Recuerdo mi visita a los Museos Vaticanos y el paso por tantas bellísimas Salas …la Galeria de los Candelabros, de los Tapices, de los Mapas, San Pio V, Sobieski , de Rafael (Constantino, Heliodoro, Signatura, Incendio en el Borgo). Salas hermosas todas donde los frescos mas famosos y llamativos parecieran ser los de Rafael; la verdad sobrenatural en “La disputa del Santisimo Sacramento” (ó El Triunfo de la Eucaristía) y la verdad racional en “La Escuela de Atenas “ (filosofia) y la Sala de los Claroscuros. Disfruté también de otros tesoros celosamente custodiados allí, de algunos finisimos detalles en madera, increíbles incrustaciones de piedras semipreciosas…. y quede prendada y embelesada con los cielorrasos.
Pero leer el “Triptico Romano”
del Santo Padre Juan Pablo II dentro del recinto mismo de la Capilla Sixtina, es un privilegio que –valga la
expresión - otorga un cierto poder, te hace partícipe de una experiencia única,
es un regalo invaluable..
A través de una pequeña entrada se entra a la Gran
Capilla. Enmudecida, pero con los ojos bien abiertos, absorta entre
El Juicio Final, las paredes laterales y la bóveda, con las fotocopias de “Tríptico Romano” en mano, saboreando lentamente
página por página, observando y admirando fresco por fresco, al pasar mi vista
por el balcón, imaginaba a Juan Pablo II allí recitando sus propias
palabras.....
“Estoy a la entrada de la Sixtina — Y tú,
hombre, que también ves, ven — Os llamo a todos los «videntes» de todos los
tiempos.
¡En el Vaticano hay una capilla que espera
el fruto de tu visión!
La visión esperaba la imagen.... El
Juicio, el último Juicio.
He aquí el camino que todos seguimos —
cada uno de nosotros.....””..
Se siente algo inexpresable, una secreta, misteriosa, íntima atmósfera te
circunda. Solo debes permanecer en silencio y escuchar....y ni el ruido ni el
oleaje de tan variado tumulto llega a molestar.... sólo perturba el altavoz
repitiendo demasiado a menudo “este es un lugar sagrado, por favor guarden
silencio....no esta permitido tomar fotografias....” en varios idiomas. Lástima
que muchos parecen no comprender ninguno….. asi y todo se disfruta, se vive, es
posible compenetrarse en el misterio. Los binoculares me fueron de gran ayuda
para sentir aquellos bellos frescos mas cerca.... si bien comprender el excelso
tesoro es casi inalcanzable. Aunque me quedase allí dias solo podría captar una
parte de su belleza, pero viviéndolo de esta manera al menos es posible valorar
más y mejor el misterio mismo de la vida toda, de la Vida.
Enriquecida con tan preciosa vivencia enfilé hacia la Plaza San Pedro para verme envuelta en la elipsis de las 264 columnas, en el abrazo de los brazos gigantes que extendidos a los costados de la Basílica se abren hacia Via Della Conciliazione. Sentia que también yo quería abrazar todo y a todos y hacerles partícipes de semejante experiencia.
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