Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).
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viernes, 4 de noviembre de 2022

San Carlos Borromeo

 


Hoy, 4 de noviembre, la Iglesia recuerda como todos los años la figura de San Carlos Borromeo, obispo y confesor….uno de esos Santos, a quien le fue dada la palabra "para dar a conocer el Evangelio", del cual era "embajador", habiendo heredado su misión de los Apóstoles. El realizó esta misión de modo heroico con la entrega total de sus fuerzas… La Iglesia —y no sólo la de Milán— le debe una radical renovación del clero, a la cual contribuyó la institución de los seminarios, cuyo origen se remonta precisamente al Concilio de Trento

San Carlos Borromeo, “apóstol del Concilio de Trento, legislador genial y solícito, reformador clarividente e inflexible” fue el santo patrono de Karol Wojtyla.

En ¡Levantaos¡ ¡Vamos¡ Juan Pablo II (quinta parte) nos habla así: “Al recordar a los obispos, no puedo dejar de hacer referencia a mi patrono, san Carlos Borromeo. Cuando pienso en su figura, me conmueve la coincidencia de los hechos y los quehaceres. Fue obispo de Milán en el siglo XVI, en el periodo del Concilio de Trento. A mí, el Señor me ha concedido ser obispo en el siglo XX, precisamente durante el Concilio Vaticano II, en vistas al cual se me ha confiado la misma tarea: su realización. Debo decir que en estos años de pontificado he pensado constantemente en la puesta en práctica del Concilio. Me ha sorprendido siempre esta coincidencia y en aquel santo obispo me fascinaba especialmente su enorme dedicación pastoral: después del Concilio, san Carlos se dedicó a las visitas pastorales en la diócesis, que contaba entonces con unas 800 parroquias. La archidiócesis de Cracovia era más pequeña, sin embargo no conseguí completar la visita pastoral que había iniciado. También la diócesis de Roma, que ahora me ha sido confiada, es grande: cuenta con 333 parroquias”

En sus visitas a las parroquias romanas Juan Pablo II visitó la parroquia de los Santos Ambrosio y Carlos (Borromeo) comúnmente conocida como San Carlo al Corso el 13 de enero de 1985 y tuvo en su homilía palabras especiales para la Acción Católica romana que había escogido esa celebración eucarística para renovar sus propósitos y se comprometía a redoblar su trabajo con los jóvenes.

En noviembre de 1984 durante su visita pastoral a Lombardia y Piamonte el Santo Padre Juan Pablo II se detuvo en los claustros de la antigua Universidad de Pavia, donde el joven Carlos estudio derecho canónico y obtuvo el doctorado in utroque en diciembre de 1559, y en su discurso a los profesores y alumnos les recordaba la vida del “gran reformador San Carlos ....En vuestra universidad se enriqueció, al menos en parte, la personalidad del joven Carlos Borromeo. Mientras estudiaba pudo conocer a sus coetáneos con sus problemas. De estos estudios y experiencias, el futuro arzobispo de Milán sacó como conclusión el propósito de favorecer la cultura de los jóvenes, abriendo colegios —además del que he recordado, de esta ciudad, que visitaré dentro de poco, el de los Nobles, el de Brera—. De este modo se permitía que grupos menos favorecidos participasen en la cultura, dando cabida en el cauce de la universidad a categorías de personas que hasta entonces habían sido extrañas a ella. No es, por tanto, infundada la afirmación de que San Carlos también es benemérito por esto: por haber abierto a todos la institución universitaria, con el fin de no desperdiciar la contribución que jóvenes "con cualidades y dones que el Señor les ha dado" —así se expresaba el obispo de Piacenza, el Beato Paolo Burali, ante el cardenal Borromeo…” decia Juan Pablo II.

Y el 4 de noviembre, durante el mismo viaje a la hora del Angelus oraba

“En unión con San Carlos, mi celestial patrono desde el momento de mi bautismo, yo, peregrino en su tierra natal, invoco a la Madre de la Iglesia. Le ruego con él por el Pueblo de Dios y por toda la familia humana. Le pido que una su afectuosa intercesión para que en esta última etapa del siglo veinte, que presenta semejanzas con su tiempo, el camino de la renovación eclesial esté marcado por el ritmo intenso y fiel por el que él ha continuado en el corazón de las gentes lombardas y de la Iglesia universal”

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jueves, 4 de noviembre de 2021

4 de noviembre San Carlos Borromeo, santo patrono de Karol Wojtyla

 

(Imagen de Wikimedia)

“Te amo, mi Dios, mi fortaleza” San Carlos Borromeo

 El 4 de noviembre de 1973 la parroquia de Raciborowice, a unos 9 kms de Cracovia, Polonia, celebraba los 500 años de su consagración. Allí el Arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla en su homilía recordaba el pequeño pueblo cercano de Bienczyce, que atendía aquella parroquia. Ese pequeño pueblo se convertiría en un suburbio de Cracovia y su capilla en aquel “lugar” tan especial  de una parte de la historia de la Iglesia en Polonia,  historia de las luchas del pueblo contra el así llamado “poder popular”,  en defensa de su derecho de profesar su fe y orar en público, un espacio santo que sigue siendo testimonio de la fortaleza de la religiosidad del pueblo polaco durante el régimen comunista, allí donde nació “la nueva evangelización”:  la simbólica ArkaPana (El Arca del Señor) de Nowa Huta.

 Aquel mismo día el Arzobispo Wojtyla visitaba también la cercana parroquia de Niepolomice que lo había invitado para las celebraciones de la fiesta de SanCarlos Borromeo, segundo patrono de la parroquia y santo patrono de Karol Wojtyla.  Alli el Arzobispo Wojtyla recordaba a San Carlos, patrono del cual se sentía orgulloso y cuya trayectoria fuera tan similar a la suya propia y que él siempre  gustaba recordar resaltando el celo de pastor de su santo patrono. 

El 4 de noviembre de 1984 ya como Papa Juan Pablo II reiteraba su profunda admiración por San Carlos Borromeo en su homilía con ocasión de la Santa Misa en honor al400 centenario de su muerte, homilía que Juan Pablo II  comenzaba con la cita del salmo 23,1 “El Señor es mi pastor”. 

 “San Carlo Borromeo – decía el Papa Juan Pablo II  - fue el Obispo de Trento y un gran pastor de la Iglesia, ante todo porque el mismo siguió a Cristo Buen Pastor. Lo siguió con constancia, escuchando sus palabras y actuando de modo heroico. El Evangelio fue para él la verdadera palabra de vida, plasmándose en sus pensamientos y en su corazón, en sus decisiones y en su actuar. Por otra parte San Carlos fue por excelencia el “Obispo del Concilio de Trento”, y de las instituciones de concilios provinciales y de sínodos diocesanos, tan recomendados en Trento, que resurgían después de un largo olvido que venía de la edad media. En estas asambleas eclesiales Borromeo también toma conciencia, en total acuerdo a la inspiración tridentina, que la reforma debe comenzar por el testimonio de buenos pastores y de buenos sacerdotes. Subrayaba además el Papa Juan Pablo II las visitas pastorales de Borromeo y citaba las palabras de su antecesor el Papa Pablo VI que sostenía que una de las características más notables de su episcopado fue su intento de “crear una santidad del pueblo, una santidad colectiva, de hacer santa toda la comunidad”.

