Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 26 de junio de 2023

Ut unum sint – Audacia y dificultades en la unidad de los cristianos - George Weigel (2 de 2)

 


Una vision adelantada a su tiempo.

  Las mayores dificultades en el dialogo ecuménico occidental ya se dieron antes que UtUnum Sint  se firmara.  El 4 de abril de 1995, el Secretario General del Congreso Mundial de Iglesias Dr. Konrad Raiser, dio una conferencia en el Centro Pro Unione de Roma, proponiendo lo que  el llamo un  “cambio paradigmático” en ecumenismo. Finalizando el segundo milenio, un apartheid de hechi entre ricos y pobres” y”una degradación progresiva de toda la ecoesfera” requerían de un “urgente reordenamiento de la agenda ecuménica.”  Era hora, argumentaba Raiser de “dar vuelta la página sobre  esfuerzos pasados y concentrar todas nuestras energías en enfocarlas a temas del presente y futuro a la luz de la Palabra de Cristo”. Ese era el imperativo ecuménico contemporáneo.

El movimiento ecuménico tal concebido a partir de la Conferencia Misional de Edinburgo en 1910 –  reunificación de los cristianos sobre las bases de una doctrina y practica consensuada – había llegado a su fin según ellider del ConsejomUndial de Iglesias, heredero insitucionaldela iniciativa de 1910.  Lo que importaba eran las politicas ideológicas. La lucha  contra el calentamiento global era para las Iglesias más importante que  los debates acerca de nuestra visión ante Dios: la redistribución de ingresos resulto ser un tema cristiano más importante que la celebración de la Cena del Señor juntos. Orlo visto reflejabga un sentimiento genralizado dentro de las autoridades representadas en el Consejo Mundial de Iglesais, que la conferencia de Konrad Raiser en Roma seria vista en el futuro como el fin del viejo ecumenismo. El movimiento ecuménico presentado en Ut Unum Sint era entonces el único movimiento ecuménico global que perseguía el objetivo original.

Un mes después de la publicación de Ut Unum Sint el patriarca ecuménico Bartolomé visitó Roma para la fiesta de San Pedro y San Pablo el 29 de junio y participo de la Misa solemne celebrada por el Papa en el altar papal en la Basilica de San Pedro. Durante la liturgia de la Palabra, Bartolome y Juan Pablo II sentados uno al lado del otro en sendas sillas presidenciales frente al altar. El Evangelio se canto en Latin y en Griego y ambos presentaron sus homilías… en el Evangelio de Lucas Juan Pablo II  le recordó a Bartolomé que la misión de los primeros discípulos se centraba en estos términos: “El los envió de dos en dos “ (Lucas 10.,1) h

No presentaba un mensaje el texto? No sugería que “Cristo también los enviaba de dos en dos como mensajeros del Evangelio al Este y al Oeste?  “No podemos permanecer separados” insistió el Papa.

 El Patriarca Bartolomé no respondió directamente a este requerimiento audaz. Su homilía sugería que no estaba preparado para comprometerse públicamente a la proposición de que se trataba de meras cuestiones de jurisdicciones las que separaban a los  ortodoxos y a la “vieja Roma”  como proponía Ut Unum Sint.   La declaración conjunta firmada por el Papa y el Patriarca Ecumenico la tarde del 29 de Junio decía que “un testimonio común de fe” era “particularmente apropiado en las vísperas del tercer milenio”.  Pero su declaración que el Gran Jubileo seria celebrado como “nuestro peregrinar hacia una real unidad” parecía señalar que la visión de Juan Pablo II para el milenio de Este y Oeste reunificados no llegaría a cumplirse según sus tiempos.

Sin embargo los testimonios y actos simbólicos de reconciliación continuaron avanzando en la agenda ecuménica de Juan Pablo. El Viernes Santo el camino de la  cruz celebrado por el Papa en el Coliseo de Roma fue un nuevo acto ecuménico a mediados de los 1990. Las meditaciones para cada estación del Via Crucis de 1994 fueron preparadas por el Patriarca ecuménico. Las meditaciones de 1995 fueron escritas por la Hermana Minke de Vries, priora de las Hermanas de Grandchamp, una comunidad de monjas reformistas de la tradición calvinista. Y en 1997 las meditaciones fueron preparadas por Karekin I Sarkissian, Catolicos de todos los armenios y líder del la Iglesia Apostólica Armenia, con quien el Papa firmo una Declaración cristológica conjunta en diciembre de 1996.  . 

Juan Pablo II   trato por todos los medios de zanjar las animosidades religiosas que databan de  siglos con Europa del Este. Pero no todo se daba como hubiera planeado. Los planes para la canonización de Jan Sarkander, un mártir católico durante las guerras religiosas de comienzos del siglo 17 en Moravia, encontraron fuerte resistencia por parte de  los protestantes checos. Los líderes protestantes le enviaron cartas en duros términos al  Papa y al cardenal Cassidy argumentando que  Jan Sarkander habría querido influir a la fuerza en aéreas protestantes. Tanto Juan Pablo II como Cassidy demostraron tras exhaustiva investigación que Sarikander nunca había estado envuelto en violencias contra los protestantes, y que su canonización se realizaba en honor a su fiel dedicación sacerdotal, que le costó la vida.

