Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).
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lunes, 29 de agosto de 2022

Oracion de Juan Pablo II a la “Morenita” de Guadalupe

 


(primera parte  de la oración – oración completa

¡Oh Virgen Inmaculada
Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas
tu clemencia y tu compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso,
a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,
te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.
Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,
nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya que todo lo que tenemos y somos lo ponernos bajo tu cuidado,
Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia:
no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas,
te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

México, enero de 1979.

 

 

viernes, 29 de abril de 2016

Esfuerzo evangelizador en la "Iglesia doméstica"

“La salvaguardia, promoción, santificación y proyección apostólica de la vida familiar deben contar a los laicos católicos entre sus agentes más decididos y coherentes. Célula básica del tejido social, considerada por el Concilio Vaticano II como “Iglesia doméstica”, exige un esfuerzo evangelizador, para potenciar sus factores de crecimiento humano y cristiano y superar los obstáculos que atentan contra su integridad y finalidades.”

VIAJE A LA REPÚBLICA DOMINICANA,MÉXICO Y BAHAMAS (del discurso del Santo Padre Juan Pablo II a las organizaciones católicas nacionales de México - Ciudad de México Lunes 29 de enero de 1979)

La dignidad del trabajador de campo



“El mundo deprimido del campo, el trabajador que con su sudor riega también su desconsuelo, no puede esperar más a que se reconozca plena y eficazmente su dignidad no inferior a la de cualquier otro sector social. Tiene derecho a que se le respete, a que no se le prive –con maniobras que a veces equivalen a verdaderos despojos– de lo poco que tiene; a que no se impida su aspiración a ser parte en su propia elevación. Tiene derecho a que se le quiten las barreras de explotación, hechas frecuentemente de egoísmos intolerables y contra los que se estrellan sus mejores esfuerzos de promoción. Tiene derecho a la ayuda eficaz –que no es limosna ni migajas de justicia– para que tenga acceso al desarrollo que su dignidad de hombre y de hijo de Dios merece.”


sábado, 5 de marzo de 2016

Profesar públicamente la fe

“…todos los fieles, en virtud del propio bautismo y del sacramento de la confirmación, tienen que profesar públicamente la fe recibida de Dios por medio de la Iglesia, difundirla y defenderla como verdaderos testigos de Cristo (cf. Lumen gentium, 11). O sea, están llamados a la evangelización, que es un deber fundamental de todos los miembros del Pueblo de Dios (cf. Ad gentes, 35), tengan o no tengan particulares funciones vinculadas más íntimamente con los deberes de los Pastores (Apostolicam Actuositatem, 24)”


Ser maestros de la verdad

“Como Pastores tenéis la viva conciencia de que vuestro deber principal es el de ser maestros de la verdad. No de una verdad humana y racional, sino de la Verdad que viene de Dios; que trae consigo el principio de la auténtica liberación del hombre: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 32); esa verdad que es la única en ofrecer una base sólida para una “praxis” adecuada.”

[…]

De vosotros, Pastores, los fieles de vuestros países esperan y reclaman ante todo una cuidadosa y celosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo. Esta se encuentra en el centro de la evangelización y constituye su contenido esencial: “No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios” (ib., 22).

[…]

Maestros de la verdad, se espera de vosotros que proclaméis sin cesar, y con especial vigor en esta circunstancia, la verdad sobre la misión de la Iglesia, objeto del Credo que profesamos, y campo imprescindible y fundamental de nuestra fidelidad. El Señor la instituyó como comunidad de vida, de caridad, de verdad (cf. Lumen gentium, 9) y como cuerpo, pléroma y sacramento de Cristo en quien habita toda la plenitud de la divinidad (cf. ib., 7).

VIAJE A LA REPÚBLICA DOMINICANA, MÉXICO Y BAHAMAS (del Discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la inauguración de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano - Puebla, MéxicoDomingo 28 de enero de 1979)


1979, Mexico, Bahamas, verdad, Republica Dominicana

Fidelidad en la unidad

“Pidamos, hermanos, al Señor Jesús que El nos dé la fidelidad a El, la fidelidad en la unidad que ha querido para nosotros, para que el mundo crea.”