 Reflexionando  tan solo brevemente sobre la similitud del afán pastoral de San Carlos Borromeo y de San Juan Pablo II podemos concluir que Karol Wojtyla fue un verdadero discípulo de su santo patrono en quien había encontrado un modelo de vida sacerdotal y de actividad pastoral. 

 

jueves, 4 de noviembre de 2010

San Carlos Borromeo, celoso obispo

Reliquia guardada en el Altar del corazón de San Carlos, sito en el deambulatorio (*) detrás del altar mayor de la Basílica de los Santos Ambrosio y Carlos en Roma.

Fue donada por el Arzobispo de Milano en señal de gratitud por la construcción de la Iglesia, cuya piedra fundamental fue colocada el 29 de enero de 1612.

Hoy conmemoramos a San Carlos Borromeo, “celoso obispo, reformador de la Iglesia después del concilio de Trento, un gran bienhechor de los pobres”, santo patrono de Karol Wojtyla.

En la Audiencia del 4 de noviembre de 1981 decía el Papa Juan Pablo II:
“Cuando, algunas veces en mi vida, he tenido ocasión de celebrar el Santísimo Sacrificio en la cripta de la catedral de Milán, donde descansa el cuerpo de San Carlos, se me presentaba ante los ojos toda su actividad pastoral dedicada hasta el fin al pueblo al que había sido enviado. Concluyó esta vida el año 1584, a la edad de 46 años, después de haber prestado un heroico servicio pastoral a las víctimas de la peste que habla afligido a Milán.

Interior de la Basilica de los Santos Ambrosio y Carlos, Roma


3. He aquí algunas palabras pronunciadas por San Carlos, indicativas de esa total entrega a Cristo y a la Iglesia, que inflamó el corazón y toda la obra pastoral del Santo. Dirigiéndose a los obispos de la región lombarda, durante el IV Concilio Provincial de 1576, les exhortaba así: "Estas son las almas para cuya salvación Dios envió a su único Hijo Jesucristo... El nos indicó también a cada uno de los obispos, que hemos sido llamados a participar en la obra de la salvación, el motivo más sublime de nuestro ministerio y enseñó que, sobre todo, el amor debe ser el maestro de nuestro apostolado, el amor que El (Jesús) quiere expresar por medio de nosotros, a los fieles que nos han sido confiados, con la predicación frecuente, con la saludable administración de los sacramentos, con los ejemplos de una vida santa... con un celo incesante" (cf. Sancti Caroli Borromei Orationes XII, Romae 1963. Oratio IV).”

(*) Deambulatorio: En las catedrales y otras iglesias, espacio transitable situado detrás del presbiterio que da ingreso a otras capillas situadas en el ábside. (RAE)
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domingo, 4 de noviembre de 2007

San Carlos Borromeo, santo patrono de Karol Wojtyla

Hoy, 4 de noviembre, domingo XXXI del tiempo ordinario Ciclo C, la Iglesia en su Santoral recuerda la figura de San Carlos Borromeo, obispo y confesor, arzobispo y Cardenal. Fue el santo patrono de Karol Wojtyla / Juan Pablo II

De la Audiencia General de Juan Pablo II el 4 de noviembre de 1981
San Carlos Borromeo, concluyó esta vida el año 1584, a la edad de 46 años, después de haber prestado un heroico servicio pastoral a las víctimas de la peste que habla afligido a Milán. Su cuerpo descansa en la cripta de la catedral de Milán. Participó activamente en el Concilio Tridentino desde Roma y la Iglesia le debe una radical renovación del clero, a la cual contribuyó la institución de los seminarios, cuyo origen se remonta al Concilio de Trento … y muchas obras, entre ella la institución de las cofradías, de las pías asociaciones, de los oblatos-laicos, que prefiguraban ya a la Acción Católica, los colegios, los hospitales para pobres, y finalmente la fundación de la Universidad de Brera en 1572…….su vida podría sintetizarse en tres expresiones magníficas: fue un Pastor santo, un maestro iluminado, un prudente y sagaz legislador….

….En el bautismo recibí el nombre de San Carlos. Me ha sido otorgado vivir en los tiempos del Concilio Vaticano II, el cual, como antes el Concilio Tridentino, ha tratado de mostrar el sentido de la renovación de la Iglesia según las necesidades de nuestro tiempo. Pude participar en este Concilio desde el primer día hasta el último. Me fue dado también —como mi Patrono— pertenecer al Colegio Cardenalicio. Traté de imitarle, introduciendo en la vida de la archidiócesis de Cracovia las enseñanzas del Concilio Vaticano II…

…Hoy, día de San Carlos, medito la gran importancia que tiene el bautismo, en el que recibí precisamente su nombre. Con el bautismo, según las palabras de San Pablo, somos sumergidos en la muerte de Cristo para recibir de este modo la participación en su resurrección….
…..Mediante el bautismo, cada uno de nosotros recibe la participación sacramental en esa Vida que —merecida a través de la cruz— se ha revelado en la resurrección de nuestro Señor y Redentor. Al mismo tiempo, arraigándonos con todo nuestro ser humano en el misterio de Cristo, somos consagrados por primera vez en El al Padre. Se realiza en nosotros el primero y fundamental acto de consagración, mediante el cual, el Padre acepta al hombre como su hijo adoptivo: el hombre se entrega a Dios, para que en esta filiación adoptiva realice su voluntad y se convierta de manera cada vez más madura en parte de su Reino. El sacramento del bautismo comienza en nosotros ese "sacerdocio real", mediante el cual participamos en la misión de Cristo mismo, Sacerdote, Profeta y Rey….

viernes, 3 de noviembre de 2023

San Carlos Borromeo y Juan Pablo II “Jesucristo es mi vida”


 (Imagen de Wikimedia)

El 4 de noviembre de 1972, fiesta de San Carlos Borromeo  en su homilía en la Iglesia de Santa Catalina en Cracovia el Cardenal Wojtyla se planteaba la pregunta: Quien es este San Carlos para mí? Quien es mi patrono para mí? ……Es un constante recordatorio de mi unión particular con Jesucristo, de mi pertenencia a El…. Y a partir del momento que su nombre fue mi nombre, Yo también asumí  el significado pleno de estas palabras: “Jesucristo es mi vida.” (Boniecki: Kalendarium) 

El 4 de noviembre de 1978, en su primer discurso como Pontífice,  el día de su onomástico así les hablaba de su vida y de su santo Patrono al Sagrado Colegio, siempre consciente de la rica herencia recibida de sus padres,  del inmenso don recibido y su identificación con su santo patrono: 

“Deseo agradecer de todo corazón las expresiones de benevolencia hacia mi persona. El día del santo siempre hace converger la atención y cariño de los más cercanos, de la familia, hacia la persona que lleva un nombre determinado. Este nombre nos recuerda el amor de nuestros padres que al imponerlo querían en cierto modo precisar el puesto de su hijo en la comunidad de amor que es la familia. Ellos han sido los primeros que le han llamado con ese nombre y con ellos, los hermanos y hermanas, los parientes, los amigos y los compañeros. Y así el nombre ha trazado el camino del hombre entre los hombres; entre los hombres más cercanos y más queridos.

Pero el misterio del nombre va más lejos. Los padres, que impusieron el nombre al niño en el bautismo, querían indicar su puesto en la gran asamblea de amor que es la Familia de Dios. La Iglesia sobre la tierra propende incesantemente hacia las dimensiones de esta familia en el misterio de la Comunión de los Santos. Al imponer el nombre al propio hijo, los padres quieren introducirlo en la continuidad de este misterio.