La situación se mantuvo volátil  hasta que Juan Pablo II llegara a la Republica Checa el 20 de mayo. En la ceremonia de bienvenida, hizo llegar un especial saludo a sus amados hermanos en Cristo, los representantes de las distintas iglesias y comunidades cristianas y subrayó que había venido a Bohemia y Moravia como “peregrino de paz y amor”  Aquella tarde hablando a los jóvenes en el santuario mariano de Svatý Kopeček les dijo que el martirio de Sarkander  “tiene una extraordinaria elocuencia ecuménica” hablándoles a los cristianos separados de su mutua “responsabilidad por el pecado de la división” y de la importancia de la oración por el perdón de los pecados. “Sin dudas estamos en deuda unos con otros”, concluyó, reconociendo que el endeudamiento era el comienzo de la reconciliación. Durante toda su peregrinación a Bohemia y Moravia, el Papa pidió perdón por los errores de los católicos habían cometido en la historia de las tierras checas y perdonó a los protestantes por el daño que le habían hecho a los católicos.  Dos meses más tarde, en una peregrinación a Eslovaquia durante la cual canonizó a tres sacerdotes martirizados durante las guerras religiosas Juan Pablo II incluyo en su itinerario  el 2 de julio una visita al monumento en Košiče, para honrar a los calvinistas martirizados en 1687, debido a su rechazo en convertirse al catolicismo por  la fuerza.

Para 1997 fue resuelta una situación embarazosa y difícil  gracias al esfuerzo de Juan Pablo II y al líder local de Praga el Cardenal MIloslaw Vlk, quien había alabado públicamente el testimonio cristiano del reformador y héroe nacional checo Jan Hus, quemado en la hoguera por los católicos en 1415. Cuando el Papa regreso a la Republica Checa en abril de 1997,uno de los herederos de Hus, Pavel Czerny, líder de los Hermanos bohemios de la iglesia evangélica, participo con Juan Pablo II en un servicio ecuménico en la catedral de San Vito en Praga, conmemorando el milenio del martirio de San Adalberto,  primer evangelista de Bohemia.  En una ceremonia el 27 de abril el Papa reconoció el testimonio común a Cristo de  protestantes y católicos  bajo la persecución comunista.  En esos testimonios, dijo encontramos el coraje para perdonar y derribar “las barreras de la sospecha y de la desconfianza recíprocas, para edificar la nueva civilización del amor” en la nueva democracia checa.  

El dialogo de anglicanos y católicos romanos continúo demostrando que era mas facil romper las barreras de prejuicios de siglos que atravesar acuerdos teológicos. Cuando el arzobispo de Canterbury, George Carey, llego al Vaticano en Diciembre de 1996, Juan Pablo II admitió en observaciones al arzobispo y a su entorno que “los pasos a dar quizás no estén del todo claros para nosotros”.   Si bien, continuó, “estamos aquí para comprometernos a seguir  intentándolo”. Luego invito a sus hermanos y hermanas de comunión anglicana a reflexionar sobre los motivos y razones de las posiciones expresadas. Ordinatiosacerdotalis fue una de esas “posiciones” como así también la invitación de pensar en el ejercicio de una primacía papal que pudieran aceptar los anglicanos. Juan Pablo II evidentemente asumió que la invitación no había sido respondida muy satisfactoriamente.

El estancamiento en el dialogo anglicano católico romano, la inhabilidad ortodoxa  de responder con una única voz a los constantes pedidos de Juan Pablo II por la reconciliación del milenio y el abandono del ecumenismo fundado teológicamente que pregonaba Konrad Raiser en su conferencia de 1995 –  hechos concretos  de la vida ecuménica de los 1990 – agregados a la probabilidad que pocos  católicos habían internalizado la visión del catolicismo ecuménico que comprometía a todos  de Lumen Genitim  evidenciaba que Ut unum sint expresaba una vision adelantada a su tiempo, una visión a largo plazo en la historia.  Juan Pablo II reconocía que quizás habría algo de romanticismo  en el inmediato post conciliar  acerca de las posibilidades de una reconciliación eclesial pronta y completa dentro de Occidente y entre Este y Oeste. .Pero Ut Unum Sint le pide a los católicos romanos perseguir ese objetivo fiel y concienzudamente en la convicción que esto es lo que Cristo desea para su Iglesia. No será un camino fácil pero Juan Pablo  II insistió no obstante debía perseguirse.

