Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 9 de octubre de 2015

DIOS Y EL HOMBRE EN LA POESIA DE KAROL WOJTYLA – Jan Machniak (6)


Capítulo I, 4b cont. La oración del poeta

La Colección Sonety – zarysy / Sonetos – Bosquejos que forma parte del volumen Renessansowy psalterz / Salterios del Renacimiento / comienza con tres cartas dirigidas a un amigo;  los poemas aparecen en la primavera de 1939. Su autor escribe desde una perspectiva distante. Se dirige a su amigo y saluda a su tierra patria que continua estando tan cerca suyo: “saluda los encuentros del solsticio de parte mía….saluda la Madochora y sus rústicos pinos / es tan hermoso allí donde estás hoy, en las montañas!”   Después se presenta como “poeta de los Piast (legendario primer monarca de Polonia) con una misión especial a cumplir;  misión que consiste en construir puentes. Sobre todo, debe construir un puente de “esfuerzos ascendentes” que significan la unión del hombre con Dios, y luego debe construir un puente de unión de un hombre con otros hombres.

El punto de partida de esta canción-oración es la experiencia de sufrimiento común a toda la naturaleza y a todas las creaturas. Toda la naturaleza se esfuerza en unirse a Dios, y es por eso que debemos escuchar su canción “acaso no suspira con nosotros en el anhelo de la tierra, de las montañas y los álamos/ de torres góticas que brotan de cimientos dolorosos (RP,IV,p.31). Del corazón de la tierra, de las montañas, de árboles y plantas, brota una profunda oración de la naturaleza que adora a Dios, el Creador. En la oración, se encuentra la primerísima y natural experiencia de Dios que es el Señor del universo y expresa su bondad ofreciendo a las criaturas el sol que abriga la tierra.
En el amplio contexto de la naturaleza dirigida a Dios-el-Creador, emerge la experiencia de los Piast que habían abierto su corazón a Dios: “En camino hacia amanecer, no pasare por el arco iris de la melodía, tan amplio como el corazón de los Piast cuando abrió su hogar / tan libre como un vitral, que oraría durante toda la noche / tan silencioso….. – Escuche estos amanecer muchas veces” (RP,V,p.32). Un profundo suspiro en el corazón de los Piast fue la primera oración íntimamente ligada a la canción de la naturaleza cantada en honor a Dios, antes aun que sus descendientes fueran purificados en las aguas del bautismo.
Según el autor de los Sonety/Sonetos/ fue la “polonesa”, canción nacida en el comienzo mismo de la historia de la nación, de la experiencia primigenia del Creador, que constituyo la primera oración de los Piast. La canción expresa los anhelos más profundos del alma que llevan de la “polonesa” – la canción de la naturaleza, al himno que  se une con el misterio de Dios. “Deja que el alma fluya de la polonesa al himno / de la polonesa como símbolo de la encarnación del  Renacimiento / golpea mi alma con el himno / golpéala con cientos de sacrificios de humo / con el estigma de los retiros góticos! El Omnipotente Eli!” (RP VI, p.32-33) Durante el tiempo de las catedrales góticas, el canto de la naturaleza de los Piast, que llegaba a sacrificios primitivos, llegó a entrelazarse con la oración a Dios revelada en la Historia de la Salvación. Esta oración primera aun sigue presente en las oraciones que se cantan en la iglesia, en la música del órgano y en el humo del incienso. También está presente en los salmos que se cantan en la iglesia y se dirigen hacia la cruz.

El autor de Sonety/Sonetos también percibe la oración de la naturaleza en algunas costumbres eslavas, en danzas y en canciones folclóricas,   en profundos anhelos y esfuerzos “”Veo esta canción cordial, rítmica y pia / veo los mares de los ojos: las olas chispeantes a la luz de la luna / siguen las huellas en procesión, caminan por campos rústicos / con sacrificios de corazones y ojos – ofrendas ardientes” (RP, VII, p33). Esta sencilla experiencia lleva al autor de los salmos al misterio de la Resurrección. Su “Alma eslava” está abierta a Dios por naturaleza, a través de la experiencia de la belleza y el anhelo de una felicidad eterna en el paraíso, así como también a través del anhelo por la paz a la cual el autor refiere como el “Sacramento eslavo”  que guarda la custodia.

Oración,  unida naturalmente con el anhelo por la libertad, inscripto en el alma eslava “Hay libertad en ti y travesura en los abetos – luchadores del bosque / hay techos artesonados de nubes/  verdes laderas de arboles / y por sobre ello esta libertad eterna, hay pías blancuras  de picos nevados / y está el noble ensueño en la armonía de tonalidades de esbeltos arcos. El  alma soñadora del eslavo naturalmente se esfuerza por alcanzar a Dios a quien percibe como belleza celestial. Su característica distintiva es su amor por la canción que se expresa en “la melancolía de oración cordial” que se puede escuchar ante cualquier gruta, particularmente en el mes de mayo. El alma inmersa en la oración encuentra su expresión perfecta en la arquitectura de arcos de las capillas del palacio real de Wawel, sus arcos parecen apuntar al cielo como una melodía.  

El castillo de Wawel cuya forma, con sus numerosas ermitas y capillas recuerda al autor del Rensansowy psalterz / Salterio renacentista /  la acrópolis griega, está coronada por cruces que embelesa el alma eslava dirigiéndola al cielo : “después de centurias de cruces bizantinas sobre la Acrópolis /  La encarnación de Cristo en las formas dóricas y jónicas / Alma mía nacida de la libertad, forja el poder mesiánico / y transfórmalo en salmos de Amor – en un salterio renacentista” (RP,XI, p.35-36) El alma cristiana del poeta eslavo se alimenta de “la delicia del roble”, siguiendo las huellas de Cristo y sus Evangelios.  En el alma del poeta, la experiencia evangélica se une íntimamente con la naturaleza eslava, creando una nueva cualidad.


La experiencia descripta por el poeta tiene lugar la noche de Kupala (San Juan Bautista) a la que se refiere como la “noche de Kupala”, que es el tiempo en que los eslavos prenden fogatas y adoran a sus dioses. En esa noche, la experiencia primera se une con la experiencia del misterio del Espíritu simbolizado por la Paloma: “Después arrodíllate entre las orquídeas – y tranquilízate, mi amigo / en el fuego del solsticio – por el radiante brillo de lenguas / el órgano de los bosques – oyes?  Sobre y arriba el brillo de la luz / sobre el cenáculo del mundo ha descendido – la Paloma (RP, XIII, p.37) La fogata del solsticio se convierte en lenguas ardientes que emiten la luz del Espíritu Santo y nos posibilita llegar a Dios, mientras la experiencia primera se convierte en lo que conocemos como la experiencia del   descenso del Espíritu Santo sobre el “cenáculo del mundo”.

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