Mis padres queridísimos me dieron el nombre de Karol (Carlos), que era también el nombre de mi padre. Ciertamente, jamás pudieron prever ellos (los dos murieron jóvenes) que este nombre iba a abrir a su niño el camino entre los grandes acontecimientos de la Iglesia de hoy.

¡San Carlos! Cuántas veces me he arrodillado ante sus reliquias en la catedral de Milán. Cuántas veces he meditado en su vida, contemplando en mi mente la figura gigantesca de este hombre de Dios y siervo de la Iglesia, Carlos Borromeo, cardenal, obispo de Milán y hombre del Concilio. Es él uno de los grandes protagonistas de la reforma profunda de la Iglesia del siglo XVI, realizada por el Concilio de Trento, que quedará siempre vinculada a su nombre; también es él uno de los artífices de la institución de los seminarios eclesiásticos, confirmada en toda su esencia por el Concilio Vaticano II. El fue asimismo siervo de las almas, que no se dejaba nunca amedrentar; siervo de los que sufrían, de los enfermos, de los condenados a muerte.

¡Mi Patrono! En su nombre mis padres, mi parroquia y mi patria se proponían prepararme desde el principio a un singular servicio a la Iglesia, en el contexto del actual Concilio, con tantas tareas inherentes a su puesta en práctica, y también en el conjunto de las experiencias y sufrimientos del hombre de hoy.”

viernes, 4 de noviembre de 2016

San Carlos Borromeo - La fiesta onomástica y la gracia de nuestro bautismo


“La fiesta de hoy atrae ahora nuestra atención hacia el gran obispo y confesor de la fe, San Carlos Borromeo, cuyo nombre yo recibí en el bautismo. A cuantos se unen en la oración conmigo en la fiesta de hoy, quiero repetirles —como ya lo hice el pasado miércoles— las palabras de San Pablo en la Carta a los Efesios: "Rezad... por todos los santos, y también por mi, para que, al abrir mi boca, se me conceda la palabra para dar a conocer con franqueza el misterio del Evangelio..." (Ef 6, 18-20). Este servicio al Evangelio de Jesucristo lo realizó heroicamente San Carlos con todas sus fuerzas. Su celo pastoral y su infatigable entrega al Pueblo de Dios a él encomendado han sido siempre un ejemplo para mí.

La fiesta onomástica nos recuerda igualmente la gracia de nuestro bautismo, a través del cual hemos sido sepultados con Cristo para resucitar también con El de entre los muertos. Sólo si estamos dispuestos a caer en tierra, como el grano de trigo, y morir con Cristo, podemos realmente dar fruto. El mismo Cristo nos ha anunciado: "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará" (Mt 16, 25). Pidamos unos para otros el coraje necesario para arriesgar como creyentes nuestra vida por Cristo y su Reino. Para ello, con mis mejores deseos de un día feliz y dichoso en la Ciudad Eterna, os imparto cordial-mente a todos vosotros mi bendición apostólica.”



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viernes, 22 de agosto de 2025

Los Papas del Concilio Vaticano II – (4 de 8) Juan XXIII – Luis Marin de San Martin, OSA

 


JUAN XXIII – La primavera del Papa Juan

 


La primera cuestión que se plantea es cómo un hombre tradicional como Roncalli, elegido por los cardenales a los 77 años de edad como papa de transición, fue capaz de poner en marcha tan formidable proceso renovador. ¿De dónde le vino la idea del Concilio? Una mirada superficial a su persona y a su historial no hacía presagiar ningún sobresalto. En efecto, cuando estuvo en Oriente como diplomático se le encontraba demasiado oscuro; de nuncio en París, demasiado hablador; de patriarca de Venecia, demasiado viejo ya. Sin embargo, una consideración más profunda nos hace ver que, en la personalidad de Roncalli, más allá de su innata cordialidad, de su afabilidad, de su religiosidad tradicional y de su perfil de prelado chapado a la antigua, se traslucía en todo momento la realidad de un auténtico creyente y de un verdadero hombre de Dios. Esta es la clave más importante para comprender las decisiones de Juan XXIII. Su lema episcopal, Oboedientia et pax, tomado del cardenal Cesare Baronio, aunque cambiando el orden de las palabras, mostraba todo un programa al que Roncalli tratará de ser fiel durante toda su vida: estar en comunión con la voluntad divina y en abandono completo a las mociones del Espíritu. Y esto también y muy especialmente en lo referido al Vaticano II, cuya idea el papa Juan siempre considerará una inspiración divina. El pensamiento de convocar un Concilio surgió en la mente del papa como resultado de una serie de elementos que interactuaron a lo largo de su vida y que se concretarán en los primeros momentos del pontificado joaneo. Creo que podemos resumirlos en tres principales: los estudios históricos, la experiencia de vida y los contactos personales. Veámoslos brevemente.

Los estudios históricos Aunque tenía el título de doctor en Teología, Angelo Giuseppe Roncalli fue siempre un apasionado de la Historia de la Iglesia, sobre todo la italiana de la época de la Contrarreforma, con san Carlos Borromeo como figura señera en la aplicación de los decretos de re forma del Concilio de Trento. Las referencias a san Carlos Borromeo en los escritos de Roncalli son constantes y la principal obra de investigación histórica de Roncalli fue la publicación de las Actas de la visita apostólica de san Carlos a Bérgamo, que terminó casi en los umbrales del pontificado16. Borromeo aparecía así como modelo de organización y reforma eclesial debido a su actividad en el Concilio de Trento y en la aplicación de las directrices conciliares a la diócesis de Milán17. Junto a esta influencia y como fuente de ella tenemos también el conocimiento sobre lo que supuso Trento, considerado como Concilio de reforma, con la fructífera renovación eclesial que trajo consigo a través de dos importantes medios: el Sínodo diocesano y la visita pastoral: Concilio, Sínodo, visita pastoral; ya tenemos aquí tres elementos de constante presencia en su actividad eclesiástica.

Su experiencia de vida.  Otra clave la encontramos en la propia y riquísima experiencia vital de Roncalli. En primer lugar las vivencias junto a monseñor Giacomo Maria Radini Tedeschi, obispo de Bérgamo, de quien fue secretario personal entre 1905 y 1914. A su lado conoció de forma práctica la actuación de un prelado en la estela reformista tridentina, no sólo en lo referido a la organización de un Sínodo diocesano y al programa de visitas pastorales, sino también en el contacto con la pastoral entendida en sentido amplio. El conocimiento de otras mentalidades y culturas debido a su actividad diplomática en Oriente y en Francia dotó a Roncalli de una gran apertura de mente y de una exacta valoración de las circunstancias históricas y eclesiales. Él mismo lo reconocía así en su lecho de muestre: «Ahora más que nunca, ciertamente más que en los siglos pasados, estamos llamados a servir al hombre en cuanto tal y no sólo a los católicos; a defender ante todo y en todas partes los derechos de la persona humana y no solamente los de la Iglesia católica [...].

