“…creo
que ustedes tienen un gran santo que les puede hacer de guía, un santo que iba
cantando con su vida: «contento, Señor, contento». Hurtado tenía una regla de
oro, una regla para encender su corazón con ese fuego capaz de mantener viva la
alegría. Porque Jesús es ese fuego al cual quien se acerca queda encendido.
Y la contraseña de Hurtado para
reconectar, para mantener la señal es muy simple —seguro que ninguno de ustedes
trajo un teléfono, ¿no? Me gustaría que la anotaran en el teléfono, a ver si se
animan, yo se las dicto–. Hurtado se pregunta –esta es la
contraseña–: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Los que pueden anótenlo: «¿Qué
haría Cristo en mi lugar?». «¿Qué haría Cristo en mi lugar, en la escuela, en
la universidad, en la calle, en la casa, entre amigos, en el trabajo; frente al
que le hacen bullying: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Cuando
salen a bailar, cuando están haciendo deportes o van al estadio: «¿Qué haría
Cristo en mi lugar?». Esa es la contraseña, esa es la batería para encender
nuestro corazón y encender la fe y encender la chispa en los ojos que no se les
vaya. Eso es ser protagonistas de la historia. Ojos chispeantes porque
descubrimos que Jesús es fuente de vida y de alegría. Protagonistas de la
historia, porque queremos contagiar esa chispa en tantos corazones apagados,
opacos que se olvidaron de lo que es esperar; en tantos que son «fomes» y
esperan que alguien los invite y los desafíe con algo que valga la pena. Ser
protagonistas es hacer lo que hizo Jesús. Allí donde estés, con quien te
encuentres y a la hora en que te encuentres: «¿Qué haría Jesús en mi lugar?».
¿Cargaron la contraseña? (Los jóvenes responde: “Sí”). Y la única manera de no
olvidarse de la contraseña es usarla, sino no va a pasar lo que… –claro esto es
de mi época, no de la de ustedes, pero por ahí saben algo–, lo que les pasó a
los tres chiflados en aquel film que arman un asalto, un robo, una caja fuerte,
todo pensado, todo, y cuando llegan se olvidaron de la contraseña, se olvidaron
de la clave. Si no usan la contraseña se la van a olvidar. ¡Cárguenla en el
corazón! ¿Cómo era la contraseña? (R: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?») Esa es
la contraseña. ¡Repítanla, pero úsenla, úsenla! –¿Qué haría Cristo en mi
lugar?–. Y hay que usarla todos los días. Llegará el momento que
se la van a saber de memoria y llegará el día en que, sin darse cuenta, y
llegará el día en que, sin darse cuenta, el corazón de cada uno de ustedes
latirá como el corazón de Jesús.”
(Papa
Francisco en su encuentro con los jóvenes, Santuario Nacional de Maipù, 17 de
enero de 2018)
VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO A CHILE Y PERÚ
(15-22 DE ENERO DE 2018)
(15-22 DE ENERO DE 2018)
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