(Carl Heinrich Bloch
- Jesus en el Monte de las Bienaventuranzas - imagen de Wikipedia)
“ Son muchos los
pasos de las enseñanzas de Cristo que ponen de manifiesto el amor-misericordia
bajo un aspecto siempre nuevo. Basta tener ante los ojos al Buen Pastor en
busca de la oveja extraviada 27
o la mujer que barre la casa buscando la dracma perdida.28
El evangelista que trata con detalle estos temas en las enseñanzas de Cristo es
san Lucas, cuyo evangelio ha merecido ser llamado « el evangelio de la
misericordia ».
Cuando se habla de la
predicación, se plantea un problema de capital importancia por lo que se
refiere al significado de los términos y al contenido del concepto, sobre todo del
concepto de «misericordia » (en su relación con el concepto de «amor
»). Comprender esos contenidos es la clave para entender la realidad misma
de la misericordia. Y es esto lo que realmente nos importa. No obstante, antes
de dedicar ulteriormente una parte de nuestras consideraciones a este tema, es
decir, antes de establecer el significado de los vocablos y el contenido propio
del concepto de « misericordia », es necesario constatar que Cristo, al revelar
el amor-misericordia de Dios, exigía al mismo tiempo a los hombres que
a su vez se dejasen guiar en su vida por el amor y la misericordia. Esta
exigencia forma parte del núcleo mismo del mensaje mesiánico y constituye la
esencia del ethos evangélico. El Maestro lo expresa bien sea a través
del mandamiento definido por él como « el más grande »,29
bien en forma de bendición, cuando en el discurso de la montaña proclama: «
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia ».30
De este modo, el
mensaje mesiánico acerca de la misericordia conserva una particular dimensión
divino-humana. Cristo —en cuanto cumplimiento de las profecías mesiánicas—, al
convertirse en la encarnación del amor que se manifiesta con peculiar fuerza
respecto a los que sufren, a los infelices y a los pecadores, hace presente y
revela de este modo más plenamente al Padre, que es Dios « rico en misericordia
». Asimismo, al convertirse para los hombres en modelo del amor misericordioso
hacia los demás, Cristo proclama con las obras, más que con las palabras, la
apelación a la misericordia que es una de las componentes esenciales del ethos
evangélico. En este caso no se trata sólo de cumplir un mandamiento o una
exigencia de naturaleza ética, sino también de satisfacer una condición de
capital importancia, a fin de que Dios pueda revelarse en su misericordia hacia
el hombre: ...los misericordiosos... alcanzarán misericordia.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario