Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 28 de noviembre de 2020

Adviento: el tiempo de la gracia, el tiempo de la espera

 

(Imagen Wikimedia

 (…)  ¿Qué significa, además, el Adviento? El Adviento es el descubrimiento de una gran aspiración de los hombres y de los pueblos hacia la casa del Señor. No hacia la muerte y la destrucción, sino hacia el encuentro con El.

Y por esto en la liturgia de hoy oímos esta invitación: "Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor"

Y el mismo Salmo responsorial nos traza, por decirlo así, la imagen de esa casa, de esa ciudad, de ese encuentro: "Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor. En ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Por mis hermanos y compañeros voy a decir: 'La paz contigo'. Por la casa del Señor nuestro Dios, te deseo todo bien" (Sal 121 [122]).

Sí. El Señor es el Dios de la paz, es el Dios de la Alianza con el hombre. Cuando en la noche de Belén los pobres pastores se pondrán en camino hacia el establo donde se realizará la primera venida del Hijo del Hombre, los conducirá el canto de los ángeles: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad" (Lc 2, 14).

Esta visión de la paz divina pertenece a toda la espera mesiánica en la Antigua Alianza. Oímos hoy las palabras de Isaías: "Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven; caminemos a la luz del Señor" (Is 2, 4-5).

El Adviento trae consigo la invitación a la paz de Dios para todos los hombres. Es necesario que nosotros construyamos esta paz y la reconstruyamos continuamente en nosotros mismos y con los otros: en las familias, en las relaciones con los cercanos, en los ambientes de trabajo, en la vida de toda la sociedad.

Trabajad con espíritu de solidaridad fraterna a fin de que vuestra parroquia crezca cada vez más como comunidad de fieles, de familias, de grupos —me refiero particularmente a todos vuestros grupos organizados— en comunión de verdad y de amor. La comunidad parroquial, en efecto, se edifica sobre la Palabra de Dios, transmitida y garantizada por los Pastores, se alimenta por la gracia de los sacramentos, se sostiene por la oración, se une por el vínculo de la caridad fraterna. Que cada uno de sus miembros se sienta vivo, activo, partícipe, corresponsable, implicado en tareas efectivas de evangelización cristiana y de promoción humana. De este modo, vuestra parroquia se convierte en signo e instrumento de la presencia de Cristo en el barrio, irradiación de su amor y de su paz.

Para servir a esta paz de múltiples dimensiones, es necesario escuchar también estas palabras del Profeta: "Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas, porque de Sión saldrá la ley. de Jerusalén la palabra del Señor" (Is 2, 3).

También para vuestra comunidad eclesial el Adviento es el tiempo en el que se deben aprender de nuevo la ley del Señor y sus palabras. Es el tiempo de una catequesis intensificada. La ley y la palabra del Señor deben penetrar de nuevo en el corazón, deben encontrar de nuevo su confirmación en la vida social. Sirven al bien del hombre.

(…)

 Nos encontramos, pues, de nuevo al comienzo del camino. Ha comenzado de nuevo el Adviento: el tiempo de la gracia, el tiempo de la espera, el tiempo de la venida del Señor, que perdura siempre. Y la vida del hombre se desarrolla en el amor del Señor, a pesar de todas las dolorosas experiencias de la destrucción y de la muerte, hacia la realización final en Dios.

¡El Hijo del Hombre vendrá! Escuchemos estas palabras con la esperanza, no con el miedo, aunque estén llenas de una profunda seriedad.

Velad... y estad preparados, porque no sabéis en qué día vendrá el Hijo del Hombre. (Ven, Señor Jesús! ¡Marana tha!


(de la Homilia de Juan Pablo II - I Domingo de Adviento en la parroquia romana de San Leonardo de Porto Mauricio)

 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Plegaria de Juan Pablo II en la Capilla de la Medalla Milagrosa

 


Oración de Juan Pablo II en la Capilla de la Medalla Milagrosa en Rue de Bac, Paris en su visita del 31 de mayo de 1980  (levemente abreviada, pues estaba dirigida al pueblo frances)

Dios te salve, María,

llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos.

Esta es la oración que tú inspiraste, oh María, a Santa Catalina Labouré en este mismo lugar hace ciento cincuenta años; y esta invocación, grabada en la medalla, la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero.

Te consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que la comunión supere todos los gérmenes de división, que la esperanza cobre nueva vida en los que están desalentados. Te pedimos en especial por este pueblo …, por la Iglesia … por sus Pastores, por las almas consagradas, por los padres y madres de familia, por los niños y los jóvenes, por los hombres y mujeres de la tercera edad. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados por la duda en un clima de incredulidad, y también por los que padecen persecución a causa de su fe. Te confiamos el apostolado de los laicos, el ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas. Te pedimos que el llamamiento a la vocación sacerdotal y religiosa sea ampliamente escuchado y secundado para gloria de Dios y vitalidad de la Iglesia en este país y en los países que siguen esperando ayuda mutua misionera.

