Son
muchas las controversias acerca del verdadero comienzo y de las razones, pero
una sola la dolorosa verdad: un mínimo de entre 55 y 60 millones de muertos causo la II Guerra
Mundial, que históricamente comienza el 1ro de septiembre de 1939, el día queAlemania invade Polonia.
No se conocen cifras exactas, probablemente nunca se
sabrán, pero fueron demasiados los muertos, demasiados damnificados, demasiados heridos en alma y cuerpo para no recordar esta
terrible hecatombe universal, que marcó a naciones enteras para siempre. El nazismo y el comunismo, que sellaron parte de
la historia del siglo XX, totalitarismos que no dudaron en aniquilar familias o
personas, reducir a cenizas pueblos enteros, y pervertir mentes han cambiado de nombre y de
estrategias.
“Se acerca la fecha del 1 de septiembre a la que
va unido el recuerdo doloroso y trágico del comienzo de la terrible segunda
guerra mundial. No podemos olvidar este aniversario” decía el Papa Juan Pablo
II en el Ángelus del 30 de agosto de 1981 y recordaba su visita a Hiroshima y
Nagasaki. “Precisamente allí decía el Papa - la
guerra, que ya tocaba a su fin, con la explosión de la primera bomba atómica
dejó a la humanidad la admonición grave de lo que podría llegar a ser otra
guerra en la que se emplease la energía nuclear. Y por ello vinculamos el
recuerdo de aquella fecha del 1 de septiembre de hace 42 años, no sólo al
pasado que se va alejando año tras año, sino que aludimos a él con el pensamiento
vuelto siempre al futuro de todas las naciones y de toda la familia humana.”
Y reiteraba el Papa lo expresado en Hiroshima
: "La
guerra es destrucción de la vida humana. La guerra es muerte... Hiroshima y
Nagasaki se distinguen de todos los demás lugares y monumentos como las
primeras víctimas de la guerra nuclear. Inclino la cabeza al traer a la memoria
los miles de hombres, mujeres y niños que perdieron la vida en ese terrible
momento o llevaron en el cuerpo y en la mente durante muchos años esas semillas
de muerte... Recordar el pasado es comprometerse con el futuro... Desde esta
ciudad y desde los acontecimientos que su nombre recuerda, ha surgido una nueva
conciencia mundial contra la guerra y una determinación enérgica a trabajar por
la paz... Recordar Hiroshima es aborrecer la guerra nuclear. Recordar Hiroshima
es comprometerse con la paz".
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