 

 (George Weigel: Witness of Hope, del capitulo 19 Only One World – A visión ahead of its time)

viernes, 23 de junio de 2023

Ut unum sint – Audacia y dificultades en la unidad de los cristianos - George Weigel (1 de 2)

 


El 25 de mayo de 1995, a tan solo dos meses después de haber firmado Evangeliium Vitae Juan Pablo II presenta una nueva encíclica Ut Unum Sint sobre el imperativo de la unidad de los cristianos. . El titulo (Que puedan ser uno) conmemoraba palabras del Papa Juan XXIII que murió en 1963 con estas palabras,  de Cristo para sus discípulos,  en sus labios.  

 

Durante 16 años el activismo ecuménico de Juan Pablo II fue encarnando la visión articulada por el Vaticano II en Lumen Gentium, 8 –– la Iglesia católica necesariamente involucraba a todos los cristianos, quienes de alguna manera estaban relacionados al catolicismo por su bautismo. Sin importar lo que pensaran de la Iglesia católica, la Iglesia católica  los consideraba hermanos y hermanas en Cristo.

(..)

Quedaba algo  mas por decir además de lo que ya se había dicho y hecho? Juan Pablo II evidentemente consideraba que si, y la encíclica – iniciativa personal del Papa, profundizaba el concepto católico del ecumenismo haciendo lo que fue considerado el ofrecimiento papal más audaz a la ortodoxia y al protestantismo después de las divisiones de 1054 y el siglo XVI.

 

Lo verdaderamente nuevo de Ut Unum Sint fue indudablemente el conjunto de señales que se enviaba a todo el mundo dentro de la Iglesia Católica. Aquellos que consideraron el  Vaticano II una moda pasajera fueron  claramente informados que estaban equivocados.   La primer encíclica dedicada enteramente al ecumenismo aclaraba que el compromiso ecuménico del catolicismo era irreversible. La encíclica también desafiaba a aquellos que se cobijaban cómodamente en el dialogo ecuménico post conciliar.  Ut unum sint solicita a los profesionales ecuménicos recuperar el sentido de urgencia del tema. La desunión cristiana dificultaba aun más la proclama de la Palabra y  la superación del  abismo de razas, etnicidad y nacionalismos que dividían un mundo conflictivo y en peligro. Si los cristianos no podían reparar la unidad de la Iglesia, mal posicionados estaban para trabajar en la unidad de la raza humana.  Juan Pablo II  le pidió a los católicos de todo el mundo reasumir el compromiso del ecumenismo fogoneado durante los primeros años después del Concilio y opacado después.

 

En Ut Unum Sint Juan Pablo II también llamaba la atención su enfoque ecuménico hacia la Ortodoxia. Acercándose el Gran Jubileo Juan Pablo II estaba decidido hacer todos los esfuerzos posibles para zanjar la brecha del siglo XI antes de fines del siglo XX. Ante las críticas y la oposición de la ortodoxia que había recibido en los 1990´s la encíclica  de Juan Pablo II seguía insistiendo que los ortodoxos son “iglesias hermanas” con quienes la iglesia católica busca entera unidad en una diversidad legitima. El modelo de cómo podía vivirse esa comunión podría encontrarse en la experiencia del primer milenio… la sugerencia parecía clara porque no podría el catolicismo la ortodoxia volver al status quo  de antes de 1054? De tal manera se asumía que no había temas doctrinales de división de iglesias entre Roma y el Este, pero eso parecía ser la convicción de Juan Pablo II, a pesar de que algunos católicos y ortodoxos pensaran lo contrario.

 

La encíclica también hablaba del intento de  unidad de los cristianos con las comunidades de la Reforma, quizás con menores posibilidades que las evidentes en el llamado del Papa a los ortodoxos y temas mayores sin resolver, por ej. La relación de las Sagradas Escrituras con la tradición,  la naturaleza de la Eucaristía, los ministerios apostólicos y sacerdotales, la autoridad de la Iglesia y Maria como icono de la Iglesia.

La iniciativa más audaz en la encíclica  fue la propuesta de Juan Pablo II a las iglesias cristianas protestantes y ortodoxas que le ayudaran a pensar  acerca del pontificado. El ministerio del Obispo de Roma, decía, fue impuesto por Cristo como un ministerio de unidad para toda la Iglesia, La historia - por errores humanos -  fue introduciendo divisiones…..   no obstante  la originalidad y audacia del ofrecimiento, Ut Unum Sint no recibió la atención de los medios que se le había dado a Evangelium Vitae. La audacia del ofrecimiento ecuménico de Juan Pablo II en Ut Unum Sint no fue respondida con la debida creatividad en las respuestas recibidas.

 

El protestantismo había cambiado dramáticamente desde el Vaticano II. Las comuniones con las cuales se había dialogado habían cambiado.-  El crecimiento del protestantismo entre evangélicos y pentecostales presentaba temas enteramente nuevos para las conversaciones ecuménicas entre católicos y protestantes. Estos temas no se habían tratado en Ut Unum Sint y muchos evangélicos en los Estados Unidos que admiraban la Evangelim Vitae y la promocionaron entusiasmados entre sus comunidades, se sintieron algo ignorados.