Te encomendamos especialmente a la multitud de Hijas de la Caridad, cuya casa madre está enclavada en este lugar y aquí, siguiendo el espíritu de su fundador San Vicente de Paúl y de Santa Luisa de Marillac, están tan dispuestas a servir a la Iglesia y a los pobres en todos los ambientes y en todos los países. Te pedimos por las que viven en esta casa y, en el corazón de esta ciudad febril, acogen a todos los peregrinos que conocen el precio del silencio y la oración.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.


sábado, 21 de noviembre de 2020

Presentación de la Santísima Virgen María

 


«Sub tuum praesidium...». Bajo tu amparo nos acogemos, oh María. A tu protección encomendamos la historia de esta ciudad, de la Iglesia de Cracovia y de toda la patria.

A tu amor materno encomendamos el futuro de cada uno de nosotros, de nuestras familias y de toda la sociedad.

No desoigas la oración de tus hijos necesitados; antes bien, líbranos de todo peligro.

María, alcánzanos la gracia de la fe, de la esperanza y de la caridad, para que, siguiendo tu ejemplo y bajo tu guía, llevemos al nuevo milenio el testimonio del amor del Padre, de la muerte redentora y de la resurrección del Hijo, y la acción santificadora del Espíritu Santo.

Permanece con nosotros siempre.

Oh Virgen, gloriosa y bendita. Señora nuestra, Abogada nuestra, Mediadora nuestra, Consoladora nuestra, Madre nuestra. Amén.

( Liturgia de la Palabra –Homilia del Santo Padre  Juan Pablo II 16 de junio de 1999 en su visita a Wadowice)

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miércoles, 18 de noviembre de 2020

Abadia de Tyniec (6 de 6) Visitas, actividades, Casa de huéspedes y contactos

 


Invito visitar la página oficialde la abadia de Tyniec. Aquí se ofrecen tan solo algunas pistas 

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§  Posibilidad de visitar la Abadía con guía
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§  Museo de la abadía de Tyniec
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§  Un lugar propicio para el desarrollo espiritual (participación en la liturgia, dirección espiritual, ambiente)
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§  Oportunidad de participar en talleres y retiros organizados
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§  Ubicación (cerca de la autopista, a 13 km. Del centro de Cracovia, cerca del aeropuerto de Balice)
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§  Jardín del monasterio
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§   Se puede escuchar canto gregoriano  en la iglesia todos los días

§  En las instalaciones de la abadía hay un restaurante "Mnisze co bit", una cafetería y una librería  con publicaciones de su editorial

 

El Departamento de Reservas
trabaja de lunes a viernes desde 8:00 a.m. - 4:00 p.m.
(en el tiempo restante, comuníquese con el mostrador de recepción Recepción)
correo electrónico:  rezerwacje@jg.benedyktyni.com
teléfono: 12 68 85450
fax: 12 68 85453





Recepción de la Casa de Huéspedes.
Funciona de lunes a domingo de 6.30 - 21.30
correo electrónico: recepcja@jg.benedyktyni.com
teléfono: 12 68 85452

 

Terraza del café benedictino

A partir del 24 de octubre de 2020, la  cafetería Benedyktyńska y el restaurante "Mnisze Co Nieco" se venderá solo para llevar. Se aceptan pedidos solo en la cafetería, todos los días de 10.30 a 17.00 horas o por teléfono al +48513433440.

Abadia de Tyniec (5 de 6) Actividades y misión de los benedictinos

 


Escrita alrededor del 529, la Regla está destinada a los cenobitas, es decir, a los monjes que llevan una vida en común . Los benedictinos no son ermitaños, no viven en ermitas separadas y están conectados en la vida cotidiana: recitan juntos la Liturgia de las Horas, comen juntos en el refectorio del monasterio, se reúnen en los capítulos para discutir asuntos comunitarios y durante la recreación para fortalecer las relaciones fraternales; trabajan juntos y cumplen juntos sus responsabilidades para con sus hermanos. San Benito quiso que la vida de sus monjes se centrara en la obediencia mutua y el amor al prójimo, de acuerdo con el mandamiento de la Escritura: Luchemos cada uno por lo que conviene a nuestro prójimo, por su bien, por su edificación (Rm 15, 2).