(del discurso del Papa Juan Pablo II a los participantes en un encuentro ecuménico – Puebla, México Domingo 28 de enero de 1979)



jueves, 7 de enero de 2016

Desde México a todas las familias de Latinoamérica

“Para cada familia en particular el Papa quisiera poder decir una palabra de aliento y de esperanza. Vosotras, familias que podéis disfrutar del bienestar, no os cerréis dentro de vuestra felicidad; abríos a los otros para repartir lo que os sobra y a otros les falta. Familias oprimidas por la pobreza, no os desaniméis y, sin tener el lujo por ideal, ni la riqueza como principio de felicidad, buscad con la ayuda de todos superar los pesos difíciles en la espera de días mejores. Familias visitadas y angustiadas por el dolor físico o moral, probadas por la enfermedad o la miseria, no acrecentéis a tales sufrimientos la amargura o la desesperación, sino sabed amortiguar el dolor con la esperanza.

El ser humano no se agota en la sola dimensión terrestre

“Habéis elegido como método de vida el seguimiento de unos valores que no son los meramente humanos, aunque también éstos debéis estimar en su justa medida. Habéis optado por el servicio a los demás por amor de Dios. No olvidéis nunca que el ser humano no se agota en la sola dimensión terrestre. Vosotras, como profesionales de la fe y expertas en el sublime conocimiento de Cristo (cf. Flp 3, 8), abridles a la llamada y dimensión de eternidad en la que vosotras mismas debéis vivir.”

jueves, 3 de septiembre de 2015

Virgo fidelis, Virgen fiel


“De entre tantos títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de los siglos, por el amor filial de los cristianos, hay uno de profundísimo significado: Virgo fidelis, Virgen fiel. ¿Qué significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son las dimensiones de esa fidelidad?
La primera dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando, con amor se puso a buscar el sentido profundo del designio de Dios en Ella y para el mundo. “ Quomodo fiet?: ¿Cómo sucederá esto? ”, preguntaba Ella al Ángel de la Anunciación. Ya en el Antiguo Testamento el sentido de esta búsqueda se traduce en una expresión de rara belleza y extraordinario contenido espiritual: “buscar el rostro del Señor”. No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa búsqueda; si no se encontrara en el corazón del hombre una pregunta, para la cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es la respuesta.
La segunda dimensión de la fidelidad se llama acogida, aceptación. El quomodo fiet se transforma, en los labios de María, en un fiat. Que se haga, estoy pronta, acepto: éste es el momento crucial de la fidelidad, momento en el cual el hombre percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el designio de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que, por más que haga, jamás logrará captarlo todo. Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da un lugar en su corazón así como “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19; cf. ib. 3, 15). Es el momento en el que el hombre se abandona al misterio, no con la resignación de alguien que capitula frente a un enigma, a un absurdo, sino más bien con la disponibilidad de quien se abre para ser habitado por algo –¡por Alguien!– más grande que el propio corazón. Esa aceptación se cumple en definitiva por la fe que es la adhesión de todo el ser al misterio que se revela.
Coherencia, es la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree. Ajustar la propia vida al objeto de la propia adhesión. Aceptar incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que se vive y lo que se cree: esta es la coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el núcleo más intimo de la fidelidad.
Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El fiat de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el fiat silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en las tinieblas lo que se aceptó en público.”






Garantizar la paz

“Garantizar la paz a todos los habitantes de nuestro planeta quiere decir buscar, con toda la generosidad y dedicación, con todo el dinamismo y perseverancia de que son capaces los hombres de buena voluntad, todos los medios concretos aptos a promover las relaciones pacíficas y fraternas, no sólo en el plano internacional, sino también en el plano de los distintos continentes y regiones, donde será a veces más fácil conseguir resultados que, no por ser limitados, serán menos importantes. Las realizaciones de paz en el plano regional constituyen en efecto un ejemplo y una invitación para la entera comunidad internacional.”



jueves, 14 de mayo de 2015

Primera “peregrinación de fe” de Juan Pablo II, México


25 de enero de 1979. Era su primera “peregrinación de fe”.
 El Papa iba “a postrarse ante la imagen prodigiosa de la Virgen de Guadalupe de México, a invocar su ayuda maternal y su protección sobre el propio ministerio pontificio; a repetirle con fuerza acrecida por las nuevas e inmensas obligaciones: «¡Soy todo tuyo!»; y a poner en sus manos el futuro ce la evangelización en América Latina.” 
Hoy lo sentimos más que nunca con un Papa latinoamericano, un Papa argentino. Y cuánto necesitamos la protección de nuestra Madre María en toda América Latina, cada día más. 
Virgen Santa, Madre nuestra protege a esta América Latina, tan tuya, y tan desorientada.  

