“"Et tu puer propheta Altissimi vocaberis
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo" (Lc 1, 76)
"Estas palabras hablan del Santo de hoy. Con estas palabras el sacerdote
Zacarías saludó al propio hijo, después de haber recobrado la capacidad de
hablar. Con estas palabras saludó al hijo a quien puso el nombre de Juan por
deseo propio y con sorpresa de toda la familia. Hoy la Iglesia nos recuerda
estos acontecimientos al celebrar la solemnidad del nacimiento de San Juan
Bautista.
También se le podría denominar el día de la llamada de Juan, hijo
de Zacarías y de Isabel de Ain-Karim, para ser el último profeta de la Antigua
Alianza; para ser el mensajero y el precursor inmediato del Mesías: Jesucristo.
He aquí que el que viene al mundo en circunstancias tan insólitas, trae
ya consigo la llamada divina. Esta llamada proviene del designio de Dios mismo,
de su amor salvífico, y está inscrita en la historia del hombre desde el primer
momento de la concepción en el seno materno. Todas las circunstancias de esta
concepción, como después las del nacimiento de Juan en Ain-Karim, indican una
llamada insólita.
"Praebis ante faciem Domini parare vias eius: Irás delante del
Señor para preparar sus caminos" (Lc 1, 76).
Sabemos que Juan Bautista respondió a esta llamada con toda su vida.
Sabemos que permaneció fiel a ella hasta el último aliento. Y este
aliento lo consumó en la cárcel por orden de Herodes, secundando el deseo de
Salomé que actuaba bajo la instigación de su vengativa madre Herodías.
Pero la liturgia hoy no menciona esto, reservando otro día para ello. La
liturgia hoy nos manda alegrarnos por el nacimiento del precursor del
Señor. Nos manda dar gracias a Dios por la llamada de Juan Bautista.”
(Ordenaciones sacerdotales en la Basìlica de San Pedro - de la homilíadel Beato Juan Pablo II el 24 de juniode 1979)
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