Hoy
hace diez años que terminaba su peregrinación en la tierra nuestro querido Juan
Pablo II. Recuerdo vivamente aquellos
momentos de tensión, emoción y profunda comunión con quienes velaban en la
plaza San Pedro y quienes hicieron largas filas para decirle un brevísimo último
adiós. Hubo quienes se les permitió arrodillarse unos minutos allí cerca donde yacía
nuestro santo padre y amigo; los demás estuvimos pegados a la pantalla del
televisor durante horas para no perdernos minuto. Algo ocurrió en mi vida en
aquellos momentos, mi corazón dio un vuelco transformando mi vida. No dudé que no
podría dejar de visitarlo aunque fuese días más tarde ya ante su tumba allí en
la cripta de la Basílica de San Pedro para revivir allí mi historia relacionadacon su memoria.
Siguiendo
el calendario litúrgico mañana recordamos el último viernes santo que abrazabaesa cruz que tanto había adorado y amado este gran papa mariano.
Fue
a su amigo y asesor teológico el cardenal Joseph Ratzinger a quien le tocó
presidir la ceremonia de la Misa de exequias. Aquel a quien le había dicho “No
es preciso que escriba la carta, pues yo quiero seguir teniéndolo conmigo hasta
el final” aquel quien luego le sucediera en la Sede de Pedro y no solo se quedó sino que lo sucedió!
Ensu homilía el Cardenal Ratzinger expresaba: “Ninguno
de nosotros podrá olvidar como en el último domingo de Pascua de su vida, el
Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se asomó una vez más a la ventana del Palacio
Apostólico Vaticano y dio la bendición Urbi
et Orbi por última vez. Podemos
estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del
Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendíganos, Santo Padre.”
Hay
mucho en este blog de mis viajes. Hoy después de 10 años de mi primer visita a
la tumba de Juan Pablo II solo quiero agradecer a Dios por todo!
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