 

Oración común según san Benito: Significado principal: Nada puede ser más importante que el Servicio de Dios ( Regla 43: 3). Esta liturgia, que, además de la Eucaristía, está compuesta principalmente por los Salmos y otros textos bíblicos , une a la comunidad con toda la Iglesia. Ésta es una misión especial de los monjes: su tarea es interceder por la Iglesia universal y por el mundo entero. Los monjes recitan la Liturgia de las Horas en la comunidad, con especial respeto, ejerciendo el culto público al que pueden unirse todos los visitantes del monasterio. Cada benedictino individualmente, siguiendo el ejemplo de los primeros monjes del desierto egipcio, se convertirá en un hombre del Salterio, moldeado por la Palabra de Dios, acompañándolo también fuera del tiempo de la liturgia.

Los monjes no tienen un campo de actividad estrictamente definido como la caridad o la educación.  Los benedictinos siempre han influido en su entorno, no solo en el ámbito espiritual, sino también a través de la agricultura, el desarrollo de la artesanía y el trabajo intelectual. Como monjes de Tyniec, realizan trabajos que son requeridos por el bien de la Iglesia local: cuidan la parroquia local, administran una casa de huéspedes donde se realizan talleres y retiros, se ocupan del  trabajo académico, difunden conocimientos sobre la espiritualidad monástica , las tradiciones de los Padres y la liturgia a través de su editorial y medios en línea. ,y enseñan historia a través de actividades museísticas y educativas. Como residentes del monasterio polaco habitado más antiguo, trabajan para sus feligreses y los habitantes de Cracovia, así como para todos los cristianos de Polonia, inspirados por la sabiduría de la Regla .


Sin embargo, sus esfuerzos también son en gran medida hacia adentro: cuidan su casa histórica, trabajan en la formación de hermanos jóvenes, cuidan a los monjes ancianos y enfermos de la comunidad, cuidan y trabajan en el jardín y el cultivo yla artesanía.  El restaurador de la abadía de Tyniec, el P. Karol van Oost , solía decir que la espiritualidad benedictina es "el cien por cien del Evangelio"  y dicen “simplemente tratamos de ser cristianos en este lugar al que Dios nos llamó.”

El monasterio es un espacio donde se cruzan muchos caminos: los monjes duran toda su vida aquí, pero en el patio del monasterio pueden encontrarse con cientos de visitantes. Entre ellos hay huéspedes que viven en la casa, así como peregrinos y turistas. Para ellos, Tyniec es solo una de las paradas en el camino. San Benito, citando a St. Pedro, muestra a sus monjes un objetivo claro: que Dios sea glorificado en todas las cosas (cf. 1 P. 4, 11). Entonces, el punto final de nuestro camino es Dios mismo dicen e invitan “Esperamos que todos los que vengan a nuestra casa sientan que están un paso más cerca de este objetivo.”

 

(Fuente: Abadia de Tyniec – mas detalles en su pagina oficial

 

 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Formación y evolución en el pensamiento filosófico de Karol Wojtyła – Juan Manuel Burgos Velasco

 


El primer encuentro de Karol Wojtyła con la filosofía fue singularmente duro y estuvo causado por su decisión de ser sacerdote. Hasta ese momento se había movido casi exclusivamente en el terreno del pensamiento simbólico y literario, como correspondía a un poeta y estudiante de filología polaca que aspiraba a dedicarse al mundo del teatro [Ferrer 2007]. Pero los estudios sacerdotales imponían un bienio filosófico, y Karol Wojtyła se encontró frente a frente y sin mediaciones con una versión de la metafísica tomista abstracta, compleja y llena de fórmulas escolásticas. El impacto inicial fue muy arduo, pero después de una dura lucha intelectual por comprender, su valoración final fue muy positiva.

 Cuando aprobé el examen, dije al examinador que, a mi juicio, la nueva visión del mundo que había conquistado en aquel cuerpo a cuerpo con mi manual de metafísica era más preciosa que la nota obtenida. Y no exageraba. Aquello que la intuición y la sensibilidad me habían enseñado del mundo hasta entonces, había quedado sólidamente corroborado [Frossard 1982: 16].

 A partir de ese momento, intuición, sensibilidad y análisis filosófico estuvieron para siempre unidos en la mente plural de Wojtyła.

 La tradición eclesiástica del momento le condujo durante un buen número de años por la vía exclusiva del tomismo, y el punto álgido de este camino lo podemos situar en 1948, cuando contaba 28 años, fecha en la que finaliza en el Angelicum (Roma) la tesis doctoral en teología sobre La fe en S. Juan de la Cruz, bajo la dirección de Garrigou Lagrange [Wojtyła 1979]. De todos modos, ya entonces comenzaron a emerger algunos rasgos propios de su peculiar visión intelectual. Ante todo, encontramos su primera toma de contacto con un tema que sería central en todo su filosofía posterior: la experiencia y la vivencia subjetiva. Y también resulta significativa la discusión que al parecer mantuvo con Garrigou-Lagrange por su rechazo a considerar a Dios como objeto [Buttiglione 1982: 62].

 Posteriormente, de vuelta en Polonia, su visión tomista se enriquecería con el contacto con las tres corrientes de tomismo que por aquel entonces prevalecían en este país: el tomismo tradicional cuya figura principal era el profesor de metafísica Stanislaw Adamczyk; el tomismo existencial que respondía a un tomismo renovado con las aportaciones de Maritain y Gilson y con aperturas fenomenológicas, cuyo representante principal fue el profesor Swiezawski, y una versión polaca del tomismo trascendental de Lovaina liderada por Mieszyslaw Krapiec. De todos modos, para una variación significativa en la orientación de su pensamiento, hay que esperar a su tesis de filosofía sobre Max Scheler: Valoración sobre la posibilidad de construir la ética cristiana sobre las bases del sistema de Max Scheler (1954) [Wojtyła 1982a]. Este momento fue central en su evolución intelectual y él mismo lo ha reconocido en diversas ocasiones:

Debo verdaderamente mucho a este trabajo de investigación [la tesis sobre Scheler]. Sobre mi precedente formación aristotélico-tomista se injertaba así el método fenomenológico, lo cual me ha permitido emprender numerosos ensayos creativos en este campo. Pienso especialmente en el libro Persona y acto. De este modo me he introducido en la corriente contemporánea del personalismo filosófico, cuyo estudio ha tenido repercusión en los frutos pastorales [Juan Pablo II 1996: 110].

 Al estudiar a Scheler, Karol Wojtyła descubrió un panorama nuevo al que no había tenido acceso en sus estudios romanos: la filosofía contemporánea en una versión especialmente interesante, la fenomenología realista de Scheler. El interés de esta vía radicaba en su posibilidad de integración con el pensamiento cristiano tradicional y, en particular, con el tomista, que era el que en aquel momento el joven Wojtyła profesaba. De hecho, el objetivo de su tesis consistió en intentar determinar la validez de la teoría scheleriana para la ética cristiana. Su conclusión fue la siguiente. El esquema de Scheler, en cuanto tal, como estructura, era incompatible con la ética cristiana, entre otras cosas por su concepción actualista de la persona y por su emocionalismo, pero Scheler utilizaba un método –el fenomenológico– que parecía particularmente útil y productivo; además, proponía temas novedosos muy aprovechables para renovar la ética: la importancia de los modelos, el recurso a la experiencia moral, etc. [Wojtyła 1982a: 216-219].

Este momento es crucial en el pensamiento de Wojtyła, puesto que le permitió acceder al conocimiento profundo de la tradición fenomenológica que constituye, junto con el tomismo, el soporte central de su filosofía. En adelante, inició una andadura que le condujo, a través de un largo proceso de maduración, a su posición definitiva: una fusión orgánica de ambas desde una perspectiva personalista que tiene, a su vez, dos fuentes diversas. La primera es la experiencia personal (uno de los elementos recurrentes de su pensamiento). «Mi concepto de persona, “única” en su identidad, y del hombre, como tal, centro del Universo, nació de la experiencia y de la comunicación con los demás en mayor medida que de la lectura» [Frossard 1982: 16]. La segunda es la filosófica: el personalismo recibido a través de Mounier, Maritain y otros.

 Elaborar una visión personal le llevó tiempo y, por eso, puede advertirse con facilidad una evolución en su filosofía que le condujo paulatinamente desde un tomismo más bien clásico que puede apreciarse, por ejemplo, en sus primeros escritos de ética, a la formulación de un pensamiento original y sintético, que toma elementos de sus dos fuentes fundamentales, pero sin reducirse ni identificarse con ninguna de ellas.

Un ejemplo puede bastar como muestra de esta evolución: su posición sobre el método fenomenológico [Guerra 2002]. Su primer contacto con este método se produjo al realizar la tesis sobre Scheler y su conclusión fue la siguiente: «el papel de este método es secundario y meramente auxiliar» [Wojtyła 1982a: 218]. Wojtyła sostiene aquí la tesis clásica del tomismo respecto a la fenomenología. El método fenomenológico –desprovisto de su impulso idealista– puede ser asumido como un eficaz medio de enriquecer la exploración de la realidad. Pero tal exploración se detiene en el nivel externo y superficial y los datos que aporta deben ser anclados e integrados en la estructura metafísica, que es la esencial. Por eso es secundario. Pero años más tarde, en sus escritos de madurez, el planteamiento es muy diferente. En concreto, en un texto breve de 1978, pero muy importante, La subjetividad y lo irreductible en el hombre, afirma:

 Por su naturaleza la experiencia se opone a la reducción, pero esto no significa que se escape de nuestro conocimiento. La experiencia requiere ser conocida de modo diverso, se puede decir con un método, mediante un análisis que sea tal que revele y muestre su esencia. El método del análisis fenomenológico nos permite apoyarnos sobre la experiencia como algo irreductible. Este método no es en absoluto sólo una descripción que registra los fenómenos (fenómenos en sentido kantiano: como los contenidos que caen bajo nuestros sentidos). Apoyándonos sobre la experiencia como algo irreductible nos esforzamos en penetrar cognoscitivamente toda la esencia. De este modo captamos no solo la estructura subjetiva de la experiencia por su naturaleza, sino también su vínculo estructural con la subjetividad del hombre. El análisis fenomenológico, sirve, por consiguiente, para la comprensión transfenoménica y sirve también para revelar la riqueza propia del ser humano en toda la complejidad del compositum humanum» [Wojtyła 1978: 37-38].

 Como se puede observar, el método ya no es meramente un paseo por la superficie fenoménica de la realidad sino el procedimiento para sacar todo el partido a la experiencia y penetrar “toda la esencia”. Tiene, por tanto, un alcance trans-fenoménico. Entre estas dos expresiones han pasado 24 años, tiempo en el que Wojtyła no sólo ha modificado su percepción del análisis fenomenológico sino que también, en alguna medida, lo ha transformado dándole un alcance especial que le capacita para analizar con toda la profundidad necesaria la fuente de su antropología: la experiencia que el hombre tiene de sí mismo y de los otros.

 Así pues, la posición filosófica definitiva de Wojtyła –y el ejemplo lo muestra de manera fehaciente– es un personalismo forjado de una raíz fenomenológica y otra tomista al que accede a través de un largo período de reflexión. A continuación se exponen los contenidos principales de su filosofía siguiendo un orden cronológico puesto que, además de facilitar la comprensión de su itinerario intelectual, guarda una unidad temática bastante consistente. Las áreas-períodos en las que vamos a agrupar su pensamiento son cuatro: 1) la ética; 2) el amor humano; 3) la antropología y 4) la frustrada transición hacia una filosofía interpersonal y social. Existe también un Wojtyła teólogo que no consideramos en el presente escrito y también se dejan de lado algunos desarrollos de su pensamiento filosófico que se pueden encontrar en Encíclicas como Familiaris consortio o Laborem exercens porque plantean un problema hermenéutico impropio de un texto introductorio.

 (Tercer capítulo del trabajo escrito por Juan Manuel Burgos Velasco y cuyo índice se ofrece a continuación, que comienza con un breve esbozo biográfico, siempre dentro de la formación y evolución del pensamiento filosófico de Karol Wojtyla.  Invito visitar la página que nos ofrece una rica bibliografía y  detalla lo disponible en castellano)

 

Índice

1. Esbozo biográfico

2. Formación y evolución en el pensamiento filosófico de Karol Wojtyła

3. La Escuela ética de Lublin

4. Amor y responsabilidad (1960)

5. Persona y acto (1969)

6. La posición filosófica de Karol Wojtyła

7. El camino truncado: la filosofía interpersonal y social

8. Bibliografía

a) Obras de Karol Wojtyła

a.1) Libros

a.2) Recopilaciones de escritos en español

a.3) Selección de artículos de especial relieve (recogidos en las recopilaciones)

b) Estudios sobre Karol Wojtyła

 

 

jueves, 12 de noviembre de 2020

Abadia de Tyniec (3 de 6) - Leon Knabit: el Papa, Tyniec y los benedictinos

 


"Hoy nos visitó el Padre Karol Wojtyła del Seminario de Cracovia".  Asi puede leerse en la crónica de la abadía de Tyniec del 8 de septiembre de 1946. Y ahí es probablemente donde todo empezó. Más tarde seguía viniendo como sacerdote,  obispo y después cardenal.  Wojtyła venia a Tyniec para los días privados de recogimiento y para retiros, a menudo también para celebraciones religiosas o parroquiales. Tampoco interrumpió sus contactos con Tyniec como Papa. Invitó a los monjes a visitarlo y mantuvo correspondencia con algunos de ellos. Y durante sus viajes apostólicos, rezó en monasterios benedictinos en muchos países, entre ellos España, República Checa, Hungría y Suiza. Por supuesto, no podía dejar de estar en las cunas del monaquismo occidental en Subiaco y Monte Cassino, y en el centro de los benedictinos de hoy en el Aventino romano de San Anselmo.

 

A uno de los monjes de Tyniec, que estudiaba en Roma en la década de 1980, se le preguntó qué podía saber este Papa sobre los benedictinos.  Y el polaco les mostró un folleto publicado por Tyniec que contenía una colección de discursos de Juan Pablo II dedicados a San Benito  y benedictinos. Resultó que "este papa" sabe mucho más sobre el monaquismo de lo que los monjes occidentales suponían…

 

Cuando, durante la agitación posconciliar, se especulaba si el cardenal Wojtyła pertenecía al campo conservador o progresista de la Iglesia, su entonces capellán, el padre Dziwisz respondia “nuestro cardenal es como es, no se fija en “derechas o izquierdas” y,  recordaba su predilección por la regla de San Benito  : ". Esta actitud del futuro Papa puede ayudar a comprender su interés por la  Regla   y San Gregorio Magno, que se distingue por "claridad de juicios y claridad de expresiones" ( Diálogos  36, 1). 22) y "Para que Dios sea glorificado en todas las cosas" (RegBen 57.7 = 1 P 4.11).

 

Estas frases coincidían con la espiritualidad de un hombre criado en una familia tradicional de creyentes, experimentado de muchas maneras durante la guerra y centrado en Cristo por el místico Jan Tyranowski. Más tarde aprendió este "tal cual es", reflexionando sobre los misterios de Dios y el hombre en los senderos de Kalwaria. También lo aprendió en Tyniec, donde en la iglesia que recordaba los tiempos de Bolesław el Temerario, meditaba (¡y escribía!) ante el Santísimo Sacramento, rezaba frente a los altares de los santos y participaba en el Oficio Divino en el coro religioso con gran empeño. Cuando visitó Tyniec por última vez el 19 de agosto de 2002, dijo: "Le debo mucho a Tyniec". Cuando los monjes de Tyniec regresaron al Vaticano para agradecerles el gran regalo de su visita, escucharon: "Tyniec, allí me veo haciendo un retiro ante el obispado".

 

Los benedictinos, que se perfilaban en los umbrales del segundo milenio, trajeron las riquezas de su  Regla , escrita para todos ("quienquiera que seas" RegBen Prol 3), marcando así el rumbo de su desarrollo. Y así: la base del sentido de la vida de las personas y las comunidades es Dios. Muchos capítulos de la Regla están dedicados a su veneración litúrgica y privada.   El recordatorio "Respeta a todas las personas" (RegBen 4.8) también fue valioso para la Europa joven, enfatizando la dignidad de todo ser humano y la igualdad con Cristo, todos libres y esclavos.

 

Juan Pablo II  intento darle forma a Europa y al mundo en ese espíritu.  Cuidar, y tal vez incluso luchar; la dignidad humana fue una prioridad de su pontificado. Algunos incluso creen que la frase "El hombre es el camino de la Iglesia" significa una desviación en cierto sentido del cristocentrismo, el principio rector del nuevo mundo. Sin embargo, si uno le presta atención a las palabras citadas en el contexto de toda la enseñanza de Juan Pablo II, esta objeción resulta infundada, ya que el Papa también dice: "El hombre no puede entenderse sin Cristo".

 

El rol ordenante de la  Regla  benedictina tiene su equivalente en la enseñanza y la actitud de Juan Pablo II, quien, como arzobispo de Cracovia, recordó que el obispo es el primer catequista de la diócesis ... entre otros documentos, una clara muestra de la preocupación del Papa por la ley y el orden en la Iglesia. Él fue personalmente pobre desde el principio, fue especialmente sensible a la suerte de los pobres y enfatizó el papel de la Iglesia en la solución del problema social. Sus encíclicas  Laborem exercens, Sollicitudo rei socialis, Centesimus annos , además de otras declaraciones, muestran cómo le dolia la distribución injusta de bienes y trató de remediarlo lo mejor que pudo.

 

Entonces, la enseñanza y el testimonio de Benedicto XVI y Juan Pablo II provienen de la misma fuente. Parece que San Benito  en el silencio de la ermita y en el anuncio de la Buena Nueva a los paganos que no conocían a Dios, amando a Cristo y a sus hermanos, armonizaba perfectamente la lectura del Evangelio y los signos de los tiempos con lo que Karol Wojtyła hacía en sí mismo y apuntaba en todas las etapas de su rica vida. Es comprensible la convergencia de los planos donde estos dos grandes hombres se encuentran en su servicio a la Iglesia universal.

