Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 28 de noviembre de 2023

Kazimierz Figlewicz - confesor y guía espiritual de Karol Wojtyla

 

Juan Pablo II recordaba muy a menudo a sus maestros, a aquellos quienes lo alentaron a dar sus primeros pasos espirituales en la familia, en su parroquia en la natal Wadowice y más tarde ya en Cracovia. Uno de aquellos fue sin duda el sacerdote Kazimierz Figlewicz quien desde Wadowice donde había sido destinado temporariamente, fue acompañándolo más tarde también en la catedral de Wawel.


Kazimierz Figlewiz, catequista y confesor de Karol Wojtyla,  nació el 6 de enero de 1903 en Krakow y murió el 23 de septiembre de 1983 y fue enterrado en el Cementerio Rakowicki de Cracovia.   Estudio teología en la Universidad Jaguellonica (1921-1926); y fue ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1925. Su primer destino fue la parroquia de  Ruszcza (1926-1930)  mas tarde Wadowice. (1930-1933). En el año 1933-1957 y desde 1957 fue vicario parroquial de la catedral de Wawel y desde 1957, párroco y custodio.  Como tal debió afrontar intensos cuestionamientos e interrogaciones en épocas difíciles. Fue conocido por salvar los tesoros de la catedral de Waweel durante la Segunda Guerra Mundial.    Ya en la catedaral de Wawel, en Cracovia se ocupo también de mantener al dia las actas de todas las reuniones realizadas y asi se mantuvieron valiosos testimonios y documentación,  también de la presencia de Karol Wojtyla en la catedral.

Juan Pablo II en su libro Don y Misterio describe asi su recuerdo del sacerdote.

  

“Durante aquellos años mi confesor y guía espiritual fue el P. Kazimierz Figlewicz. Me encontré con él la primera vez cuando cursaba el primer año de instituto en Wadowice. El P. Figlewicz, que era vicario de la parroquia de Wadowice, nos enseñaba religión. Gracias a él me acerqué a la parroquia, fui monaguillo y en cierto modo organicé el grupo de monaguillos. Cuando dejó Wadowice para ir a la catedral del Wawel, continué manteniendo contacto con él. Recuerdo que, durante el quinto curso del instituto, me invitó a Cracovia para participar en el Triduum Sacrum, que empezaba con el llamado "Oficio de Tinieblas" en la tarde del Miércoles Santo. Fue ésta una experiencia que dejó en mí una huella profunda.

Cuando, después del examen final, me trasladé con mi padre a Cracovia, intensifiqué la relación con el P. Figlewicz, que ejercía el cargo de vicecustodio de la catedral. Iba a confesarme con él y, durante la ocupación alemana, muchas veces lo visitaba.

Aquel 1 de septiembre de 1939 no se borrará nunca de mi recuerdo: era el primer viernes de mes. Había ido a Wawel para confesarme. La catedral estaba vacía. Fue, quizás, la última vez que pude entrar libremente en el templo. Después fue cerrado. El castillo real de Wawel se convirtió en la sede del Gobernador General Hans Frank. El P. Figlewicz era el único sacerdote que podía celebrar la Santa Misa, dos veces por semana, en la catedral cerrada y bajo la vigilancia de policías alemanes. En aquellos tiempos difíciles fue aún más claro lo que significaban para él la catedral, las tumbas reales, el altar de San Estanislao, obispo y mártir. El P. Figlewicz fue hasta la muerte fiel custodio de aquel particular santuario de la Iglesia y de la Nación, inculcándome un amor grande por el templo del Wawel, que un día llegaría a ser mi catedral episcopal.

El 1de noviembre de 1946 fui ordenado sacerdote. El día siguiente, en la "Primera Santa Misa" celebrada en la catedral, en la cripta de San Leonardo, el P. Figlewicz, estaba a mi lado y me hacía de asistente. El piadoso Prelado falleció hace algunos años (23 de septiembre de 1983). Sólo el Señor puede compensarlo por todo el bien que de él recibí.”

El padre Figlewicz, por su parte,  lo recuerda asi a Karol Wojtyla:

“Cuando yo era joven sacerdote cumplí tareas de pastor asistente temporario en Wadowice durante tres años. En 1930 fui también sido asignado para enseñar  religion en la escuela secundaria local porque el programa del maestro titular estaba sobrecargado y necesitaba ayuda. Fue asi como me encontré dando clases en el primer año de la educación secundaria y allí conoci a Karol Wojtyla,  inciando asi una larga relación. Cualquiera que se haya encontrado con él en sus años jóvenes recordara que era alto y delgado y sería difícil imaginarlo a la edad de 10 años. Entonces era más bien alto pero algo gordito. Un niño muy talentoso, alegre, rápido y bueno y optimista,si bien  conociéndolo luego más a fondo te dabas cuenta de los efectos de haber quedado huérfano my temprano. Yo lo encontré por primera vez al poco tiempo de haber muerto su madre. Recuerdo su firme lealtad para con sus amigos y la falta de conflictos con los maestros.  Tenía buenas notas. Mi contacto con él en la escuela duro tan solo un año, pero no terminó allí. El servicio al altar fue lo que nos acercó mas.  Karol Wojtyla cumplía su tarea de monaguillo con absoluto celo. Quizás lo que más nos unió fue  el confesionario, nuestras charlas personales y visitas comunes. Fue por su intermedio que también conoció al Teniente Wojtyla, que había ejercido en la administración del Regimiento 12 de Infanteria radicado en Wadowice.  Nunca lo vi en uniforme, lo conocí después de su retiro.  Ya era un hombre entrado en años. Se ocupaba de la casa como viudo y cuidaba celosamente de sus dos hijos.  Recuerdo que comían en lo de sus vecinos.  Apenas llegaban a fin de mes. Su estilo de vida era muy frugal. Después de una corta estadía en Wadowice fui transferido como pastor asistente a la Catedral de Wawel.” (Fr. Kazimierz Figlewicz, Tygodnik Powszechny, 44/1978)

De la ordenación sacerdotal y primer Misa de Karol Wojtyla,  Figlewicz lo recuerda en breves palabras:

“El Cardenal Sapieha lo ordenó en su capilla privada el 1 de noviembre de 1946, fiesta litúrgica de Todos los Santos.  La ordenación tuvo lugar separadamente y antes que el del resto de los seminaristas,  debido a la inminente partida de Wojtyla a Roma, donde proseguiría sus estudios.  Así su primer Misa la celebro el Día de los Difuntos. Wojtyla me pidió que fuese su manuductor (del latin manus y ductor líder)  convirtiéndome asi en  testigo. El joven celebrante celebro tres  “primeras” Misas,  la primera para las almas de sus padres y hermano, en un sitio inusual: en la cripta románica de San Leonardo en Wawel;  entre tumbas de reyes y héroes nacionales. La primer misa solemne fue celebrada unos días más tarde en Wadowice” (Boniecki, Adam : The Making of the Pope of the Millennum, Kalendarium of the Life of Karol Wojtyla, Marians of the Immaculate Conception, 2000)

 

lunes, 27 de noviembre de 2023

Beatificación Cardenal Eduardo Pironio - Ceremonia y detalles

 


Fijada la fecha para el 16 de diciembre de 2023 en la Basílica de Lujan, Buenos Aires, aun no se conocen detalles. Sin embargo en esta página oficial ya podemos encontrar valiosísima información acerca de su vida, su pensamiento, recursos y testimonios, además de un cronograma (aun incompleto) de los días precedentes a la fecha de la ceremonia. Invito visitar y agendar la pagina.

