Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 24 de abril de 2023

Aniversario del inicio de pontificado de Benedicto XVI

 


Entre mis recuerdos inolvidables atesoro aquel Domingo del 24 de abril de 2005 después de la partida de mi maestro San Juan Pablo II.  Había llegado a Roma el sábado 23/4 y en cuanto deposite la valija en el hotel me fui derecho al Vaticano a investigar hasta donde podría o no llegar al día siguiente para el “inicio del ministerio petrino del Obispo de Roma Benedicto XVI” Fue una investigación y la primer visita a la cripta  donde estaba la tumba de mi maestro,  la primera de tantísimas emociones de ese viaje.

 Mi primer "encuentro" con este Santo Padre maestro, fue el Domingo 24 de abril del 2005, para su inicio del "ministerio petrino como obispo de Roma" y pastor de la Iglesia universal, en la Plaza San Pedro. La plaza San Pedro era una fiesta y me fue dado participar después de haber ya visitado la tumba de Juan Pablo II por primera vez en un viaje emocionante. . Entré a la Plaza en medio de una marea humana y logre ubicarme detrás de las divisiones a la altura de la pirámide.

 "Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia.” nos decía entonces el Santo Padre Benedicto XVI. En su  mix de sencillo y profundo fue seguido y aplaudido, sobre todo cuando se dirigió a los jóvenes, a distintas etapas de evangelización, al demostrar su profundo cariño, admiración y respeto por JP II ("la Iglesia está viva y es joven" refiriéndose a los días de la enfermedad de JP II y los funerales). Pero también cuando habló de la misión del pastor y de los signos: el palio y el anillo del pescador identificándose con los apóstoles. Me gustaron en especial algunas expresiones y citas: la de los "desiertos exteriores e interiores". "Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo, porque se han extendido los desiertos interiores" "Los hombres vivimos alienados, en las aguas saladas del sufrimiento y de la muerte: en un mar de oscuridad, sin luz. La red del Evangelio nos rescata de las aguas.... y nos lleva al resplandor de la luz de Dios". Y "Tengo, además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor" (Jn 10,16) "Y aunque eran tantos, la red no se rompió" (Jn 21,11). agregando "Señor......"no permitas que se rompa tu red y ayúdanos a ser servidores de la unidad" . La riqueza de su "no programa" de gobierno "no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia". (Homilia inicio pontificado Benedicto XVI 

Su saludo final fue obviamente dirigido a los jóvenes recordando palabras muy queridas "No tengais miedo de Cristo, El no quita nada, y lo da todo..... Si, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida. Amén"

En su periodo de la historia parecieron redoblar los ataques contra la Iglesia, hacia todo lo que no puede ser dominado por las estructuras terrenas, ataques que el papa Benedicto supo responder con sabiduría, amparado en la gracia divina. Muy consciente ya lo había dicho tan solo pocos días antes de ser elegido, cuando aún era  decano del Colegio cardenalicio,  ““La misericordia de Cristo no es una gracia barata; no implica trivializar el mal.”

Al terminar la ceremonia algunos privilegiados pudimos ver al Papa casi cara a cara.... en un trayecto corto desde el altar por una pequeña vuelta circular detrás de la pirámide, por el pasillo mismo entre aquellos sentados y los parados... El dia entero fue un encuentro imborrable. Parecìa que todos hablabamos el mismo idioma. Un gesto, una sonrisa, un ademán me hacian recordar "li sentiamo parlare la nostra lingua! texto biblico Atti,2,1-18.20-21

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domingo, 23 de abril de 2023

Los discípulos de Emaús y el Caminante

 

«Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y el día va de caída» (cf.Lc 24,29). Ésta fue la invitación apremiante que, la tarde misma del día de la resurrección, los dos discípulos que se dirigían hacia Emaús hicieron al Caminante que a lo largo del trayecto se había unido a ellos. Abrumados por tristes pensamientos, no se imaginaban que aquel desconocido fuera precisamente su Maestro, ya resucitado. No obstante, habían experimentado cómo «ardía» su corazón (cf. ibíd. 32) mientras él les hablaba «explicando» las Escrituras. La luz de la Palabra ablandaba la dureza de su corazón y «se les abrieron los ojos» (cf. ibíd. 31). Entre la penumbra del crepúsculo y el ánimo sombrío que les embargaba, aquel Caminante era un rayo de luz que despertaba la esperanza y abría su espíritu al deseo de la plena luz. «Quédate con nosotros», suplicaron, y Él aceptó. Poco después el rostro de Jesús desaparecería, pero el Maestro se había quedado veladamente en el «pan partido», ante el cual se habían abierto sus ojos.