 

La iniciativa más audaz de la encíclica de Juan Pablo II proponía a los cristianos ortodoxos y protestantes ayudarle a pensar como debería ser el pontificado que pudiera servirles en el futuro.  El ministerio del Obispo de Roma, escribe, en la intención de Cristo fue un ministerio de unidad para toda la Iglesia. Par algunos cristianos, admite Juan Pablo II, la memoria del papado “está marcada por recuerdos penosos. A tal extremo que nos sentimos responsables de eso, y me uno a mi predecesor PabloVI en pedir perdón”. A pesar de estos recuerdos, los cristianos de diferentes comuniones llegaron a comprender la importancia de un ministerio unificado al servicio de la iglesia universal, y algunos parecieron dispuestos a repensar el tema de la “primacía” del sucesor de Pedro en esos términos de ministerio unificador.  Juan Pablo II sintió una “responsabilidad particular” en avanzar en estos debates “siguiendo la solicitud que me fuera presentada de encontrar un camino de ejercitar una primacía que no debiera renunciar a lo que es esencial en su misión, y sin embargo abierta a nuevas situaciones. Tarea ingente – la llama – “que no podemos rechazar y que no puedo llevar a término solo.

 

Por lo tanto Juan Pablo II pide  “no podría la comunon real, aunque imperfecta, que existe entre nosotros”, sentar  las bases sobre las cuales los líderes cristianos y sus teólogos puedan trabajar para explorar el tipo de pontificado que podría servir a las necesidades de todos? El Obispo de Roma 941 años después del la desunión decisiva entre Roma y el Este, y 478 años después de la división de los cristianos occidentales y la Reforma luterana, pedía a sus hermanos y hermanas separados que le ayudaran a rediseñar el pontificado para el tercer milenio como servicio de unidad para toda la Iglesia de Cristo.

 (…)

 A pesar de la unicidad histórica y la audacia del ofrecimiento, Ut Unum Sint no recibió la extensa y  amplia atención de Evangelium Vitae.

 

(del capitulo 19 Only One World –la Unidad de los cristianos)

 

martes, 20 de junio de 2023

Quien es Dios?

 


El Dios "escondido"

1. El Dios de nuestra fe, el que de modo misterioso reveló su nombre a Moisés al pie del monte Horeb, afirmando "Yo soy el que soy", con relación al mundo es completamente trascendente. El ..."es real y esencialmente distinto del mundo... e inefablemente elevado sobre todas las cosas, que son y pueden ser concebidas fuera de él" (DS 3002): "...est re et essentia a mundo distinctus, et super omnia, quae praeter ipsum sunt et concipi possum ineffabiliter excelsus" (Cons. Dei Filius, Concilio Vaticano I, cap. I, 1-4). Así enseña el Concilio Vaticano I, profesando la fe perenne de la Iglesia.

Efectivamente, aún cuando la existencia de Dios es conocible y demostrable y aún cuando su esencia se puede conocer de algún modo en el espejo de la creación, como ha enseñado el mismo Concilio, ningún signo, ninguna imagen creada puede desvelar al conocimiento humano la Esencia de Dios como tal. Sobrepasa todo lo que existe en el mundo creado y todo lo que la mente humana puede pensar: Dios es el "ineffabiliter excelsus".

2. A la pregunta: ¿quién es Dios?, si se refiere a la Esencia de Dios, no podemos responder con una "definición" en el sentido estricto del término. La esencia de Dios —es decir, la divinidad— está fuera de todas las categorías de género y especie, que nosotros utilizamos para nuestras definiciones, y, por lo mismo, la Esencia divina no puede "cerrarse" en definición alguna. Si en nuestro pensar sobre Dios con las categorías del "ser", hacemos uso de la analogía del ser, con esto ponemos de relieve mucho más la "no-semejanza "que la semejanza, mucho más la incomparabilidad que la comparabilidad de Dios con las criaturas (como recordó también el Concilio Lateranense IV, el año 1215). Esta afirmación vale para todas las criaturas, tanto para las del mundo visible, como para las de orden espiritual, y también para el hombre, en cuanto creado "a imagen y semejanza" de Dios (Cfr. Gen 1, 26).

Así, pues, la conoscibilidad de Dios por medio de las criaturas no remueve su esencial "incomprensibilidad". Dios es "incomprensible", como ha proclamado el Concilio Vaticano I. El entendimiento humano, aún cuando posea cierto concepto de Dios, y aunque haya sido elevado de manera significativa mediante la revelación de la Antigua y de la Nueva Alianza a un conocimiento más completo y profundo de su misterio, no puede comprender a Dios de modo adecuado y exhaustivo. Sigue siendo inefable e inescrutable para la mente creada. "Las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios", proclama el Apóstol Pablo (1 Cor 2, 11). 

