Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 31 de octubre de 2012

Slawomir Oder: Juan Pablo II, un pontificado que cambió el rostro de la Iglesia




Transcribo textualmente la entrevista realizada a Mons. Slawomir Oder, postulador de la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II, entrevista que fuera publicada en el sitio oficial de la causa, que invito visitar. 


"El 22 de Octubre de 1978 Juan Pablo II desde el altar de la Basílica de San Pedro, repleta de fieles, pronunciaba su primera homilía inaugurando así su magisterio: «No tengáis miedo. Abrid, y aún de par en par, las puertas a Cristo». Aquellas palabras simples y claras pronunciadas por un padre que tiene en el corazón a sus propios hijos han contribuido a cambiar radicalmente el rostro de la Iglesia. Hoy a 34 años de aquel cambio epocal lo queremos recordar junto a Mons. Slawomir Oder, Postulador de la causa de Canonización de Juan Pablo II que desde hace ya un buen tiempo camina junto a nuestro Beato recogiendo y observando todos los «pequeños» milagros que continúa realizando.

Mons. Oder, ¿qué significado tiene hoy esta conmemoración?
Este arco de tiempo ha seguramente esculpido un capítulo importante en la historia de la Iglesia. Ha sido el don de la Providencia para la transición del segundo al tercer milenio. Ha sido su salto de calidad, su salto epocal. Un salto signado por el esfuerzo constante de vivir y poner en práctica las sugerencias y las indicaciones del Concilio Vaticano II; y el magisterio de Juan Pablo II es un símbolo de su perfecta interpretación práctica.


¿Qué influencia ha tenido en la vida del Beato el haber participado al Concilio Vaticano II, del cual este mes se celebra el 50º aniversario?
Karol Wojtyla ha sido uno de los padres conciliares más jóvenes. Siendo todavía obispo, ha vivido muy intensamente aquella realidad que ha profundamente incidido en su identidad sacerdotal y episcopal: distinguiéndose por su fuerte personalidad ha contribuido a la elaboración de algunos de los conceptos más importantes que surgieron del Concilio. Nociones que después han estado presentes a lo largo de todo su pontificado: tomemos como ejemplo la colegialidad manifestada con una fuerte apertura y en el diálogo concreto entre las diversas religiones. También el apoyo concreto y eficaz a la vida laical. Dos puntos que hoy tienen un rol clave en los temas que el 13º Sínodo de los Obispos está tratando en estos días.
Podemos decir que todo el pontificado de Juan Pablo II ha representado el esfuerzo constante por actualizar la inspiración divina presente es aquel gran evento.


Regresando a aquel 1978 ¿Ud. donde se encontraba? ¿Cómo vivió aquel momento?
El día del inicio del pontificado estaba en Polonia. Me acuerdo perfectamente de la atmósfera de esos días. La Misa andaba en onda en una de las poquísimas trasmisiones de carácter religioso que la televisión, controlada en aquel momento por el régimen, permitía. Estábamos todos pegados al televisor para seguir cuanto estaba sucediendo en Roma. Y no se puede no recordar naturalmente las palabras que han caracterizado todo el pontificado de Juan Pablo II, las palabras de la apertura, las palabras del coraje: «No tengáis miedo. Abrid, y aún de par en par, las puertas a Cristo». En aquel momento para nosotros en Polonia, pero pienso que también para todos los creyentes en el mundo, aquel anuncio tenía un significado y un valor del todo particular de fuerza y esperanza.
Incluso ahora en el contexto de los varios encuentros que tengo con los fieles y con las diversas realidad eclesiales aquellas palabras regresan continuamente; constituyen el lema y una constante de su magisterio. Por esta razón Juan Pablo II representa el testimonio del coraje, de la esperanza y del amor de Cristo.

En estos días se está llevando a cabo el 13º Sínodo de los Obispos donde las autoridades eclesiales son llamadas a dar su contribución para el mejoramiento de la Iglesia. 

Ahora bien, partiendo de aquel «abrid las puertas a Cristo», ¿en qué medida piensa que esta invitación ha sido realizada en el curso de estos años?
No es de mi competencia ofrecer una valoración histórica sobre aquello que ha obrado la Iglesia. Puedo decir que toda reforma, todo lo obrado por nuestro Papa Benedicto XVI no es otra cosa que la continuación de la invitación del Beato Juan Pablo II de abrir la propia existencia a Cristo. Porque cuando en la vida de cada creyente está presente Cristo allí está la verdad, la bondad, la esperanza, la autenticidad de la vida cristiana. Allí donde falta esta apertura es entonces que aparecen las situaciones difíciles donde se anida también el pecado. Aquellas palabras son las palabras que debían dar coraje a los pueblos a acoger a Cristo. Y hoy gracias a la obra del Beato Juan Pablo II en primer lugar y al trabajo de nuestro Papa Benedicto XVI después, aquel espíritu resuena todavía al interno de la Iglesia.   


El Papa Benedicto XVI en la misa de apertura del Sínodo ha confirmado que «el Crucifijo debe ser el signo distintivo para anunciar el Evangelio». De esta visión, ¿no surge con fuerza la figura de Juan Pablo II?
Existe una hermosísima foto que todos conocen, de uno de los últimos viernes santos, donde el Beato Juan Pablo II al adorar la cruz la entrega al cardenal Ratzinger. Una hermosísima foto de altísimo contenido simbólico. Un pasaje de entrega del cual hoy vemos la fuerza. No podemos pensar en Juan Pablo II sin la cruz, no podemos pensar a Él sin el testimonio silencioso de su fidelidad al Evangelio, sin aquella tenacidad en el llevar la propia cruz. Y es justamente en aquellos momentos donde la palabra ha perdido lugar, pues en aquellos instantes resonaba con fuerza su testimonio de la centralidad de la cruz. Pensando a esto, resalta inmediatamente la gran actualidad del mensaje de Benedicto XVI: «El Crucifijo es por excelencia el signo distintivo de quién anuncia el Evangelio». 