(…)

Los contactos personales No cabe duda de que varias personas comentaron con Roncalli la posibilidad de y oportunidad de un Concilio para la Iglesia. La amistad mantenida con los cardenales Celso Costantini, autor de una propuesta de conciliar en tiempos de Pío XI y Francesco Borgongini Duca, presidente de la Comisión Central para la preparación de un posible Concilio en tiempos de Pío XII, hizo que muy probablemente comentaran el tema en varias ocasiones, por lo que Roncalli estuvo informado de las iniciativas tomadas. De igual forma también tuvo contacto con los cardenales Ernesto Ruffini y Alfredo Ottaviani, autores de otra propuesta conciliar y que afirmarán haber hablado del tema con Roncalli durante el cónclave que le eligió papa. Sea como fuere, también resulta evidente que el proyecto que el proyecto de Concilio del papa Juan será muy distinto del modelo propugnado por estos dos cardenales y que siempre manifestará haber tomado su decisión con toda libertad.

La decisión del papa sobre la convocatoria de un Concilio fue madurando desde lo que podía ser una posibilidad sugerente hasta desembocar en una certeza. El 30 de octubre de 1958 habló por primera vez del tema; el 2 de noviembre, tras una audiencia al cardenal Ruffini, el papa dejó escrita una anotación en un folio indicando que habían tocado este asunto en el transcurso del encuentro. Sin embargo, no será sino el 20 de enero de 1959, después de haberse reunido con el secretario de Estado, cardenal Domenico Tardini, cuando se aclaren todas las dudas para Juan XXIII. Ese día el papa escribió en su agenda: «Jornada albo segnanda lapillo …

(…)

El anuncio oficial lo hizo Juan XXIII el 25 de enero de 1959, jornada de clausura del octavario de oraciones por la unidad de los cristianos, en un consistorio tenido en la sala capitular de la basílica de San Pablo Extramuros, al que asistieron diecisiete cardenales de Curia. En su discurso, Juan XXIII hizo un triple anuncio: la convocatoria de un Sínodo para la diócesis de Roma, la revisión del Código de Derecho Canónico y la convocatoria de un Concilio para la Iglesia universal.

(…)

«¡Mis venerables hermanos del Colegio cardenalicio! Pronunciamos ante vosotros, ciertamente temblando un poco de conmoción, pero a la vez con humilde resolución de propósito, el nombre y la propuesta de la doble celebración: de un Sínodo diocesano para la Urbe y de un Concilio general para la Iglesia universal [...]. Ellas conducirán felizmente a la deseada y esperada puesta al día del Código de Derecho Canónico».

(…)

El desarrollo de esta parte de la ponencia esta  subdividida en los siguientes apartados:

 

2.2.2. Comienza la andadura

 

2.3. Los trabajos preparatorios 2.3.1. Perfilar el Concilio

 

2.3.2. El Secretariado para la Unidad de los Cristianos

 

2.3.3. Hacia el aggiornamento de la Iglesia

 

2.4. La Primera Sesión 2.4.1. Gaudet Mater Ecclesia

 

2.4.2. Esperanzas y temores

 

2.4.3. Opciones y decisiones


2.4.4. La primera pausa

 

(…)

 

Juan XXIII sabía que posiblemente no le fuera dado asistir al término del Concilio: un cáncer en el estómago hacía presagiar un pronto final de su aventura terrena. Comenzó entonces a expresar una cierta preocupación por el futuro del Vaticano II, como pone de manifiesto el comentario hecho al P. Roberto Tucci, director de la Civiltà Cattolica, el 9 de febrero de 1963: «No me queda mucho tiempo de vida. Por tanto debo ser muy cuidadoso en cada cosa que hago, para evitar que el próximo cónclave sea un cónclave contra mí, porque entonces esto podría destruir las cosas que yo no he sido capaz de lograr». Sin embargo, los temores desaparecieron en los meses siguientes transformándose en una gran calma, incluso hasta el punto de que, ya en su lecho de muerte, pudo decir a los cardenales: «Estoy seguro de que se proveerá a la sucesión sin ningún esfuerzo; estoy seguro de que los obispos llevarán el Concilio a feliz conclusión». Juan XXII murió el 3 de junio de 1963, lunes de Pentecostés, a las 19,45 horas

Eneste enlace puede leerse el texto completo de

Concilio Vaticano II 40 años después  - Centro Teologico San Agustin 



domingo, 12 de julio de 2009

Desde su santa montaña

Invoco al Señor en alta voz y él me responde desde su santa Montaña

En el espíritu del Año Mariano el 12 de julio de 1987 el rezo meridiano del "Ángelus" se situaba “en el panorama encantador de estas montañas "cadorine", entre las cimas y los bosques del "verde Comélico", desde donde en cada estación se eleva, con silenciosa fuerza, un coro de gloria al Creador” . Con estas palabras comenzaba su rezo el Siervo de Dios Juan Pablo II ante una sencilla ermita de la Virgen de las Nieves, acompañado por el repique de las campanas de la parroquia de Lorenzago y de otras iglesias de los alrededores. “Casi un concierto” diría Juan Pablo II en su saludo mas tarde a la población de Lorenzago, donde hacia días atrás había comenzado sus vacaciones de verano.

Nuestra Señora de las Nieves en la Catedral de San Carlos de Bariloche, Argentina, santa patrona de la diócesis de Bariloche (junto a san Carlos Borromeo)

miércoles, 23 de enero de 2013

San Francisco de Sales, “doctor del amor divino”




“Francisco de Sales, consejero de Papas y de príncipes, dotado de grandes cualidades espirituales, pastorales y diplomáticas, fue un hombre de unidad en una época en que las divisiones constituían una herida en el costado de la Iglesia. Se preocupó, en particular, por restablecer la unidad de su diócesis y por mantener la comunión en la fe, basando su acción en la confianza en Dios, en la caridad que todo lo puede, en la ascesis y en la oración, como subrayó en un auténtico discurso programático poco después de su ordenación sacerdotal, puesto que -decía- es así como debemos vivir la regla cristiana y comportarnos verdaderamente como hijos de Dios (cf. Sermón para el arciprestazgo:  Oeuvres complètes, edición de Annecy, VII, p. 99 ss). Más tarde explicaría lo que es en verdad la caridad teologal:  "La caridad es un amor de amistad, una amistad de dilección, una dilección de preferencia, pero de preferencia incomparable, soberana y sobrenatural, que es como un sol en toda el alma para embellecerla con sus rayos, en todas las facultades espirituales para perfeccionarlas, en todas las potencias para moderarlas, y en la voluntad, como su sede, para residir allí y hacer que quiera y ame a su Dios sobre todas las cosas" (Tratado del amor de Dios:  Oeuvres complètes, IV, p. 165)”

San Francisco de Sales tuvo como modelo a San Carlos Borromeo, el santo patrono de Juan Pablo II y se esmeró – decía el Santo Padre Juan Pablo II con ocasión del IV Centenario de la Consagración Episcopal de San Francisco de Sales - por formar a los sacerdotes, sobre todo instituyendo para ellos conferencias mensuales, a fin de dar a las ovejas sin pastor pastores misericordiosos que les enseñaran el misterio cristiano y celebraran cada vez más dignamente los sacramentos de la Eucaristía y de la reconciliación. Puso especialmente cuidado en hacer que el clero y los fieles descubrieran que la penitencia es un momento de encuentro con el amor del Señor, que acoge a todos los que van a pedirle humildemente perdón.”

