"`Velen, pues, porque no saben qué día vendrá el Señor´
(cf. Mt 24, 42). Estas palabras me recuerdan la última llamada, que llegará en
el momento en el que quiera el Señor. Deseo seguirle y deseo que todo lo que
forma parte de mi vida terrena me prepare para ese momento. No sé cuándo
llegará, pero al igual que todo, pongo también ese momento en las manos de la
Madre de mi Maestro: `Totus tuus´. En estas mismas manos maternales lo dejo
todo y a todos aquellos a los que me ha unido mi vida y mi vocación. En estas
manos dejo sobre todo a la Iglesia, así como a mi nación y a toda la
humanidad...
Expreso mi más profunda confianza en que, a pesar de toda mi
debilidad, el Señor me conceda todas las gracias necesarias para afrontar,
según su voluntad, cualquier tarea, prueba y sufrimiento que quiera pedir a su
siervo, en el transcurso de la vida. Confío también en que no permita nunca
que, a través de cualquier actitud mía: palabras, obras u omisiones, traicione
mis obligaciones en esta santa Sede de Pedro...
En el día 13 de mayo de 1981, el día del atentado contra el Papa
durante la audiencia general en la plaza de San Pedro, la divina Providencia me
salvó milagrosamente de la muerte. El que es único Señor de la vida y de la
muerte me prolongó esta vida; en cierto sentido, me la dio de nuevo. A partir
de ese momento le pertenece aún más a él. Espero que me ayude a reconocer hasta
cuándo tengo que continuar este servicio, al que me llamó el día 16 de octubre
de 1978. Le pido que me llame cuando él mismo quiera. "En la vida y en la
muerte pertenecemos al Señor... Del Señor somos" (cf. Rm 14, 8). Espero
también que, mientras pueda cumplir el servicio petrino en la Iglesia, la
misericordia de Dios me dé las fuerzas necesarias para este servicio...
A medida que se acerca el final de mi vida terrena, vuelvo con
la memoria a los inicios, a mis padres, a mi hermano y a mi hermana (a la que
no conocí, pues murió antes de mi nacimiento), a la parroquia de Wadowice,
donde fui bautizado, a esa ciudad tan amada, a mis coetáneos, compañeras y
compañeros de la escuela, del bachillerato, de la universidad, hasta los
tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero, y después a la parroquia
de Niegowic, a la de San Florián en Cracovia, a la pastoral de los
universitarios, al ambiente..., a todos los ambientes..., a Cracovia y a
Roma..., a las personas que el Señor me ha encomendado de manera especial. A
todos sólo les quiero decir una cosa: `Que Dios os dé la recompensa´. `En tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu´"
(Testamento de San Juan Pablo II
Dios,
rico en misericordia, que has querido que san Juan Pablo II, Papa, guiara toda
tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir
confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único redentor
del hombre. Por Cristo nuestro Señor. Amen
Oracion
final a la Virgen Maria
Soy
todo tuyo, Maria, y todo lo mio es tuyo. Te recibo como mi todo. ¡Dame tu corazón,
oh Maria!
San
Juan Pablo II ruega por nosotros
(del FB del padre Sebastián Zagari)
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