Haciendo una pequeña comparación, Mons. Oder ¿qué diferencia encuentra entre las emociones y sensaciones experimentadas en aquel día de 1978 con las que vive hoy después del camino que ha recorrido en la Iglesia y en los últimos años junto al Beato Juan Pablo II?
En aquel 1978 era todavía un joven al inicio de la vida madura, en la búsqueda de la propia vocación. Paradojalmente aquel evento ha retardado mi llamada envuelto como estaba de aquella ola de esperanza y libertad. Mi madurez no hubiera sido tal sin la figura de Juan Pablo II que ha sido para mi generación y para las sucesivas la más importante guía espiritual, un hombre de nuestros tiempos. De hecho lo que impresiona y atrae tan fuertemente en nuestro Beato es su contemporaneidad, lo sentimos como uno de nosotros, con nuestros problemas, nuestros titubeos y preocupaciones y al mismo tiempo como al hombre maduro espiritualmente que ha encontrado, no sin dificultad, las respuestas que después ha compartido con nosotros en la comunión con Cristo, abriendo de par en par las puertas de nuestros corazones. Juan Pablo II no ha sido un maestro sino un testigo que ha vivido, experimentado y compartido el verdadero amor de Cristo."
Giuseppe Tetto

martes, 30 de octubre de 2012

Mons. Castagna reflexiona sobre el Concilio Vaticano II




En una reflexión relativamente extensa pero muy completa y que seguramente interesará a quien quiera profundizar en la vida de la Iglesia durante el Año de la Fe,  Mons. Domingo Salvador Castagna, Obispo emérito de Corrientes, Argentina nos invita a reflexionar sobre el Concilio Vaticano II a los 50 años de su inicio.

Mons. Castagna comienza su reflexión con una experiencia personal: Fui ordenado sacerdote casi seis años antes de inaugurarse el Concilio Vaticano II. Durante aquellos primeros años de sacerdocio me preguntaba, con mucha frecuencia, si la Iglesia estaba dispuesta a una renovación, cuya necesidad ya entonces se vislumbraba con cierta urgencia. No dudaba de que, en la tarea de renovarse, la Iglesia debía mantener fidelidad absoluta a su naturaleza y a su Tradición. Con pesar, advertía a diario, que la mayoría de los bautizados no frecuentaban los sacramentos, no cultivaban la lectura piadosa de la Sagrada Escritura y no experimentaban la mínima inquietud por la evangelización del mundo. En mi caso, y en el de muchos hermanos presbíteros de la época, pasaba largas horas en el confesionario atendiendo a un número selecto de cristianos mientras muchísimos otros transitaban caminos ajenos a la fe, sin inquietarse por superarlos mediante la gracia de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.”

Luego nos recuerda la importancia del Sínodo de 1985,  durante el pontificado de Juan Pablo II a los 20 años del Concilio,  en el cual el Cardenal John Krol, presidente delegado subrayaba en su saludo inaugural que : “El Papa no nos ha llamado a celebrar un mini-concilio o a cambiar o corregir el Vaticano II, sino a revivir la extraordinaria experiencia de comunión eclesial, que caracterizó al Vaticano II”  
En su reflexión Mons. Castagna invita ahora  “a toda la Iglesia a revivir aquella experiencia.”
Mons Castagna enumera  los documentos surgidos del vaticano II :  4 Constituciones, 9 Decretos y 3 Declaraciones, en total 16 y nos invita “con urgencia a una relectura”. Habla también de la tan necesaria colegialidad, tema tan caro a Juan Pablo II.

En el último párrafo de su exposición  Mons. Castagna transcribe la sucesión histórica delos Concilios de la Iglesia Católica: “en total  21 Concilios Ecuménicos, sin contar el de los Apóstoles en Jerusalén.”
 Y concluye su exposición, entre otros, con estas palabras:

“ El Concilio Vaticano Segundo no ha pasado de moda. Es un momento de la historia de la Iglesia en el que se concentra, en una síntesis admirable, todo el acontecimiento - aún inconcluso - que ha provocado un viraje de 180 grados en la marcha de la humanidad hacia su destino propio: el que Dios le señala desde su eternidad.  Cristo conduce ese momento. Mejor dicho: Dios mismo, que valora de tal modo al hombre, se sumerge en su historia para recuperarlo (para salvarlo). Ese empeño divino por salvar a los hombres es transmitido a su Iglesia mediante el ministerio ejercido por los Apóstoles y sus sucesores, como también por quienes reciben un grado de participación en él. El Concilio constituye una Asamblea de los mencionados Pastores (Obispos) cuya finalidad es orientar la acción pastoral hacia el cumplimiento de su misión evangelizadora.”

domingo, 28 de octubre de 2012

Karol Wojtyła (Juan Pablo II) y la familia Połtawski: Vivir un milagro y volver a nacer (2 de 2)




El  7 de diciembre Karol Wojtyla responde en una carta a los esposos Poltawski:

Queridos Dusia y Andrzej:
“….Por el restablecimiento de la salud de Dusia (Wanda) debemos dar gracias: ojala fuéramos capaces de dar gracias con la misma devoción con que sabemos pedir. La gratitud siempre nos pone de una manera particular ante la Persona. Además se trata otra vez del mismo problema: es necesario saber incorporar esta gracia en la propia vida, poco a poco, descubriendo su significado cada vez más profundo, en toda  nuestra vida y en nuestra vocación. Es como una continuación de la gratitud o, incluso, simplemente su profundidad y lentitud. Quizás sea también en las relaciones entre personas. Te diré, Dusia (esto quizás te alegre) que la progresiva incorporación en la vida de lo que recibimos, puede incluso ser más importante que el doctorado”

Y ella responde:
Escribiste «ojalá fuéramos capaces de dar gracias con la misma devoción con que sabemos pedir», pero yo no pedí por mi salud, no pedí un milagro. ¡No podía creer en un milagro y no soy capaz de vivir con el milagro!
¡No se trata precisamente de eso? ¿De que no soy capaz de vivir con el milagro? ¡Por qué? Intento analizarlo. Quizás algo en mí se rebela contra semejante «manipulación» de mi persona. Y la realidad de la curación, en vez de ponerme de rodillas para agradecérsela a Dios, suscita rebelión en mí.
Escribiste: «Es necesario saber incorporar esta gracia en la propia vida, poco a poco, descubriendo su significado cada vez más profundo.» Poco a poco….
Quizás solo tendría que esperar mientras no esté preparada.
Tengo miedo de ese Dios que me asestó un fuerte golpe y aunque fue positivo, dejó en mí un temor que me  impide darle gracias. Estoy aturdida por esa experiencia de la gracia. Estoy abatida….no sé cómo expresarlo.
Esta curación milagrosa me impide ser yo misma. ¡Quizás he empezado a descubrirme? No lo sé, pero esta conciencia o mejor dicho, esta experiencia de dependencia absoluta de Dios me tienen aterrorizada.

El 9 de diciembre continúa escribiendo:
Intento comprender mi estado. El análisis psicológico es bastante sencillo: era necesario que se produjese una reevaluación. En efecto, me había preparado para aceptar la muerte precedida de una enfermedad terrible, y me había dispuesto heroicamente a soportar el dolor y la desdicha. De repente, todo esto ya no era necesario. ¿Quizás simplemente sufre mi orgullo?
Ahora vivo de nuevo y tengo que retomar esta vida de alguna manera .Me parece que es preciso revalorizar todo de otra forma, pero no soy capaz. No sé aceptarlo y por eso me deprimo.
Dios mío, perdóname que no sepa simplemente dar gracias como un niño. No puedo evitarlo. Por ahora, alejo ese pensamiento de que fue un milagro, de que me he curado milagrosamente. Me resulta más fácil así.
Lo escondo en el fondo del alma y pido perdón a Dios, pero también hago que vea, me hago ver a mí misma….  Toda entera.