Entonces Juan Pablo II venia a “algunas zonas del Nuevo Mundo como mensajero del Evangelio ante millones de hermanos y hermanas que creen en Cristo; quiere conocerlos, abrazarlos, decir a todos —niños, jóvenes, hombres, mujeres, obreros, campesinos, profesionales— que Dios los ama, que la Iglesia los ama, que el Papa los ama; y también para recibir de ellos el estímulo y el ejemplo de su bondad, de su fe. Por lo tanto, el Papa sigue en espíritu las huellas de misioneros, sacerdotes y de todos los que, desde el descubrimiento del Nuevo Mundo, han difundido con sacrificio, abnegación y generosidad, en aquellas inmensas tierras, el mensaje de Jesús predicando amor y paz entre los hombres.”

Venia también “para participar, con sus hermanos obispos, en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano” que se celebrarìa en Puebla,  reunión en la cual se tratarían “problemas importantes referentes a la acción pastoral del Pueblo de Dios, acción que debe tener presentes, a la luz del Concilio Vaticano II, las complejas situaciones socio-políticas locales para penetrarlas del fecundo fermento del anuncio evangélico.” Iría a Puebla “para ayudar y «confirmar» (cf. Lc 22, 32) a sus hermanos obispos.”

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viernes, 26 de agosto de 2011

Reliquias del Beato Juan Pablo II en Mexico (2) Oracion por Mexico







25 de agosto de 2011
Bienaventurado Juan Pablo II, padre, maestro y amigo de los fieles cristianos que te fueron confiados, escucha nuestras plegarias. Te fuiste llamado por el Padre para ser rostro de su Hijo Jesucristo en el umbral del nuevo milenio, con tus palabras cargadas de firme esperanza, nos animaste a ir mar adentro, con la certeza de que Jesús nos acompaña en el camino de la fe.






Tú mismo experimentaste el misterio del hombre, porque fuiste hombre entre los hombres, con los niños te hiciste niño, con los jóvenes te hiciste joven, con hombres y mujeres de toda edad, raza y lengua compartiste la alegría de vivir y la firme esperanza en la transformación del mundo y de la historia en Cristo.
Contemplaste con toda claridad que el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado (...)






Desde Cristo, padre santo, todo adquiere su vigor, de ahí tu preocupación por la dignidad humana y la defensa de la vida, por los derechos de tantos miles de hombres y mujeres marginados por los prejuicios y víctimas de modelos políticos y económicos ajenos al Evangelio.






Mira nuestro México, la providencia te permitió visitarnos en cinco ocasiones, sabes bien lo que ahora duele a los que habitamos en estas tierras. Así como en el pasado resonó tu palabra con vigor en nuestros pueblos y ciudades, haz que tu valiosa intercesión nos alcance la serenidad y la paz, la reconciliación y el amor, la valentía y el vigor para comprometernos con nuestra patria en la transformación de nuestra sociedad en una familia cada vez más justa y fraterna. Que como tú, seamos más de Santa María de Guadalupe, que bajo su sombra y su resguardo cada mexicano diga: “Totus tuus”, “Todo tuyo” y bajo su patrocinio crezcamos en el amor de Dios y en el de nuestros hermanos.
Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo II, porque has creído, te rogamos que continúes sosteniendo la fe del pueblo de Dios, desde esta Basílica nos has bendecido muchas veces, hoy te rogamos, padre santo, bendícenos de nuevo, bendícenos siempre.
Amén.

sábado, 23 de julio de 2011

Ecclesia in America (2)– Oración de Juan Pablo II

Señor Jesucristo, te agradecemos

que el Evangelio del Amor del Padre,

con el que Tú viniste a salvar al mundo,

haya sido proclamado ampliamente en América

como don del Espíritu Santo

que hace florecer nuestra alegría.

Te damos gracias por la ofrenda de tu vida,

que nos entregaste amándonos hasta el extremo,

y nos hace hijos de Dios

y hermanos entre nosotros.

Aumenta, Señor, nuestra fe y amor a ti,

que estás presente

en tantos sagrarios del Continente.

Concédenos ser fieles testigos de tu Resurrección

ante las nuevas generaciones de América,

para que conociéndote te sigan

y encuentren en ti su paz y su alegría.