(…)

En el camino de nuestras dudas e inquietudes, y a veces de nuestras amargas desilusiones, el divino Caminante sigue haciéndose nuestro compañero para introducirnos, con la interpretación de las Escrituras, en la comprensión de los misterios de Dios. Cuando el encuentro llega a su plenitud, a la luz de la Palabra se añade la que brota del «Pan de vida», con el cual Cristo cumple a la perfección su promesa de «estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo» (cf. Mt 28,20).

La «fracción del pan» —como al principio se llamaba a la Eucaristía— ha estado siempre en el centro de la vida de la Iglesia. Por ella, Cristo hace presente a lo largo de los siglos el misterio de su muerte y resurrección. En ella se le recibe a Él en persona, como «pan vivo que ha bajado del cielo» (Jn 6,51), y con Él se nos da la prenda de la vida eterna, merced a la cual se pregusta el banquete eterno en la Jerusalén celeste.

(de la Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine de Juan Pablo II)

viernes, 21 de abril de 2023

Benedicto XVI: La oración como escuela de la esperanza (3 de 3)

 


Para que la oración produzca esta fuerza purificadora debe ser, por una parte, muy personal, una confrontación de mi yo con Dios, con el Dios vivo. Pero, por otra, ha de estar guiada e iluminada una y otra vez por las grandes oraciones de la Iglesia y de los santos, por la oración litúrgica, en la cual el Señor nos enseña constantemente a rezar correctamente.

 

El Cardenal Nguyen Van Thuan cuenta en su libro de Ejercicios espirituales cómo en su vida hubo largos períodos de incapacidad de rezar y cómo él se aferró a las palabras de la oración de la Iglesia: el Padrenuestro, el Ave María y las oraciones de la Liturgia[27].

 

En la oración tiene que haber siempre esta interrelación entre oración pública y oración personal. Así podemos hablar a Dios, y así Dios nos habla a nosotros. De este modo se realizan en nosotros las purificaciones, a través de las cuales llegamos a ser capaces de Dios e idóneos para servir a los hombres.

 

Así nos hacemos capaces de la gran esperanza y nos convertimos en ministros de la esperanza para los demás: la esperanza en sentido cristiano es siempre esperanza para los demás. Y es esperanza activa, con la cual luchamos para que las cosas no acaben en un « final perverso ». Es también esperanza activa en el sentido de que mantenemos el mundo abierto a Dios. Sólo así permanece también como esperanza verdaderamente humana.

 (Benedicto XVI Carta Enciclica Spe Salvi, 34)

Benedicto XVI: La oración como escuela de la esperanza (2 de 3)

 


Agustín ilustró de forma muy bella la relación íntima entre oración y esperanza en una homilía sobre la Primera Carta de San Juan. Él define la oración como un ejercicio del deseo. El hombre ha sido creado para una gran realidad, para Dios mismo, para ser colmado por Él. Pero su corazón es demasiado pequeño para la gran realidad que se le entrega. Tiene que ser ensanchado. « Dios, retardando [su don], ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz [de su don] ».

Agustín se refiere a san Pablo, el cual dice de sí mismo que vive lanzado hacia lo que está por delante (cf. Flp 3,13). Después usa una imagen muy bella para describir este proceso de ensanchamiento y preparación del corazón humano. « Imagínate que Dios quiere llenarte de miel [símbolo de la ternura y la bondad de Dios]; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel? » El vaso, es decir el corazón, tiene que ser antes ensanchado y luego purificado: liberado del vinagre y de su sabor. Eso requiere esfuerzo, es doloroso, pero sólo así se logra la capacitación para lo que estamos destinados[26].

Aunque Agustín habla directamente sólo de la receptividad para con Dios, se ve claramente que con este esfuerzo por liberarse del vinagre y de su sabor, el hombre no sólo se hace libre para Dios, sino que se abre también a los demás. En efecto, sólo convirtiéndonos en hijos de Dios podemos estar con nuestro Padre común.