Francisco de Sales – continuaba en su Mensaje Juan Pablo II  “doctor del amor divino, no descansaba hasta que los fieles acogían el amor de Dios, para vivirlo plenamente, orientando su corazón a Dios y uniéndose a él (cf. Tratado del amor de Dios:  Oeuvres complètes, IV, p. 40 ss). Así, bajo su guía, numerosos cristianos han recorrido el camino de la santidad. Él les mostró que todos están llamados a vivir una intensa vida espiritual, cualquiera que sea su situación y su profesión, ya que, al ser "la Iglesia un jardín esmaltado de flores infinitas, necesita tenerlas de diversas grandezas, de diversos colores, de diversos perfumes, en suma, de diferentes perfecciones. Todas tienen su valor, su gracia y su esplendor, y todas en conjunto, con su variedad, forman una perfección muy agradable de belleza" (ib., p. 111).

Hombre bondadoso y dulce, que sabía manifestar la misericordia y la paciencia de Dios a aquellos con quienes se encontraba, propuso una espiritualidad exigente pero serena, fundada en el amor, dado que amar a Dios "es la mayor felicidad del alma en esta vida y por toda la eternidad" (Carta a la Madre Marie-Jacqueline Favre, 10 de marzo de 1612:  Oeuvres complètes XV, p. 180). Con gran sencillez, formó a todos en la oración:  "Es necesario que se postre ante Dios y permanezca allí a sus pies; así él comprenderá que, con esta humilde actitud, usted es suya y quiere su ayuda, aunque no pueda hablar" (Carta a Juana Francisca Frémyot de Chantal, 14 de octubre de 1604: Oeuvres complètes XII, p. 352). Se esforzó por conducir las almas hasta las cimas de la perfección, procurando unir a las personas en torno a lo que es el centro de la existencia, la vida de intimidad con el Señor, gracias a la cual el hombre puede recibir la perfección y hacerse mejor (cf.Tratado del amor de Dios:  Oeuvres complètes, IV, p. 49). Se preocupaba de que cada uno volviera a Cristo y recomenzara desde él, para llevar una vida buena, puesto que Dios ha dado a cada uno el gobierno de sus facultades, que conviene poner bajo el primado de la voluntad (cf. ib.,pp. 23-24).”

domingo, 6 de abril de 2008

Mis dias en Roma 5

Ayer 6 de abril en un rato libre me fui a los Museos Vaticanos para una rapida visita. Los cielorrasos me siguen fascinando (especialmente el de la Sala de los Mapas), descubri un Pensador de Rodin (de bronce) que nunca habia visto, los tapices mas bonitos : Nacimiento, Adoracion de los Magos, Resurreccion, La cena de Emaus tenian la ilumnacion perfecta (eran aprox 16.30). Me quede un largo rato en la Sala de Rafael admirando su Escuela de Atenas y El Triunfo de la Eucaristia. Y antes de entrar en la Sixtina hay una escultura de la Virgen Maria muy bonita que no recuerdo de quien es....
Desde que lei Triptico Romano de Juan Pablo II la emocion de entrar en el misterio de la Capilla Sixtina es doble y aunque esta vez no traje conmigo las copias del libro igual me parece estar escuchando las palabras de ese hermoso texto mientras voy admirando la belleza de los frescos.

Hoy domingo 6 de abil concluia el Congreso de la Divina Misericordia con la Santa Misa en la Basilica San Pedro oficiada por el Cardenal Schonborn. Si hasta aqui la organizacion del Congreso fue casi perfecta hoy hubo algun "desencuentro" entre dos logisticas....La misa comenzaba a las 10.30 logicamente llegamos mas temprano, pero de nada sirvio pues nos dejaron entrar pero quedamos literalmnte "acorralados" mientras mirabamos pasar a los turistas paseando de aqui para alla por la Basilica. Lastima....sino hubiese sido todo demasiado perfecto ;)
Tampoco pudmos estar en el Regina Coelis (que teniamos en el programa) pues cuando saliamos de la Basilica el Santo Padre BXVI ya se estaba despidiendo de los peregrinos que habia en la plaza. En fin un mundo de gente entre los que saliamos, los que querian entrar y los que estaban en la Plaza....estabamos todos turistas, peregrinos e italianos festejando su domingo...
Despues me fui a comer una pizza al taglio (el presupuesto para Roma se esta extinguiendo) y ademas me gusta ir a esos lugars porque alli nos encontramos todos los latinoamericanos, los que estamos de visita y los que viven y trabajan aqui aniorando su tierra. Lastima, nadie deberia tener que dejar su tierra...
Despues me quede para la Coronilla de la Divina Misericordia ante la tumba de Juan Pablo II, Reze un rosario y una decena para todos mis amigos, luego sali a buscar la Iglesia de los Santos Ambrosio y Carlos (Borromeo, santo patrono de Karol Wojtyla) sobra Via del Corso. Esta muy bonita toda restaurada (2004). Alli rece ante las reliquias de san Carlos. Hay un cuadro muy bonto de la Sagrada Familia, san Jose carpintero, el Ninio Jesus con un madero y laVirgen Maia mirandolos. Quise comprar la tarjeta pero la maquina no me dio la tarjeta ni me devolvio el euro que habia insertado....cosas que ocurren.
Como queria colocar sobre la tumba de Juan Pablo II las estampas que tengo para repartir volvi a la cripta (mejor ir a ultima hora) especulando un poco si me dejarian besar la tumba. Pues si, pude hacerlo, y ahora me despido de Roma feliz....

martes, 1 de noviembre de 2022

Los santos – los verdaderos reformadores

 

(Iglesia Santo Spirito, Roma)

Es la muchedumbre de los santos —conocidos o desconocidos—….En sus vidas se revela la riqueza del Evangelio como en un gran libro ilustrado. Son la estela luminosa que Dios ha dejado en el transcurso de la historia, y sigue dejando aún. Mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II, que está aquí con nosotros en este momento, beatificó y canonizó a un gran número de personas, tanto de tiempos recientes como lejanos. Con estos ejemplos quiso demostrarnos cómo se consigue ser cristianos; cómo se logra llevar una vida del modo justo, cómo se vive a la manera de Dios. Los beatos y los santos han sido personas que no han buscado obstinadamente su propia felicidad, sino que han querido simplemente entregarse, porque han sido alcanzados por la luz de Cristo.

De este modo, nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas. En las vicisitudes de la historia, han sido los verdaderos reformadores que tantas veces han elevado a la humanidad de los valles oscuros en los cuales está siempre en peligro de precipitar; la han iluminado siempre de nuevo lo suficiente para dar la posibilidad de aceptar —tal vez en el dolor— la palabra de Dios al terminar la obra de la creación:  "Y era muy bueno". Basta pensar en figuras como san Benito, san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Carlos Borromeo; en los fundadores de las órdenes religiosas del siglo XIX, que animaron y orientaron el movimiento social; o en los santos de nuestro tiempo:  Maximiliano Kolbe, Edith Stein, madre Teresa, padre Pío. Contemplando estas figuras comprendemos lo que significa "adorar" y lo que quiere decir vivir a medida del Niño de Belén, a medida de Jesucristo y de Dios mismo.

Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún:  sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa común fue no esperar nada de Dios, sino tomar totalmente en las propias manos la causa del mundo para transformar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, siempre se tomó un punto de vista humano y parcial como criterio absoluto de orientación. La absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?

