"Totus Tuus. Esta fórmula no tiene solamente un carácter piadoso, no es una simple expresión de devoción: es algo más. La orientación hacia una devoción tal se afirmó en mí en el período en que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fábrica. En un primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo cristocéntrico. Gracias a san Luis Grignon de Montfort comprendí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es, sin embargo, cristocéntrica, más aún, que está profundamente radicada en el Misterio trinitario de Dios, y en los misterios de la Encarnación y la Redención.
Así
pues, redescubrí con conocimiento de causa la nueva piedad mariana, y esta
forma madura de devoción a la Madre de Dios me ha seguido a través de los años:
sus frutos son la Redemptoris Mater y la Mulieris dignitatem.
Respecto
a la devoción mariana, cada uno de nosotros debe tener claro que no se trata
sólo de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que
corresponde también a la verdad objetiva sobre la Madre de Dios. María es la
nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán-Cristo, comenzando por la
Anunciación, a través de la noche del Nacimiento en Belén, el banquete de bodas
en Caná de Galilea, la Cruz sobre el Gólgota, hasta el cenáculo del
Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor es la Madre de la Iglesia"
(San
Juan Pablo II)
Dios,
rico en misericordia, que has querido que san Juan Pablo II, Papa, guiara toda
tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir
confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único
redentor del hombre. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Oración final a la Virgen María Soy todo tuyo, María, y todo lo mío es tuyo. Te recibo como mi todo. ¡Dame tu corazón, oh María!
San Juan Pablo
II, ¡Ruega por nosotros!
(tomado del FB del padre Sebastian Zagari)
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