Rezar no significa salir de la historia y retirarse en el rincón privado de la propia felicidad. El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás. En la oración, el hombre ha de aprender qué es lo que verdaderamente puede pedirle a Dios, lo que es digno de Dios. Ha de aprender que no puede rezar contra el otro. Ha de aprender que no puede pedir cosas superficiales y banales que desea en ese momento, la pequeña esperanza equivocada que lo aleja de Dios. Ha de purificar sus deseos y sus esperanzas. Debe liberarse de las mentiras ocultas con que se engaña a sí mismo: Dios las escruta, y la confrontación con Dios obliga al hombre a reconocerlas también. «

¿Quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta », ruega el salmista (19[18],13). No reconocer la culpa, la ilusión de inocencia, no me justifica ni me salva, porque la ofuscación de la conciencia, la incapacidad de reconocer en mí el mal en cuanto tal, es culpa mía. Si Dios no existe, entonces quizás tengo que refugiarme en estas mentiras, porque no hay nadie que pueda perdonarme, nadie que sea el verdadero criterio. En cambio, el encuentro con Dios despierta mi conciencia para que ésta ya no me ofrezca más una autojustificación ni sea un simple reflejo de mí mismo y de los contemporáneos que me condicionan, sino que se transforme en capacidad para escuchar el Bien mismo.

 

 (Benedicto XVI Carta Enciclica Spe Salvi, 33)


Benedicto XVI: La oración como escuela de la esperanza (1 de 3)

 


Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios.

Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme[25].

Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo. De sus trece años de prisión, nueve de los cuales en aislamiento, el inolvidable Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad.

 

(Benedicto XVI Carta Enciclica Spe Salvi, 32)

 

miércoles, 12 de abril de 2023

Ten misericordia de nosotros y del mundo entero

 


Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados nuestros y del mundo entero; por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476, ed. it., p. 193). De nosotros y del mundo entero... 

¡Cuánta necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde la guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes se necesita la gracia de la misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el amor misericordioso de Dios, a cuya luz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad.

Por eso hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús:  de aquí debe salir "la chispa que preparará al mundo para su última venida" (cf. Diario, 1732, ed. it., p. 568). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad. Os encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero. ¡Sed testigos de la misericordia!

Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.

Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.

Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.

 

(San Juan Pablo II – Consagraciòn del Santuario de laMisericordia Divina, Cracovia,  17 deagosto de 2002)

lunes, 10 de abril de 2023

La esencia y el fundamento de la Divina Misericordia

 


“La esencia y el fundamento de la devoción a la Divina Misericordia son la actitud de confianza en Dios Nuestro Señor y la misericordia al prójimo. Esta actitud hacia Dios y hacia el prójimo constituye al mismo tiempo una condición para acceder a las grandes promesas que el Señor Jesús asocia a la práctica de las nuevas formas de devoción que nos fueron transmitidas por Santa Faustina.

La Confianza define nuestra actitud hacia Dios y abarca no solamente la virtud de la esperanza, sino también las virtudes de fe viva, amor, humildad, perseverancia y contrición por los pecados cometidos. Sencillamente es la actitud del niño quien en toda situación confía ilimitadamente en el amor misericordioso y la omnipotencia de nuestro Padre celestial.
La confianza constituye la esencia misma de la devoción a la Divina Misericordia hasta tal punto que sin ella, esta devoción no seria tal, porque la primera y mas importante expresión de devoción a la Divina Misericordia es precisamente el acto de confianza. La misma actitud de confianza de por si sola (sin la practica de otras formas de devoción) asegura al alma confiada las gracias de la Divina Misericordia. Yo quiero brindar gracias inimaginables a aquellas almas que confían en mi Misericordia – prometió el Señor Jesús (Diario 687). Dejadles que se acerquen a este mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán justificación, y el justo será confirmado en el bien. Todo aquel que deposite su confianza en Mi misericordia se llenara de mi divina paz a la hora de la muerte (Diario 1520)


La confianza no es solamente la esencia misma, el alma de esta devoción, sino que es ademas condición para obtener gracias. Las gracias de mi misericordia se obtienen mediante una ùnica vìa: la confianza. Cuanto mas confía un alma, mas recibirá. Las almas que confían ilimitadamente son para mi un gran consuelo, porque derramo sobre ellas todos los tesoros de mis gracias. Me regocijo que pidan màs, porque es mi deseo dar mucho, mucho mas (Diario 1578). El alma que confía en mi misericordia es muy afortunada, porque yo mismo cuido de ella (Diario 1273). Ningún alma que haya clamado por mi misericordia ha sido decepcionada o expuesta al mal. Me regocijo particularmente en el alma que deposita su confianza en mi bondad (Diario 1541)
La expresión externa de esta confianza es el cumplimiento de la voluntad de Dios comprendida en los mandamientos y obligaciones de los deberes cotidianos, como asì también en el reconocimiento de las inspiraciones del Espìritu Santo.