Invito también  visitar este blog con valiosa información sobre vida y obra del Cardenal Pironio.


jueves, 23 de noviembre de 2023

Historia y origen de las Jornadas Mundiales de la Juventud, la Cruz y el Icono de Maria

 


JMJ 1987 Buenos Aires

Quizás nunca sepamos a ciencia cierta el verdadero origen de las Jornadas Mundiales de la Juventud;  si fueron inspiradas por los jóvenes que en su entusiasmo alentaron a Juan Pablo II,  o se trató de sentimientos recíprocos;  tan emparentada está su instauración. El Papa siempre agradecía a los jóvenes,  pero entiendo que íntimamente venia albergando y madurando la idea desde sus  primeros inicios como Papa,  analizando como replicar su fructífera experiencia con los grupos de jóvenes (Środowisko) en la parroquia San Florián de Cracovia.  O si vamos más atrás quizás inspirado y fortalecido por el Concilio Vaticano mismo en el cual participo intensa y celosamente,   y el Mensaje que el Papa  Pablo VI,  amigo y consejero, le hiciera llegar a los jóvenes el 8 de diciembre de 1965 l con ocasión de la clausura del Concilio  Vaticano II.  O también en su llamado a los jóvenes a Roma para el Año Santo de 1975,  la Marcha Internacional de Reconciliación Cristiana entre Asis y Roma y su último discurso dirigido a los jóvenesestudiantes de Roma el 25 de febrero de 1978. 

La propia idea de las JMJ,  fue madurando,  enriquecida y respaldada por  todos esos antecedentes y experiencias,  y comenzó a gestarse a principios de 1980 por iniciativa del Consejo para los Laicos, muy cerca de la Plaza San Pedro cuando comenzaron a reunirse los jóvenes para rezar y estar juntos.  (El cardenal Eduardo Pironio  de gran apoyo en esa iniciativa algo más tarde ,  fue designado al frente del Consejo el 8 de abril de 1984 y cumplió esa función hasta el 20 de agosto de 1996).     Y como no  iba a prosperar la idea si el Papa Juan Pablo II se sentía fuertemente alentado después de haber experimentado el entusiasmo del pueblo en México  en  su  primer viaje como Papa, y más tarde el inolvidable viaje a  su querida patria durante aquellos “nueve días que cambiaron el mundo” (Weigel) A partir de allí se fueron sucediendo diversos acontecimientos que,  de alguna manera,  quedaron íntimamente emparentados con la oficialización  de las Jornadas.

Dice George Weigel que Juan Pablo II quedo además profundamente impresionado por el entusiasmo de los jóvenes franceses en su visita a Paris (y Lisieux) Ver su discurso a los jóvenes reunidos en el Parque de los Príncipes  del 1 de junio 1980   y el extenso Diálogo con los jóvenes durante la Vigilia ese mismo dia 

En 1983 se celebraba el 1950 Aniversario de la Redención. El Papa quería dedicar un año entero a este aniversario “con el fin de que ésta penetre más a fondo en el pensamiento y en la acción de toda la Iglesia.” El jubileo comenzaría el 25 de marzo,  (Apertura de la Puerta Santa) Solemnidad de la Anunciación del Señor y concluiría el 22 de abril de 1984, Domingo de Pascua. 

Con ese motivo Juan Pablo II presento el 6 de enero de 1984 una Bula de Convocación del Jubileo “Aperiteportas Redemptori”  y entre otras actividades quiso fijar un encuentro juvenil para el Domingo de Ramos (15 de abril de 1984),  que fue precedido por aquellos días de “la marcha de la luz”  a lo largo de Via della Conciliazione y tres días de meditaciones. Fue la  primer cita “oficial” del Papa  con la juventud de todo el mundo.  

Dos días después, el Domingo de Ramos, de nuevo en la plaza de San Pedro, acuden más de 300.000 jóvenes para celebrar su Jubileo con el Papa. «Eliminad el mal, elegid la vida», dice el Papa invitando a los jóvenes a encontrar en el Redentor la fuerza para conducir a la humanidad al inicio del tercer milenio. El Papa los saluda en varios idiomas en el Ángelus. 

 Y concluye ese dia el Jubileo de los Jovenes: “Queridos jóvenes: Vuestra peregrinación jubilar llega a su fin. Comienza la gran semana que nos lleva a la Pascua. Seguid el camino de Cristo a quien hemos aclamado en esta celebración de Ramos. Sed siempre fieles al Redentor de todos los hombres, sed testimonios de El ante el mundo.”




Sorprendentemente, en la basílica de San Pedro no había ninguna cruz que se destacara claramente. Así, con motivo del Año Santo extraordinario de la Redención (1983-1984) el Santo Padre quiso colocar una muy sencilla junto al altar.   Es esa misma cruz que el Domingo 22 de abril de 1984 el Papa entrega a los jóvenes con estas palabas:

  "Queridos Jóvenes, al terminar el año Santo de la Redención confió a vosotros mismos el signo de este año Jubilar: La Cruz de Cristo! Llevadla en el mundo mondo, como signo del amor del Señor Jesús por la humanidad y anunciad a todos que solo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención"(Roma, Abril 22de 1984).