El capítulo III termina con la carta que Karol Wojtyla enviara al Padre Pio desde roma el 17 de noviembre de 1962:
Reverendo Padre
Aquella mujer de Cracovia, Polonia, madre de cuatro hijos, el 21 de diciembre antes de la intervención quirúrgica recupero inesperadamente la salud. Demos gracias a Dios. También a ti, Reverendo Padre, quiero darte sinceramente las gracias en su nombre en nombre de  su marido y de toda su familia.
En el nombre de Cristo
Karol Wojtyła
Vicario capitular de Cracovia
Roma, 28 de noviembre de 1962

Wanda Poltawska:  DIARIO DE UNA AMISTAD, la familia Poltawski y Karol Wojtyla

sábado, 27 de octubre de 2012

Una « conjura contra la vida»


 “Quien, con su enfermedad, con su minusvalidez o, más simplemente, con su misma presencia pone en discusión el bienestar y el estilo de vida de los más aventajados, tiende a ser visto como un enemigo del que hay que defenderse o a quien eliminar. Se desencadena así una especie de « conjura contra la vida », que afecta no sólo a las personas concretas en sus relaciones individuales, familiares o de grupo, sino que va más allá llegando a perjudicar y alterar, a nivel mundial, las relaciones entre los pueblos y los Estados.” 
(Juan Pablo II Evangelium Vitae)



“La Pequeña Obra de la Divina Providencia (Obra Don Orione) convocó a marchar el martes 30 de Octubre a las 10.30 hasta la Superintendencia de Servicios de Salud y el PAMI para reclamar por la defensa de la asistencia, educación y salud de las personas con discapacidad. 

Acompañan el reclamo la Asociación de Institutos Educativos Especiales, la Asociación de ayuda al Ciego, el Consejo Argentino para la inclusión de las personas con discapacidad y la Federación Argentina de Entidades Pro-Atención al Deficiente, que al igual que la institución eclesial, se vieron afectadas por una resolución emanada de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS). 

Los organizadores llamaron a reunirse a las 10.30 del próximo martes en la Diagonal Norte y Florida, en la Capital Federal, (Buenos Aires, Argentina) donde se hallan las oficinas del organismo apuntado. En la puerta, se entregará un petitorio que expresa la situación que atraviesan las organizaciones que trabajan con la discapacidad.” (AICA)

viernes, 26 de octubre de 2012

Karol Wojtyla (Juan Pablo II) y la familia Połtawski: Vivir un milagro y volver a nacer (1 de 2)




En su libro Diario de una amistadla familia Półtawski y Karol Wojtyła la autora Wanda Połtawska nos habla desde lo más íntimo y nos confía los profundos sentimientos y experiencias vividos física, espiritual y psicológicamente al producirse el milagro de su curación por intercesión del Padre Pio.

Karol Wojtyla,  amigo de la familia Połtawski, le había escrito al Padre Pio el 17 de noviembre de 1962 desde Roma:

Reverendo Padre
Le ruego que rece por una madre que ha cumplido cuarenta años y tiene  cuatro hijas, de Cracovia, Polonia (durante la última guerra pasó cinco años en un campo de concentración en Alemania). Actualmente está gravemente enferma de cáncer y corre el riesgo de perder su vida: para que Dios, por mediación de la Virgen Santísima, sea misericordioso con ella y su familia.”
Y firmaba: “En Cristo muy agradecido
Karol Wojtyła, Obispo titular de Ombi
Vicario Capitular de Cracovia, en Polonia.”

Como se vive después de haber sido bendecido por un milagro? Como agradecerlo, como aceptarlo, como volver a vivir, a vivir normalmente, como cambia la vida y nuestra relación con Dios?

En su “diario” Wanda Poltawska escribe el 22 de noviembre de 1962:
“Todavía estoy en el hospital, porque la doctora no se lo puede creer. Quieren repetir los exámenes médicos. ¿He soñado?  No me atrevo a decir que esto sea un milagro, aparto esa idea: me aterra….una curación milagrosa: ahora he contraído una deuda impagable. No puedo aceptarlo. Aparto ese pensamiento. ¡Yo no recé por mi salud, yo no pedí esta curación!. Andrzej (el esposo) ha revivido. En vez de sucumbir al cáncer, mi cuerpo se ha curado sin que la enfermedad haya dejado rastro. A una velocidad humanamente imposible. Ahora me vuelve a invadir el temor, el enorme temor ante la omnipotencia de Dios y las consecuencias del amor de Dios. ¿Qué pasará ahora conmigo? Tiemblo con el mayor estremecimiento de mi alma. Mi cuerpo se convierte de repente en algo muy querido,  que pertenece directamente a Dios. Precisamente así habías dicho: (se refiere a Karol Wojtyła) «Es de Dios, has vuelto a nacer».
No sé qué pensar! En vez de gratitud, siento un temor incontrolable. Timor Dei, el temor de Dios.

El 24 de noviembre escribe: “Andrzej no entiende nada, me dice: «Alégrate». Pero yo no puedo alegrarme: ¡no soy suficientemente madura como para aceptar el milagro! No estaba preparada, el milagro me sorprendió, pues yo no había pedido un milagro. En vez de alegrarme tengo miedo, tengo miedo de la avidez del amor divino, quiero ser yo misma, quiero vivir un poco a mi  manera!....
Como puedo vivir normalmente como si no hubiese pasado nada?
Ya no tengo vida propia. Debería estar dando las gracias de rodillas día y noche, pero ¡no quiero tener que agradecérselo todo a Dios, quiero ser capaz de algo yo sola! Oh, Dios mío, perdóname por todo lo que se rebela en mí…”

El jueves 29 de noviembre sigue insistiendo:
No puedo vivir así, como si no hubiese pasado nada, como antes, no sé cómo tengo que ver mi nueva vida «regalada»….quisiera escapar a alguna parte en el desierto y volver a vivirlo todo, pero, ¡me dan miedo mis propios pensamientos!...Tocada por la gracia no consigo encontrar mi sitio. ¿Por qué no entono un himno de agradecimiento? ¡Había empezado a pensar que entendía algo de Dios!
Ya no me duele nada y, sin embargo, estoy completamente dolorida….durante la enfermedad física era consciente de las cosas importantes, ahora que he recuperado la salud no consigo encontrarme a mí misma.
También ha desaparecido mi facilidad para orar. Ahora, por primera vez, veo con qué facilidad y despreocupación podía rezar, ¡ahora que he perdido esa capacidad!....¡Que quieres Señor de mi, Señor? ¡Señor! ¡No puedo entregarme así, quiero ser yo misma!
Dios mío, ¿Dónde me puedo encontrar a mi misma?