Misericordia – define nuestra actitud en relación a todo ser humano. El Señor Jesús le dijo a Sor Faustina: Yo reclamo (….) actos de misericordia, que sean expresión de amor hacia Mi. Habràs de demostrar misericordia hacia tu prójimo siempre y en todas partes. No deberás abstraerte, tratar de excusarte o evadirte de ello.. Te doy tres maneras de ejercitar la misericordia hacia el prójimo: la primera – mediante acciones, la segunda mediante la palabra, la tercera mediante la oración. En estos tres niveles esta contenida toda la misericordia y es prueba incuestionable de amor hacia Mi. Por estos medios el alma glorifica y reverencia mi misericordia (Diario 742)

La actitud de un amor real hacia el prójimo es también condición para recibir gracias. Si un alma no ejercita la misericordia de alguna u otra manera – el señor Jesús reitera el pensamiento evangélico – no obtendrá mi misericordia el día del juicio. O, si las almas solo supieran como acumular tesoros eternos para ellos, no serian juzgadas porque prevendrían mi juicio con su misericordia (Diario 1317)
El Señor Jesús quiere que sus adoradores lleven a cabo al menos un acto de misericordia durante el curso del dia, por amor hacia El. Hija mia - le dijo el Señore Jesús a Sor Faustina : sabed que mi corazón es todo misericordia. Desde este mar de misericordia fluyen las gracias sobre le mundo entero (….) y yo deseo que tu corazón sea honrado con mi misericordia. Deseo que esta misericordia fluya desde tu corazon hacia el mundo entero. No permitas que nadie que se acerque a ti parta sin confiar en mi misericordia que tan ardientemente deseo para las almas (Diario 1777)

 

( de la pagina oficial de  Faustinum - Apostoles de la Divina Misericordia, Lagiewniki, Cracovia) 

viernes, 7 de abril de 2023

La hora de la victoria de Cristo

 


(FrayAngélico, fresco de las celdas de San Marcos. Cristoalcanza a Adán para rescatarlo del Infierno. c. 1440 - Wikipedia)

 "¿Buscáis a Jesús el crucificado?" (Mt 28, 5).

¿Por qué habéis venido ahora?  ¿Buscáis a Jesús el crucificado?

Sí. Buscamos a Jesús crucificado. Lo buscamos esta noche después del sábado, que precedió a la llegada de las mujeres al sepulcro, cuando ellas con gran estupor vieron y oyeron: "No está aquí..." (Mt 28, 6).

(…)

"Nuestro hombre viejo ha sido crucificado con El, para que... no seamos más esclavos del pecado..." (Rom 6, 6), porque nosotros nos consideramos "muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (ib., 6, 11); efectivamente: "Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios" (ib., 6, 10);

 porque: "Por el bautismo fuimos sepultados con El en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva" (ib., 6, 4);

porque: "Si nuestra existencia está unida a El en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya" (ib., 6, 5);

 porque creemos que "si hemos muerto con Cristo..., también viviremos con El" (ib., 6, 8);

y porque creemos que "Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre El" (ib., 6, 9).

 Precisamente por esto estamos aquí.

Por esto velamos junto a su tumba.

Vela la Iglesia. Y vela el mundo.

 

La hora de la victoria de Cristo sobre la muerte es la hora más grande de su historia.

(de la Homilía de Juan Pablo II  Sabado Santo 1981)

Ultimo Mensaje de Juan Pablo II para el Viernes Santo (2005

 



Amadísimos hermanos y hermanas:

Estoy espiritualmente con vosotros en el Coliseo, un lugar que evoca en mí tantos recuerdos y emociones, para realizar el sugestivo rito del vía crucis en esta tarde del Viernes santo.

