La Obra era para mí algo extraño, lejano…. quizás
porque a quienes conocía no eran de mi agrado, sus gustos no eran mis gustos,
sus ideas no coincidían con las mías…..después me fui encontrando con otras
gentes de la Obra abiertos, generosos, siempre dispuestos y de alguna manera me
fui dando cuenta de la importancia de la aceptación del otro, de ver
el mundo con sus ojos, respetar sus caminos, sus costumbres, su forma de ser. Y me puse
a pensar …..ellos han cambiado o el
cambio se había producido en mis adentros? Finalmente ya como discípula de Juan Pablo II aprendí
a aceptar y respetar “la realidad de la
"diferencia" y la peculiaridad del "otro" sin ver en ello un peso ni una amenaza.
Decía el Beato Juan Pablo
II en la ceremonia de beatificación de San Josemaria Escrivá y Santa Josefina
Bakita. “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he
amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os améis
unos a otros” (Jn 13, 34-35)…. En esta frase evangélica encontramos la síntesis
de toda santidad; la santidad que han alcanzado, por caminos diversos pero
convergentes en la misma y única meta, Josemaría
Escrivá de Balaguer y Josefina Bakhita. Ellos han amado a Dios con toda la
fuerza de su corazón y dieron prueba de una caridad impulsada hasta el heroísmo
mediante las obras de servicio a los hombres, sus hermanos. Por eso la Iglesia
los eleva al honor de los altares y los presenta como ejemplo en la imitación a
Cristo, que nos ha amado y se ha donado a si mismo por cada uno de nosotros”
(cf. Gal 2, 20).
Y que tienen en común San
Josemaria y Santa Josefina, aparentemente
tan distantes pero tan cercanos para haber sido beatificados el mismo día y ser
comparados de esa manera? Precisamente eso la santidad! Leyendo entre líneas las
palabras de Juan Pablo II interpreto: bienvenidos y bienaventurados todos
aquellos que viven el Evangelio y se dejan impregnar por el Espíritu.
San Josemaria lo decía en
otras palabras: «Alégrate, si ves que otros trabajan en buenos apostolados. —Y
pide, para ellos, gracia de Dios abundante y correspondencia a esa gracia:
luego tú a tu camino, persuádete que no tienes otro» Camino, 965
Un fuerte abrazo a mis amigos de la
Obra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario