La Iglesia
eslovena celebra hoy la memoria litúrgica del Beato Anton Martin Slomsek y
recuerda aquellos inolvidables momentos del 19 de septiembre de 1999
cuando el Papa Juan Pablo II, en emotiva ceremonia, lo
proclamaba beato en la ciudad de Maribor, Eslovenia. El Obispo Anton Martin
Slomsek, era entonces el primer hijo de la nación eslovena en ser elevado
a la gloria de los altares. (El 13 de junio de 2010 sería proclamado beato
el mártir
Alojzij Grozde)
El 19 de septiembre de 1999 todos los caminos de Eslovenia y países vecinos llevaban a la explanada de Betnava en Maribor, donde el Santo Padre Juan Pablo II, beatificaría al “primer hijo de la nación eslovena en ser elevado a la gloria de los altares”. La visita fue muy breve: tan sólo un día, pero toda Eslovenia era una fiesta.
Habían pasado tres años de su primera visita en 1996. “La santidad es la única fuerza que vence al mundo” nos había dicho entonces.
Ahora venía a presentarnos un modelo de santidad esloveno, el obispo Anton Martin Slomšek, “un sarmiento que dio frutos abundantes de santidad cristiana, de singular riqueza cultural y de notable amor a la patria”. “En el nuevo beato – decía Juan Pablo II en su homilía - resplandecen, ante todo, los valores de la santidad cristiana. Siguiendo las huellas de Cristo, se hizo buen samaritano del pueblo esloveno … fiel y dócil a la Iglesia, profundamente abierto al ecumenismo, y en Europa central fue uno de los primeros en trabajar por la unidad de los cristianos”.
Habíamos salido muy temprano de Ljubljana (alrededor de las 5 am) hacia la
plaza donde nos esperaba el bus. Todavía era de noche oscura, con fuerte lluvia.
Aunque veníamos equipadas íbamos pensando cómo nos ubicaríamos allí (porque
todos teníamos lugares predestinados) en medio del predio, la lluvia y el barro
del parque. Las parroquias se encargaban de la logística, incluida la
distribución de agregados (una banqueta de cartón plegable, agua
y banderines).
Lluvia durante todo el viaje casi
hasta Maribor, si bien llegando había amainado un poco . Allí organizados, encolumnados
sobre un carril (el otro quedaba libre para los automóviles de
invitados), entre cantos y rezos, íbamos moviéndonos
lentamente, como ondulantes ríos, hacia nuestros
respectivos lugares . De repente sucedió algo. Se detiene un
auto, sorprendidas escuchamos “vamos rápido suban!!” Era
un amigo (parte del gobierno en ese momento ) de mi cuñado con su esposa. “Vamos
suban, venimos sin hijos”. Una de las hijas se había quedado en
casa, la otra cantaba en el coro y ya estaba en el lugar, y el hijo
dedicado desde temprano como auxiliar de la organización de los
invitados. Había sucedido un pequeño milagro (que ya comente en otro post) : ya
no nos harían falta las banquetas plegables y nos esperaba la tercer fila de
los invitados, (en sillas por supuesto) un regalo del cielo. Hasta el dia de
hoy me cuesta comprenderlo. En primer fila el Presidente Kučan y su esposa, en la
segunda su ministro (*) con la esposa y detrás de ellos los asientos destinados a
sus hijos que ocupamos nosotras. Detrás nuestro el Ministro de
Finanzas y una fila más atrás quien después sería Primer Ministro de Eslovenia,
Janez Janša!
Todo tan cerca!! El altar, el coro, los invitados importantes y la gran pantalla donde pudimos ver la llegada del Santo Padre y esos increíbles momentos cuando se abría la escotilla del avión, se partían las nubes y aparecía el sol.