Wanda Poltawska:  DIARIO DE UNA AMISTAD, la familia Poltawski y Karol Wojtyla

martes, 23 de octubre de 2012

Pontificado de Juan Pablo II : programa “ad intra” y “ad extra”




 “Es domingo 22 de octubre de 1978. En la plaza San Pedro Juan Pablo II celebra la liturgia que inaugura el Pontificado y nos señala la intención central en dirección de la misión a las gentes. Una misión que exige una proyección planetaria, superando toda limitación de ideología o geopolítica.

Ya había dicho en el primer radio mensaje, el día posterior a la elección que consideraba el Concilio Vaticano II  «una piedra miliar en la historia bimilenaria de la Iglesia» y que intentaría introducirlo en la base de su pontificado y lo  «impulsaremos constantemente para que, en la vida real de la Iglesia, responda a su ejecución.» Su fidelidad al Concilio durará todo el pontificado y de ello hablará hasta en su testamento: 
 «deseo confiar este gran patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo».
Fue particularmente en el radiomensaje de la Capilla Sixtina – que acentuó la necesidad de desarrollar el gobierno colegial de la Iglesia: «Esta forma colegial comporta ciertamente el conveniente desarrollo de las instituciones, en parte nuevas, en parte acomodadas a las necesidades actuales». O sea resaltó la «causa ecuménica» entre sus prioridades. Era un esbozo de programa ad intra, dirigido de hecho a los «hijos de la Santa Iglesia».

Pero ahora, desde el atrio de San Pedro, el nuevo Papa se dirige al mundo y anuncia el programa ad extra, aquel que en un pontificado implica más un mensaje que programa y lo revelará de esta manera:
« ¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!

¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!
Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!»

Concluida la palabra del Pontificado, podemos decir que el desarrollo del gobierno colegial no se ha dado – al menos en el sentido que opina la mayoría de los comentaristas – pero la proclama ad extra ha cumplido su objetivo plenamente. Todo el pontificado, desde el primer viaje a su patria y el viaje a Cuba de enero de 1998, del encuentro con el dictador del tercer mondo al desafío de las posturas del norte del mundo secularizado y antinatalista ha sido una prolongación de aquel llamado misionero casi mesiánico: «Abrid los confines de los estados, los sistemas económicos». Implícito en aquel llamado podemos vislumbrar desde la predicación dirigida a los jóvenes y a las mujeres hasta la obra ecuménica e interreligiosa.

También en los gestos y en el estilo del Pontificado será fiel a aquella Jornada: terminada la celebración, Juan Pablo II desciende del atrio hacia la gente, acaricia a enfermos y niños, saluda a todos alzando la cruz con ambos brazos como un trofeo. Un gesto deportivo quizás mas que de Papa, de hombre que intuye el eco de un gesto nuevo en los corazones más alejados y que renovara profundamente  la iconografía y la gestualidad pontifical. En aquel acercamiento hacia la multitud radica la esencia de su ir «hacia las gentes».

(traducido de Luigi Accattoli: Giovanni Paolo – la prima biografía completa, cap. 7 «Non abbiate paura, aprite le porte a Cristo», publicado por San Paolo,2006)  

lunes, 22 de octubre de 2012

La plena garantía de un «¡No tengáis miedo!»



Hoy es un día de gozo para este blog, dia que celebra la memoria litúrgica del Beato Juan Pablo II (ver decreto)  y recuerda aquel  solemne 22 de octubre de 1978 cuando accedía a la Sede de Pedro un obispo que no era romano, un Obispo hijo de Polonia, que nos sorprendió con un vigoroso y firme «¡No tengáis miedo!» como una especie de síntesis de su pre pontificado y perspectiva de lo que vendría         
                          
Sin embargo, no debemos olvidar que Juan Pablo II mismo le reconoce a Vittorio Messori en Cruzando el Umbral de la esperanza que “Cuando el 22 de octubre de 1978 pronuncié en la plaza de San Pedro las palabras «¡No tengáis miedo!», no era plenamente consciente de lo lejos que me llevarían a mí y a la Iglesia entera. Su contenido provenía más del Espíritu Santo, prometido por el Señor Jesús a los apóstoles como Consolador, que del hombre que las pronunciaba. Sin embargo, con el paso de los años, las he recordado en variadas circunstancias.” Circunstancias que recordamos bien, pues no se cansó de repetirlas en sus reuniones con los jóvenes en todos los rincones del mundo y fue una expresión que pasó a formar parte de las Jornadas Mundiales de la Juventud.  

Juan Pablo II  ahonda en la expresión y aclara en la misma entrevista:  “La exhortación «¡No tengáis miedo!» debe ser leída en una dimensión muy amplia. En cierto sentido era una exhortación dirigida a todos los hombres, una exhortación a vencer el miedo a la actual situación mundial, sea en Oriente, sea en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur. ¡No tengáis miedo de lo que vosotros mismos habéis creado, no tengáis miedo tampoco de todo lo que el hombre ha producido, y que está convirtiéndose cada día más en un peligro para él! En fin, ¡no tengáis miedo de vosotros mismos!

¿Por qué no debemos tener miedo? Porque el hombre ha sido redimido por Dios. Mientras pronunciaba esas palabras en la plaza de San Pedro, tenía ya la convicción de que la primera encíclica y todo el pontificado estarían ligados a la verdad de la Redención. En ella se encuentra la más profunda afirmación de aquel «¡No tengáis miedo!»: «¡Dios ha amado al mundo! Lo ha amado tanto que ha entregado a su Hijo unigénito!» (cfr. Juan 3,16). Este Hijo permanece en la historia de la humanidad como el Redentor. La Redención impregna toda la historia del hombre, también la anterior a Cristo, y prepara su futuro escatológico. Es la luz que «esplende en las tinieblas y que las tinieblas no han recibido» (cfr. Juan 1,5). El poder de la Cruz de Cristo y de su Resurrección es más grande que todo el mal del que el hombre podría y debería tener miedo.”