Me uno a vosotros en la invocación tan densa de significado: "Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi, quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum". Sí, adoramos y bendecimos el misterio de la cruz del Hijo de Dios, porque es precisamente de esa muerte de donde ha brotado una nueva esperanza para la humanidad.

La adoración de la cruz nos recuerda un compromiso que no podemos eludir: la misión que san Pablo expresaba con las palabras: "Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 24). Yo también ofrezco mis sufrimientos para que el designio de Dios se cumpla y su palabra camine entre las gentes. Asimismo, me siento cerca de los que, en este momento, se encuentran probados por el sufrimiento. Pido por cada uno de ellos.

 En este día, memorial de Cristo crucificado, contemplo y adoro con vosotros la cruz y repito las palabras de la liturgia: "O crux, ave spes unica!". ¡Salve, oh cruz, única esperanza, danos paciencia y valentía, y obtén la paz para el mundo!

 Con estos sentimientos, os bendigo a vosotros y a todos los que participan en este vía crucis a través de la radio o la televisión.


Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II a todos los fieles que participaban en el Via Crucis en torno al Coliseo el Viernes Santo 25 de marzo 2005

La Cruz que abrazaba Juan Pablo II aquel Viernes Santo de 2005

 


Fue el último Viernes Santo que lo tuvimos entre nosotros.


(He tomado los datos de un precioso libro comprado en Polonia (en inglés;) titulado He liked Tuesdays best - una conversación entre Mieczyslaw Mokrzycki (*) y Brygida Grysiak, Wydawnictwo M, Krakow 2011).

 

El padre Mokrzycki le pregunto en una oportunidad a Arturo Mari cual de las tantas fotografías suyas elegiría como símbolo del pontificado de Juan Pablo II y el “fotógrafo de seis papas” le respondió que escogería su última foto del Santo Padre en vida.
Se trata de la fotografía tomada durante el Vía Crucis del 2005: Juan Pablo II en su capilla privada abrazado a la Cruz, unido a Cristo y a los fieles congregados en el Coliseo. El Papa ya no podría hacer el camino de la Cruz de estación en estación, así que lo hizo unido a los fieles en sus pensamientos y en su oración desde su capilla privada.


Sin embargo, sabíamos - dice Mokrzycki - cuán importante era para él el Vía Crucis, por eso surgió la idea de instalar una pantalla delante suyo para que pudiera participar de la ceremonia en el Coliseo. La TV Vaticana transmitía imágenes desde la capilla en simultáneo, de modo que todos podían ver al Santo Padre rezando junto a ellos. Momentos muy emocionantes.


Y en algún momento el Papa pidió una Cruz…. Y el padre Stanislaw – dice Mokrzycki - sugiere alcanzarle la cruz liviana de madera que tenía yo en mi habitación. “Así que salí corriendo para traer la cruz al Santo Padre y hoy esa cruz es un recuerdo muy especial para mí, una reliquia.”


Esa Cruz, que recorrió todo un camino hasta que se convirtió en reliquia, tiene una preciosa historia.


Una mujer se accidento en las Montañas Bieszczady y ya no pudo volver a caminar, entonces le pidió a su esposo que le tallara una Cruz para que pudiera rezar con ella. Tres años más tarde le dio esa Cruz a un grupo de peregrinos que iban a Roma para las celebraciones del Jubileo del año 2000 y los peregrinos se la regalaron a Juan Pablo II. La Cruz fue luego puesta en la habitación del padre Mokrzycki. Despues de la muerte del Santo Padre el padre Mokrzycki le dio la reliquia a su madre Bronislawa y ella se la regalo a la parroquia en Kraczakowa, cerca de Rzeszow.


Mas tarde esa  Cruz-reliquia siguió peregrinando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo en la patria deSan Juan Pablo II, recordándoles a sus compatriotas el Via Crucis que ese Viernes Santo siguió “el Papa polaco” desde su capilla privada abrazando la Cruz y siguiendo las meditaciones y oraciones de su amigo el Cardenal Joseph Ratzinger.

