"¡Miren al Señor! Al contacto de Jesús despunta la vida.
Lejos de El sólo hay oscuridad y muerte. Ustedes tienen sed de vida eterna.
Búsquenla y hállenla en quien no sólo da la vida, sino en quien es la Vida
misma. ¡Busquen a Cristo! ¡Miren a Cristo! ¡Vivan en Cristo! Este es mi
mensaje: «Que Jesús sea “la piedra angular”, de sus vidas y de la nueva
civilización que en solidaridad generosa y compartida tienen que construir. No
puede haber auténtico crecimiento humano en la paz y en la justicia, en la verdad
y en la libertad, si Cristo no se hace presente con su fuerza salvadora».
¿Qué significa construir su vida en Cristo?Significa dejarse
comprometer por su amor. Un amor que pide coherencia en el propio
comportamiento, que exige acomodar la propia conducta a la doctrina y a los
mandamientos de Jesucristo y de su Iglesia; un amor que llena nuestras vidas de
una felicidad y de una paz que el mundo no puede dar, a pesar de que tanto la
necesita. No tengan miedo a las exigencias del amor de Cristo. Teman, por el
contrario, la pusilanimidad, la ligereza, la comodidad, el egoísmo; todo
aquello que quiera acallar la voz de Cristo que, dirigiéndose a cada una, a
cada uno, repite: “Contigo hablo, levántate”.
Miren a Cristo con valentía, contemplando su vida a través de la
lectura sosegada del Evangelio; tratándole con confianza en la intimidad de su
oración, en los sacramentos, especialmente en la Sagrada Eucaristía, donde Él
mismo se ofrece por nosotros y permanece realmente presente...Si tratan a
Cristo, oirán también ustedes en lo más intimo del alma los requerimientos del
Señor, sus insinuaciones continuas. Jesús continúa dirigiéndose a ustedes y
repitiéndoles: “Contigo hablo, levántate”, especialmente cada vez que no sean
fieles con las obras a quien profesan con los labios. Procuren, pues, no
separarse de Cristo, conservando en su alma la gracia divina que recibieron en
el bautismo..."
(San Juan Pablo II)
Dios, rico en misericordia, que has querido que san Juan Pablo
II, Papa, guiara toda tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus
enseñanzas, nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones a la gracia
salvadora de Cristo, único redentor del hombre. Por Cristo nuestro Señor. Amen.
San Juan Pablo II, ¡Ruega por nosotros!
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