Y más adelante ratifica: “Al finalizar este segundo milenio (*) tenemos quizá más que nunca necesidad de estas palabras de Cristo resucitado: «¡No tengáis miedo!» Tiene necesidad de ellas el hombre que, después de la caída del comunismo, no ha dejado de tener miedo y que, en verdad, tiene muchas razones para experimentar dentro de sí mismo semejante sentimiento. Tienen necesidad las naciones, las que han renacido después de la caída del imperio comunista, pero también las que han asistido a esa experiencia desde fuera. Tienen necesidad de esas palabras los pueblos y las naciones del mundo entero. Es necesario que en su conciencia resurja con fuerza la certeza de que existe Alguien que tiene en sus manos el destino de este mundo que pasa; Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos (cfr. Apocalipsis 1,18); Alguien que es el Alfa y el Omega de la historia del hombre (cfr. Apocalipsis 22,13), sea la individual como la colectiva. Y este Alguien es Amor (cfr. 1 Juan 4,8-16): Amor hecho hombre, Amor crucificado y resucitado, Amor continuamente presente entre los hombres. Es Amor eucarístico. Es fuente incesante de comunión. Él es el único que puede dar plena garantía de las palabras «¡No tengáis miedo!».

(*) la entrevista de Messsori es de 1994
  

sábado, 20 de octubre de 2012

Coloquio UCA 30 años de la guerra de Malvinas – mediaciones pontificias y transiciones pacificas a la democracia en América Latina


Concluido el Coloquio nos deja un riquísimo material de reflexión, todo un legado para América Latina inspirado en Juan Pablo II,  que afortunadamente será publicado en forma de libro los primeros meses del año próximo 2013 (aprox marzo/abril).   Desde aquí sinceras gracias a los organizadores del Coloquio y a las autoridades de la UCA por este regalo, en especial al Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales Políticas y de la Comunicación y a la Cátedra Juan Pablo II. 

 El coloquio ha dejado flotando una especie de inquietud,  de rémora, un lastre en nuestras mentes (al menos en la mia) por nuestra incapacidad de  profundizar, interiorizarnos de los problemas ajenos, comprometernos con todos los cristianos. Enlaberintados en nuestro pequeño mundo egoísta creemos que solo nosotros en la Argentina tenemos problemas políticos y sin embargo quizás – tal como dijo el escritor Marcos Aguinis en una entrevista reciente “quizás lo que nos falta a los argentinos es sufrir un poco.”  Y tiene razón.   El coloquio nos ha concientizado acerca de nuestra ignorancia de la historia profunda de nuestros hermanos del continente, de sus luchas internas y de sus valentías (sobre todo del campesinado) en enfrentar un mal que trató de enraizarse por todos los medios en su suelo sembrando divisiones y odios y que no dudó en asesinar ante la “insubordinación” a su doctrina, un mal que sigue latente en casi toda Sudamérica, a pesar de los avances y las reconciliaciones.  Un verdadero misterio, ese mysteriuminiquitatis del cual hablaba Juan Pablo II en su libro Memoria e Identidad.

En general la reciente historia de América Latina ha sido y debemos admitirlo con tristeza – en algunos países más que en otros – extremadamente cruenta y dolorosa dejando profundas secuelas que aun no han sido superadas.   Ante un olvido de los más débiles e indefensos no fueron ellos quienes se rebelaron, fueron otros que actuando presuntamente a favor de ellos terminaron – en los casos más tremendos – asesinando a aquellos que decían defender.  Si, asesinando a aquellos que eran objeto de las  tan pregonadas “luchas sociales” pero quienes, sin embargo,  permanecieron fieles a sus creencias y principios aun a costa de su propia vida.  Juan Pablo II decía  en su discurso inaugural en Puebla, México el 28 de enero de 1979 “No nos engañemos: los fieles humildes y sencillos captan espontáneamente cuándo se sirve en la Iglesia al Evangelio y cuándo se lo vacía y asfixia con otros intereses.”

Del coloquio -  un pantallazo extenso sobre los logros y el trabajo de la Iglesia católica en América Latina, sin obviar sus puntos débiles y errores,  me han impresionado especialmente los casos de:

Perú (la guerrilla del partido comunista Sendero Luminoso, que el orador Prof Jeffry Kleiber llamo “un culto”, una “secta” por sus características es comparable solamente con Camboya. Guerrilla que, sin embargo,  no logró convencer ni atraer en masa al gran campesinado forzando a la resistencia a la población campesina, profundamente creyente.   
Guatemala el asesinato de Mons. Juan Jose Gerardi  en 1998 asesinado dos días después de la presentación de los resultados de REMHI (proyecto interdiocesano por la Recuperación de laMemoria Histórica)  Guatemala sigue buscando una paz duradera entre esfuerzos denodados de  la Iglesia católica por una reconciliación nacional.   Invito leer el mensaje de Juan Pablo II a los Obispos de Guatemala  

El Salvador “un pueblo con la cruz a cuestas” (invito visitar la página dela Oficina de canonización del Obispo Arnulfo Romero)donde se puede escuchar su última y valiente homilía “considerada por algunos como su sentencia de muerte debido a la dureza de su denuncia “en nombre de Dios y de este pueblo sufrido... les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, CESE LA REPRESIÓN”.  

Colombia donde Juan Pablo II fue factor importante en la compleja historia de guerras internas encarnizadas,  alimentadas por el comercio de la droga y el narcotráfico. En medio de ese mundo desorientado y peligroso y desatendiendo toda advertencia llega Juan Pablo II en 1986 en  un viaje apostólico por 7 dias.  Colombia es uno de esos países ante cuya situación  bien podríamos repetir las increíblemente duras y profundas  palabras de Benedicto XVI en su primer viaje aPolonia en mayo de 2006 cuando visitaba el campo de concentración de Auschwitz:     “¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto?” 

Estas son sin dudas unas breves pinceladas del fructífero encuentro  (otra vez lamento la falta de concurrencia del público general a un coloquio que fue realmente un tesoro de información y profundidad, pues tengo entendido que las ponencias fueron una especie de extracto de los estudios realizados). Mientras aparece la publicación con  las ponencias completas podemos anticiparnos  al texto releyendo algunos documentos citados durante el Coloquio.
Memoriay reconciliación, Comisión Teológica Internacional año 2000, Presidida por el Cardenal Ratzinger
EvangeliumVitae, Juan Pablo II 
Iglesiay comunidad nacional, Comision Episcopal Argentina 
Lareconciliación en Chile del cardenal Silva Henriquez  
Eldocumento de San Miguel declaración del Episcopado argentino  

y naturalmente los discursos, homilías y palabras del Papa Juan Pablo II de sus viajes a esta parte del continente:
Viaje apostólico a Uruguay, Bolivia, Lima y Paraguay 1988
Visita pastoral México yCuraçao (6 - 14 de mayo)1990
ViajeApostólico a Santo Domingo 9 - 15 de octubre de 1992

Y no nos olvidemos del himno del Congreso Eucaristico en Corrientes:  Quédate connosotros Jesús
y del el himno de la JMJ 1987 en Buenos Aires  Un nuevo sol






viernes, 19 de octubre de 2012

Un 16 de octubre muy diferente al de 1978


Fue un 16 de octubre negro, triste, trágico. 