 

(En el libro se presentan luego  textos  con  importantes documentos del Papa Pablo VI, quien proclamó a S. Benedicto, patrón de Europa, y en su discurso en la antigua abadía de Monte Cassino, recordó el sentido de la vida monástica actual. Los siguientes textos de los discursos de Juan Pablo II dan testimonio de la gran influencia de la  Regla  y el espíritu de S. Benedicto XVI sobre diversas áreas de la vida humana y como nuestro Papa lo entendió y predicó)

 

(Fragmento de los recuerdos del padre Leon Knabit – (famoso predicador, escritor y twitero polaco) en su libro Encuentros con Karol Wojtyla)   Fuente: Opoka 


martes, 10 de noviembre de 2020

Abadia de Tyniec (2 de 6) Carta de Juan Pablo II a los monjes de Tyniec con motivo del 950 aniversario de la Abadía

 


Este año, la abadía benedictina de Tyniec celebra el 950 aniversario de su existencia.
Tyniec ha escrito páginas maravillosas en la historia de la Iglesia en Polonia, y también en la historia de la cultura polaca. Las celebraciones del jubileo nos recuerdan que esta gran herencia espiritual debe ser acogida una y otra vez con sentido de responsabilidad y gratitud a Dios, que es el Dador de todo bien.


Para comprender el sentido pleno de este Jubileo debemos remitirnos a las fuentes mismas,  es decir, a la figura y obra de San Benedicto (San Benito) , padre del monaquismo occidental y patrón de Europa. ¿Cuál fue su significado especial? Su santa liturgia del breviario da una respuesta muy precisa y sucinta a esta pregunta….

Dios llama a Benedicto cuando,  entre los siglos V y VI,  época de cambios, cuando en el dolor, en un clima de confusión e incertidumbre nacía una nueva Europa. El viejo orden se había derrumbado y el nuevo aún no habia nacido. Entonces Benedicto se pone de pie, como dice la liturgia, para proteger el bien. ¿De qué se trataba todo esto? Se trataba del bien del Evangelio y del bien de la cultura europea. Estos  bienes estaban particularmente en riesgo. Benedicto se pone de pie para salvar lo que es más importante para las personas en tiempos difíciles de avances. El principio formulado por él: Ora et labora - rezar y trabajar, marcará la dirección principal del desarrollo de la cultura europea.
El corazón de la nueva Europa empezó a latir en la Abadía de Monte Cassino. A partir de ahí, durante siglos, el auténtico espíritu europeo irradiará y renacerá allí también. También allí, en mayo de 1944, sobre las ruinas de la famosa abadía, comenzó la Europa unida que, tras las dolorosas experiencias de la Segunda Guerra Mundial, extrajo la inspiración y el poder de la resurrección espiritual de sus raíces cristianas. La batalla de Monte Cassino, cuyo aniversario celebramos recientemente, y en la que los polacos escribieron páginas tan gloriosas, fue de hecho una lucha por el espíritu de Europa. Este espíritu de Europa en nuestro tiempo, como en los días de Benedicto, se ve a menudo amenazado desde varios lados y debe ser defendido, incluso a costa de  mayores víctimas.

Y aquí volvemos al Vístula, a la antigua abadía benedictina de Tyniec, que este año celebra su 950 aniversario. Es un Jubileo muy importante, tanto para la Iglesia en Polonia como para toda nuestra Patria. En ese momento, cuando se estaban creando las bases de la identidad nacional y cultural polaca, la Abadía de Tyniec se convirtió en el hogar desde el cual, gracias a las oraciones y el trabajo de los hijos espirituales de San. Benito: el espíritu del Evangelio, la cultura cristiana y el espíritu de la Europa cristiana irradiaban sobre el entonces joven Estado polaco y la Iglesia. Tyniec cumplió esta misión durante siglos y la sigue cumpliendo hoy.  Esto confirma la verdad sobre cuán profundamente los polacos estábamos arraigados en Europa , desde el comienzo mismo de nuestra historia

Hoy necesitamos recordar esto. Existe una disputa sobre la identidad de Europa. También hay una disputa sobre la identidad de Polonia y su historia. No se trata de una disputa puramente teórica, ya que se trata del hombre: su verdad interior y su vocación. También se trata de la Nación y su verdad.
Hoy hay fuerzas con medios poderosos para las que el espíritu de la Europa cristiana resulta inconveniente.   Por lo tanto, quieren destruirlo por todos los medios. Pero, ¿podemos permitirnos ser arrebatados de esta gran herencia? ¿Podemos renunciar a él tan fácilmente, como europeos y polacos? ¿Qué otro fundamento  puede brindar apoyo y supervivencia? San Pablo lo aclara: Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Corintios 3:11). Por lo tanto, este Jubileo de Tyniec lleva nuestros pensamientos más allá de los muros de la antigua abadía. Nos hace mirar a Europa y Polonia en Europa a la luz de la fe. Nos hace estar en las filas de aquellos que, como Benedicto, protegen el bien.
 Mientras escribo estas palabras, puedo ver la encantadora silueta de la Abadía de Tyniec, que, como una fortaleza espiritual, se eleva sobre el río Vístula cerca de Cracovia. Puedo ver la comunidad de monjes de Tyniec. Conozco a muchos de ellos personalmente de mi ministerio pastoral en la Arquidiócesis de Cracovia. Hemos tenido la oportunidad de trabajar juntos en varias ocasiones. Recuerdo su sensibilidad hacia las necesidades pastorales de la Iglesia.
La contribución de la Abadía de Tyniec a la Iglesia en nuestra patria es grandiosa. Después del Concilio Vaticano II, Tyniec se convirtió en un centro muy activo., desde el cual irradiaba renovación litúrgica por toda Polonia. La traducción polaca más reciente de la Santa Biblia también está relacionada con Tyniec. de los idiomas originales, la llamada Biblia de Tyniec. La liturgia y la Biblia son dos ámbitos en los que la espiritualidad benedictina encuentra su expresión especial.
Durante el Jubileo, abrazamos todo el pasado, casi milenario de la Abadía de Tyniec, así como su presente, y alabamos a Dios en la Santísima Trinidad por sus grandes obras que se han realizado a lo largo de los siglos en Tyniec y a través de Tyniec en toda nuestra tierra. Me uno a este Te Deum jubilar y bendigo a todos los benedictinos polacos y a los participantes de las celebraciones jubilares en Tyniec, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Ciudad del Vaticano, 7 de junio de 1994
Juan Pablo II

