Capítulo
1 del libro Para Comprender a Karol Wojtyla. Una introducción a su filosofía(BAC, Madrid 2014)
1.4
Persona y acción (1969)
Persona
y acción[22] es sin duda su obra maestra y un escrito riquísimo que
puede interpretarse desde dos puntos de vista. El primero lo percibe como la
deriva natural de sus investigaciones éticas que le fueron conduciendo poco a
una convicción profunda: la ética necesitaba un poderoso sustrato
antropológico. La cuestión era diáfana. No era posible elaborar una concepción
potente de la moral, es decir, del bien de la persona, sin tener, simultáneamente, una
concepción antropológica igualmente potente de la persona ya que ambas –aún
manteniendo la originalidad epistemológica de la ética- se coimplican muy
profundamente. Y esto significaba que el repensamiento de la ética que Wojtyla
había comenzado sólo podía llevarse a cabo de manera radical a través de un
repensamiento de la antropología. Si no, el proyecto quedaría inconcluso.
Pero hay también una segunda lectura posible de Persona y acción o bien, si
se prefiere, una radicalización de esta primera. Junto a la necesidad de
construir una antropología potente y novedosa, en la mente de Wojtyla se
afirmaba también cada vez con más fuerza la necesidad de unificar tomismo y
fenomenología. Sólo de la fusión de ambas podía surgir la filosofía del futuro
ya que ambas se complementaban. Una de ellas proporcionaba la base realista y
ontológica sobre la que se podía construir una sólida visión del ser humano, y
la otra proporcionaba la conexión con los temas que había aportado la filosofía
moderna –yo, autoconciencia, subjetividad, etc.- y que, desactivada la espoleta
idealista, no solo podían sino que debían ser integrados en la filosofía ya
que, de otro modo, esta quedaría incompleta y por debajo de la altura de los
tiempos. ¿Y qué mejor oportunidad para afrontar ese proyecto que la búsqueda de
una nueva fundamentación antropológica? De este modo, ambos proyectos se
acabaron unificando. Persona y acción,
por tanto, responde a un doble objetivo: solventar una necesidad de sus
investigaciones éticas y fundir tomismo y fenomenología en una nueva
formulación antropológica de cuño personalista. Wojtyla afrontó el tema con su
característica radicalidad y profundidad que, por otro lado, era
imprescindible, pues no pretendía meramente innovar, sino refundar la
arquitectura de la antropología con sus correspondientes conceptos. Por eso, Persona y acción es una
empresa titánica.
Algunas de las principales novedades temáticas de este texto
–sobre el que volveremos con más detalle en el cap. 4- son las siguientes:
1. Wojtyla pretende llegar a la persona a través de la acción;
es la acción la que revele a la
persona, y no al revés. Esta cambio de perspectiva está fundado en
su concepción dinámica de la persona, en la conexión intrínseca entre la
persona y la acción que realiza, pero al mismo tiempo le va a servir para
reestructurar con más libertad la antropología puesto que al no seguir el
camino clásico ni el fenomenológico se desembaraza con más facilidad de los
conceptos y estructuras propios de esas concepciones.
2. El concepto de experiencia es muy rico en Wojtyla, y un
aspecto particularmente interesante es su empleo como instrumento metodológico
para acercar, integrar y superar las posiciones enfrentadas del objetivismo
(verdad sin sujeto) y de la filosofía de la conciencia (sujeto sin verdad). “Me
atrevería a decir aquí que la experiencia del hombre con la característica
escisión del aspecto interior y exterior se encuentra en la raíz de la división
de esas dos potentes corrientes de pensamiento filosófico, la corriente
objetiva y la subjetiva, la filosofía del ser y la filosofía de la conciencia”.
Por eso, “se debe generar la convicción de que, en lugar de absolutizar
cualquiera de los dos aspectos de la experiencia del hombre, es necesario
buscar su recíproca interrelación”[23].
3. El proyecto de integración antropológico que supone Persona y acto incluye una
transición del actus humanus tomista
al acto de la persona, en el que se integran todas las dimensiones
antropológicas del sujeto.
4. La conciencia se extiende del mero conocimiento de las
propias acciones (posición clásica) a la vivencia de tales acciones
(modernidad). Una muestra más de su proyecto de integración entre clasicismo y
modernidad en la estructura de la persona.
5. Uno de las grandes contribuciones de Persona y accion es la
tematización de la subjetividad. Wojtyla intenta formalizar intelectualmente su
vívida percepción de la interioridad del sujeto, una cuestión que se retrotrae
a su primer encuentro con la filosofía en el que se enfrentaron su sensibilidad
poético-literaria y el objetivismo tomista. Aquí, la conciencia como autovivencia
genera la vía para la elaboración temática de la subjetividad, y esta, a su
vez, despeja el camino para la consideración del yo como centro unificador del
sujeto, todo ello, por supuesto, sin renunciar a la plataforma óntica realista
que proporciona el tomismo.
6. La libertad no es sólo elección, sino autodeterminación de la
persona a través de sus elecciones, lo cual resulta antropológicamente posible
por la estructura de autodominio y autoposesión característica de la persona.
Otra de las grandes aportaciones de la antropología wojtyliana.
7. Cuerpo, psique, sentimientos. Son otros de los muchos temas
–propios de la tradición personalista- que incorpora Wojty?a a la
reflexión clásica. El hombre es un ser corporal (Marcel, Mounier, Marías), lo
que significa que la estructura de la persona está mediada por el cuerpo; la
tematización de la psique, por su parte, favorece la consideración activa de la
corporalidad y elimina el riesgo de un dualismo fáctico (alma-cuerpo) al
incorporar una dimensión intermedia que modula a ambas. La afectividad (en la
línea de von Hildebrand y Scheler) se asume desde una perspectiva positiva. No
se trata simplemente de un mecanismo antropológico irredento que deban
controlar las facultades superiores (inteligencia, voluntad) sino del modo en
que el sujeto se vive a sí mismo.
Cabe reseñar, por último, que Wojtyla publicó posteriormente a Persona y acción algunos
estudios antropológicos novedosos en los que insistía en puntos especialmente
significativos para él como lo irreductible en el hombre[24], en el que
reivindica la radical especificidad de lo personal (y que analizaremos en el
cap. 6), o la profundización en el concepto, sugerente pero poco explorado, de
la autoteleología[25].
[22] K. Wojty?a, Persona y acción,
Palabra, Madrid 2013 (en adelante PyA).
[23] PyA 53.
[24] K. Wojtyla, La subjetividad y lo
irreductible en el hombre (1978), en El hombre y su destino, cit., pp. 25-39.
[25] K. Wojtyla, Trascendencia de la persona en
el obrar y autoteleología del hombre (1976), en El hombre y su destino, cit., pp. 133-151.
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