Quizás nunca sepamos a ciencia cierta el verdadero origen de las Jornadas Mundiales de la Juventud; si fueron inspiradas por los jóvenes que en su entusiasmo alentaron a Juan Pablo II, o se trató de sentimientos recíprocos; tan emparentada está su instauración. El Papa siempre agradecía a los jóvenes, pero entiendo que íntimamente venia albergando y madurando la idea desde sus primeros inicios como Papa, analizando como replicar su fructífera experiencia con los grupos de jóvenes (Środowisko) en la parroquia San Florián de Cracovia. O si vamos más atrás quizás inspirado y fortalecido por el Concilio Vaticano mismo en el cual participo intensa y celosamente, y el Mensaje que el Papa Pablo VI, amigo y consejero, le hiciera llegar a los jóvenes el 8 de diciembre de 1965 l con ocasión de la clausura del Concilio Vaticano II. O también en su llamado a los jóvenes a Roma para el Año Santo de 1975, la Marcha Internacional de Reconciliación Cristiana entre Asis y Roma y su último discurso dirigido a los jóvenesestudiantes de Roma el 25 de febrero de 1978.
La propia idea de las JMJ, fue madurando, enriquecida y respaldada por todos esos antecedentes y experiencias, y comenzó a gestarse a principios de 1980 por iniciativa del Consejo para los Laicos, muy cerca de la Plaza San Pedro cuando comenzaron a reunirse los jóvenes para rezar y estar juntos. (El cardenal Eduardo Pironio de gran apoyo en esa iniciativa algo más tarde , fue designado al frente del Consejo el 8 de abril de 1984 y cumplió esa función hasta el 20 de agosto de 1996). Y como no iba a prosperar la idea si el Papa Juan Pablo II se sentía fuertemente alentado después de haber experimentado el entusiasmo del pueblo en México en su primer viaje como Papa, y más tarde el inolvidable viaje a su querida patria durante aquellos “nueve días que cambiaron el mundo” (Weigel) A partir de allí se fueron sucediendo diversos acontecimientos que, de alguna manera, quedaron íntimamente emparentados con la oficialización de las Jornadas.
Dice George Weigel que Juan Pablo II quedo además profundamente impresionado por el entusiasmo de los jóvenes franceses en su visita a Paris (y Lisieux) Ver su discurso a los jóvenes reunidos en el Parque de los Príncipes del 1 de junio 1980 y el extenso Dialogo con los jóvenes durante la Vigilia ese mismo dia
En 1983 se celebraba el 1950 Aniversario de la Redención. El Papa quería dedicar un año entero a este aniversario “con el fin de que ésta penetre más a fondo en el pensamiento y en la acción de toda la Iglesia.” El jubileo comenzaría el 25 de marzo, (Apertura de la Puerta Santa) Solemnidad de la Anunciación del Señor y concluiría el 22 de abril de 1984, Domingo de Pascua.
Con ese motivo Juan Pablo II presento el 6 de enero de 1984 una Bula de Convocacióndel Jubileo Aperite portas Redemptori y entre otras actividades quiso fijar un encuentro juvenil para el Domingo de Ramos (15 de abril de 1984), que fue precedido por aquellos días de “la marcha de la luz” a lo largo de Via della Conciliazione y tres días de meditaciones. Fue la primer cita “oficial” del Papa con la juventud de todo el mundo.
Dos días después, el Domingo de Ramos, de nuevo en la plaza de San Pedro, acuden más de 300.000 jóvenes para celebrar su Jubileo con el Papa. «Eliminad el mal, elegid la vida», dice el Papa invitando a los jóvenes a encontrar en el Redentor la fuerza para conducir a la humanidad al inicio del tercer milenio. El Papa los saluda en varios idiomas en el Ángelus.
Y concluye ese dia el Jubileo de los Jovenes: “Queridos jóvenes: Vuestra peregrinación jubilar llega a su fin. Comienza la gran semana que nos lleva a la Pascua. Seguid el camino de Cristo a quien hemos aclamado en esta celebración de Ramos. Sed siempre fieles al Redentor de todos los hombres, sed testimonios de El ante el mundo.”
Sorprendentemente, en la basílica de San Pedro no había ninguna cruz que se destacara claramente. Así, con motivo del Año Santo extraordinario de la Redención (1983-1984) el Santo Padre quiso colocar una muy sencilla junto al altar. Es esa misma cruz que el Domingo 22 de abril de 1984 el Papa entrega a los jóvenes con estas palabas:
"Queridos Jóvenes, al terminar el año Santo de la Redención confió a vosotros mismos el signo de este año Jubilar: La Cruz de Cristo! Llevadla en el mundo mondo, como signo del amor del Señor Jesús por la humanidad y anunciad a todos que solo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención"
La invitación fue tomada al pie de la letra por los jóvenes del Centro San Lorenzo, a quienes el Papa Juan Pablo II confió la Cruz y fue llevada en solemne procesión hasta la iglesia de San Lorenzo para ser venerada allí, y ésta sigue siendo hoy su sede durante las pausas de sus numerosas peregrinaciones por el mundo. Ese mismo año, de hecho, la Cruz fue llevada a Munich, Alemania, y luego a Praga, por el cardenal Tomàsek. Desde entonces, la Cruz ha estado en todos los continentes y siempre ha estado junto al altar durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, si bien la original debido a su estado algo deteriorado ha sido reemplazada por otra igual. . (ver mi post El camino de la Cruz de las Jornadas):
En 1985 - año internacional de la Juventud se celebro junto con el Papa un encuentro internacional de jóvenes en la plaza de San Juan de Letrán en Roma. Juan Pablo II en su bienvenida les recordaba aquelencuentro: “Efectivamente nos encontramos otra vez como hace un año. Entonces se celebraba el Jubileo extraordinario de la Redención: y nos separamos con el compromiso de volvernos a ver otra vez. Ahora el encuentro se renueva con motivo de la celebración del Año Internacional de la Juventud, proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para 1985, con la conciencia del peso decisivo que tienen los jóvenes en todo proyecto que mire al futuro. La Iglesia quiere prestar a esta iniciativa su aportación. Por esto os he dirigido específicamente a vosotros, jóvenes; el Mensaje para la Jornada de la Paz, el 1 de enero de este año. Y ahora vivimos juntos este encuentro internacional, al que —lo veo con inmensa alegría— habéis venido en tan gran número de todas, partes del mundo”.