Leemos en la Enciclopedia del Holocausto  que en el momento de la ocupación alemana del norte y el centro de Italia a principios de 1943 vivían aproximadamente 12.000 judíos en Roma. El 16 de octubre de 1943 más de 1.000 de ellos fueron apresados y deportados al campo de concentración de Auschwitz. Tan solo un pequeño número  regresó a sus hogares.

Es un momento de la historia que no puede faltar en este blog en honor a Juan Pablo II por su intima relación con el pueblo judío, desde su más tierna infancia en su pueblo  natal Wadowice hasta sus días como Sumo Pontífice y Obispo de Roma.

A 69 años de aquella deportación de hebreos romanos, la comunidad  Sant'Egidio y la comunidad hebraica de Roma, como lo hace todos los años a partir de 1944,  han recordado esos momentos trágicos en lavida de la ciudad organizando una peregrinación de la memoria “para que todos sobre todo las generaciones jóvenes” no olviden aquellos días de la deportación y la ocupación nazi.  Una peregrinación que partió en silencio el 16 de octubre pasado a las 19.00 desde Santa Maria en Trastevere y transitó por el camino de los deportados antes de partir en tren hacia Auschwitz.  Miles de antorchas y grandes carteles negros con los nombres de los campos de concentración....para reafirmar su "NO" a toda forma de discriminación. 




Mucho se ha escrito y criticado a la Iglesia por su “inacción” en aquel periodo nefasto de la historia en que Hitler hasta había ordenado destruir elVaticano,  o sea una crítica totalmente infundada.  El odio de Hitler llegaba mucho mas allá de destruir al pueblo hebreo, su intento era destruir toda una civilización.   Mientras tanto el trabajo de la Iglesia en la persona del Papa Pio XII, a quien quisieron desacreditar llamándolo “el papa de Hitler” fue silenciosa y encomiable.   Las difamaciones contradicen radicalmente la verdad. Podemos constatarlo en Corazones.org con abundantes enlaces a otras bibliografías. 

Juan Pablo II decía en su discurso en la sinagoga de Roma el 13 de abril de 1986    “la comunidad judía de Roma pagó un alto precio de sangre. Y fue ciertamente un gesto significativo el que, en los años oscuros de la persecución racial, las puertas de nuestros conventos, de nuestras iglesias, del seminario romano, de edificios de la Santa Sede y de la misma Ciudad del Vaticano se abrieran para ofrecer refugio y salvación a tantos judíos de Roma, rastreados por los perseguidores.”

Invito ver un corto video
Y visitar mis posts etiquetados: Auschwitz-Birkenau

martes, 16 de octubre de 2012

Juan Pablo II, profeta de la paz




Este post es  una humilde conmemoración de aquel luminoso 16 de octubre de 1978 que la Iglesia fue bendecida con un papa eslavo, aquel Papa que venía de lejos,  cargando sobre sus espaldas todavía muy jóvenes para semejante responsabilidad,  una vida madura en luchas inflexibles, firmes, pacificas contra dos males que asolaron a su patria y a Europa: el nazismo y el comunismo. Y fue una bendición para Polonia y el mundo. Un papa que supo ser profeta de la paz, que propago la paz y bregó por la libertad durante todas sus visitas apostólicas, un Papa que no temió enfrentarse a grandes corporaciones y buscó reunirse con los más pobres, los más desposeídos, los más apartados de la sociedad.  Un Papa que supo sembrar en tierras benignas y también en las inhóspitas porque la gracia de la fe es eso una gracia y un don de Dios,  un misterio que a  menudo abraza un alma inesperadamente,  un fuego que se extiende por los lugares más recónditos y ocultos.

Justamente hoy además es el segundo día del coloquio organizado por la cátedra Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Católica Argentina, coloquio durante el cual también se le rendirá homenaje al Papa Juan Pablo II a 30 años de la Guerra de las Malvinas. El coloquio es un pincelazo de los casos latinoamericanos donde la acción pacificadora y la mirada siempre atenta de Juan Pablo II han tenido influencias decisivas. Es además una oportunidad para que cada uno de nosotros reflexione profundamente acerca de su propia responsabilidad en trabajar por la paz, por una paz sin odios ni rencores, apuntando a nuestro propio “perdonamos y pedimos perdón” interno, a ejemplo de la Iglesia argentina que ya lo ha hecho en varias oportunidades.     

Cito a continuación una parte de la exposición “Juan Pablo II, profeta de la paz” del Cardenal Stanislaw Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II,  durante su visita a Buenos Aires en noviembre de 2009 (fuente Juan Pablo II, su legado espiritual editado por el lic. MarcoGallo, Director de la Cátedra Juan Pablo II,  y publicado por la EditorialBonum,2010) 

“Juan Pablo II sirvió a la Iglesia. Además, se enfrento a los grandes retos del mundo actual. Fue un incansable mensajero y defensor de la paz. Él mismo experimentó las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, con todo el sufrimiento de millones de víctimas inocentes. Símbolo de aquel sufrimiento es el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que fue construido por los nazis cerca de Cracovia.
Conocéis muy bien el empeño de Juan Pablo II en el asunto de la paz en vuestra patria. En el año 1986, en Asís, el Papa logró organizar el encuentro de los dirigentes y representantes de las Iglesias católicas de las Comunidades de la Iglesia y de las religiones del mundo. Todos ellos rezaron con fervor por el don de la paz para nuestro mundo agitado. En Asís, Juan Pablo II dijo: “La paz es un taller de trabajo, abierto para todos y no sólo para los especialistas, científicos o estrategas. Todos somos responsables de la paz” (27/10/1986,n7)  De ese modo, hizo recordar una verdad obvia: que la paz era un don, pero también una tarea. Cada hombre y cada generación tienen que emprender dicha tarea para edificar con paciencia la civilización de vida y de amor en nuestra tierra.
Teniendo en cuenta todo el pontificado de Juan Pablo II, podemos constatar, sin ninguna exageración, que fue le verdadero profeta de la paz. A los profetas no siempre se los escucha. Los profetas suelen pagar un precio por su valentía en decir la verdad, por su valentía en llamar a la conversión de las mentes y de los corazones, y por la transformación de las estructuras injustas. No obstante, la voz de los profetas traspasa las fronteras del tiempo y del espacio.
A su último Mensaje para le Día Mundial de la Paz del 1 de enero de 2005, Juan Pablo II, sirviéndose de las palabras del apóstol San Pablo (Romanos12,21) le dio el título: “No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal”. En aquel Mensaje escribió: “La paz es el resultado de una lucha larga y difícil, en la cual la victoria se consigue al vencer el mal, con el bien. Ante las imágenes dramáticos de unos violentos combates fratricidas que transcurren en distintas partes del mundo, ante el inefable sufrimiento resultante de sus injusticias, la única elección constructiva consiste en rechazar el mal y seguir el bien (Romanos 12,9). La paz es un bien que hay que introducir a través del bien: es un bien para cada una de las personas, para las familias, para las naciones del mundo y para toda la humanidad”. n.1

lunes, 15 de octubre de 2012

Mediaciones pontificias y Transiciones pacíficas a la democracia en América Latina durante el pontificado de Juan Pablo II UCA 15 y 16 de octubre 2012


Recuerdo que hoy comienza el coloquio “Mediaciones pontificias y Transiciones pacíficas a la democracia en América Latina – de la dictadura a la democracia”   Organizado por la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación y la Cátedra Juan Pablo II en la UCA.