Sólo así podrán sentirse hermanos

de todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.

Tú, que al hacerte hombre

quisiste ser miembro de una familia humana,

enseña a las familias

las virtudes que resplandecieron

en la casa de Nazaret.

Haz que permanezcan unidas,

como Tú y el Padre sois Uno,

y sean vivo testimonio de amor,

de justicia y solidaridad;

que sean escuela de respeto,

de perdón y mutua ayuda,

para que el mundo crea;

que sean fuente de vocaciones

al sacerdocio, a la vida consagrada

y a las demás formas

de intenso compromiso cristiano.

Protege a tu Iglesia y al Sucesor de Pedro,

a quien Tú, Buen Pastor, has confiado

la misión de apacentar todo tu rebaño.

Haz que tu Iglesia florezca en América

y multiplique sus frutos de santidad.

Enséñanos a amar a tu Madre,

María, como la amaste Tú.

Danos fuerza para anunciar con valentía tu Palabra

en la tarea de la nueva evangelización,

para corroborar la esperanza en el mundo.
¡Nuestra Señora de Guadalupe,

Madre de América,

ruega por nosotros!

viernes, 15 de julio de 2011

La capilla de la Virgen de Guadalupe en las grutas vaticanas

Foto de Gloria TV



Santísima Virgen de Guadalupe,


te encomiendo de modo especial al querido pueblo mexicano


para que intercedas por él


y nunca se desvíe de la verdadera fe;


para que, con la fuerza del Señor Resucitado,


sepa hacer frente a las nuevas situaciones;


defienda siempre el don de la vida,


haga imperar la verdad y la justicia,


promueva la laboriosidad y la comunicación cristiana de bienes


y pueda ser una gozosa realidad


la civilización del amore


n la gran familia de los hijos de Dios


Amén.









El 12 de Mayo de 1992, el Papa Juan Pablo II inauguraba la capilla a Nuestra Señora de Guadalupe, “Estrella de la nueva Evangelización” junto a la tumba del apóstol San Pedro y - hasta hace poco - a unos pasos de la tumba del Beato Juan Pablo II, en la cripta de la Basílica de San Pedro, una ubicación de gran privilegio, sin dudas.
“Con la inauguración de esta capilla, - decía el Papa - que es como una prolongación del Tepeyac en Roma, se hace más palpable la íntima comunión de Latinoamérica con la Iglesia universal”, comunión que el sintió personalmente desde aquel primer encuentro con el pueblo de México - grande e inolvidable - de su primer visita.



El Siglo de Torreón de México en su edición del martes 12 de dic, 2006
contaba en detalle la historia de la Capilla.



La inauguración de la Capilla no fue un hecho aislado. Juan Pablo II, encariñado profundamente con el pueblo mexicano, ya habia visitado Mexico en dos oportunidades y en esta inauguración “enmarcada en los eventos conmemorativos del V Centenario de la llegada del Evangelio al Nuevo Mundo” el Papa invitaba a todos los fieles a unirse espiritualmente a la celebración. “Con toda la profundidad de su simbolismo – decía Juan Pablo II – el santuario mexicano peregrina hoy hasta Roma y planta sus raíces junto a la sede de Pedro, fundamento de unidad de la Iglesia universal.”
Por otra parte la Iglesia se preparaba entonces para el V Centenario de la llegada del Evangelio al Nuevo Mundo y se había anunciado la IV Conferencia general de Obispos para tratar el tema de la evangelización de este “continente de la esperanza”, Conferencia que se inauguraría en Santo Domingo (República Dominicana) el 12 de octubre 1992.



Además en esta perspectiva el Papa había solicitado a la Pontificia comisión para América Latina un Simposio Internacional sobre Historia de la Evangelización en América, que anunció en el Regina Caeli del 10 de mayo 1992, se ralizo entre el 11 y el 14 de mayo de 1992 y fue clausurado por el Papa Juan Pablo II.
En el sitio de la Universidad de Navarra se pueden descargar las actas del Simposio

sábado, 31 de julio de 2010

“¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos”


“¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!”