(*) Mons. Mokrzycki fue llamado por el Cardenal Stanislaw Dziwisz para colaborar con el Santo Padre Juan Pablo II en el Año 18 de su pontificado en las tareas y movimientos cotidianos. El comenta muy humildemente en el libro que “no estaba preparado para esto; no tenía ningún tipo de estudios diplomáticos, tan solo un doctorado en teología…”

 

 


martes, 4 de abril de 2023

Meditando la Semana Santa con Juan Pablo II

 


En estos días de la Semana santa la liturgia subraya con particular vigor la oposición entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte, pero no nos deja en la duda del resultado final: la gloria de Cristo resucitado.  El jueves la  solemne celebración in cena Domini nos introducirá en el Triduo sacro, que presentará a la contemplación de todos los creyentes los acontecimientos centrales de la historia de la salvación. Juntos reviviremos, con profunda participación, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús.

En la santa misa crismal, preludio matutino del Jueves santo, se reunirán… los presbíteros con su obispo. Durante una significativa celebración eucarística, que tradicionalmente tiene lugar en las catedrales diocesanas, se bendecirán el óleo de los enfermos y el de los catecúmenos, y se consagrará el crisma. Esos ritos significan simbólicamente la plenitud del sacerdocio de Cristo y la comunión eclesial que debe animar al pueblo cristiano, congregado por el sacrificio eucarístico y vivificado en la unidad por el don del Espíritu Santo.

…Por la tarde se celebra, con sentimientos de gratitud, el momento de la institución de la Eucaristía. En la última cena, el Señor, «habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1) y, precisamente cuando Judas se disponía a traicionarlo y se hacía noche en su corazón, la misericordia divina triunfaba sobre el odio, la vida sobre la muerte: «Jesús tomó pan y lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y comed, éste es mi cuerpo". Tomó luego el cáliz y, dando gracias, se lo dio diciendo: "Bebed todos de él, porque ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados"» (Mt 26, 26-28).

Así pues, la alianza nueva y eterna de Dios con el hombre está escrita con caracteres indelebles en la sangre de Cristo, cordero manso y humilde, inmolado libremente para expiar los pecados del mundo. Al final de la celebración, la Iglesia nos invitará a una prolongada adoración de la Eucaristía, para meditar en este extraordinario e inconmensurable misterio de amor.

El Viernes santo se caracteriza por el relato de la pasión y por la contemplación de la cruz. En ella se revela plenamente la misericordia del Padre. La liturgia nos invita a rezar así: «Cuando nosotros estábamos perdidos y éramos incapaces de volver a ti, nos amaste hasta el extremo. Tu Hijo, que es el único justo, se entregó a sí mismo en nuestras manos para ser clavado en la cruz» (Misal Romano, Plegaria eucarística sobre la reconciliación I). Es tan grande la emoción que suscita este misterio, que el apóstol Pedro, escribiendo a los fieles de Asia menor, exclamaba: «Sabéis que habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1 P 1, 18-19).

Por esto, después de proclamar la pasión del Señor, la Iglesia pone en el centro de la liturgia del Viernes santo la adoración de la cruz, que no es símbolo de muerte, sino manantial de vida auténtica. En este día, rebosante de emoción espiritual, se yergue sobre el mundo la cruz de Cristo, emblema de esperanza para todos los que acogen con fe este misterio en su vida.

Meditando en estas realidades sobrenaturales, entraremos en el silencio del Sábado santo, a la espera del triunfo glorioso de Cristo en la resurrección. Junto al sepulcro podremos reflexionar en la tragedia de una humanidad que, privada de su Señor, se ve inevitablemente dominada por la soledad y el desconsuelo. Replegado en sí mismo, el hombre se siente privado de todo anhelo de esperanza ante el dolor, ante las derrotas de la vida y, especialmente, ante la muerte. ¿Qué hacer? Es preciso estar a la espera de la resurrección. De acuerdo con una antigua y extendida tradición, estará a nuestro lado la Virgen María, Madre dolorosa, Madre de Cristo inmolado.

Con todo, en la noche del Sábado santo, durante la solemne Vigilia pascual, madre de todas las vigilias, el silencio quedará roto por el canto de gozo: el Exsultet. Una vez más se proclamará la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte, y la Iglesia se alegrará en el encuentro con su Señor.

Así entraremos en el clima de la Pascua de Resurrección, día sin fin que el Señor inaugura resucitando de entre los muertos.

…abramos nuestro corazón a la gracia divina y dispongámonos a seguir a Jesús en su pasión y muerte, para entrar con él en la alegría de la resurrección….

 

(de la Audiencia General de Juan Pablo II  8 de abril de 1998)