En 1933, en su calidad de confesor de
las hermanas (unas decenas de años lo fue para con varias órdenes en Vilno,) el
padre Sopocko conoció a Sor Faustina Kowalska: providencialmente elegido y
preparado para ser su confesor y guía espiritual, tarea en la cual se sintió
muy a gusto. La misma hermana da
testimonio de ello en su Diario y en
las cartas que le escribiera. El padre Sopocko era su guía en el camino a la
perfección, y probó ser una ayuda insustituible en el reconocimiento de las
experiencias interiores y revelaciones.
Es por su iniciativa que nace el Diario
de Sor Faustina. La hermana veía en un corealizador y continuador de la
misión confiada en las revelaciones: propagar el culto a la Divina
Misericordia.
Es natural preguntarnos: de donde la ayuda al padre Sopocko para cumplir ese
rol y realizarlo? Se basa tan solo en su formación teológica, se
debe a su don de guía espiritual?
Indudablemente poseía ambos. No le faltaba ni resolución ni sagacidad, pero
encontrarse con una penitente tan excepcional, con una persona que gozaba de
experiencias místicas, y establecer con ella un diálogo pleno de comprensión demandaba
hallar el fundamento de sus profundas relaciones con Dios y las virtudes tan plenamente desarrolladas. En la mente del padre Sopocko debe producirse
un proceso de encuentro personal con el misterio de Dios Misericordioso para
descubrir así la Divina Misericordia, percibir la bendición de esta Misericordia,
de su poder, de la verdad sobre la indispensabilidad de dirigirse a ella en la
vida religiosa del cristiano. Como
puede sino explicarse este celo, esta dedicación a su servicio? En su gran fervor apostólico, en su auténtica
vida de fe, ahondando en el saber
teológico y en el continuo crecimiento en la sensibilidad del cuidado de las
almas, el finalmente se convierte en
apóstol de la Divina Misericordia. La persona de Sor Faustina y sus
revelaciones fueron inspiradoras y lo estimularon a un esfuerzo personal tenaz
en el trabajo teológico espiritual sobre el misterio de la Divina Misericordia.
El se abrió a la vocación, al apostolado de la Misericordia, orientado a el también
con la intermediación de Sor Faustina, se convence también de la gran verdad revelada
por Dios en la Biblia, descubriendo el gran beneficio de la enseñanza del
cuidado de las almas sobre la Misericordia Divina y asimismo las bondades de su
culto. Encontramos de esta manera la
fuente de su empeño en la obra de
Misericordia. Al aceptar su rol no se
deja guiar tan solo por la insistencia de Sor Faustina sino también por los
motivos citados; no fueron las revelaciones
de la hermana y su contenido el objeto de las enseñanzas del padre Sopocko, sino la verdad revelada y transmitida por la
Iglesia. Estas establecieron un criterio
para constatar las revelaciones de la hermana.
El trabajo que el padre Sopocko realizó para difundir la idea y el culto a
la Misericordia Divina alcanzaron una dimensión excepcional. La investigación
científica, las publicaciones, las intervenciones ante las autoridades eclesiásticas,
las enseñanzas. También el Diario de la hermana nació debido a su sugerencia.
Parece que en toda la historia del empeño en lograr la aprobación del culto a
la Divina Misericordia, nadie se dedicó tanto a la obra como el padre Sopocko.
(traducido de Il camino di santitá di don Michele Sopocko, escrito por D.
Henryk Ciereszko)
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