Recordamos hoy el 8º aniversario de la proclamación de santidad de “ Juan Diego Cuauhtlatoatzin el “embajador-mensajero de Santa María de Guadalupe

“¿Cómo era Juan Diego? - preguntaba el Santo Padre Juan Pablo II en su homilía de canonización - “¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del Eclesiástico, como hemos escuchado, nos enseña que sólo Dios “es poderoso y sólo los humildes le dan gloria” (3, 20). También las palabras de San Pablo proclamadas en esta celebración iluminan este modo divino de actuar la salvación: “Dios ha elegido a los insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios” (1 Co 1, 28.29).” y recomendaba que “el testimonio de su vida debe seguir impulsando la construcción de la nación mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones. Esta noble tarea de edificar un México mejor, más justo y solidario, requiere la colaboración de todos. En particular es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y defendiendo los auténticos valores de cada grupo étnico.”

“¡México necesita a sus indígenas decía Juan Pablo II - y los indígenas necesitan a México!”
¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano
¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero!
¡Amado Juan Diego, “el águila que habla”! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios.
Amén.”

Con estas emotivas palabras y expresando su gran amor al querido pueblo de México, primer lugar de encuentro con el pueblo latinoamericano, Juan Pablo II concluía la ceremonia de canonización del “indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, tan querido por los pueblos de México.”

Invito visitar mis entradas anteriores:
Nuestra Señora de Guadalupe 476 años
Asamblea Especial para America
Ecclesia en America
Juan Pablo II y México 1979
Juan Pablo II y México 1979 Santuario de la Virgen de Guadalupe
Juan Pablo II y México 1979 saludo a la colonia polaca
Juan Pablo II y México 1999 despedida
Juan Pablo II ultimo viaje a México 2002
Bula de Canonización de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin “Exaltavit humiles

Oracion de Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe
En homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego (1)
En homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego (2)

sábado, 12 de diciembre de 2009

En homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe y a San Juan Diego (2)

En homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe que Juan Pablo II consideraba la Czestochowa de las Americas, cuya fiesta celebramos hoy, y a San Juan Diego recordado el pasado 9 de diciembre, “indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac” )


Santa María de Guadalupe en el Nican Mopohua (II)
"Ella lo llamó, para que fuera a su lado. Y cuando llegó a su presencia, mucho le maravilló cómo sobrepasaba toda admirable perfección. Su vestido, como el sol resplandecía, así brillaba.
Y las piedras y rocas sobre las que estaba flechaban su resplandor como de jades preciosos, cual joyeles relucían. Como resplandores de arco iris reverberaba la tierra. Y los mezquites, los nopales y las demás variadas yerbitas que allí se dan, se veían como plumajes de quetzal, como turquesas aparecía su follaje, y su tronco, sus espinas, sus espinitas, relucían como el oro
Delante de ella se inclinó, escuchó su reverenciado aliento, su reverenciada palabra, en extremo afable, muy noble, como que lo atraía, le mostraba amor. Le dijo ella: Escucha, hijo mío, el más pequeño, Juanito, ¿a dónde vas? Y él le respondió: Señora mía, noble señora, mi muchachita, me acercaré allá, a tu reverenciada casa de México Tlatelolco, voy a seguir las cosas divinas, las que nos entregan, nos enseñan los que son imagen del Señor, el Señor Nuestro, nuestros sacerdotes."

*Fragmentos del Nican mopohua, relato en lengua náhuatl, traducción de Miguel León-Portilla, título original; Tonantzin Guadalupe. México, F. C. E., México, 2001, 202 pp
Texto tomado de Un Minuto con Maria - Marie de Nazaret

Tulipanes para Ella



nvito visitar:

12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe

Proceso de canonización de San Juan Diego

y mis posts:
Juan Pablo II y su último viaje a México

Bula Exaltavit Humiles

Oración de Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

En homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe y a San Juan Diego (1)

En homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe, que Juan Pablo II consideraba la Czestochowa de las Americas, cuya fiesta celebramos hoy y a San Juan Diego recordado el pasado 9 de diciembre, “indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac”)
1. “¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!” (Mt 11, 25).