(BenedictoXVI vigilia con los jóvenes con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud,Colonia 20 de agosto 2005)

sábado, 19 de diciembre de 2009

Juan Pablo II declarado venerable (1)


Hoy es día de fiesta y de inmenso gozo para este blog.
Durante una audiencia con Mons. Angelo Amato, prefecto del Dicasterio para las causas de los santos y en presencia del Santo Padre Benedicto XVI se promulgó el decreto que reconoce las virtudes heroicas del Papa Juan Pablo II (entre otros), cumplidos los pasos que a tal efecto establece la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magíster, sobre la nueva legislación relativa a las causas de los Santos firmada por Juan Pablo II el 25 de enero de 1983.
Por lo tanto a partir de ahora el Siervo de Dios Juan Pablo II recibe el titulo de venerable, titulo que sin embargo no implica aun alguna forma de culto publico. Para llegar a la beatificación es necesario el reconocimiento de un milagro, atribuido a la intercesión del venerable. La prueba de un nuevo milagro es necearía para proceder a la canonización.
Ya estamos mas cerca!

Recordamos brevemente la historia del proceso:
El 13 de mayo de 2005, día de la Virgen de Fátima, a tan solo 41 días de la muerte de Juan Pablo II, el Santo Padre Benedicto XVI anunciaba en la Basílica Lateranense que había concedido la dispensa del tiempo de cinco años de espera después de la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II y que por lo tanto su Causa de Beatificación y Canonización podía iniciarse enseguida. El edicto había sido firmado el 9 de mayo del mismo año.. A partir de allí el proceso se desarrolló cumpliendo todas las etapas que ordena la Constitución Apostólica. Fue nombrado postulador (quien “propone”) de la causa Mons. Slawomir Oder, sacerdote polaco llegado a Roma en 1984.
La sesión de apertura de la Investigación diocesana (Roma) sobre la vida, las virtudes y la reputación de santidad del Siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyła) tuvo lugar en la Basílica de San Juan de Letràn el 28 de junio de 2005.
El 4 de noviembre “el dia que se conmemora la memoria litúrgica de San Carlos Borromeo, se constituyó en la Catedral de Wawel (Cracovia, Polonia) el Tribunal Rogatorial, cuya tarea consistió en escuchar testigos locales, recoger testimonios de la vida y heroísmo de las virtudes del siervo de Dios Juan Pablo II, durante los años transcurridos en Cracovia, antes que fuese elegido Papa, aportando el tribunal una importante contribución a la gran obra del desarrollo del proceso de beatificación, que encomendada a la Diócesis de Roma bajo la dirección del Cardenal Camillo Ruini, Vicario del Santo Padre para la ciudad de Roma”
Recopilada toda la documentación referente al candidato, sus escritos, entrevistados testigos de todo el mundo y realizados los estudios de la Comisión Histórica fue preparada la “positio”. La Sesión de Clausura de la fase diocesana sobre la vida, virtudes y fama de santidad del siervo de Dios Juan Pablo II tuvo lugar el 2 de abril de 2007 en la Catedral de Roma, San Juan de Letrán. En solemne ceremonia oficiada en latín, en presencia de altas personalidades de la política y de la Iglesia, se sellaron y lacraron las cajas conteniendo la documentación secreta del Proceso destinado a la Congregación para las Causas de los Santos,
Ahora queda pendiente la aprobación del milagro (proceso “·super miro”), una parte separada de la positio, pues se trabaja en dos niveles el nivel diocesano y la parte relacionada con el milagro (de la religiosa francesa curada de la enfermedad de Parkinson) que se lleva a cabo con la colaboración de equipos médicos en cuanto a la opinión técnica y de una comisión teológica que debe asegurarse que la curación tenga relación directa a la intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II. Concluida esta fase todo queda en manos del Santo Padre Benedicto XVI.

Quizás sea oportuno volver a citar algunas palabras que Mons. Slawomir Oder, Postulador de la Causa, expresò durante la clausura de la fase diocesana el 2 de abril de 2007 cuando decía que no debiamos preguntarnos cuando terminaría la investigación, sino que “es importante vivir estos momentos como momentos de gracia. Una oportunidad que el Señor nos dona para profundizar el pensamiento y la espiritualidad de Juan Pablo II, para prepararnos bien al momento de la clausura definitiva del proceso”.
Invito visitar:

martes, 5 de noviembre de 2013

“He vivido con un santo” de Stanislaw Dziwisz y Gianfranco Svidercoschi


Ayer, 4 de noviembre, festividad del santo patrono del Beato Juan Pablo, san Carlos Borromeo, fue presentado en el salón Juan Pablo II, contiguo a la Iglesia de San Estanislao, iglesia nacional polaca de Roma, el libro “He vivido con un santo” (en versión italiana, publicada por Rizzoli que estará disponible a partir de mañana en las librerías). Presentes se encontraban el cardenal Camillo Ruini, el profesor Andrea Riccardi, Mons. Paolo Ptasznik y el periodista y escritor Gian Franco Svidercoschi.

“He vivido con un santo” es una obra del cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia, escrito en forma de conversacòn con el periodista Gianfranco Svidercoschi. A ocho años de la muerte de Juan Pablo II su secretario recuerda momentos de la vida del hombre a cuyo lado ha estado durante casi 40 años y que será canonizado el proximo 27 de abril. 
DeboraDonnini de Radio Vaticana ha preparado el siguiente texto/entrevista a tres personalidades cercanas al cardenal Dziwisz y al Papa Juan Pablo II: el Rector de la Iglesia San Estanislao Paolo Ptasznik, el cardenal Camillo Ruini que tanto apreciaba al Papa Juan Pablo II y el escritor y periodista Gian Franco Svidercoschi, ya familiar de este blog.  

Texto de Radio Vaticana/Debora Donnini:  (en mi traducciòn al español)

“La profunda unión con el Señor, la pasión por el Evangelio y por el hombre, el repudio por las ideologías, el entusiasmo misionero.... son algunas de las características de la vida de Karol Wojtyla tratadas en el libro “He vivido con un santo” en el cual se entretejen recuerdos de momentos “`históricos” de Karol Wojtyla como Arzobispo de Cracovia y sobretodo como Papa con aquellos de su profundo amor a Cristo, de atención a la persona, de oración. En el centro mismo está la Misa. Se sobreentendía – recuerda el purpurado en el libro – que no solamente era el momento central de su vida cotidiana....sino una necesidad mas profunda de su alma”.

Lo confirma también Mons. Paolo Ptasznik, durante años colaborador de Juan Pablo II y responsable de la sección polaca de la Secretaria de Estado:
 
La oración era la base de todas sus actividades. El vivía su fe no como una confesión de verdad, sino como una relación concreta con Jesucristo  Por eso, buscaba estarle cerca y escuchar al Señor en todo momento y mediante este encuentro encontrar las soluciones a los problemas y las iniciativas que debía emprender en la Iglesia. Ante todo para el la Santa Misa era un momento especial. Podíamos vivenciarlo tanto en su capilla como durante los viajes y las celebraciones públicas.

