A las 13.45 del 25 de enero de 1979 el Papa Juan Pablo II
besa por primera vez estas tierras y lo hacia en la Republica
Dominicana, su puerta de entrada a “este pedazo de tierra americana”, con
ocasión de la Visita
pastoral a este país, México y Bahamas.
Transcribo un trozo del discurso que el Papa Juan Pablo II
ofreciera durante la ceremonia de bienvenida al Presidente de la República
Dominicana a su llegada :
“Me trae a estas tierras un acontecimiento de grandísima
importancia eclesial. Llego a un continente donde la Iglesia ha ido dejando
huellas profundas, que penetran muy adentro en la historia y carácter de cada
pueblo. Vengo a esta porción viva eclesial, la más numerosa, parte vital para
el futuro de la Iglesia católica, que entre hermosas realizaciones no exentas
de sombras, entre dificultades y sacrificios, da testimonio de Cristo y quiere
hoy responder al reto del momento actual, proponiendo una luz de esperanza,
para el aquí y para el más allá, a través de su obra de anuncio de la Buena
Nueva, que se concreta en el Cristo Salvador, Hijo de Dios y Hermano mayor de
los hombres.
[…]
Y puesto que la visita del Papa quiere ser una empresa de
evangelización, he deseado llegar aquí siguiendo la ruta que, al momento del
descubrimiento del continente, trazaron los primeros evangelizadores. Aquellos
religiosos que vinieron a anunciar a Cristo Salvador, a defender la dignidad de
los indígenas, a proclamar sus derechos inviolables, a favorecer su promoción
integral, a enseñar la hermandad como hombres y como hijos del mismo Señor y
Padre, Dios.”
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