La invitación fue tomada al pie de la letra por los jóvenes del Centro San Lorenzo, a quienes el Papa Juan Pablo II confió la Cruz y fue llevada en solemne procesión hasta la iglesia de San Lorenzo para ser venerada allí, y ésta sigue siendo hoy su sede durante las pausas de sus numerosas peregrinaciones por el mundo.  Ese mismo año, de hecho, la Cruz fue llevada a Munich, Alemania, y luego a Praga, por el cardenal Tomàsek. Desde entonces, la Cruz ha estado en todos los continentes y siempre ha estado junto al altar durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, si bien la original debido a su estado algo deteriorado ha sido reemplazada por otra igual. . (ver mi post El camino de la Cruz de las Jornadas)

En 1985 -  año internacional de la Juventud se celebro junto con el Papa un encuentro internacional de jóvenes en la plaza de San Juan de Letrán en Roma. Juan Pablo II en su bienvenida les recordaba aquelencuentro:  “Efectivamente nos encontramos otra vez como hace un año. Entonces se celebraba el Jubileo extraordinario de la Redención: y nos separamos con el compromiso de volvernos a ver otra vez. Ahora el encuentro se renueva con motivo de la celebración del Año Internacional de la Juventud, proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para 1985, con la conciencia del peso decisivo que tienen los jóvenes en todo proyecto que mire al futuro. La Iglesia quiere prestar a esta iniciativa su aportación. Por esto os he dirigido específicamente a vosotros, jóvenes; el Mensaje para la Jornada de la Paz, el 1 de enero de este año. Y ahora vivimos juntos este encuentro internacional, al que —lo veo con inmensa alegría— habéis venido en tan gran número de todas, partes del mundo”.   Yalli ya encontramos al Cardenal Eduardo Pironio, que en su discurso saluda al Papa en nombre de los jóvenes e  indirectamente sugiere que continúen losencuentros: “Sea este encuentro un punto de partida: el comienzo de un diálogo sereno y profundo, continuo y concreto, personal y comunitario. Un diálogo entre Cristo y los jóvenes de hoy, vívido en el ámbito de cada Iglesia local. Regresando a casa, a la patria, en la parroquia, en la diócesis, en el colegio, en el trabajo de cada día estos jóvenes dirán que han encontrado más íntimamente a Cristo; que han descubierto más universalmente a la Iglesia, que han experimentado profundamente el amor del Padre; que quieren ser testigos del Resucitado, comunicar la alegría y la esperanza a todos los jóvenes, ofrecer generosamente la riqueza singular de su juventud a un mundo que espera la luz, la alegría y la esperanza, la libertad, la justicia y el amor. Porque en definitiva espera, desea, busca a «Cristo nuestra paz».”

Ese mismo Año Internacional de la Juventud el Papa Juan Pablo II dirigió la carta apostolica Dilecti Amici a los jóvenes del mundo.  

finalmente  el  Domingo 23 de marzo de 1986,   Domingo de Ramos Juan Pablo II se celebraba en Roma  la Primera Jornada Mundial de la Juventud: “Hoy estáis de nuevo aquí para comenzar en Roma, en la plaza de San Pedro, la tradición de la jornada de la Juventud, a cuya celebración ha sido invitada toda la Iglesia… deseo saludar ahora a todos los que en todas partes —en cualquier país de los cinco continentes— celebran la Jornada de la juventud. El punto de referencia para esta jornada sigue siendo, como cada año, el Domingo de Ramos….“¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Sí. Llega. Entró en la historia del hombre. En Jesucristo Dios entró definitivamente en la historia del hombre. Vosotros jóvenes, debéis encontrarlo los primeros. Debes encontrarlo constantemente…“La Jornada de la Juventud” significa precisamente esto: salir al encuentro de Dios, que entró en la historia del hombre mediante el misterio pascual de Jesucristo. Entró en ella de manera irreversible.Y quiere encontraros antes a vosotros, jóvenes. Y a cada uno quiere decir: “Sígueme”.Sígueme. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Amén.”

En la II JMJ celebrada en Buenos Aires, (la primer JMJ  internacional)  en su homilía Juan Pablo II recordaba:  “En el Año Santo de la Redención 1983-1984, multitud de jóvenes de distintos países y continentes acudieron en peregrinación a Roma, el Domingo de Ramos, para celebrar aquel Jubileo conmigo. Fue una jornada maravillosa e inolvidable, que volvimos a revivir el año siguiente, con ocasión del Año Internacional de la Juventud. Desde entonces el Domingo de Ramos ha sido proclamado como Jornada de la Juventud para la Iglesia, en todo el mundo. Este año la vivimos juntos aquí, en Buenos Aires. Con vosotros, jóvenes de toda la Argentina, están los que han venido de los diversos países de América y de otras partes del mundo, entre los que se cuentan delegaciones de jóvenes de Roma, que es la diócesis del Papa, y de diversas asociaciones y movimientos internacionales.”

Porque justamente el Domingo de Ramos? Explicaba Juan Pablo II en su homilía del 27 de marzo de 1988para la III JMJ,    “ ¿Por qué, pues, precisamente este día, Domingo de Ramos, se ha convertido en la Iglesia desde hace algunos años en la “fiesta de los jóvenes”?: Jornada de los jóvenes. Es cierto que esta jornada de la juventud se celebra en cada país y en ambientes y períodos diversos, pero el Domingo de Ramos queda siempre para ella como un punto central de referencia. ¿Por qué? Parece que los mismos jóvenes dan a esta pregunta una respuesta espontánea. Una respuesta así la dais todos vosotros, que desde hace años peregrináis a Roma precisamente para celebrar este día (y esto se realizó especialmente el Año de la Redención y el Año dedicado a la juventud).Con este hecho, ¿acaso no queráis hacer ver vosotros mismos que buscáis a Cristo en el centro de su misterio? Lo buscáis en la plenitud de esa verdad que es El mismo en la historia del hombre: “Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37). Vosotros buscáis a Cristo en la palabra definitiva del Evangelio, como lo hizo el Apóstol Pablo: En la cruz, que es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1Co 1, 24), como confirmó la resurrección. En Cristo —crucificado y resucitado— buscáis precisamente esa fuerza y esa sabiduría.

En su carta con  motivo del Seminario de Estudio sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud realizado en Czestochowa  Juan Pablo II volvía a referirse a que la iniciativa partió de los jóvenes mismos: “Las Jornadas, acogiendo una iniciativa propuesta por los mismos jóvenes, han nacido del deseo de ofrecerles significativos «momentos de pausa» en la constante peregrinación de la fe, que se alimenta también mediante el encuentro con los coetáneos de otros Países y el intercambio de las propias experiencias.”

La Cruz y el Icono de Maria

La historia de la “Cruz del Año Santo”, la “Cruz del Jubileo”, la “Cruz de las JMJ”, la “Cruz peregrina”; muchos la llaman la “Cruz de los jóvenes” : 

La Cruz, antes de pasar de manos de los jóvenes del Canadá a las de los de Alemania durante la misa del Domingo de Ramos de 2003, hizo un viaje a Irlanda para una misión juvenil. Una vez en Roma, para el Domingo de Ramos, Juan Pablo II introdujo un nuevo elemento: a partir de entonces el icono de María Salus Populi acompañaría la peregrinación de la Cruz (Este icono, que es una réplica del icono venerado en Santa María la Mayor en Roma, había estado presente en la JMJ 2000 durante la Vigilia y la Misa papal en Tor Vergata en Roma). El Papa dijo: “A la delegación que ha venido de Alemania le entrego hoy también el icono de María. De ahora en adelante, juntamente con la Cruz, este icono acompañará las Jornadas Mundiales de la Juventud. Será signo de la presencia materna de María junto a los jóvenes, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida”. Así la Cruz y el Icono empezaron su peregrinación por diferentes países de camino a Alemania.

En la II JMJ realizada enBuenos Aires en 1987 el Papa nos decia: Hoy preside este encuentro la gran cruz que encabezó todas las ceremonias del Año Santo de la Redención, y que el Domingo de Resurrección entregué a un grupo de jóvenes, diciéndoles: “Queridísimos jóvenes, al final del Año Santo os confío el signo mismo de este Año Jubilar. ¡La cruz de Cristo! Llevada por el mundo como señal del amor de nuestro Señor Jesucristo a la humanidad, y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado está la salvación y la redención”. Al dirigirme ahora a vosotros, jóvenes latinoamericanos, quiero recordaros que sois –a la sombra de la cruz de Cristo– protagonistas de una doble esperanza: por vuestra juventud, esperanza de la Iglesia; y por ser de Latinoamérica, continente de la esperanza. Y todo ello os confiere una particular responsabilidad, ante la Iglesia y ante toda la humanidad. ¡Espero mucho de vosotros!

Al concluir la Misa del Domingo de Ramos el  13 de abril de 2003  XVIII Jornada Mundial de la Juventud los jóvenes recibieron del Papa Juan Pablo II una copia del icono de Maria Salus Populi Romani cuyo original se custodia en la Basilica de Santa Maria la Mayor de Roma, que acompañaría a la Cruz durante su paso por el mundo. Cuando se lo entregó les dijo: “De ahora en adelante, juntamente con la Cruz, este icono acompañará las Jornadas Mundiales de la Juventud. Será signo de la presencia materna de María junto a los jóvenes, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida.” (13 abril 2003).



Al igual que la Cruz el icono de Maria fue confiado al Centro San Lorenzo  inaugurado el 13 de marzo de 1983.creado por expreso deseo del Papa Juan Pablo II.  Nacido en el año del Jubileo extraordinario de la Redención, se ha convertido en un símbolo de la atención del Santo Padre a los jóvenes y de la custodia de la Cruz del Jubileo ofrecida por el Papa a los jóvenes en 1984. El Centro sigue siendo considerado el símbolo principal de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Durante los últimos treinta años la comunidad internacional Emmanuel ha servido al Centro, animando oraciones y promoviendo actividades con jóvenes de diferentes países, misión que en 2018 le fue  confiada a la Comunidad Shalom.

El icono original es sin duda el icono de la Virgen María más importante de cuantos se conservan en Roma. Durante varios siglos estuvo colocado sobre la puerta del baptisterio de la Basílica de Santa María la Mayor. En 1613 se llevó al altar de la Capilla Paulina construida en dicha basílica. El icono tenía fama de milagroso y, por ello, fue sacado en procesión en varias situaciones de gran necesidad. En una ocasión se le atribuye el milagro de acabar con una plaga en Roma. Mide 117 x 79 centímetros, un tamaño elevado para ser un icono. Desde el comienzo de su pontificado el Santo Padre Juan Pablo II quiso que una lámpara estuviera encendida de día y de noche bajo el icono de María, Salus Populi Romani, como testimonio de su gran devoción.
La Virgen usa una capa azul marino ajustada sobre una túnica púrpura. Unas letras en griego la identifican a la “Madre del Dios”. Su hijo, está sosteniendo un libro en la mano izquierda, probablemente los evangelios. Su mano derecha se levanta en actitud de bendecir, pero es María, no él, el que mira directamente hacia el espectador y le interpela. (Fuente)

 Origen de la devoción explicadapor Juan Pablo II en su visita  a la Basílica Santa Maria Maggiore el l8 de diciembre de 1980 

 

 La Primeras Jornadas:

1984  Roma: Plaza de San Pedro, Domingo de Ramos (15 de abril de 1984) Clausura del Jubileo de los jóvenes en Roma con motivo del Año santo de la Redención El Papa entrega la Cruz a los jóvenes (22 de abril de 1984)

 1985  Roma: Plaza de San Pedro, Domingo de Ramos (31 marzo) Encuentro mundial de jóvenes con motivo del Año Internacional de la Juventud. El Papa dedica una Carta Apostólica a los jóvenes y a las jóvenes del mundo (31 de marzo de 1985) y después anuncia la institución de la Jornada Mundial de la Juventud (20 de diciembre de 1985)

1986  I Jornada Mundial de la Juventud Tema: «Siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1Pt 3,15) Celebración (diocesana) - Domingo de Ramos (23 de marzo de 1986)

1987  II Jornada Mundial de la Juventud Tema: «Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene» (1Jn 4,16) Celebración (internacional) - Buenos Aires, Argentina (11-12 abril)

El Camino completo de lasJornadas en el sitio de la Santa Sede 

La Cruz de los Jóvenes 

La cruz de las JMJ 

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viernes, 10 de noviembre de 2023

El Cardenal Pironio será beatificado

 


El cielo, los jóvenes, los no tan jóvenes que lo recuerdan con cariño, y la Argentina toda estamos de fiesta. Este fiel colaborador de Juan Pablo II,  desde el inicio mismo de las JMJ, “el amigo de Dios” como lo llamaba el entonces arzobispo de Buenos Aires, hoy Papa Francisco,   será declarado beato. Un sacerdote santo que debilitado y en medio de su sufrimiento dejo escrito: «Agradezco al Señor el privilegio de su cruz. Me siento felicísimo de haber sufrido mucho. Sólo me duele no haber sufrido bien y no haber saboreado siempre en silencio mi cruz. Deseo que, al menos ahora, mi cruz comience a ser luminosa y fecunda».  Falleció el 5 de febrero de 1998 en Roma. Su  cuerpo fue trasladado a la Argentina, al santuario mariano de Luján, en el mismo lugar donde recibió el Bautismo y la ordenación episcopal y donde se realizará la  ceremonia de beatificación hacia fines de este año, con la participación del cardenal  Fernando Vérgez Álzaga, quien fuera secretario del cardenal Pironio durante tantos años.

En la página oficial de laBasílica de Nuestra Señora de Lujan  asi nos informan :   “De acuerdo a lo informado por la Santa Sede, la ceremonia de beatificación se ofrecerá en esta Casa, Santuario y Basílica de Nuestra Señora de Luján, en el mes de diciembre del corriente año; presidiendo la Eucaristía el cardenal, de nacionalidad española, Fernando Vérgez Álzaga, titular de la Gobernación del Vaticano y secretario del cardenal Pironio durante 23 años. En días más comunicaremos el cronograma de actividades y festejos.” La celebración probablemente sea el sábado 16 de diciembre pero debemos esperar la confirmación de las autoridades de la Basílica, quienes según han comentado publicarán también el programa completo. 

En la homilía durante la Misa de funeral ensufragio del Cardenal Pironio celebrada el 7 de febrero de 1998  el Papa Juan Pablo II hablaba de su grandeza y  profunda fe:

Ya en el ocaso de su vida, supo encontrar en la fe el optimismo y la esperanza que caracterizaron toda su existencia. «Todas las cosas (...) son tuyas, Señor que amas la vida» (Sb 11, 26), solía repetir, y su lema cardenalicio constituía una especie de confirmación: «Cristo en vosotros, esperanza de la gloria».l cardenal Pironio tenía un vivo sentido de la fragilidad humana: en su Testamento espiritual, que nos ha servido de guía en estas reflexiones, varias veces pide perdón. Lo pide con humildad, con confianza. Ante la santidad de Dios, toda criatura humana no puede menos de darse golpes de pecho y confesar: «Te compadeces de todos, porque todo lo puedes» (Sb 11, 23).

En una entrevista decía de él el Papa Francisco: : Cuando hablabas con él siempre te daba la sensación de que se sentía el peor hombre del mundo, el peor pecador. Te abría un panorama de santidad desde su profunda humildad. Te abría horizontes, experimentabas que nunca cerraba las puertas a nadie, incluso a la gente que él sabía que no lo entendía.


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El proceso de beatificación del Cardenal Pironio fue impulsado en 2003, al cumplirse 5 años de su fallecimiento, por la Conferencia Episcopal Argentina durante su Asamblea Plenaria de noviembre donde,  además,  decidió constituirse como el actor principal de la misma. En el mes de abril de 2005 la causa fue introducida en el tribunal eclesiástico del Vicariato de Roma y se designó Postulador al Padre Giuseppe Tamburrino, monje benedictino y sacerdote de la Abadía de Praglia, Italia. (de acurdo a las normas establecidas, el tribunal competente para iniciar una causa de beatificación es el del lugar en que ha fallecido el fiel) y quien había sido amigo del cardenal Pironio. 

En 2006 el papa Benedicto XVI lo nombró “siervo de Dios” (es el primer paso de una serie de requisitos para una posible canonización) y el  23 de junio de 2006 en el Aula de la Conciliación del Palacio Apostólico del Laterano, sede del Vicariato de Roma y bajo la presidencia del Cardenal Camillo Ruini tuvo lugar la ceremonia de apertura de su proceso de beatificación. A comienzos  del 2016 finalizaba el proceso diocesano de la causa de beatificación y la Conferencia Episcopal Argentina  fue informada que el Tribunal del Vicariato de Roma había decidido la fecha para la conclusión de la etapa diocesana. La sesión de clausura se realizo el viernes 11 de marzo en la Sala de la Conciliación de la Sede del Vicariato romano presidida por el Cardenal Agostino Vallini.

El 18 de febrero de 2022 fue promulgado el decreto sobre la heroicidad de las virtudes del cardenal Pironio y el pasado 8 de noviembre de 2023 el Papa Francisco aprobó el decreto del Dicasterio para las Causas de los Santos que reconoce el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Eduardo Francisco Pironio.

El decreto, publicado en Roma por el Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio, reconoce la intercesión de Pironio en la curación —sin explicación científica— de Juan Manuel Franco, un bebé que en 2006 tenía 15 meses cuando entró en coma profundo como consecuencia de inhalar purpurina por accidente. “Ustedes si saben rezar, recen”, les dijo el pediatra a los padres cuando ingresaron a la clínica. De la clínica lo derivaron al Hospital Materno Infantil, donde después de hacer todas las consultas a hospitales de toxicología le indicaron el tratamiento a seguir con la advertencia que el pronóstico era de muerte irreversible”,

Al cabo de 13 días rezando ante una estampita con la imagen del purpurado, que le había entregado el párroco Silvano de Sarro a la madre,  el niño despertó sin rastros de elementos tóxicos en la sangre. El milagro fue aprobado luego de que fuera evaluado por una junta de médicos del Vaticano, que constató que la curación del pequeño “supera la ciencia médica”, y de una Comisión de Teólogos que corroboró que la familia había pedido la intercesión del Cardenal Pironio.

 -o-

Eduardo Francisco Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 (el mismo año de Karol Wojtyla)  en Nueve de Julio, provincia de Buenos Aires; fue ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1943; elegido obispo titular de Ceciri y auxiliar de La Plata el 24 de marzo de 1964; recibió la ordenación episcopal el 31 de mayo de 1964; trasladado como obispo diocesano de Mar del Plata el 19 de abril de 1972; promovido a arzobispo titular de Tigre y Pro-prefecto de la Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares el 20 de diciembre de 1975; creado cardenal del título de los Santos Cosme y Damián por Pablo VI el 24 de mayo de 1976; declarado Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos el 8 de abril de 1984.Fue además, miembro del Consejo de la II Sección de la Secretaría de Estado; miembro de las Congregaciones: para la Causa de los Santos, para las Iglesias Orientales, para los Obispos, para la Educación Católica y para la Evangelización de los Pueblos; consejero de la Comisión Pontificia para la Interpretación de los Textos Legislativos.


 

 

martes, 7 de noviembre de 2023

Juan Pablo II : El juicio final

 


En su audiencia general del 26 de mayo de 1999  el Papa Juan Pablo, en preparación para el jubileo, sugería meditar  en la perspectiva escatológica - Escatología universal: la humanidad en camino hacia el Padre -  la meta final de la historia humana.

(…) El conocido texto sobre el juicio final, que se halla en el Evangelio de Mateo, comienza con las palabras: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con Él, se sentará sobre su trono de gloria, y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el Pastor separa a las ovejas de los cabritos” (Mt 25, 31-32). El texto habla luego del desarrollo del proceso y anuncia la sentencia, la de aprobación: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34); y la de condena: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles” (Mt 25, 41).

Jesucristo, que es Hijo del hombre, es al mismo tiempo verdadero Dios porque tiene el poder divino de juzgar las obras y las conciencias humanas, y este poder es definitivo y universal. Él mismo explica por qué precisamente tiene este poder diciendo: “El Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo todo su poder de juzgar. Para que todos honren al Hijo como honran al Padre” (Jn 5, 22-23).

Jesús vincula este poder a la facultad de dar la Vida. “Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere les da la vida” (Jn 5, 21). “Así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener vida en sí mismo, y le dio poder de juzgar, por cuanto Él es el Hijo del hombre” (Jn 5, 26-27). Por tanto, según esta afirmación de Jesús, el poder divino de juzgar ha sido vinculado a la misión de Cristo como Salvador, como Redentor del mundo. Y el mismo juzgar pertenece a la obra de la salvación, al orden de la salvación: es un acto salvífico definitivo. En efecto, el fin del juicio es la participación plena en la Vida divina como último don hecho al hombre: el cumplimiento definitivo de su vocación eterna. Al mismo tiempo el poder de juzgar se vincula con la revelación exterior de la gloria del Padre en su Hijo como Redentor del hombre. “Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre... y entonces dará a cada uno según sus obras” (Mt 16, 27). El orden de la justicia ha sido inscrito, desde el principio, en el orden de la gracia. El juicio final debe ser la confirmación definitiva de esta vinculación: Jesús dice claramente que “los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre” (Mt 13, 43), pero anuncia también no menos claramente el rechazo de los que han obrado la iniquidad (cf. Mt 7, 23).