 (de la Audiencia General de Juan Pablo II, 28 de agosto de 1985)



lunes, 19 de junio de 2023

Juan Pablo II : Nunca debe vencer solo el "tener más"

 


Cuando en 1987, en la Westerplatte de Gdansk, hablé a la juventud polaca, me referí a ese lugar como a un símbolo elocuente de fidelidad en un momento dramático. Allí, en 1939, un grupo de jóvenes soldados polacos, combatiendo contra el invasor alemán que disponían de fuerzas y medios bélicos claramente superiores, afronto la prueba suprema ofreciendo un victorioso testimonio de coraje, de perseverancia y de fidelidad.  Hice referencia a aquel suceso invitando sobre todo a los jóvenes a que reflexionaran sobre la relación entre «ser y tener más» y  les advertí: «Nunca debe vencer solo el tener más» Porque entonces el hombre puede perder lo  más precioso: su humanidad, su conciencia, su dignidad. Desde esa perspectiva, les exhorté: «Debéis exigiros a vosotros mismos, aunque los otros no os exijan». Y les explicaba: Cada uno de vosotros, jóvenes,  encuentra en su vida una Westerplatte. Unas obligaciones que debe asumir y cumplir. Una causa justa, por la que se debe combatir. Un deber, una obligación, a la que uno no puede sustraerse, de la  que no es posible desertar. En fin hay que “mantener” y “defender” un cierto orden de verdades y de valores dentro de si mismo y en su entorno.  Si, defender para sí mismo y para los otros (12 de junio de 1987)

 Los hombres han tenido siempre necesidad de modelos que imitar. Tienen necesidad de ellos sobre todo hoy, en este tiempo nuestro tan expuesto a sugestiones cambiantes y contradictorias.

 

¡Levantaos! ¡Vamos!,p165/6, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004

La falta más grave del apóstol es el miedo

 


En la sexta parte de ¡Levantaos! ¡Vamos! titulada El Señor es mi fuerza, “Fuertes en la fe”  Juan Pablo II cita palabras del  cardenal Wyszynski extraídas de su Zapiski wiezienne, Paris 1982, p.251:

 La falta de fe en el poder del Maestro despierta el miedo, y el miedo oprime el corazón y aprieta la garganta. El apóstol deja entonces de profesar su fe. ¿Sigue siendo apóstol? Los discípulos que abandonaron al Maestro aumentaron el coraje de los verdugos. Quien calla ante los enemigos de una causa los envalentona. El miedo del apóstol es el primer aliado de los enemigos de la causa. «Obligar a callar mediante el miedo», eso es lo primero en la estrategia de los impíos. El terror que se utiliza en toda dictadura esta calculado sobre el mismo miedo que tuvieron los apóstoles. El silencio posee su propia elocuencia apostólica solamente cuando no se retira el rostro ante quien le golpea. Así callo Cristo. Y en esa actitud suya demostró su propia fortaleza. Cristo no se dejó atemorizar por los hombres. Saliendo al encuentro de la turba, dijo con valentía. «Soy yo».”

No se puede dar la espalda a la verdad, dejar de anunciarla, esconderla, aunque se trate de una verdad difícil, cuya revelación lleve consigo un gran dolor: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8,32). Esta es nuestra tarea, y al mismo tiempo, nuestro apoyo! No hay sitio para compromisos ni para un oportunista recurso a la diplomacia humana. Hay que dar testimonio de la verdad, aun al precio de ser perseguido, a costa incluso de la sangre, como hizo Cristo mismo…


¡Levantaos! ¡Vamos!,p164, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004

jueves, 15 de junio de 2023

Consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y Maria

 


Este post tiene un valor algo particular pues los textos han sido tomados de la página (escrita en español!)  de la Abadía cisterciense de Sticna en Eslovenia (mi primera patria), que invito visitar.

 Allí se explica en qué consiste la Consagración, se incluyen modelos de oración para la preparación y la consagración a nivel personal y de parroquia y oraciones para después de la consagración.

En la página nos informan que en 1998 la Iglesia eslovena comenzó con la iniciativa para la consagración individual y de las familias en el marco de la parroquia,  al Corazón de Jesús y de María. Esta iniciativa fue refrendada por alrededor de trescientas personas entre sacerdotes, religiosos y laicos. La iniciativa fue enviada a la conferencia episcopal con la petición de que se apruebe y recomiende la obra para la consagración. Los obispos hicieron esto de buen grado en su tercera reunión plenaria en Ljubljana, el 17 de noviembre de 1998, señalando que para la consagración es "necesaria la decisión personal y voluntaria, una preparación rigurosa en la oración, un conocimiento cabal de la naturaleza de la consagración y la aceptación consciente de los deberes que emanan de la consagración, especialmente una vida cristiana más ferviente y consecuente que redunde en el bienestar espiritual de toda la Iglesia.”