El programa se desarrollará en dos partes hoy 15 de octubre a partir de las 18.00hs y mañana 16 de octubre de jornada completa comenzando a las 09.00hs, en el Auditorio Cardenal Pironio, Av. Alicia M. de Justo 1600. En el Coloquio se destaca un acto de homenaje a Juan Pablo II a 30 años de la guerra de Malvinas. Más información en el sitio de la Pontificia Universidad Católica Argentina.


sábado, 13 de octubre de 2012

Los 50 años del Concilio Vaticano II en la UCA de Buenos Aires - Una fiesta ecuménica (2)


El primer orador entre los invitados fue el pastor metodista Nestor Miguez  que decía estaba allí por cuestiones genéticas “porque este lugar debería ocuparlo mi padre que fue observador directo en el Concilio Vaticano II . 

Fue un evento histórico - decia el pastor - para el mundo en general y para el cristianismo en particular, porque asume en el decreto sobre el ecumenismo de una manera muy calificada de lo que estaba ya en marcha, destacar la significación para las iglesias de tradición evangélica, las que participan del movimiento ecuménico.  Es histórico porque - rescato el pastor -  dio cauce a muchas inquietudes que ya estaban dentro de la iglesia católica y agregaba que continua la necesidad de seguir avanzando y tiene que darse también el dialogo con los pueblos originarios,  tal como ya lo hiciera Juan Pablo II. El Concilio no ha terminado decía el pastor. Hay temas que siguen en debate.   Señalaba que el documento sobre ecumenismo desde su punto de vista  resulto una grata novedad y a la vez  un límite. Grata novedad porque abre el camino a un dialogo, pero limite porque establece un camino para ese reencuentro que lleva necesariamente a un retorno a la unidad (palabra que según el pastor molestó a muchos), en torno de la sede romana. Esa idea de que somos hermanos separados, ese hijo prodigo que se fue y que debe retornar a la casa del padre por un lado fue una amorosa invitación por otro lado tiene un sesgo de “ustedes se fueron de la verdad y ahora deben volver a la misma.”  Decía que la Iglesia debe transformarse ella misma para que este retorno sea valioso. Básicamente existe la necesidad de seguir avanzando a la manera de Juan Pablo II en Brasil que mostró que este dialogo era posible,  visitando lugares de cultos afrobrasileños.   Estamos en un Concilio abierto, una apertura que fue el motivo del Concilio porque como nos recordaba la frase de Juan XXIII hay que abrir las ventanas…”

A continuación el Dr Víctor Manuel Fernandez introdujo al rabino Skorka,  rabino de la Comunidad "Benei Tikva",  creador de la cátedra de Derecho Hebreo en la UBA y la Universidad del Salvador y rector del seminario rabínico latinoamericano, antes de otorgarle el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Pontificia Argentina. “Porque – planteaba el Dr. Fernandez -  la UCA quiere otorgarle  un doctorado a un rabino de la comunidad judía argentina puesto que hasta ahora solo había sido conferido a católicos?  Otorgar este doctorado – explicaba - requiere que la persona haya tenido una acción sobresaliente en pro del desarrollo de la cultura.  Este doctorado  se justifica no solo por su curriculum sino por la hondura y riqueza de pensamiento que el  rabino Skorka ha aportado a nuestro país. El rabino Skorka  es  un hombre de opinión capaz de detenerse en un reposado y responsable pensamiento acerca de cualquier asunto de la realidad que pueda afectar al ser humano y a la sociedad.”


Después de haber sido galardonado con el doctorado Honoris Causa expreso unas palabras el rabino Skorka, a quien se veía muy emocionado,  identificándose como amigo de todos en el verdadero sentido que la palabra amigo tiene en hebreo y agradeció a los embajadores de Israel y Alemania por su presencia. Nos hizo sentir profundamente el dolor de ambas naciones por lo ocurrido y resalto las visitas de Juan Pablo II y sus documentos, la audacia superlativa  de Juan Pablo II  que le dio un espíritu muy fuerte a las relaciones entre judíos y cristianos. 

Y llegaba el turno del padre Cantalamessa (invitoescuchar el video completo en el sitio de la UCA)   quien antes de venir a la Argentina como invitado había agradecido esta invitación diciendo:  “agradezco la invitación para venir a Buenos Aires, Argentina, en octubre para compartir nuestra fe, nuestro gozo en el Señor Jesucristo. Yo pienso que en Buenos Aires se esta haciendo algo nuevo, algo importante para el ecumenismo, es decir promover el ecumenismo espiritual, encontrarnos los cristianos de diferentes denominaciones para orar  juntos,  escuchar la palabra de Dios y pienso que esto hace mucha alegría al Señor Resucitado.”  


Personalmente debo admitir que dudaba que el padre Cantalamessa estuviese verdaderamente en Buenos Aires en una ocasión tan especial y debo reconocer lo equivocada que estaba y agradecer este privilegio que hemos tenido de tenerlo aquí entre nosotros con ocasión del 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II y el inicio del Año de la Fe convocado por el Santo Padre Benedicto XVI. Naturalmente agradecer también a la UCA por habernos brindado esta oportunidad. Si bien este encuentro en la UCA fue solo una parte de la visita del padre Cantalamessa,  pues ya había tenido un retiro espiritual para sacerdotes y pastores desde el martes 9 por la mañana hasta el mediodía del jueves, o sea 9,10 y 11 de octubre. 

