¿Dónde
está la luz que pueda iluminar nuestro conocimiento, no sólo con ideas generales,
sino con imperativos concretos? ¿Dónde
está la fuerza que lleva hacia lo alto nuestra voluntad? Estas son
preguntas a las que debe responder nuestro anuncio del Evangelio, la nueva
evangelización, para que el mensaje llegue a ser acontecimiento, el anuncio se
convierta en vida.
[…]
¿Qué es una reforma de la
Iglesia? ¿Cómo sucede? ¿Cuáles son sus caminos y sus objetivos? No sólo los
fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los
que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número
disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al
sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad. ¿Qué debemos hacer
entonces? Hay una infinidad de discusiones sobre lo que se debe hacer para
invertir la tendencia. Y, ciertamente, es necesario hacer muchas cosas. Pero el
hacer, por sí solo, no resuelve el problema. El núcleo de la crisis de la
Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para
ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una
fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán
ineficaces.
[…]
La
magnífica experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud, en
Madrid, ha sido también una medicina contra el cansancio de creer. Ha sido una
nueva evangelización vivida. Cada vez con más claridad se perfila en las
Jornadas Mundiales de la Juventud un modo nuevo, rejuvenecido, de ser cristiano,
que quisiera intentar caracterizar en cinco puntos.
Primero, hay una nueva
experiencia de la catolicidad, la universalidad de la Iglesia. Esto es lo
que ha impresionado de inmediato a los jóvenes y a todos los presentes: venimos
de todos los continentes y, aunque nunca nos hemos visto antes, nos conocemos.
Hablamos lenguas diversas y tenemos diferentes hábitos de vida, diferentes
formas culturales y, sin embargo, nos encontramos de inmediato unidos, juntos
como una gran familia. Se relativiza la separación y la diversidad exterior.
Todos quedamos tocados por el único Señor Jesucristo, en el cual se nos ha
manifestado el verdadero ser del hombre y, a la vez, el rostro mismo de Dios.
Nuestras oraciones son las mismas. En virtud del encuentro interior con
Jesucristo, hemos recibido en nuestro interior la misma formación de la razón,
de la voluntad y del corazón. Y, en fin, la liturgia común constituye una
especie de patria del corazón y nos une en una gran familia. El hecho de que
todos los seres humanos sean hermanos y hermanas no es sólo una idea, sino que
aquí se convierte en una experiencia real y común que produce alegría. Y, así,
hemos comprendido también de manera muy concreta que, no obstante todas las
fatigas y la oscuridad, es hermoso pertenecer a la Iglesia universal, a la
Iglesia católica, que el Señor nos ha dado.
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