 

 Se informa también que el Santo Padre Juan Pablo II fue informado de la iniciativa por el entonces nuncio apostólico en Eslovenia, monseñor Edmond Farhat, quien en su carta del 11 de septiembre del 2000 informaba que le era  grato comunicar que la iniciativa había sido estudiada con particular atención  y que había recibido  el aliento y la bendición apostólica del Santo Padre Juan Pablo II para todos los miembros del Comité Esloveno por la consagración a los Corazones de Jesús y Maria.

También el Santo Padre Benedicto XVI  en la Audiencia General del 30 de agosto del 2006 saludo y bendijo a los devotos de los Sagrados Corazones de Jesús y Maria que habían venido de Eslovenia y después de la Audiencia bendijo especialmente al Presidente de la Comisión el abad cisterciense de Sticna  p. Anton Nadrah. (ver fotografía y comentario completo

 

Invito visitar la página de la Abadía de Sticna

 

¡Sacratísimo Corazón de Jesús, en ti confío!

Imagen de Wikimedia

Celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesus, “ Una fiesta litúrgica que irradia una peculiar tonalidad espiritual sobre todo el mes de junio. Es importante que en los fieles siga viva la sensibilidad ante el mensaje que de ella brota: en el Corazón de Cristo el amor de Dios salió al encuentro de la humanidad entera.

Se trata de un mensaje que, en nuestros días, cobra una actualidad extraordinaria. En efecto, el hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado, dividido, casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar. Modelos de comportamiento bastante difundidos, por desgracia, exasperan su dimensión racional-tecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva, mientras que el centro de la persona no es ni la pura razón, ni el puro instinto. El centro de la persona es lo que la Biblia llama «el corazón»….El Corazón de Cristo es la sede universal de la comunión con Dios Padre, es la sede del Espíritu Santo. Para conocer a Dios, es preciso conocer a Jesús y vivir en sintonía con su Corazón, amando, como él, a Dios y al prójimo.

La devoción al Sagrado Corazón, tal como se desarrolló en la Europa de hace dos siglos, bajo el impulso de las experiencias místicas de santa Margarita María Alacoque, fue la respuesta al rigorismo jansenista, que había acabado por desconocer la infinita misericordia de Dios. Hoy, a la humanidad reducida a una sola dimensión o, incluso, tentada de ceder a formas de nihilismo, si no teórico por lo menos práctico, la devoción al Corazón de Jesús le ofrece una propuesta de auténtica y armoniosa plenitud en la perspectiva de la esperanza que no defrauda.

Hace más o menos un siglo, un conocido pensador denunció la muerte de Dios. Pues bien, precisamente del Corazón del Hijo de Dios, muerto en la cruz, ha brotado la fuente perenne de la vida que da esperanza a todo hombre. Del Corazón de Cristo crucificado nace la nueva humanidad, redimida del pecado. El hombre del año 2000 tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del amor.

Os invito, por tanto, amadísimos hermanos y hermanas, a mirar con confianza al Sagrado Corazón de Jesús y a repetir a menudo, sobre todo durante este mes de junio: ¡Sacratísimo Corazón de Jesús, en ti confío!”

(San Juan Pablo II Audiencia General 8 de junio de1994)

Las letanias del Sagrado Corazón de Jesús en reflexiones de San Juan Pablo II


 El 5 de noviembre de 1989,  el Papa Juan Pablo II completaba una serie de reflexiones que había empezado con el Ángelus del 2 de junio de 1985 ,  dedicada a Las Letanías del Corazón de Jesús.

La serie completa consta de 32 meditaciones sobre las invocaciones de las Letanías.

Trece de ellas fueron en 1985, la primera el 2 de junio y la  ultima el 15 de septiembre) 

Reanudadas el 22 de junio de 1986 

hasta el 31 agosto de 1986 (la ultima) 

 Luego la serie fue interrumpida por los temas dedicados al Año Mariano, 1987-88 y reanudada

El 23 de julio de 1989 

Hasta el 5 de noviembre de 1989  (la ultima) 


jueves, 8 de junio de 2023

Corpus Christi - La fiesta de la Eucaristía

 


En la Argentina celebramos la fiesta del Corpus Christi el domingo siguiente a la Santísima Trinidad, segundo después de Pentecostés.