Como decía antes invito escuchar el video completo del acto en la UCA. Aquí cito solo una mínima parte de lo expresado por el padre Cantalamessa.  “Yo me libere de los prejuicios sobre los judíos y los protestantes por haber hecho la experiencia del Nuevo Pentecostés. Fue una conversión. Primero a los judíos regresando de Israel en el avión me di cuenta que Jesús era judío y no amar a los judíos era no amar a Jesús que ama a la gente de su pueblo. Después me convertí a la unidad de los cristianos. Mi presencia aquí es un signo. Llego de un lugar de retiro – decía - donde tuvimos un retiro unos 80 sacerdotes y 10 pastores evangélicos en el cual había tanta unidad que al final no sabía quién era quien. Una unidad maravillosa!” 
 Continuaba el padre Cantalamessa: “El poeta  T.S: Elliot escribió algunos versos que nos pueden iluminar en el sentido de las celebraciones de  los 50 años del Concilio Vaticano II. “ We shall not cease from exploration and the end of all our exploring will be to arrive where we started and know the place for the first time” (No debemos detenernos en nuestra exploracion y el fin de nuestra exploración será llegar allí desde donde hemos partido y conocer el lugar por primera vez).” 
“Después de muchas exploraciones y controversias somos reconducidos también nosotros allí desde donde hemos partido es decir al acontecimiento del Concilio Vaticano II, pero todo el trabajo alrededor de él no ha sido en vano porque en el sentido  más profundo solo ahora estamos en condición de conocer el lugar por primera vez,  es decir de valorar su verdadero significado,  desconocido para los mismos Padres del Concilio. Esto permite decir que el  árbol crecido desde el Concilio es coherente con la semilla de la cual ha nacido.  En efecto de que ha nacido el acontecimiento del  Vaticano II?  Las palabras con las que Juan XXIII describe la conmoción que acompaño - dice el - «el repentino florecer en mi corazón y en mis labios de la simple palabra concilio,  la emoción tiene todos los signos de una inspiración profética, una inspiración de lo alto.»  En el discurso de clausura de la primera sesión hablo del Concilio como de «un nuevo y deseado Pentecostés que enriquecerá abundantemente  a la Iglesia de energías espirituales.»
Al comienzo de la 2da sesión del Vaticano II Pablo VI encargo al cardenal Suenens  que conmemorara oficialmente a Juan XXIII.  El orador,  que había estado entre los más cercanos al difunto pontífice en la preparación del Concilio describió así lo que esto era en las intenciones del papa: para él el Concilio no era ante todo una reunión de obispos con el Papa,  un encontrarse juntos en el plano horizontal era ante todo un encuentro colectivo de todo el colegio episcopal con el Espíritu Santo,  un encuentro vertical,  la apertura total a una inmensa infusión del Espíritu Santo,  una especie de nuevo Pentecostés. A 50 años de distancia solo podemos constatar el pleno cumplimiento por parte de Dios de la promesa hecha a la Iglesia por boca de su humilde servidor el Beato Juan XXIII. Sí  hablar de un Nuevo Pentecostés nos parece que es por lo menos exagerado vistos todos los problemas y  controversias surgidos en la Iglesia después y a causa del Concilio no debemos hacer otra cosa que ir a releer los hechos de los apóstoles y constatar cómo no faltaron problemas y controversias ni siquiera después del Primer Pentecostés y no menos encendidos que los de hoy.”

(Hoy sábado sigue la fiesta espiritual  en el VI encuentro de católicos y evangélicos de todo el dia en el Luna Park. Seguramente en el sitio de  la Renovación carismática católica de la Arquidiócesisde Buenos Aires podremos leer detalles de este encuentro y de toda la visita del padre Cantalamessa a la Argentina.) 

viernes, 12 de octubre de 2012

Los 50 años del Concilio Vaticano II en la UCA de Buenos Aires - Una fiesta ecuménica (1)


«El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de forma cada vez más eficaz…» Juan XXIII 


 “Si hoy la Iglesia propone un nuevo Año de la fe y la nueva evangelización, no es para conmemorar una efeméride, sino porque hay necesidad, todavía más que hace 50 años….. En estos decenios ha aumentado la «desertificación» espiritual…... Pero precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es cómo podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir…”(Benedicto XVI) 



Tal como anunciaba la invitación al encuentro en la Pontificia Universidad Católica Argentina la celebración en conmemoración de los 50 años del comienzo del Concilio Vaticano II,  y por otra parte el comienzo del Año de la Fe,   fue una verdadera fiesta. En el Salón Juan Pablo II literalmente no cabía un alfiler, pasillos laterales completos y el amplio pasillo céntrico ocupado por estudiantes de la UCA sentados en el suelo. Me han dicho que había gente afuera en el hall. 



En el auditorio reinaba un ambiente de alegría y solemnidad que emanaba de una multitud variopinta desde aquellos que eran jóvenes cuando comenzó el Concilio hasta quienes nacieron muchos años después. Procedencias varias y ecuménicas (se notaba en los aplausos) de corazones abiertos,  una nueva etapa en la Iglesia, renovada pero siempre firme y tan actual como aquellas celebres palabras de Juan XXIII en la apertura del Concilio «Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior».  

Después de 50 años de un concilio ecuménico siguen existiendo diferencias y por un lado es bueno que así sea pues de alguna manera nos obligan a profundizar en nuestra fe,  a comprender  a nuestros hermanos, a reflexionar juntos abriéndonos al otro.  Toda la ceremonia fue un precioso acto ecuménico.

Presidieron el acto el Señor Arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires Cardenal Jorge Mario Bergoglio, el Señor Nuncio apostólico en la República Argentina Monseñor Emil Paul Tscherrig y el Señor Rector de la Pontificia Universidad Catolica Argentina Pbro. Dr. Victor Manuel Fernandez.


La Señora Vicerrectora de Investigación de la UCA Dra Beatriz Balian, 


se refirió al contexto celebrativo del acto, dibujo una breve historia del desarrollo del Concilio y termino su saludo-discurso con estas palabras:  “ Hoy no recordamos un hecho agotado sino que prestamos atención a una roca firme, una semilla plantada en la Iglesia que sigue marcando nuestro camino, un don de Dios para la renovación actual. Por eso este acontecimiento de 50 años atrás hoy nos llama a escuchar a Dios que también nos está hablando a través de la realidad actual y a caminar hacia el futuro con fe, alegría y entusiasmo.”

El programa en si fue relativamente breve, riquísimo y valioso en contenidos con un orador católico P. Dr. Raniero Cantalamessa,    uno judío el Rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano  y el Pastor metodista Néstor Míguez, cuyo padre participó invitado como observador del Concilio Vaticano II,   en presencia de autoridades de la UCA, personalidades de la Iglesia y la política, religiosas y laicas y un coro compuesto por unas 14 personas que a ojos cerrados podría suponerse que eran 50. Impresionante, imponente, solemne. Un gran arreglo floral adornaba la sala y  Juan Pablo II desde el cuadro lateral parecía sonreír más que de costumbre.

Agradezco a la UCA el permiso para publicar las fotografías del acto y utilizar también el material (que utilizo parcialmente en el 2do post).  En este enlace de la pagina oficial  de la UCA pueden leerse los discursos del Dr. Fernandez y  la Dra. Balian y acceder al video completo del acto.