(…)

El poder divino de juzgar a todos y a cada uno pertenece al Hijo del hombre. El texto clásico en el Evangelio de Mateo (25, 31-46) pone de relieve en especial el hecho de que Cristo ejerce este poder no sólo como Dios-Hijo, sino también como Hombre. Lo ejerce —y pronuncia las sentencias— en nombre de la solidaridad con todo hombre, que recibe de los otros el bien o el mal: “Tuve hambre y me disteis de comer” (Mt 25, 35), o bien: “Tuve hambre y no me disteis de comer” (Mt 25, 42). Una “materia” fundamental del juicio son las obras de caridad con relación al hombre-prójimo. Cristo se identifica precisamente con este prójimo: “Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40); “Cuando dejasteis de hacer eso..., conmigo dejasteis de hacerlo” (Mt 25, 45).

(…)

Si es verdad que Cristo, como nos resulta especialmente de los Sinópticos, es juez en el sentido escatológico, es igualmente verdad que el poder divino de juzgar está conectado con la voluntad salvífica de Dios que se manifiesta en la entera misión mesiánica de Cristo, como lo subraya especialmente Juan: “Yo he venido al mundo para un juicio, para que los que no ven vean y los que ven se vuelvan ciegos” (Jn 9, 39). “Si alguno escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Jn 12, 47).

(…)

Por desgracia, en este mismo sentido el hombre ha sido ya condenado, cuando rechaza la posibilidad que se le ofrece: “el que cree en Él no es juzgado; el que no cree, ya está juzgado” (Jn 3, 18). No creer quiere decir precisamente: rechazar la salvación ofrecida al hombre en Cristo (“no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios”: ib.). Es la misma verdad a la que se alude en la profecía del anciano Simeón, que aparece en el Evangelio de Lucas cuando anunciaba que Cristo “está para caída y levantamiento de muchos en Israel” (Lc 2, 34). Lo mismo se puede decir de la alusión a la “piedra que reprobaron los edificadores” (cf. Lc 20, 17-18).

Pero es verdad de fe que “el Padre... ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar” (Jn 5, 22). Ahora bien, si el poder divino de juzgar pertenece a Cristo, es signo de que Él —el Hijo del hombre— es verdadero Dios, porque sólo a Dios pertenece el juicio y puesto que este poder de juicio está profundamente unido a la voluntad de salvación, como nos resulta del Evangelio, este poder es una nueva revelación del Dios de la Alianza, que viene a los hombres como Emmanuel, para librarlos de la esclavitud del mal. Es la revelación cristiana del Dios que es Amor.

Queda así corregido ese modo demasiado humano de concebir el juicio de Dios, visto sólo como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad, dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del amor de Dios. Dios juzga porque ama y en vistas al amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del amor del Padre y de nuestra libertad.

Invito visitar posts anteriores: 

El «cielo» – como plenitud de intimidad con Dios

El purgatorio:purificación necesaria para el encuentro con Dios

El infierno como rechazo definitivo de Dios

Juicio, arrepentimiento y misericordia


viernes, 3 de noviembre de 2023

San Carlos Borromeo y Juan Pablo II “Jesucristo es mi vida”


 (Imagen de Wikimedia)

El 4 de noviembre de 1972, fiesta de San Carlos Borromeo  en su homilía en la Iglesia de Santa Catalina en Cracovia el Cardenal Wojtyla se planteaba la pregunta: Quien es este San Carlos para mí? Quien es mi patrono para mí? ……Es un constante recordatorio de mi unión particular con Jesucristo, de mi pertenencia a El…. Y a partir del momento que su nombre fue mi nombre, Yo también asumí  el significado pleno de estas palabras: “Jesucristo es mi vida.” (Boniecki: Kalendarium) 

El 4 de noviembre de 1978, en su primer discurso como Pontífice,  el día de su onomástico así les hablaba de su vida y de su santo Patrono al Sagrado Colegio, siempre consciente de la rica herencia recibida de sus padres,  del inmenso don recibido y su identificación con su santo patrono: 

“Deseo agradecer de todo corazón las expresiones de benevolencia hacia mi persona. El día del santo siempre hace converger la atención y cariño de los más cercanos, de la familia, hacia la persona que lleva un nombre determinado. Este nombre nos recuerda el amor de nuestros padres que al imponerlo querían en cierto modo precisar el puesto de su hijo en la comunidad de amor que es la familia. Ellos han sido los primeros que le han llamado con ese nombre y con ellos, los hermanos y hermanas, los parientes, los amigos y los compañeros. Y así el nombre ha trazado el camino del hombre entre los hombres; entre los hombres más cercanos y más queridos.

Pero el misterio del nombre va más lejos. Los padres, que impusieron el nombre al niño en el bautismo, querían indicar su puesto en la gran asamblea de amor que es la Familia de Dios. La Iglesia sobre la tierra propende incesantemente hacia las dimensiones de esta familia en el misterio de la Comunión de los Santos. Al imponer el nombre al propio hijo, los padres quieren introducirlo en la continuidad de este misterio.

Mis padres queridísimos me dieron el nombre de Karol (Carlos), que era también el nombre de mi padre. Ciertamente, jamás pudieron prever ellos (los dos murieron jóvenes) que este nombre iba a abrir a su niño el camino entre los grandes acontecimientos de la Iglesia de hoy.

¡San Carlos! Cuántas veces me he arrodillado ante sus reliquias en la catedral de Milán. Cuántas veces he meditado en su vida, contemplando en mi mente la figura gigantesca de este hombre de Dios y siervo de la Iglesia, Carlos Borromeo, cardenal, obispo de Milán y hombre del Concilio. Es él uno de los grandes protagonistas de la reforma profunda de la Iglesia del siglo XVI, realizada por el Concilio de Trento, que quedará siempre vinculada a su nombre; también es él uno de los artífices de la institución de los seminarios eclesiásticos, confirmada en toda su esencia por el Concilio Vaticano II. El fue asimismo siervo de las almas, que no se dejaba nunca amedrentar; siervo de los que sufrían, de los enfermos, de los condenados a muerte.

¡Mi Patrono! En su nombre mis padres, mi parroquia y mi patria se proponían prepararme desde el principio a un singular servicio a la Iglesia, en el contexto del actual Concilio, con tantas tareas inherentes a su puesta en práctica, y también en el conjunto de las experiencias y sufrimientos del hombre de hoy.”

La Opera Omnia (Obras completas) de Joseph Ratzinger Benedicto XVI |

 


Lo que deberíamos recordar de  Benedicto XVI es,  sobre todo,  la valentía de anunciar la verdad, nos dice  el p. prof. Krzysztof Góźdź  (entrevistado por Krzysztof Bronk), editor de la edición polaca de Opera Omnia de Joseph Ratiznger. Lamentablemente el Papa Ratzinger, poco a poco, se está convirtiendo en una cosa del pasado. Sin embargo, su principal mensaje y petición no debe desvanecerse en nosotros: aferrémonos a Dios, dice a Radio Vaticano un teólogo polaco de la Universidad Católica de Lublin.

Como nos recuerda, Benedicto XVI defendió incansablemente la verdad y al mismo tiempo quiso convencer a la gente de que Dios es amor. Quería que todos recibieran el mensaje de que el hombre no es el resultado de algún accidente ciego de la evolución, sino que proviene de Dios, y que la vida eterna con Dios es su destino.

Como profesor, colaborador de Juan Pablo II y luego Papa, estaba firmemente arraigado en el "nosotros" de la Iglesia, en su Tradición. Para él no había frases vacías. Cada frase tenía sentido, subraya el p. profe. Goźdź.  Según él, Benedicto XVI nos sigue llamando hoy a  apoyar firmemente a la Iglesia, que fue fundada por Jesucristo y no es producto de la imaginación humana. Por eso es tan importante para Joseph Ratzinger mantenerse fuerte en la Tradición, en la Iglesia, en la fe. Esta es la continuidad de la fe basada en Cristo. Ésta es la prioridad absoluta de Benedicto XVI - añade el p. profe. Goźdź.

Destaca que su testamento espiritual y teológico es la Opera Omnia de Joseph Ratzinger. “En este testamento nos aconseja buscar primero el rostro del Señor y luego tratar de comprender qué es Su Iglesia, Su sacerdocio de Cristo. Para entonces experimentar que Dios no está en algún lugar entre las nubes, sino que está aquí con nosotros en la tierra,  en la Eucaristía. Éste es un fuerte mensaje de Benedicto", afirma el teólogo polaco.

 

Transcripción completa de la entrevista con el P. Prof. Krzysztof Góździem:

 

Hoy, por primera vez en la octava de Todos los Santos, recordamos a Benedicto XVI entre los obispos fallecidos de Roma. El Papa Ratzinger se está convirtiendo en una cosa del pasado. ¿Qué debería permanecer en nuestros corazones y mentes después de él? 

Deberian quedar  muchas cosas y acontecimientos, pero mencionaré los tres temas más importantes,  en mi opinión. 

En primer lugar, debemos seguir siendo valientes al proclamar la verdad. Benedicto XVI, como Papa, defendió la Divinidad de Cristo, y Occidente, Europa, principalmente Europa Occidental, pareció negar esta Divinidad y alejarse de ella. Pero él, como Papa, defendió incansablemente esta verdad. Eso es lo primero. 

En segundo lugar, me parece que nos dejó una fuerte convicción de que Dios es amor. Por amor, Dios creó al hombre, como ha dicho muchas veces. Pero al mismo tiempo, Benedicto creía que el hombre tiene su propio destino y que es la vida eterna con Dios. Aún más se puede decir que en sus encíclicas, las tres maravillosas encíclicas, Benedicto XVI invirtió el orden de las virtudes teologales. Normalmente decimos: fe, esperanza y amor. Y según él, el amor es lo primero y lo más importante. Sólo entonces se podrá construir sobre ella la fe y la esperanza. Este cambio nos da una mayor certeza al ver estas realidades. 

Y en tercer lugar, me parece que deberíamos tener un mensaje para cada ser humano de que proviene de Dios y no es el resultado de algún accidente ciego de la evolución. Esta es una fuerte declaración de Benedicto. Dios no sólo quería un compañero a nivel personal, es decir, un ser humano, sino que recordarmos que su Hijo, el Logos eterno, se hizo un ser humano, uno de nosotros. De ahí que el mensaje más importante de Benedicto XVI sea la petición: aferrémonos a Dios.

Durante sus largos años de servicio en el Vaticano como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y luego como Papa, Joseph Ratzinger fue garante de un fuerte arraigo de la Iglesia en la verdad de la Revelación y la Tradición de la Iglesia. Hoy, cuando él ya no está, ¿a qué debemos prestar atención? ¿Cómo podemos arreglárnoslas sin él?

Benedicto XVI, tanto como profesor, y más aún como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y más tarde como Papa, estuvo profundamente arraigado en el nosotros de la Iglesia, el nosotros de la Tradición, el "Nosotros" escrito con una letra mayúscula. Fue un gran sistemático, un gran dogmático. Para él no había frases vacías. Cada frase tenía significado en la que habló, en la que escribió y en la que nos dirigió. Y sobre todo, confesó que debemos apoyar firmemente a la Iglesia fundada por Jesucristo. Es la única Iglesia verdadera como creación divina, no como imaginación humana. Por eso es tan importante para Benedicto XVI permanecer fuertes en la tradición, en esta Iglesia, en esta fe. Esta es la continuidad de la fe basada en Cristo. Ésta es la prioridad absoluta de Benedicto XVI.

Usted es el editor de la Ópera Omnia de Joseph Ratzinger, ¿qué recomendaría a quienes quisieran descubrir hoy esta obra? ¿Por dónde empezar?

Bueno, es Opera omnia. Y esto me hace muy feliz de que durante la vida de Benedicto se hayan publicado todas las obras sustanciales de Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, es decir, 14 volúmenes en un total de 23 volúmenes. Creo que esto es una especie de testamento teológico y espiritual del difunto Papa para nosotros. Por tanto, podemos utilizarlo en lo que Benedicto nos dejó en su pensamiento, en su corazón y al mismo tiempo en su espíritu. En este testamento aconseja, creo, buscar primero el rostro del Señor y luego tratar de comprender qué es su Iglesia, su sacerdocio de Cristo. Para entonces experimentar que Dios no está en algún lugar entre las nubes, sino que está aquí con nosotros en la tierra, en la Eucaristía. Este es un poderoso mensaje de Benedicto.  Bueno, el Hijo de Dios se hizo hombre y siguió siendo hombre cuando resucitó. Y lo mismo ocurre con nosotros. En Opera Omnia encontraremos todo el contenido que mencioné, contenido que la gente busca todos los días. Y al mismo tiempo se puede decir que estos contenidos también buscan a un ser humano. Tarde o temprano, cada uno de nosotros nos enfrentaremos al Señor de la historia y por eso este contenido es tan importante. No se puede leer Opera Omnia desde la primera página hasta la última, sino que hay que elegir las realidades más importantes que nos interesan, los fenómenos que nos pone ante nosotros, como la vida eterna, la Iglesia, Dios. Todas las respuestas se pueden encontrar en la Ópera Omnia de Ratzinger.