“Es una solemnidad que desde el medioevo alarga el día del Jueves Santo, concentrando la devoción y el amor del pueblo fiel en el culto público y solemne al Santísimo Sacramento” decía el Venerable Juan Pablo II en la Audiencia general del 13 de junio de 1979. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1979/documents/hf_jp-ii_aud_19790613.html

Era la primera vez que tenia la alegría de celebrar la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Ciudad Eterna, “en la que Pedro, de generación en generación, responde en cierto modo a Cristo: "Señor..., Tú sabes que te amo... Señor, Tú sabes que te amo" (Jn 21, 15-17).”, veneración y amor a la Eucaristía que había aprendido en su tierra natal. “Allí he aprendido – decía - el culto al Cuerpo del Señor. En la fiesta del Corpus Domini se tienen, desde hace siglos, las procesiones eucarísticas, en las que mis compatriotas trataban de expresar comunitaria y públicamente lo que representa la Eucaristía para ellos”

“Se puede hablar de varias maneras sobre la Eucaristía – agregaba -. Se ha hablado de diversos modos sobre ella en el curso de la historia. Es difícil decir algo que no se haya dicho ya. Y, al mismo tiempo, cualquier cosa que se diga, desde cualquier parte que nos acerquemos a este gran misterio de la fe y de la vida de la Iglesia, siempre descubrimos algo nuevo. No porque nuestras palabras revelen esta novedad. La novedad se encuentra en el misterio mismo. Cada tentativa de vivir con ella en espíritu de fe, comporta nueva luz, nuevo estupor y nueva alegría.

La Eucaristía nos acerca a Dios de modo estupendo. Y es el sacramento de su cercanía en relación con el hombre. Dios en la Eucaristía es precisamente este Dios que ha querido entrar en la historia del hombre. Ha querido aceptar la humanidad misma. Ha querido hacerse hombre. El sacramento del Cuerpo y de la Sangre nos recuerda continuamente su Divina Humanidad.

La Eucaristía es el sacramento de la comunión. Cristo se da a Sí mismo a cada uno de nosotros, que lo recibimos bajo las especies eucarísticas. Se da a Sí mismo a cada uno de nosotros que comemos el manjar eucarístico y bebemos la bebida eucarística. Este comer es signo de la comunión. Es signo de la unión espiritual, en la que el hombre recibe a Cristo, se le ofrece la participación en su Espíritu, encuentra de nuevo en Él particularmente íntima la relación con el Padre: siente particularmente cercano el acceso a Él.

La comunión es un vínculo bilateral… no sólo recibimos a Cristo, no sólo lo recibe cada uno de nosotros en este signo eucarístico, sino que también Cristo recibe a cada uno de nosotros. Por así decirlo, Él acepta siempre en este sacramento al hombre, lo hace su amigo, tal como dijo en el Cenáculo: "Vosotros sois mis amigos" (Jn 15, 14). Esta acogida y la aceptación del hombre por parte de Cristo es un beneficio inaudito. El hombre siente muy profundamente el deseo de ser aceptado. Toda la vida del hombre tiende en esta dirección, para ser acogido y aceptado por Dios; y la Eucaristía expresa esto sacramentalmente. Sin embargo, el hombre debe, como dice San Pablo, "examinarse a sí mismo" (cf. 1 Cor 11, 28), de si es digno de ser aceptado por Cristo. La Eucaristía es, en cierto sentido, un desafío constante para que el hombre trate de ser aceptado, para que adapte su conciencia a las exigencias de la santísima amistad divina.”

viernes, 2 de junio de 2023

Juan Pablo II y sus intentos de acercamiento a la Iglesia ortodoxa.

 


(Fuente: Stanislao Dziwisz: Una vida con Karol – conversación con Gian Franco Svidercoschi,  La Esfera delos libros, 2008, pag.222/226)

Pero los problemas eran todavía mas numerosos en le frente de la Iglesai ortodoxa. Caído el comunismo, disgregado el imperio soviético, la consiguiente explosión de nacionalismos involucró, por desgracia, también a la Iglesias, sobre todo a las ortodoxas, que durante tantos años habían vivido sin libertad y al margen del proceso ecuménico. (Gian FrancoSvidercoschi)

 

El Santo Padre intuyó en el acto que de aquella situación podían derivarse complicaciones en las relaciones con Roma. La Iglesia católica, por su unidad, tenía fuerza, mucha fuerza, mientras que las Iglesias ortodoxas, diversificadas y divididas entre ellas, no. El Papa intento iniciar un diálogo respetuoso, lleno de delicadeza y de comprensión, totalmente ajeno a cualquier idea de proselitismo. Pero no siempre fue comprendido. No siembre se comprendieron sus verdaderas intenciones. (Cardenal Dziwisz)

 

Esto ocurrió, sobre todo, con el patriarcado ortodoxo de Moscú. Estaba la cuestión de los uniatos, es decir, de los católicos orientales que reclamaban que se les devolviesen las iglesias y los bienes confiscados por el régimen comunista en la época de la represión para dárselos a los ortodoxos. Y luego, cuando la Santa Sede reorganizó la jerarquía eclesiástica en Rusia creando al final auténticas diócesis. Moscú reacciono de forma durísima y suspendió las relaciones durante algún tiempo.

 

El Santo Padre decía que las Iglesias de Rusia, recién salidas de  una tremnda opresión, tenían pleno derecho a contar con una organización definitiva. No podían dejarse sin pastores. 