Y alli ya encontramos al Cardenal Eduardo Pironio, que en su discurso saluda al Papa en nombre de los jóvenes e indirectamente sugiere que continúen losencuentros: “Sea este encuentro un punto de partida: el comienzo de un diálogo sereno y profundo, continuo y concreto, personal y comunitario. Un diálogo entre Cristo y los jóvenes de hoy, vívido en el ámbito de cada Iglesia local. Regresando a casa, a la patria, en la parroquia, en la diócesis, en el colegio, en el trabajo de cada día estos jóvenes dirán que han encontrado más íntimamente a Cristo; que han descubierto más universalmente a la Iglesia, que han experimentado profundamente el amor del Padre; que quieren ser testigos del Resucitado, comunicar la alegría y la esperanza a todos los jóvenes, ofrecer generosamente la riqueza singular de su juventud a un mundo que espera la luz, la alegría y la esperanza, la libertad, la justicia y el amor. Porque en definitiva espera, desea, busca a «Cristo nuestra paz».”
Ese mismo Año Internacional de la Juventud el Papa Juan Pablo II dirigió la carta apostolica Dilecti Amici a los jóvenes del mundo.
Y finalmente el Domingo 23 de marzo de 1986, Domingo de Ramos Juan Pablo II se celebraba en Roma la Primera Jornada Mundial de la Juventud: “Hoy estáis de nuevo aquí para comenzar en Roma, en la plaza de San Pedro, la tradición de la jornada de la Juventud, a cuya celebración ha sido invitada toda la Iglesia… deseo saludar ahora a todos los que en todas partes —en cualquier país de los cinco continentes— celebran la Jornada de la juventud. El punto de referencia para esta jornada sigue siendo, como cada año, el Domingo de Ramos….“¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Sí. Llega. Entró en la historia del hombre. En Jesucristo Dios entró definitivamente en la historia del hombre. Vosotros jóvenes, debéis encontrarlo los primeros. Debes encontrarlo constantemente…“La Jornada de la Juventud” significa precisamente esto: salir al encuentro de Dios, que entró en la historia del hombre mediante el misterio pascual de Jesucristo. Entró en ella de manera irreversible.Y quiere encontraros antes a vosotros, jóvenes. Y a cada uno quiere decir: “Sígueme”.Sígueme. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Amén.”
En la II JMJ celebrada en Buenos Aires, (la primer JMJ internacional) en su homilía Juan Pablo II recordaba: “En el Año Santo de la Redención 1983-1984, multitud de jóvenes de distintos países y continentes acudieron en peregrinación a Roma, el Domingo de Ramos, para celebrar aquel Jubileo conmigo. Fue una jornada maravillosa e inolvidable, que volvimos a revivir el año siguiente, con ocasión del Año Internacional de la Juventud. Desde entonces el Domingo de Ramos ha sido proclamado como Jornada de la Juventud para la Iglesia, en todo el mundo. Este año la vivimos juntos aquí, en Buenos Aires. Con vosotros, jóvenes de toda la Argentina, están los que han venido de los diversos países de América y de otras partes del mundo, entre los que se cuentan delegaciones de jóvenes de Roma, que es la diócesis del Papa, y de diversas asociaciones y movimientos internacionales.”
Porque justamente el Domingo de Ramos? Explicaba Juan Pablo II en su homilía del 27 de marzo de 1988para la III JMJ, “ ¿Por qué, pues, precisamente este día, Domingo de Ramos, se ha convertido en la Iglesia desde hace algunos años en la “fiesta de los jóvenes”?: Jornada de los jóvenes. Es cierto que esta jornada de la juventud se celebra en cada país y en ambientes y períodos diversos, pero el Domingo de Ramos queda siempre para ella como un punto central de referencia. ¿Por qué? Parece que los mismos jóvenes dan a esta pregunta una respuesta espontánea. Una respuesta así la dais todos vosotros, que desde hace años peregrináis a Roma precisamente para celebrar este día (y esto se realizó especialmente el Año de la Redención y el Año dedicado a la juventud).Con este hecho, ¿acaso no queráis hacer ver vosotros mismos que buscáis a Cristo en el centro de su misterio? Lo buscáis en la plenitud de esa verdad que es El mismo en la historia del hombre: “Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37). Vosotros buscáis a Cristo en la palabra definitiva del Evangelio, como lo hizo el Apóstol Pablo: En la cruz, que es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1Co 1, 24), como confirmó la resurrección. En Cristo —crucificado y resucitado— buscáis precisamente esa fuerza y esa sabiduría.
En su carta con motivo del Seminario de Estudio sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud realizado en Czestochowa Juan Pablo II volvía a mencionar que la iniciativa había partido de los jóvenes mismos: “Las Jornadas, acogiendo una iniciativa propuesta por los mismos jóvenes, han nacido del deseo de ofrecerles significativos «momentos de pausa» en la constante peregrinación de la fe, que se alimenta también mediante el encuentro con los coetáneos de otros Países y el intercambio de las propias experiencias.”
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