El maravilloso y tradicional repique de campanas, era acompañado,
allí en el prado, por las voces de 2500 integrantes de coros de toda Eslovenia,
que bajo la batuta del profesor Joze Trost de Ljubljana, entonaban el
majestuoso “Jubilate Deo”; luego seguirían “Tu eres Pedro, la Piedra” “Este es
el día que hizo el Señor” y “Maria, madre amada” dando comienzo a la solemne
ceremonia con la participación de unos 200.000 fieles, entre ellos 800
sacerdotes, 55 arzobispos y obispos, 3 cardenales, 800 religiosas, 2100
monaguillos, 2000 scouts, 1500 inválidos, 800 catecúmenos, 320 auxiliares, 1600
invitados especiales.
Había llegado el tan esperado momento y el obispo de Maribor Franc Kramberger solicitaba al Santo Padre, en nombre de todo el pueblo esloveno, que proclamase beato al obispo Slomsek. Pronto se correría el velo y veríamos el gran cuadro completo.
“Seguid las huellas de este
compatriota vuestro, íntegro y generoso, que anhelaba conocer la voluntad de
Dios y cumplirla a toda costa. Su firmeza interior y su optimismo evangélico
estaban arraigados en una sólida fe en la victoria de Cristo sobre el pecado y
sobre el mal.” nos decía el Santo Padre en su homilía. “Sed constructores de
paz también dentro de Europa. El proceso de unificación, en el que el
continente está comprometido, no puede basarse sólo en intereses económicos;
también debe encontrar inspiración en los valores cristianos, en los que se
arraigan sus raíces más antiguas y auténticas. Una Europa atenta al hombre y al
pleno respeto de sus derechos es la meta a la que hay que dirigir los
esfuerzos. Ojalá que la vieja Europa transmita a las nuevas generaciones la
antorcha de la civilización humana y cristiana, que iluminó los pasos de sus
antepasados durante el milenio que está a punto de concluir”
Durante la Eucaristía no puedo olvidar el momento de la comunión. Estuve por escapar y tratar de recibirla del mismo Juan Pablo II pero me detuvieron allí mismo en mi fila diciendo que no me dejarían pasar. Que hubiera ocurrido si lo intentaba? Nunca lo sabre!
En el Ángelus el Santo Padre recordaba los tres santuarios marianos más celebres de Eslovenia : Monte Santo, Brezje y Ptujska Gora y por la tarde, en el encuentro con los sacerdotes, religiosos y laicos en la catedral de Maribor, donde descansan los restos mortales del venerado obispo y nuevo beato Antón Martin Slomsek, el Santo Padre recordaba otras “personas que en este pueblo esloveno se han distinguido por sus virtudes… por ejemplo, los obispos Friderik Baraga, Janez Gnidovec y Anton Vovk; en el padre Vendelin Vosnjak; y en el joven Lojze Grozde”.
Después de rezar en la capilla de la Catedral ante los restos del nuevo beato
el Santo Padre dirigió un mensaje a los 340 delegados del Sínodo de obispos,
concluyendo este viaje apostólico tan breve, pero tan intenso ese mismo día.
El Obispo de Maribor Franc Kramberger lo despedía con un sincero y sencillo saludo esloveno “Santo Padre, a Dios gracias por todo lo que hemos vivido hoy junto a Usted y con Usted”
Juan Pablo II Eslovenia nunca lo olvidará!
Y nosotras tampoco. Había sido un día pleno, magnifico, majestuoso, único, que quedara grabado para siempre. Un verdadero cántico del Salmo 118:24- “Este es el dia que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él”.
(*) Lojze
Peterle, quien en mayo de 1990 fue Presidente del primer gobierno elegido democráticamente
– coalición DEMOS – un año antes elegido
presidente del nuevo partido de la democracia cristiana SKD, los años 1993-1994
vicepresidente de gobierno y canciller y canciller también en 2000 y diutado y
miembro de la UE durante años.
Invito ver entradas anteriores Juan Pablo II visita Eslovenia 1996
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