Santa María de Guadalupe en el Nican Mopohua (I)
"Y era sábado, todavía muy de mañana, venía en seguimiento de las cosas divinas y de todo lo que estaba mandado. Y vino a acercarse al cerrito, donde se llama Tepeyácac, ya relucía el alba en la tierra. Allí escuchó: cantaban sobre el cerrito, era como el canto de variadas aves preciosas. Al interrumpir sus voces, como que el cerro les respondía. Muy suaves, placenteros, sus cantos aventajaban a los del pájaro cascabel, del tzinitzcan y otras aves preciosas que cantan. Se detuvo Juan Diego, se dijo: ¿Es acaso merecimiento mío lo que escucho? ¿Tal vez estoy sólo soñando? ¿Acaso sólo me levanto del sueño? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Tal vez allá, donde dejaron dicho los ancianos, nuestros antepasados, nuestros abuelos, en la Tierra florida Xochitlalpan, en la Tierra de nuestro sustento, Tonacatlalpan, tal vez allá en la Tierra celeste, Ilhuicatlalpan?
Hacia allá estaba mirando, hacia lo alto del cerrito, hacia donde sale el sol, hacia allá, de donde venía el precioso canto celeste. Cesó el canto, dejó de escucharse. Ya entonces oyó, era llamado de arriba del cerrito. Le decían: Juanito, Juan Dieguito. Luego ya se atrevió, así ir allá, adonde era llamado. Nada inquietó su corazón, ni con esto se alteró, sino que mucho se alegró, se regocijó. Fue a subir al cerrito, allá va a ver donde lo llamaban. Y cuando llegó a la cumbre del cerrito, contempló a una noble señora, que allí estaba de pie."
*Fragmentos del Nican mopohua, relato en lengua náhuatl, traducción de Miguel León-Portilla, título original; Tonantzin Guadalupe. México, F. C. E., México, 2001
Rosas para Ella

Invito visitar:
y los enlaces alli citados.

lunes, 11 de agosto de 2008

Juan Pablo II Por tercera vez en México - 1993


En el marco del V Centenario de la evangelización del nuevo mundo (previa VIII Jornada Mundial de la Juventud en Denver) el 11 de agosto de 1993 el Santo Padre Juan Pablo II, en una visita relámpago, volvía a pisar su querida tierra “guadalupana”. Era su tercer visita a México yesta vez se limitaría al Estado de Yucatán, para acercarse a los fieles indígenas y hacerles llegar sus palabras de apoyo y asegurarles que “la Iglesia contempla vuestros auténticos valores con amor y esperanza (...). Conozco – les decía - las dificultades de vuestra situación actual y quiero aseguraros que la Iglesia, como Madre solícita, os acompaña en vuestras legítimas aspiraciones y justas reivindicaciones (...). Sin embargo – agregaba - La noble lucha por la justicia nunca os ha de llevar al enfrentamiento" (Discurso en Izamal).

Este viaje apostólico lo había emprendido el 8 de agosto, llegando al día siguiente a Jamaica. A su regreso a Roma, en su Audiencia General del miércoles 18 de agosto de 1993 comentaba ese tramo del viaje, con estas palabras:
“La primera etapa del viaje apostólico fue Kingston, capital de Jamaica. Allí fue muy conmovedora la visita a la casa de los pobres atendida por las religiosas de la madre Teresa de Calcuta. Calurosos fueron los encuentros con los sacerdotes y religiosos en la catedral de la Santísima Trinidad, con los laicos en el auditorio del St. George College y con los representantes de las confesiones protestante y anglicana y de la comunidad judía en la iglesia parroquial de la Santa Cruz.
Mi estancia en Jamaica se concluyó con una solemne concelebración eucarística en el estadio nacional. Recordando los grandes males causados por la práctica de la esclavitud que ofendía la dignidad de la persona humana, imagen de Dios, reafirmé, durante la homilía, los valores fundamentales del matrimonio y la familia cristiana, valores anunciados por el Evangelio y recordados constantemente por el Magisterio de la Iglesia”.
El dia 11 de agosto era recibido en el Aeropuerto Internacional de Mérida, en la península de Yucatán, México. En la ceremonia de bienvenida (Mérida, 11 de agosto de 1993) expresaba que con ese “viaje apostólico –siendo todavía recientes las conmemoraciones del V Centenario de la llegada del Evangelio al Nuevo Mundo– quiero, sobre todo, rendir homenaje a los descendientes de los hombres y mujeres que poblaban el continente americano cuando la Cruz de Cristo fue plantada aquel 12 de octubre de 1492”
En la Santa Misa celebrada para los fieles de la diócesis de Mérida y las poblaciones indígenas les dirigía estas palabras “… Queridos hermanos y hermanas, a vosotros, que habéis sido víctimas de tantas injusticias, se refiere también la exhortación del Apóstol: “¡No os dejéis vencer por el mal, mas venced el mal con el bien!” (Ibíd.). Os repito las palabras que os dirigí en mi mensaje con ocasión del V Centenario de la evangelización de América: “El mundo tiene siempre necesidad del perdón y de la reconciliación entre las personas y entre los pueblos.. Solamente sobre estos fundamentos se podrá construir una sociedad más justa y fraterna…”