Fuente: EKAI 

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El 3 de diciembre de 2012 la editorial BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) anunciaba y presentaba en La Biblioteca Nacional de España el comienzo de la publicación de las  Obras Completas de Joseph Ratzinger en español. Entonces se informaba que el Instituto Papa Benedicto XVI, fundado en Ratisbona por el cardenal Müller, había planeado la obra magna en dieciséis volúmenes (algunos de ellos doble). La BAC  emprendía la tarea de su publicación  siguiendo fielmente la mencionada edición alemana y comentaba que “algunas de estas obras habían sido traducidas al español con mejor o peor fortuna. Quedaban con todo todavía por traducir multitud de escritos. La obra del papa teólogo se hace así accesible en su integridad. Además, se ofrece la posibilidad de revisar las traducciones que ya circulaban y que, en algunos casos, eran mejorables. Y sobre todo se permite a los lectores españoles gozar de la concepción orgánica de la edición de todos sus escritos que el mismo papa Benedicto XVI ha diseñado y autorizado.”

El lunes 24 de noviembre de 2014, se realizó en la Casa Central de la Pontifica Universidad Católica de Chile, en conjunto con la Facultad de Teología UC y la editorial española Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), el lanzamiento inaugural en latinoamérica de las obras completas de Josepth Ratzinger, cuyos textos fueron sistematizados por el mismo autor para comprender mejor su teología. 

En la Fundacion Vaticana Jopseph Ratzinger/Benedicto XVI  se encuentra el plan de todos los escritos..

VaticanNews un breve comentario  

 



EL 3 de diciembre de 2012 la editorial BAC (BIblioteca de Autores Cristianos) anunciaba y presentaba en La Biblioteca Nacional de España el comienzo de la publicación de las  Obras Completas de Joseph Ratzinger en español. Entonces se informaba que el Instituto Papa Benedicto XVI, fundado en Ratisbona por el cardenal Müller, había planeado la obra magna en dieciséis volúmenes (algunos de ellos doble). La BAC  emprendía la tarea de su publicación  siguiendo fielmente la mencionada edición alemana y comentaba que “algunas de estas obras habían sido traducidas al español con mejor o peor fortuna. Quedaban con todo todavía por traducir multitud de escritos. La obra del papa teólogo se hace así accesible en su integridad. Además, se ofrece la posibilidad de revisar las traducciones que ya circulaban y que, en algunos casos, eran mejorables. Y sobre todo se permite a los lectores españoles gozar de la concepción orgánica de la edición de todos sus escritos que el mismo papa Benedicto XVI ha diseñado y autorizado.”

El lunes 24 de noviembre de 2014, se realizó en la Casa Central de la Pontifica Universidad Católica de Chile, en conjunto con la Facultad de Teología UC y la editorial española Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), el lanzamiento inaugural en latinoamérica de las obras completas de Josepth Ratzinger, cuyos textos fueron sistematizados por el mismo autor para comprender mejor su teología. 

En la Fundacion Vaticana JopsephRatzinger/Benedicto XVI  se encuentra el plan de todos los escritos..

y en Vatican News un breve comentario 

jueves, 2 de noviembre de 2023

Juan Pablo II habla de su Primera Misa

 


La "primera Misa"
Habiendo sido ordenado sacerdote en la fiesta de Todos los Santos, celebré la "primera Misa" el día de los fieles difuntos, el 2 de noviembre de 1946. En este día cada sacerdote puede celebrar para provecho de los fieles tres Santas Misas. Mi "primera" Misa tuvo por tanto -por así decir- un carácter triple. Fue una experiencia de especial intensidad. Celebré las tres Santas Misas en la cripta de San Leonardo, que ocupa, en la catedral del Wawel, en Cracovia, la parte anterior de la llamada cátedra episcopal de Herman. Actualmente la cripta forma parte del complejo subterráneo donde se encuentran las tumbas reales. Al elegirla como el lugar de mis primeras Misas quise expresar un vínculo espiritual particular con los que reposan en esa catedral que, por su misma historia, es un monumento sin igual. Está impregnada, más que cualquier otro templo de Polonia, de significado histórico y teológico. Reposan en ella los reyes polacos, empezando por Wladyslaw Lokietek. En la catedral del Wawel eran coronados los reyes y en ella eran también sepultados. Quien visita ese templo se encuentra cara a cara con la historia de la Nación.



Precisamente por esto, como he dicho, elegí celebrar mis primeras Misas en la cripta de San Leonardo. Quería destacar mi particular vínculo espiritual con la historia de Polonia, de la cual la colina del Wawel representa casi una síntesis emblemática. Pero no sólo eso. Había, en esa elección, una especial dimensión teológica. Como he dicho, fui ordenado el día anterior, en la Solemnidad de Todos los Santos, cuando la Iglesia expresa litúrgicamente la verdad de la Comunión de los Santos -Communio Sanctorum-. Los Santos son aquellos que, habiendo acogido en la fe el misterio pascual de Cristo, esperan ahora la resurrección final.





También las personas, cuyos restos reposan en los sarcófagos de la catedral del Wawel, esperan allí la resurrección. Toda la catedral parece repetir las palabras del Símbolo de los Apóstoles: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna''. Esta verdad de fe ilumina la historia de las Naciones. Aquellas personas son como "los grandes espíritus" que guían la Nación a través de los siglos. No se encuentran allí solamente soberanos junto con sus esposas, u obispos y cardenales; también hay poetas, grandes maestros de la palabra, que han tenido una importancia enorme para mi formación cristiana y patriótica.


Fueron pocos los participantes en aquellas primeras Misas celebradas sobre la colina del Wawel. Recuerdo que, entre otros, estaba presente mi madrina Maria Wiadrowska, hermana mayor de mi madre. Me asistía en el altar Mieczyslaw Malinski, que hacía presente de algún modo el ambiente y la persona de Jan Tyranowski, ya entonces gravemente enfermo.
Después, como sacerdote y como obispo, he visitado siempre con gran emoción la cripta de San Leonardo. ¡Cuánto hubiera deseado poder celebrar allí la Santa Misa con ocasión del quincuagésimo aniversario de mi Ordenación sacerdotal!


Entre el pueblo de Dios
Después hubo otras "primeras Misas'': en la iglesia parroquial de San Estanislao de Kostka en Debniki y, el domingo siguiente, en la iglesia de la Presentación de la Madre de Dios en Wadowice. Celebré también una Misa en la confesión de San Estanislao, en la catedral del Wawel, para los amigos del teatro rapsódico y para la organización clandestina "Unia" (Unión), a la cual estuve vinculado durante la ocupación.


Don y Misterio – Juan Pablo II