeta y artistas, sino también, y quizás sobre todas las cosas, como enamorado de Cristo y de la Iglesia, como un apasionado por el hombre y su dignidad. Su pontificado se asemeja mucho a la vida apasionada de un artista que halló en el Evangelio el mensaje más bello de anunciar, y en Cristo el rostro más bello a ser contemplado, amado y dado a conocer.

 Para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tiene necesidad del arte. En efecto, debe hacer perceptible, más aun, fascinante en lo posible, el mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios.  Debe por tanto acuñar en fórmulas significativas lo que en si mismo es inefable. (Juan Pablo II, Carta a los Artistas, n. 12)

 Juan Pablo II ha plasmado en su propia vida, en sus palabras, en sus gestos, aquella obra maestra de la que hablaba en Carta a los Artistas. Y nos urgió a tomar conciencia de la grandeza de la vida cristiana, de su “alta medida”. La banalidad y la fealdad de la vida en pecado, de toda la vida proclive a la bajeza, no es vida cristiana. El Evangelio siempre nos llama a mirar a “las cosas de arriba” (Col. 3) y a convertirnos en conocedores y fieles frecuentadores de la belleza, que encuentra su punto culminante en el rostro de Cristo. Allí el Creador ha reunido toda la belleza y el esplendor.

 La belleza es la clave del misterio y la llamada a lo trascendente. Es u na invitación a gustar la vida y a soñar el futuro. Por eso la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un enamorado de la belleza como san Agustín ha sabido interpretar de manera inigualable: «tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé»  (Juan Pablo II Carta a los Artistas n. 16)

 Todos nosotros, artistas y cristianos tenemos el deber de transitar este camino de fe y contemplación para ofrecer un servicio enamorado a Cristo ya a los hermanos por los senderos de la belleza, a la búsqueda, con los hombres y por los hombres, del rostro de Cristo.

 Os deseo, artistas del mundo, que vuestros múltiples caminos conduzcan a todos hacia aquel océano infinito de belleza, en el que el asombro se convierte en admiración, embriaguez, gozo indecible. Que el misterio de Cristo resucitado, con cuya contemplación exulta en estos días la Iglesia, os inspire y oriente. Que os acompañe la Santísima Virgen, la «tota pulchra» que innumerables artistas han plasmado y que le gran Dante contempla en el fulgor del Paraíso como «belleza que alegraba los ojos de todos los otros santos»  (Juan Pablo II Carta los Artistas, n. 16)

 

Mons. Marco Frisina

(Editorial de Totus Tuus, Nro 9 septiembre 2007)

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