 

Abadia de Tyniec (1 de 6) Recuerdos de Juan Pablo II “Debo tanto a Tyniec... ”

(Imagen de Wikimedia : By Jakub Hałun)


 En su libro Levantaos, Vamos Juan Pablo II recuerda: 

“Una etapa fundamental de mi preparación para la consagración episcopal fueron los ejercicios espirituales. Los hice en Tyniec. Iba con frecuencia a la histórica abadía. Esta vez fue una estancia particularmente importante para mí. Tenía que ser obispo, estaba ya nombrado. Pero aún quedaba bastante tiempo para la ordenación, más de dos meses.

 Recuerdo que, durante los ejercicios espirituales antes de la ordenación episcopal, daba gracias a Dios de modo particular porque el Evangelio y la Eucaristía habían llegado al Vístula, porque habían llegado a Tyniec. La abadía de Tyniec, cerca de Cracovia, cuyos orígenes se remontan al siglo x, era realmente el lugar apropiado para prepararme a recibir la ordenación en la catedral del Wawel. Durante mi visita a Cracovia en el año 2002, antes de emprender el vuelo a Roma, conseguí hacer una pausa en Tyniec, aunque muy breve. Fue como saldar una deuda personal de gratitud. Debo tanto a Tyniec... Probablemente no solo yo, sino toda Polonia.

 El 28 de septiembre se estaba acercando lentamente. Antes de ser ordenado intervine oficialmente en Lubaczów como obispo preconizado, con ocasión de las bodas de plata del episcopado del arzobispo Baziak. Era el día de la Virgen Dolorosa, fiesta que en Lvov se celebraba el 22 de septiembre. Estaba allí con dosobispos de Przemygl, monseñor Franciszek Barda y monseñor Wojciech Tomaka, ambos muy mayores, y entre ellos yo, un joven de treinta y ocho años. Sentía ciertoapuro. Allí comenzaron mis primeras pruebas de episcopado. Una semana después fue la consagración en el Wawel.”

Pasé mucho tiempo en la abadía benedictina de Tyniec. Allí hacía mis ejercicios espirituales. Conocía bien al padre Piotr Rostworowski, con quien me confesé muchas veces. Conocía también al padre Augustyn Jankowski, biblista, que era colega mío en la enseñanza. Me envía constantemente sus nuevos libros. Iba también a Tyniec.

 Los ejercicios espirituales a la Curia durante el pontificado de Pablo VI. Nunca olvidaré aquellos ejercicios espirituales, verdaderamente especiales. La práctica de los ejercicios se ha demostrado un gran don de Dios para cualquiera que los haga. Es un tiempo en el que se dejan todas las otras cosas para encontrarse con Dios y disponerse a escucharle solo a Él. Esto es sin duda alguna una ventajosa oportunidad para el ejercitante. Por eso no se le debe presionar, sino más bien despertar en él la necesidad interior de hacer una experiencia de este tipo. Sí, en ocasiones se le puede decir a alguien: Vete donde los Camahldulenses o a Tyniec para encontrarte a ti mismo; pero, en principio, es una decisión que ha de nacer sobre todo de una necesidad interior. La Iglesia, como institución, recomienda de modo especial a los sacerdotes que hagan los ejercicios espirituales; pero la norma canónica es solo un elemento que se añade al impulso que proviene del corazón.

Ya he recordado que yo mismo hacía los ejercicios espirituales la mayoría de las veces en la abadía benedictina de Tyniec; también fui a los Camaldulenses, a Bielany, al seminario de Cracovia y a Zakopane. “