Concluido
el Coloquio nos deja un riquísimo material de reflexión, todo un legado para
América Latina inspirado en Juan Pablo II, que afortunadamente será publicado en forma de
libro los primeros meses del año próximo 2013 (aprox marzo/abril). Desde aquí sinceras gracias a los
organizadores del Coloquio y a las autoridades de la UCA por este regalo, en
especial al Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la
Facultad de Ciencias Sociales Políticas y de la Comunicación y a la Cátedra
Juan Pablo II.
El coloquio
ha dejado flotando una especie de inquietud,
de rémora, un lastre en nuestras mentes (al menos en la mia) por nuestra
incapacidad de profundizar,
interiorizarnos de los problemas ajenos, comprometernos con todos los
cristianos. Enlaberintados en nuestro pequeño mundo egoísta creemos que solo
nosotros en la Argentina tenemos problemas políticos y sin embargo quizás – tal
como dijo el escritor Marcos Aguinis en una entrevista reciente “quizás lo que
nos falta a los argentinos es sufrir un poco.” Y tiene razón. El coloquio nos ha concientizado acerca de
nuestra ignorancia de la historia profunda de nuestros hermanos del continente,
de sus luchas internas y de sus valentías (sobre todo del campesinado) en
enfrentar un mal que trató de enraizarse por todos los medios en su suelo sembrando
divisiones y odios y que no dudó en asesinar ante la “insubordinación” a su
doctrina, un mal que sigue latente en casi toda Sudamérica, a pesar de los
avances y las reconciliaciones. Un
verdadero misterio, ese mysteriuminiquitatis del cual hablaba Juan Pablo II en su libro Memoria e Identidad.
En general la reciente historia de América Latina ha
sido y debemos admitirlo con tristeza – en algunos países más que en otros – extremadamente cruenta y dolorosa dejando profundas secuelas que aun no han sido
superadas. Ante un olvido de los más
débiles e indefensos no fueron ellos quienes se rebelaron, fueron otros que actuando presuntamente a favor de ellos terminaron – en los casos más tremendos – asesinando
a aquellos que decían defender. Si,
asesinando a aquellos que eran objeto de las
tan pregonadas “luchas sociales” pero quienes, sin embargo, permanecieron fieles a sus creencias y
principios aun a costa de su propia vida.
Juan Pablo II decía en su
discurso inaugural en Puebla, México el 28 de enero de 1979 “No nos engañemos: los fieles humildes y
sencillos captan espontáneamente cuándo se sirve en la Iglesia al Evangelio y
cuándo se lo vacía y asfixia con otros intereses.”
Del coloquio - un pantallazo extenso sobre los logros y el
trabajo de la Iglesia católica en América Latina, sin obviar sus puntos débiles
y errores, me han impresionado
especialmente los casos de:
Perú (la guerrilla del partido comunista Sendero Luminoso, que el orador
Prof Jeffry Kleiber llamo “un culto”, una “secta” por sus características es comparable
solamente con Camboya. Guerrilla que, sin embargo, no logró convencer ni atraer en masa al gran
campesinado forzando a la resistencia a la población campesina, profundamente
creyente.
Guatemala el asesinato de Mons. Juan Jose Gerardi en 1998 asesinado dos días después de la presentación
de los resultados de REMHI (proyecto interdiocesano por la Recuperación de laMemoria Histórica) Guatemala sigue
buscando una paz duradera entre esfuerzos denodados de la Iglesia católica por una reconciliación
nacional. Invito leer el mensaje de Juan Pablo II a los Obispos de Guatemala
El Salvador “un pueblo con la cruz a cuestas” (invito visitar la página dela Oficina de canonización del Obispo Arnulfo Romero)donde se puede escuchar su última y valiente
homilía “considerada por algunos como su sentencia de muerte debido a la dureza
de su denuncia “en nombre de Dios y de este pueblo sufrido... les pido, les
ruego, les ordeno en nombre de Dios, CESE LA REPRESIÓN”.
Colombia donde Juan Pablo II fue factor importante en la compleja historia
de guerras internas encarnizadas, alimentadas
por el comercio de la droga y el narcotráfico. En medio de ese mundo
desorientado y peligroso y desatendiendo toda advertencia llega Juan Pablo II
en 1986 en un viaje apostólico por 7
dias. Colombia es uno de esos países
ante cuya situación bien podríamos
repetir las increíblemente duras y profundas palabras de Benedicto XVI en su primer viaje aPolonia en mayo de 2006 cuando visitaba el campo de concentración de Auschwitz: “¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué
toleraste todo esto?”
Estas
son sin dudas unas breves pinceladas del fructífero encuentro (otra vez lamento la falta de concurrencia del
público general a un coloquio que fue realmente un tesoro de información y
profundidad, pues tengo entendido que las ponencias fueron una especie de
extracto de los estudios realizados). Mientras aparece la publicación con las ponencias completas podemos
anticiparnos al texto releyendo algunos
documentos citados durante el Coloquio.
Memoriay reconciliación, Comisión Teológica Internacional año 2000, Presidida
por el Cardenal Ratzinger
EvangeliumVitae, Juan Pablo II
Iglesiay comunidad nacional, Comision Episcopal Argentina
Evangeliumnuntiandi de Pablo VI
Lareconciliación en Chile del cardenal Silva Henriquez
Eldocumento de San Miguel declaración del Episcopado argentino
y naturalmente los discursos, homilías y palabras del Papa Juan Pablo II de sus viajes a esta parte del continente:
Viaje apostólico (Zaragoza), Santo Domingo y Puerto Rico 1984
Viaje apostólico a Uruguay, Bolivia, Lima y Paraguay 1988
Visita pastoral México yCuraçao (6 - 14 de mayo)1990
ViajeApostólico a Santo Domingo 9 - 15 de octubre de 1992
Viajeapostólico a Jamaica, México y Denver (8-16 de agosto de 1993)
II Encuentro Mundial del Santo Padre con las familias, Rio de Janeiro, 1997
Viaje apostólico a Cuba 1998
Viaje apostólico a México - San Luis, 1999
Viaje apostólico a Cuba 1998
Viaje apostólico a México - San Luis, 1999
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