Desde la preciosa península de Yucatán, Juan Pablo II se dirigía a Denver, Estados Unidos, donde lo esperaban los jóvenes para celebrar las VIII Jornadas Mundiales de la Juventud.

Invito visitar la pagina de Especiales Yucatán con detalladísima crónica y comentarios de la visita de Juan Pablo II de 1993

jueves, 31 de julio de 2008

Bula “Exaltavit Humiles” de Juan Pablo II

La Bula de Canonización de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, del Papa Juan Pablo II, conocida como Exaltavit humiles (“Exaltó a los humildes”), por las primeras palabras con que comienza el texto, fue dada en la ciudad de México el 31 de julio de 2002 con ocasión de la celebración de canonización durante el viaje apostólico del Santo Padre a México.
Esta escrita en latín y en el sitio del Boletín Guadalupano de la Basílica de Guadalupe
puede verse el facsimil y tambien leerse en español.
El texto comienza diciendo:

Juan Pablo II, Papa, Siervo de los Siervos de Dios para perpetua memoria del acontecimiento.
“Exaltó a los humildes” (Lc 1,52). La mirada de Dios Padre se posó sobre un indígena mexicano, es decir, sobre Juan Diego, a quien enriqueció con el Don de renacer en Cristo, de contemplar el rostro de la Bienaventurada Maria Virgen y de asociarse en la evangelización del Continente Americano”

miércoles, 30 de julio de 2008

Juan Pablo II y su último viaje a México 2002


Ya de regreso de su viaje apostólico a Toronto (JMJ) Guatemala y México el Santo Padre Juan Pablo II recordaba en su Audiencia general del 7 de agosto 2002:



“La última etapa de mi peregrinación fue la ciudad de México, donde, en la basílica de Guadalupe, en dos citas distintas, tuve la alegría de elevar al honor de los altares a tres hijos de aquella querida tierra: san Juan Diego, el indígena al que se apareció la Virgen en el cerro del Tepeyac; y los beatos Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, quienes, en el año 1700, derramaron su sangre por permanecer fieles al bautismo y a la Iglesia católica.



Juan Diego, el primer indio canonizado, fue hombre de gran sencillez, humilde y generoso. Está unido íntimamente a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo manifiesta un tierno amor materno hacia todos los mexicanos. El acontecimiento guadalupano constituyó el comienzo de la evangelización en México, un modelo de evangelización perfectamente inculturada, que muestra cómo puede acogerse el mensaje cristiano sin tener que renunciar a la propia cultura.

Los beatos Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles son fruto de la santidad de la primera evangelización entre los indios zapotecas. Padres de familia integérrimos, supieron cumplir sus deberes inspirándose siempre en las enseñanzas del Evangelio, sin abandonar la cultura indígena tradicional. Su existencia constituye un modelo ejemplar de cómo se puede alcanzar la cumbre de la santidad, conservando la fidelidad a la cultura ancestral, iluminada por la gracia renovadora de Cristo”.

Con “inmensa alegrìa” habia visitado por quinta vez su «México siempre fiel» el país de la Virgen morena, Madre de América, el 30 de julio de 2002, para canonizar al “ indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, y beatificar “dos frutos de la semilla cristiana sembrada por los Padres Dominicos” “dos grandes mártires…fruto de santidad de la primera Evangelización entre los indios zapotecas… Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, hijos de Oaxaca, esposos y padres de familia de conducta intachable” .

Terminaba su homilía con un cálido saludo
"Me voy, pero no me voy. Me voy, pero no me ausento, pues, aunque me voy, de corazón me quedo". Que Dios te bendiga!
Era su despedida .... siempre recordando su primer viaje apostólico a aquel “¡México, México, México lindo”que “inspiró en cierto sentido todos los siguientes años del pontificado” (!Levantaos, Vamos!) y para México fue el “parteaguas en la vida contemporánea de la Iglesia católica en el país” .
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