Uno de los mas estrechos colaboradores de Juan Pablo II fue el cardenal Camillo Ruini, cardenal vicario entre 1991 y 2008. En su discurso recordaba como Juan Pablo II veía a la Iglesia como “casa y escuela de comunión”,  cuya gran tarea fuese la evangelización. “El cardenal Dziwisz, que ha vivido en primera persona las relaciones entre la Curia y el Papa Wojtyla, observa que – dice el cardenal Ruini – después de las dificultades iniciales en aceptar al “papa polaco”, estas relaciones fueron buenas.   No se  había llegado, sin embargo, aun a la madurez apropiada para una reforma general de la Curia romana y la Curia misma no estaba preparada para ser reconducida “a su función efectiva de servicio al Papa y a los obispos” y convertirse en “un autentico instrumento de comunión entre la Santa Sede y las Iglesias locales”. Al cardenal Runi, le hemos preguntado que fue lo que más le impresionó del libro:

Ruini: Me ha impresionado el análisis exhaustivo que nos ofrece el cardenal Stanislaw Dziwisz. Se nota claramente que en estos ocho años, a partir de la muerte de Juan Pablo II, él ha continuado, si bien de otra manera,  viviendo con Karol. Y asi ha podido interiorizarse aun más  profundamente en la herencia que Juan Pablo II nos ha dejado, una herencia que se expresa ante todo en el gran proyecto de Iglesia que Juan Pablo II inició,que ha puesto en camino y que debe continuar.

Donnini: El cardenal Dziwisz recuerda lo que dice entonces el cardenal Ratzinger en la homilía con ocasión de los funerales de Juan Pablo II: Juan Pablo II ha abierto a Cristo a la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos.... esto usted lo ve como un verdadero testimonio?

Ruini: Si lo he notado especialmente con referencia a Italia, pero no solamente aquí  De cualquier manera Juan Pablo II fue un Papa que le ha dado a la Iglesia un protagonismo que antes nunca había tenido.

Donnini: A Gianfranco Svidercoschi le preguntamos cual es la novedad, el sentido de este libro-entrevista con el cardenal Dziwisz:

Svidercoschi: El sentido del libro esta sobretodo en el hecho que Don Estanislao quiere ofrecer un testimonio de la santidad de Juan Pablo II, una santidad que llego a ser heroica en ciertos periodos – como fue el periodo del casi martirio al momento del atentado – o una santidad que Don Estanislao define como dimensión mística, como por ejemplo hacia el final, en el periodo  del sufrimiento.....  Pero lo que mas me ha impresionado ha sido como comenta la santidad ordinaria, normal, que es para todos.  No hay pues ninguna diferencia entre el hombre de Dios, el hombre de oración y después el Papa de los grandes gestos públicos, el Papa que se encontraba con los grandes de la tierra. El por otra parte cuando hablaba con los jóvenes los exhortaba a ir contracorriente y ser santos. Nosotros pensamos que la santidad esta reservada solamente a los místicos o a los grandes mártires, pero es algo que debemos hacer todos los días. Y el ha abierto por cierto las puertas a los laicos.  Ademas, ha creado también las bases para una espiritualidad propia de los laicos.

Donnini: En base a lo que le ha comentado el cardenal Dziwisz, que fue lo que más le ha impresionado en cuanto al acento que Juan Pablo II ponía sobre la importancia de la evangelización, de la misión de la Iglesia?

Svidercoschi:  El espacio que el le ha dado a esta Iglesia abierta a los laicos, tal como ya lo había hecho en Cracovia, y a los nuevos protagonistas de la Iglesia, porque la Iglesia ahora esta cambiando de piel precisamente gracias a estos nuevos protagonistas, a quienes Juan Pablo II le ha dado espacio: a los jóvenes  con la creación de la Jornada Mundial de la Juventud, los nuevos movimientos, que el defendió de alguna manera ya sea de los peligros propios del sectarismo interno sea de ciertas hostilidades,  en cuanto a la mujer sobre todo. El nos ha dado una definición del  genio femenino  que era mil veces superior a todo lo que estaba haciendo el nuevo feminismo. Y después la defensa de la mujer, del matrimonio, de la vida.... Yo creo que esto, sobretodo, fue lo que hablaba más de Wojtyla, trasladar este acento de  una Iglesia muy institucional hacia  una Iglesia mas de comunión, mas de familia y mas abierta a los laicos

martes, 13 de enero de 2009

13 de enero - coincidencias de fechas

A Juan Pablo II le gustaba hablar de “coincidencias” de fechas en su vida…..

El 13 de Enero de 1964 a causa del fallecimiento de Monseñor Baziak, Karol Wojtyla fue nombrado Arzobispo de Cracovia….

El 13 de enero de 1985, Juan Pablo II visitaba en Roma la parroquia de San Carlos Borromeo, su santo patrono, “apóstol del Concilio de Trento, legislador genial y solícito, reformador clarividente e inflexible”, obispo de Milán en el siglo XVI, en el periodo del Concilio de Trento, Concilio que un

13 de enero (1547) declaraba que: «Nadie puede en su vida entera evitar todos los pecados, aun los veniales » (DS 1.573). Con todo, la Virgen inmaculada, por privilegio divino, como recuerda el mismo Concilio, constituye una excepción a esa regla (cf. ib.) (El dogma de la Inmaculada concepción fue proclamado el 8 de diciembre de 1854 mediante la bula Ineffabilis Deus del Papa Pío IX )

el 13 de enero de 1987 Juan Pablo II recibia en audiencia al presidente de Polonia, el general Wojciech Jaruzelski

Hoy 13 de enero 2009 inaugura el VI Encuentro Mundial de las Familias en Mexico (ver entrada aparte).

Y si me permiten agrego esta:
El 13 de enero de 1991 la Santa Sede reconocia la independencia de Eslovenia, mi patria de origen.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Los "días del Papa" en Cracovia


Organizadas por la Universidad Jagellónica con la colaboración de otras instituciones comienzan hoy 4 de noviembre, fiesta de San Carlos Borromeo,
santo patrono de Karol Wojtyla
las cuartas Jornadas del Papa en Cracovia. Las primeras se llevaron a cabo en 2006, luego en 2007 y 2008.

El tema de las Jornadas 2009, que podrán seguirse on line es Fe y doctrina. Paralelamente se llevaran a cabo una serie de eventos culturales y artísticos (conciertos, exposiciones, poesía, tatro, etc)

El programa (que parcialmente también se desarrollara en Tarnow, Nowy Sacz, Nowy Targ, Auschwitz) comienza hoy en el Aula Collegium Novum, de la Universidad Jagiellonica de Cracovia) con ponencias sobre filosofía, teología e historia en la sesión de la mañana que incluye una Mesa Redonde sobre "Fides et Ratio” ¿Existe un conflicto entre fe y razón?".

En el programa de la tarde habra teatro leído, se proyectarà “Mi Alma Mater” y se ofrecerá un concierto en la Filarmónica de Cracovia organizado por la Academia de Música de Cracovia.
El jueves 5 de noviembre se llevaran a cabo una serie de Mesas redondas en varias iCasas de altos estudios de Cracovia. Por la tarde el Cardenal Stanislaw Dziwisz presidirá una celebración eucarística en la Catedral de Wawel, seguida por la ceremonia de entrega de premios a los ganadores en al concurso “Fe y doctrina”.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Karol Wojtyla, testigo de excepción en el Conciio Vaticano II - Teresa Cid, Universidad CEU, San Pablo, Brasil

 


Cuando comenzó el Concilio Vaticano II, Karol Wojtyla tenía cuarenta y dos años, y llevaba cuatro como obispo auxiliar de Cracovia, su participación en el Concilio, fue un acontecimiento decisivo para su existencia como obispo y una referencia constante durante todo su pontificado, así lo refleja en su testamento espiritual: «Estoy convencido de que durante mucho tiempo aún las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas que este Concilio del siglo XX nos ha regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento conciliar desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte, doy las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de esta grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado» .