Y además, el patriarcado de Moscú había sido advertido con tiempo. El nuncio había comunicado las intenciones de la Santa Sede de proceder a la creación de cuatro diócesis que, precisamente para no herir sensibilidades, iban a tomar su nombre del de las catedrales, en vez de adoptar las territoriales, ya usados por la Iglesia ortodoxa.

Quizás no le habían dado mayor importancia al asunto y habían aceptado sin más. Ninguna objeción. Sólo en un segundo momento, cuando vieron todo el “plan” realizado, o cuando  surgieron oposiciones internas, sólo entonces replicaron de aquella forma. Pero nadie, repito, nadie, se esperaba una reacción semejante!

 

Así, las oportunidades para que tuviera lugar un encuentro entre el Papa y el patriarca Alejo II fueron perdiéndose una tras otra.  La primera fue durante el viaje pontificio a Hungria, en septiembre de 1996. Había sido el propio Gobierno húngaro, a través de su embajador en la Santa Sede, el que había propuesto el encuentro en la localidad de Pannonhalma. Pero el Santo Sínodo del patriarcado ortodoxo se opuso.

La segunda vez fue en 1997: la preparación tuvo casi el crisma oficial. Se ocuparon de elli, por la parte católica el arzobispo Pierre Dprey, secretario del Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y por la parte ortodoxa, el metropolita Kirill, presidente del Departamento para las Relaciones Exteriores. Fue elegido un lugar a medio camino entre Roma y Moscú, el convento cisterciense de Heiligenkreutz (Santa Cruz) a unos treinta kilómetros de Viena, aprovechando también el hecho de que Alejo II iba a ir a Austria, a Graz, para asisitir a la II Asamblea Ecuménica Europea. Por lo tanto, todo estaba listo para el 21 de junio, pero, en el último momento, Kirill dijo que no era posible. Una vez más, se había opuesto el Sínodo.

La tercera vez fue en el año 2003. El Papa iba a viajar a Mongolia; el avión tenia que hacer una escala técnica en Kazan, en territorio ruso, para entregar el icono de la Madre de Dios…

 

El Santo Padre deseaba ardientemente realizar la peregrinacion a Rusia, como señal de su deseo de contribuir a la unidad de los cristianos. Y para favorecer un definitivo acercamiento a la Iglesia ortodoxa, que siempre le había sido muy querida. Por esto, era importante que pudiera reunirse con Alejo II. Pero también esta vez, el encuentro fue anulado.

 

El escenario ecuménico, mientras tanto, se había vuelto totalmente oscuro. Elmundo ortodoxo, al verse obligado a defender a Moscú, se había unido contra Roma, contra su presunto “proselitismo”.

 

El Papa, sin embargo, no quiso resignarse. Para empezar, lanzó una clamorosa iniciativa con la enciclica Ut unum sint. Se declaro dispuesto, a través del dialogo con otros cristianos, a definir una nueva forma de ejercicio del primado del obispo de Roma, para que pudiese convertirse en un factor de unidad, en vez de continuar siendo un elemento de división.  Y por esto, la Congregación para la Doctrina de la Fe preparó un estudio sobre el primado en los primeros diez siglos, cuando el mundo cristiano todavía estaba unido.

 

Para intentar restablecer una amistad fraternal con las distintas Iglesias ortodoxas, Juan Pablo II emprendió una serie de viajes a países conflictivos: Rumania, donde aun estaba abierta la cuestión de los uniatos; Grecia, donde los obispos ortodoxos ni siquiera le habían invitado; Ucrania, cercana a Moscù. Ayudado por sus mea culpa, y sostenido por la convicción, como repetía con frecuencia, de que se tenía que impulsar “primero la unión afectiva y luego la efectiva”, el Papa consiguió que cambiasen de manera  radical situaciones y actitudes anteriormente hostiles.

 

Recuerdo ahora con emoción aquel grito, “Unitade,unitade”, que explotó de entre el pueblo durante la visita del Santo Padre a Bucarest, en Rumania. Gritaban todos, ortodoxos, católicos, protestantes evangélicos, invocando el regreso a la antigua unidad cristiana.

También me gustaría volver a mencionar, dado lo extraordinario de su carácter, el viaje a Grecia. Durante la estancia del santo Padre en Atenas pudimos comprobar como estas dos Iglesias, antes tan  alejadas la una de la otra, se estaban acerando por momentos. La Iglesia ortodoxa griega no volvió a ser la misma desde la visita del Papa.

 

Y entonces? Cuando se reunificarán todos los cristianos?   Es una pregunta que también se plantaba el papa Wojtyla en la conclusión del Ut unum sint: “Quanta est nobis via?” (¿Cuánto camino nos queda aún por recorrer?) Quizá, una primer respuesta estaba en aquellas seis manos que empujaban juntas la antigua puerta bizantina de San Pablo. Manos de cristianos todavía desunidos, pero seguramente con el deseo de volver a estar juntos.