La participación en un Concilio, en este caso el de Trento, y el celo pastoral marcó también la vida de otro gran santo: «Cuando pienso —escribe— en san Carlos Borromeo me conmueve la coincidencia de los hechos y quehaceres. Fue obispo de Milán en el siglo XVI, en el periodo del Concilio de Trento. A mí, el Señor me ha concedido ser obispo en el siglo XX, precisamente durante el Concilio Vaticano II, en vistas al cual se me ha confiado la misma tarea: su realización. Debo decir que en estos años de pontificado he pensado constantemente en la puesta en práctica del Concilio. Me ha sorprendido siempre esta coincidencia y en aquel obispo me fascinaba especialmente su enorme dedicación pastoral» .

Esa dedicación pastoral es una constante que le define a él también. Se puede afirmar que Karol Wojtyla incorpora a su pensamiento todo el bagaje necesario para desarrollar su incansable actividad pastora , de hecho, el origen de sus estudios sobre el hombre es, como él mismo escribe: «en primer lugar, pastoral, y es desde el ángulo de lo pastoral cómo, en Amor y responsabilidad, formulé el concepto de norma personalista. Tal norma es la tentativa de traducir el mandamiento del amor al lenguaje de la ética filosófica. La persona es un ser para el que la única dimensión adecuada es el amor. Somos justos en lo que afecta a una persona cuando la amamos: esto vale para Dios y vale para el hombre. El amor por una persona excluye que se la pueda tratar como un objeto de disfrute» . Esta norma, ya presente en Kant, subraya que la persona no puede ser tratada como medio sino como fin. Sin embargo, Kant, que se opone al utilitarismo anglosajón, no interpreta de modo completo el mandamiento del amor que exige la afirmación de la persona por sí misma. La verdadera interpretación personalista del amor se encuentra en las palabras del Concilio, tal como destaca nuestro autor: «“el hombre —que en la tierra es la única criaturaque Dios ha querido por sí misma— no puede encontrarse plenamente a sí misma si no es a través del don sincero de sí”.

Queda formulado con claridad el principio de afirmación de la persona por el simple hecho de ser persona; al mismo tiempo el texto conciliar subraya que lo más esencial del amor es el “sincero don de sí mismo”. En este sentido la persona se realiza mediante el amor. Así pues, estos dos aspectos —la afirmación de la persona por sí misma y el don sincero de sí mismo— no solo no se excluyen mutuamente, sino que se confirman y se integran de modo recíproco. El hombre se afirma a sí mismo de manera más completa dándose»

En sus intervenciones en el Concilio sobresalen sus preocupaciones pastorales y su interés por la participación de los laicos en la misión de la Iglesia .

Una de sus intervenciones en la tercera sesión (21-10-1964), sobre el entonces esquema XIII, provocó que se le incluyera en el equipo redactor: «Así pues, —escribe— ya durante la tercera sesión me encontré en el équipo que preparaba el llamado esquema XIII, el documento que se convertiría luego en la Constitución pastoral Gaudium et spes, pude de este modo participar en los trabajos extremadamente interesantes de este grupo, compuesto por representantes de la Comisión teológica y del Apostolado de los laicos. Permanece vivo en mi memoria el recuerdo del encuentro de Ariccia, en enero de 1965»

Durante su participación en la nueva redacción del esquema XIII de la Gaudium et spes, hizo esta propuesta muy conocida por los estudiosos: “Ya que el esquema quiere tener sobre todo un carácter profundamente pastoral, es bueno que se le dé la mayor importancia a la persona humana, tanto en sí misma como en la comunidad (en la vida social) y en general. En efecto, toda la solicitud pastoral presupone la persona humana, ya sea como sujeto […] ya sea como objeto»  En la alocución aborda fundamentalmente dos argumentos: el primero, sobre la “índole pastoral” del esquema, que justifica la atención principal que recibe, en la primera parte del esquema, la persona humana, considerada según la integridad de su vocación. Ahora bien, la pastoralidad sugiere, además, que el texto refleje adecuadamente el horizonte salvífico pues toda la solicitud pastoral presupone la obra de redención realizada en la cruz. Insiste en que la obra de la Iglesia no puede ser reducida al servicio de la edificación del mundo, pues el mayor servicio de la Iglesia es el servicio de la salvación eterna. Subraya que el elemento de la crítica del mundo es tan esencial como la actitud positiva hacia el esfuerzo humano. La idea de la trascendencia de la salvación eterna relativa a todo fin mundano es característica de su pensamiento. Esta idea de trascendencia permite comprender como la redención puede habitar la historia del hombre y, sin embargo, ser siempre irreductible a ella, e ilumina el sentido más profundo del bien común.

La segunda parte de la alocución está dedicada al tema del ateísmo y su relación con la libertad religiosa. Propone distinguir el ateísmo fruto de la decisión personal, del ateísmo impuesto coercitivamente, que constituye una ofensa contra la ley natural. Afirma que no es suficiente considerar el ateísmo como negación de Dios, el problema es específicamente humano: el hombre ateo está persuadido de su soledad final, escatológica. Se entiende entonces que el hombre responda a esta soledad vinculada a la negación de la inmortalidad buscando un sucedáneo de eternidad en el colectivismo.

Tras la clausura del Vaticano II, al regresar a Polonia organizó la celebración de un sínodo diocesano con amplia participación de sacerdotes y laicos. Sus trabajos se inician en 1972 y fueron clausurados por él ya como papa en 1979. Sobre la base de su experiencia conciliar y con vistas al sínodo, publicó La renovación en sus fuentes. Sobre la aplicación del Concilio Vaticano II (1972), una reflexión sistemática que recogía el núcleo de las enseñanzas del Concilio. Al comenzar la tercera parte del libro anota: «En conformidad con la situación del presente estudio, no tratamos de dar una explicación de la doctrina del Vaticano II “como tal”, sino más bien buscar en todo el magisterio conciliar la respuesta a las preguntas de carácter existencial: ¿Qué significa ser creyente, ser cristiano, estar en la Iglesia?».

A su juicio, el Concilio al responder a estos interrogantes existenciales en los que estaba implícito el problema central del Concilio, «Iglesia, ¿qué dices de ti misma?13», ha propiciado un verdadero enriquecimiento de la fe. Para el arzobispo de Cracovia la participación de todos los cristianos en la triple misión de Cristo, es decir, la dimensión profética, sacerdotal y real, era la clave decompresión de la doctrina conciliar. Esta toma de conciencia debía ir acompañada de una responsabilidad en la vida real y cotidiana.

Siguiendo la estela del Concilio, en su primera encíclica, Redemptor hominis (1979), el misterio de la redención está visto con los ojos de la gran renovación del hombre y de todo lo que es humano, propuesto por el Concilio, especialmente en la Gaudium et spes14. La encíclica recuerda el número 22 de Gaudium et spes,  como lo recuerda también la famosa homilía de inicio del pontificado:

 «Hermanos y hermanas, no tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad, Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera, ¡No temáis!, ¡Abrid, más aun, abrid de par en par las puertas a Cristo! […]. Cristo conoce “lo que hay dentro del hombre”, ¡sólo Él lo conoce!”».

En la carta apostólica Novo millennio ineunte (2000) con motivo de la clausura de la celebración del Año jubilar, nos recuerda que el Vaticano II es «la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX, una brújula segura para orientarnos en el camino del tercer milenio».

 Invito leer el articulo completo y ver todas las  referencias  “La superación de laautorreferencialidad del bien común en las fuentes wojtylianas” -  TERESA CID Universidad CEU San Pablo